Nuestro invitado en esta edición de #SoyFan es Martín Morón, quien en marzo de este año lanzó su nuevo proyecto Morón y Los Intensos. La banda, además de Martín en voz y trombón, cuenta en sus filas con Nico Varela en bajo, Pablo “Chamaco” Abdala en batería, Pedro Alemany en guitarra y Juan Olivera en trompeta. Su primer álbum llamado “El Agujero” ya se encuentra disponible en todas las plataformas digitales. Martín pasó por nuestra sección y nos dejó sus palabras sobre uno de los grandes músicos del Siglo XX: Miles Davis.
“A los 8 años le dije a mis padres que quería tocar trompeta. Al principio se asombraron un poco pues no era un timbre que se escuchara mucho en casa, donde predominaba por robo el canto popu y la música latinoamericana. Pero, me apoyaron y con mi primer trompeta (china y usada) llegaron los cassettes de trompetistas; primero Louis Armstrong (Satchmo) y luego Miles Davis. Cuando tenía 12 o 13 años me regalaron ‘Kind of blue’ ¿¿Y esto cómo se come?? Si bien algunos pasajes de ese disco nunca más se me olvidaron, como el contrabajo de ‘So what’ y los caños contestando, mi cabeza en esa época era una rockola exótica que incluía un montón de otros artistas que prefiero no declarar. La locura con Miles empezó después. Tendría 15 años cuando ‘el Pato’ Olivera, mi gran maestro, me hizo escuchar ‘You’re under arrest’ y flipé.
Cuando arranca el disco veo (oigo) que no se parecía en nada a la idea que yo tenía de Davis. Una intro re larga en un mismo tono pedal y al minuto y medio recién aparece ‘el kía’ con la sordina… Es en el tema que Sting hace un recitado cortito en español, como al cuarto minuto, texto que repetimos eufóricos centenar de veces con Nico Varela y Martín Gil. Ya está. Miles me tenía en sus pistones. Luego vinieron ‘Doo-Bop’ y ‘Tutu’ y ‘Amandla’, los tres al hilo.
En fin, me hice adicto de toda su etapa ochentera y de principios de los 90’s.
Luego de su partida me lancé como loco a buscar para atrás y para atrás, y cuando volvió «Kind of blue» ya lo escuchaba de otra manera con otra atención y devoción.
De Miles Davis se ha hablado laaargo y tendido, porque es un prócer, así que no voy a develar nada nuevo a esta altura del partido, pero rompe los ojos su capacidad para estar siempre mutando, evolucionando, re inventándose con una personalidad única que hace que uno siempre reconozca su toque. Admiro su capacidad para elegir y administrar cada nota que tocaba, sobre todo en su última etapa y, por supuesto, admiro su estampa, su ropa, y su actitud escénica anti showman.
Siempre vuelvo a Miles.
Un maestro.”