Llegó el momento de repasar la música que nos dejó 2024 y, como desde hace ocho diciembres, en Metrónomo lo hacemos con las canciones que marcaron el año. Con esta excusa invitamos a algunas y algunos colegas a que nos acompañen en la propuesta con el mero fin de compartir opiniones acerca de lo que nos apasiona. La consigna, como siempre, fue “Los 10 temas nacionales que definieron el año”, sin orden de preferencia. A partir de hoy, y durante los próximos días, iremos dando a conocer las diferentes listas, además de la nuestra. No nos cansamos de agradecer eternamente a quienes regalaron parte de su tiempo, conocimiento y dedicación para prestigiar este repaso.
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Belén Fourment
Belén Fourment es periodista de música y coordinadora del área TV Show del diario El País. Narró, coprodujo y coguionó los podcast «Andes. 72 días en la montaña » y «Crímenes «, desarrolló el podcast de entrevistas «Lalala» y es colíder de Credo, un taller de escritura creativa.
Hacer esta lista es dejar afuera pedazos de los discos de Diego González, Paul Higgs, Los Nuevos Creyentes, la bellísima “Runaway” de Laura Canoura con Lisandro Aristimuño, “Corazón de metal” de Barbara Jorcin, cosas que ni siquiera llegaron a ser escuchadas y hasta la increíble “Derrumbe” de Jorge Drexler. O sea, hacer esta lista es un ejercicio ingrato e insuficiente. Acá, entonces, algunos destaques de un año dichoso para la música nacional.
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Pimienta y escarbadientes – Alucinaciones en Familia
Ha sido una de mis mayores obsesiones de 2024 y eso solo lo explica una combinación tan inesperada como incandescente: una canción cargada de épica que encontró en un fainá de orillo, probablemente una de las mejores cosas que existen, su mejor imagen. Los Alucinaciones en Familia llegaron al sumum de la deformidad con un tercer disco que bien podría ocupar todos los puestos de esta lista, y “Pimienta y escarbadientes” se siente como un hallazgo milagroso. Nada tiene sentido, y es tan fácil encontrarse y perderse ahí adentro.
Léeme mi signo – Hermanos Láser
Los Hermanos Láser tienen el don de las canciones lindas, y en “Paisaje fósil» lo pusieron al servicio de una composición que pareció tomarse menos en serio. De alguna forma, lograron imprimirle al repertorio una liviandad y una diversión que está en sus recitales, y que en los discos se perdía detrás de letras más pesadas, más angustiantes. “Paisaje fósil» tiene una suavidad que lo enaltece y “Léeme mi signo” es la síntesis: un tema montado en un riff juguetón de porte clásico, que echa mano a la astrología y a sonoridades más electrónicas para un poco burlarse de nosotros mismos. Se siente como andar libre por la playa una tardecita de marzo.
Ke me pasa – Rodra
Una paliza, eso es. Planteada como una pelea en todo sentido, con una ferocidad catártica que se acentúa en el videoclip, la guitarra filosa y el bombo entran como si fueran una y otra piña al mentón, un látigo que no da ni tiempo para recuperar el aire. Es una canción tan frágil como poderosa, una combinación que define muy bien la propuesta de Rodra, una aplanadora dulce que, cuando se manda a rockear, parece encontrar su lugar en el mundo.
En subida – Filo
Segundo eslabón del disco debut de Filo, uno de los grandes regalos musicales del año en Uruguay, “En subida” es una canción absolutamente adictiva. Pegadiza como un buen hit, saca a relucir la mejor versión de Alfonsina como intérprete y eso dialoga de maravillas con el aporte de Marcelo Fernández, en un vaivén de climas y claroscuros distorsionados que alumbran un poco al rock nacional.
Traje de luces – Florencia Núñez
En un disco con varios puntos altos y con una pieza como “Bolero principiante” de altísima factura, “Traje de luces” tiene un poderío que se siente en las entrañas. De base folclórica latinoamericana pero dialogando directamente con el dramatismo español, esta canción surcada por el toreo tiene la poesía que invita a abrazar los principios, tiene la épica de las cuerdas arregladas por Luciano Supervielle y tiene un trabajo de coros que funcionan como capas tectónicas bajo la voz clara de Florencia Núñez. Tiene, en definitiva, el porte de lo importante.
Arde – Inés Errandonea
Inés Errandonea es, hace rato, una de las artistas uruguayas más fascinantes de la escena, y su segundo disco es algo más que una confirmación. Viaje personal y sorpresivo por las aguas del deseo, es bravo mirar las partes por separado cuando se trata de Aguaviva. Todo hace sentido cuando está así, junto, tan verdadero y tan vivo, tan sensible, que es injusto traer aquí solo a “Arde”. Se gana esta presencia por ser una explosión de sabores, por cómo invita al juego al tiempo que hace una minuciosa radiografía de las contradicciones más íntimas. Es como sacar a bailar a ese verso célebre de Walt Whitman: “Soy inmenso, contengo multitudes”, y al mismo tiempo reírsele en la cara a tanta solemnidad.
Daily – Knak
Se cierra un año consagratorio para Knak, uno de los artistas urbanos uruguayos que más proyección ha conseguido en el último tiempo. El 2024 trajo a “Kápsula”, un segundo disco que cimentó su búsqueda en un terreno híbrido entre el trap y el pop, con una producción fina y letras que intentan desmarcarse de lo más obvio y hacer bailar sin descuidar el contenido. “Daily” es un buen ejemplo de intenciones, una canción envolvente y de tonalidades oscuras en la que Knak se divide entre un amor romántico y un amor trascendental, el de la música y la vocación artística, como dos fuerzas que a veces, cuando la vida se siente tan rápida, van al choque.
El juego de la silla – Tüssi Dematteis
Tras la muerte de Tüssi Dematteis, su “Brüma Cabra Clüb” -un debut solista que acabó siendo disco póstumo- se fue resignificando, cobrando otros sentidos: se volvió ofrenda, legado, lugar de encuentro, bálsamo. Sin embargo, algo se mantuvo intacto, imperturbable: el nivel de las canciones, como un puñado de la mejor demostración de Gonzalo Curbelo en su oficio de compositor. Esta canción acuna imágenes como “el incienso de un futuro que se hace humo”, “tu risa rubia” o “flotando en la fragilidad de estar bien”, y sobre todas las cosas, “No entiendo nada de Lacan, pero entiendo todo el dolor”. No hace falta explicar mucho más.
Madre de la noche – Flor Sakeo
Flor Sakeo vivió su año musical más salvaje con un formidable crecimiento y una agenda a tope, y sin embargo no se dejó apremiar por la supuesta necesidad de producir. Le entregó a 2024 una sola canción: “Madre de la noche”, como quien pone toda la carne en el asador porque sabe que no hay margen para hacer otra jugada. Mezcla de plegaria desesperada y mantra rockero, hay algo de posesión en las guitarras que serpentean y se enredan con una batería que cae con peso de plomo sobre el mundo que se abre a su paso. Es la carta que hay que tener a mano para cuando surja la discusión sobre si el rock ya murió.
Ismael – Eté & Los Problems
Posiblemente la mejor canción uruguaya del año y una de las mejores canciones uruguayas en mucho tiempo. ¿Cómo se pone en palabras a una cosa como “Ismael”? ¿Cómo se la saca del pecho, del estómago, de la garganta, si entra con toda la intención de quedarse adherida? ¿Cómo se habla de un himno cuando está recién nacido? Qué bien lo hizo Eté & Los Problems, qué grito de guerra. Qué ganas de ver qué hace el tiempo con él.