The Smithereens, música y ticholos
Allá por 1988, ir al Chuy era para mí como ir a Tower Records en New York unos años mas tarde. Además de comprarte camisetas Hering, vaqueros Levi’s, ticholos y championes Rainha, las disquerías del lado brasileño ofrecían una variedad de material que resultaba inimaginable en un Uruguay en donde el monopolio de facto de Palacio de la Música era la todavía horma total de lo que estaba o no en el mercado. Una empresa, hay que recordarlo, que llegó a vender discos de vinilo y su funda por separado, como si fueran cosas distintas. Una empresa que editó London Calling de The Clash en disco con un sonido tan espantoso a casete de segunda mano, que te hacia preguntarte si no estabas, de hecho, escuchando la copia trucha que te había pasado tu primo.