Josh Clayton-Felt y su cardumen

Vertebral

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Josh Clayton-Felt y su cardumen

Por Fernando Santullo

El 15 octubre de 1991 llegué a Nueva York desde México. Tenía tres números de teléfono, una casa en donde quedarme unos días y 150 dolares en el bolsillo. Pelado como un ajo, con un montón de tiempo libre en las manos, pude recorrer buena parte de Manhattan mientras buscaba trabajo para los seis meses que duraba mi visa de turista.

Esas caminatas me permitieron identificar un par de cosas importantes. La primera, que McDonalds tenia una hamburguesa de oferta a un dólar. La segunda, donde estaba el Tower Records mas grande. Y fue justo en ese Tower donde compré mi primer discman, un Sony que sonaba increíble pero que saltaba al menor estornudo. Y en donde compré mis primeros CD. Luego aprendí a comprar mas barato a través de los clubes que aparecían anunciados en revistas como la Rolling Stone, que era mas careta, y la Spin, que era mas alternativa. O eso decían ellos.

En cuanto conseguí un laburo y cobré mi primer sueldo, hice la gran Chavo del Ocho y me comí varias hamburguesas de un dólar en un solo almuerzo. Y después de eso, arranqué para Tower Records a meterme de lleno en la nueva música que sonaba a mi alrededor.

En la primera tanda de CD’s estaba el debut de School of Fish, de los que había visto en MTV su video Three Strange Days. Me había gustado mucho la melodía del tema, el estilo de su vocalista y el sonido del grupo, mas psicodélico que grunge, menos dance que la barra que venía de Manchester. La portada del álbum ayudaba un montón, era un niño reventando una guitarra eléctrica contra la vereda. Ah, y con ese primer sueldo me compré también una campera de plumas, enorme. Se venía con todo el frío.

El disco era una preciosidad, emotivo, sin un solo tema que pudiera ser considerado relleno. Las canciones iban desde la psicodelia de aire popero hasta el rock de guitarras mas clásico. Siempre sin perder el sentido de la melodía ni la estructura del tema. Todo era único en esa música, no encajaba en ninguna escena ni en ninguna campaña de marketing global. Quizá por eso su impacto fue reducido.

Un par de años mas tarde, cuando ya estaba nuevamente en Uruguay, puede comprarme el segundo disco del grupo, Human Cannonball, en donde el sonido era ligeramente mas denso, mas cercano al grunge aunque sin serlo del todo. Las melodías de Josh Clayton-Felt nunca abandonaban su aire levemente lisérgico, mas mayor que menor. Las letras no hablaban de autodestrucción y drogas, solo de desamor y algún que otro comentario sobre la vida cotidiana de esos veinteañeros. El disco no logró consolidarlos y la banda se separó en 1994.

El guitarrista Michael Ward, quien junto con el vocalista Clayton-Felt eran el core del grupo, pasó a formar parte de The Wallflowers en 1996 y tras trabajar como solista varios años, fue parte de Ben Harper and the Innocent Criminals hasta 2016.

Josh Clayton -Felt sacó cuatro discos solistas excelentes, el ultimo de ellos, Spirit Touches Ground, editado de manera póstuma. En diciembre de 1999, cuando se encontraba terminando el proceso de grabación del álbum, le fue diagnosticado un agresivo cáncer que se lo llevo en apenas un mes, con 32 años. Calyton-Felt estaba también disputando la liberación del material con su sello, que no tenía planes para editarlo. Finalmente, en 2001, dos años después de su muerte, el disco vio la luz gracias a la insistencia de un perseverante grupo de amigos y familiares. A ellos y al propio Clayton-Felt es a quienes hay que agradecer poder disfrutar la increible música contenida en ese trabajo. Y es verdad que el disco Center of Six apareció después de Spirit pero en sentido estricto, no es un disco solista.

Josh Clayton-Felt era apenas unos meses mas grande que yo. De alguna manera que no logro explicar, su muerte en plena vida me pegó casi tan fuerte como lo hizo su música. Que entonces sonaba, rica, única y poderosa en mi discman, mientras recorría las heladas veredas de Jackson Heights en aquel invierno de 1991. Y que no deja de sonar en mi cabeza hoy, como una borra que se agita en el fondo de la taza y que nunca se seca.