CAMPO Y LOS SONIDOS DE SU TAMBOR DEL COSMOS

Por Liber Aicardi

El grupo encabezado por el músico y productor Juan Campodónico, editó en el mes de abril su más reciente disco “Tambor del cosmos”. Éste es su segundo trabajo de canciones nuevas desde su debut homónimo de 2011. Desde entonces, editaron un disco de remixes y versiones (Remixes y rarezas, 2014) y compusieron una banda de sonido para el ballet del SODRE (Nocturno, 2015), además de dedicarse a sus proyectos paralelos. “Tambor del cosmos” aborda diversos ritmos populares, sin dejar de lado la presencia de beats electrónicos, sello característico de Campo. En esta entrevista, Martín Rivero, Boni y el propio Campodónico, nos cuentan, entre otras cosas, de su más reciente trabajo, de cómo es componer un disco entre Montevideo y Shanghai y de vencer el prejuicio hacia la cumbia.

L.A. – Campo era, originalmente, un proyecto personal de Juan con invitados o colaboraciones. ¿”Tambor del Cosmos” se puede decir que es, ya, un trabajo de banda?

Juan – Sí, totalmente. Nació, un poco, con mi perfil de productor invitando gente a hacer música, diversos experimentos, hice un primer disco de productor con colaboraciones, pero después, algunos colaboradores como Boni, Martín Rivero, Vero Loza y otros también, se fueron quedando en la banda, empezamos a tocar en vivo y eso conformó un grupo. Este disco, ya es un disco con un formato de núcleo creativo, digamos, un núcleo central, y después, según lo que Campo necesite expresar, va a usar otras herramientas, colaboraciones, artistas a los que nos aliamos. En este disco está con nosotros Luciano Supervielle, que tocó teclados, Gustavo Santaolalla que cantó un tema, Javier Casalla que arregló otro, Gabriel Casacuberta que tocó el bajo en todo el disco, está Roberto Rodino que toca la batería. Un montón de gente que es de Campo desde otro rol, también.

L. A. – ¿Cómo manejan la dinámica compositiva? Pensando por ejemplo, en el caso de Martín, que no vivía en Montevideo, ya que el disco fue compuesto entre Montevideo y Shanghai.

Martín – En realidad, eso es de las cosas más lindas y diferentes que tiene un proyecto como Campo, donde se compone desde otro lugar, inclusive desde distintos lugares físicos. En este caso, yo estaba viviendo en China, en Shanghai, y de ahí, nos fuimos enviando materiales y canciones, ideas que iban surgiendo. Y es una de las cosas más lindas poder componer de esa manera, ir colaborando entre todos y no componer sólo uno. Como que se va actualizando muy rápido, porque vos le mandás una cosa al otro y, cuando la escuchan, le ponen millones de cosas, pasan unas semanas y te devuelven una cosa totalmente distinta, entonces es súper rico ese proceso.

Lo interesante de Campo es  que es un proyecto de artistas, haremos lo necesario para que la pieza que estamos haciendo, luzca mejor

L.A. – Y a la hora de decidir quién canta cada tema ¿cómo lo definen?
Juan – Depende. Cada uno trae su aporte vocal. Tiene que ver también, a veces, con lo que necesita la canción. Por ejemplo, la canción “Wasted”, que es una de mis favoritas, la escribimos con Martín, la melodía la hizo Martín, pero después, en el disco la canta Lucía Torrón, que tiene como un sonido soul en la voz.

Martín – Grabamos una versión en la que yo cantaba y, después, nos dimos cuenta que no lográbamos lo que queríamos. Ahí, a Juan se le ocurrió invitar a Lucía y la canción cambió totalmente.

Juan – También eso es lo interesante de Campo: es un proyecto de artistas. Haremos lo necesario para que la pieza que estamos haciendo luzca mejor, o comunique una idea que esté interesante. Para el primer adelanto del disco, “Bailar quieto”, estaba sonando un montón de cumbia y reggaetón por todos lados y dijimos: “vamos a agarrar este sonido y llevarlo a nuestro lugar y hacerlo una cosa más poética”. De repente, lo cruzamos con una inspiración que trajo Martín, eso de bailar quieto, algo imposible, una contradicción y entonces dijimos “qué bueno que un sonido tan popular lo podamos llevar a una cosa más metafórica”.

L.A. – Con respecto a eso mismo, de los ritmos populares mezclados con lo moderno, digamos, que es un sello de Campo ¿cómo hacen ustedes, que vienen del rock y la electrónica, para vencer ese prejuicio y decir: voy a hacer un reggaetón o una cumbia? ¿Quién es el responsable de eso?

Martín – Eso viene por el lado de ellos – risas, señalando a Juan y Boni
Boni – En mi caso, eso puede ser una re-interpretación. Yo también vengo del mundo del remix y es como re-interpretar la cumbia desde este lado y creo que lo de Campo es más como buscar el lado “lindo” de la cumbia o de esos ritmos supuestamente discriminados.
Martín – A mí, cuando empezamos con Campo, me costó mucho atravesar ese prejuicio, porque venía mucho del indie-pop y del brit-pop, más del formato rockero de banda… y me empezaron a tirar una base re cumbieras, pero enseguida logré ver la belleza y dije: “esto está increíble!” Y embarcarnos en esta búsqueda y en esta investigación, me inspiró mucho y me colgué en esa aventura que partió con una curiosidad de Juan y, bueno, ahora ya estamos todos con ese set.
Juan – Igual en Campo, lo que más llama la atención es la mezcla de elementos. Te puedo decir que en “Tambor del cosmos” (el disco) hay una canción de cuna pero con beats electrónicos, o un vals tocado con un arreglo de cuerdas que se llama “Vals del infinito”, que canta Vero Loza…
Martín – O “Huracán”, que es como los Smiths encontrándose con algo más folclórico.
Juan – También, cuando vos hablabas de meterse con “lo popular”, es meterse con lo popular, pero de una manera profunda, decir algo interesante, que sugiera. Si vamos a hacer una cumbia o un reggaetón no vamos a decir. “mami mami, mueve mueve” porque eso ya está.

Si vamos a hacer una cumbia o un reggaetón, no vamos a decir ‘mami mami, mueve mueve’ porque eso ya está

L.A. – Pero el baile está presente en el disco, no solo en la música sino, también, en varias letras. Las palabras “bailar”, “baile”, “bailando” están bien presentes. ¿Eso a qué se debe?

Juan – Se debe a la época, cuando empezamos a tocar en vivo dijimos: “¿Qué tal si hacemos bailar a nuestro público en lugar de que sólo vengan a escuchar?” Es decir, compartir nuestra música desde un punto de vista físico. Nos parecía muy interesante eso. La palabra “baile” hace referencia a eso que podés percibir de la música que no es intelectual, digamos.
Martín – También es una palabra que además de ser muy dulce, enseguida te sugiere…es perfecto el significado. Eso fue una búsqueda letrística y de intención a la hora de escribir. Capaz, una canción no es bailable, pero si hablás del baile, ya te genera un enganche y una conexión distinta.
Boni – Además, es un disco bailable, pero cada canción tiene sus pasos de baile diferente porque está “Duerme agua” que es una canción de cuna, el vals también, después está “Color” que es un candombe, “Bailar quieto” que es un reggaetón…
Juan – Hay mucho candombe-beat sugerido en el disco… En lo que hacemos nosotros, si explorás un poquito, en un lugar se une todo.

L.A. – Me quiero detener en “Duerme agua”. Allí hay un sonido “acuático”, por llamarlo así ¿Me pueden contar cómo lo lograron?

Juan – El germen inicial de esa canción es Vero Loza que estaba con su niño, bañándolo, y le cantaba mientras hacía un ritmo con el agua. En un momento, se “copó” y puso el celular a grabar, y lo que escuchás en el disco es esa grabación que, después, obviamente, la insertamos y construímos todo un tema a partir de una grabación del teléfono de Vero. Después apareció la letra, y es como una canción de cuna para la madre tierra, nos fuimos metiendo y vimos que tenía un costado folclórico y Martín trajo un estribillo.
Boni – Yo creo que al ser como de cuna, como para calmar al niño, tenía un costado hipnótico y ahí se juntaba con un costado electrónico, que, por más que sea un ritmo lento, tenía esa cosa que terminaba hipnotizando a grandes y chicos.
Juan – Pero no para dormir… (risas)


Nota: Fotos por Fernanda Montoro

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