Unos pocos días atrás, Lucía Romero publicó «Magia Pagana», su segundo álbum. En él, la cantautora, música y productora —entre algunas de sus múltiples facetas— se sumerge en sonidos y composiciones que se alejan del enfoque de su primer trabajo “Doblaje” (2022), y evidencian una evolución hacia ambientes minimalistas, con una marcada presencia vocal. También explora nuevos caminos en su lírica y construye una obra conceptual donde lo etéreo y lo terrenal conviven con naturalidad, dando forma a un universo sonoro profundo, íntimo e intenso.
A propósito del lanzamiento, conversamos con Lucía sobre el proceso detrás de «Magia Pagana» y sobre las decisiones, tanto estéticas como profesionales, que la llevaron a volcarse de lleno en esta nueva etapa de su proyecto.
Por Liber Aicardi

Foto: Alina Viera
¿Cómo fue el proceso de las canciones de “Magia Pagana”?
El disco se compuso, se produjo y se hizo en el correr de un año más o menos, quizás un año y medio para ser más exacta, pero la idea de un disco que se llamara “Magia Pagana” está desde 2023. Ahí ya, en el primer semestre de 2023 fue cuando lo empecé a componer, digamos.
Después, a comienzos del 2024, nos fuimos para una casa en Punta Ballena a comenzar a grabarlo y ahí fue que en el mes previo se consolidó muchísimo, terminé de componer canciones, lo cerré a nivel de estructura y de las canciones. Ahí fue todo un año de mucho trabajo y de obsesionarme (sonríe) con este disco. De hecho, fue que a la medida que se iba terminando que me iba dando cuenta lo sumergida que estaba y dije “¡ah! hace un año que todos los días pienso mucho rato de mi día en esto y todo lo hago en función de esto”. Fue medio loco el proceso, bastante inmersivo.
¿Cómo llegaste o encontraste el concepto “magia pagana”?
El concepto de “magia pagana” surgió por empezar a filosofar un poco, por las reflexiones que surgen naturalmente con Esteban Pesce -que es con quien toco- cuando hemos tenido muchas conversaciones sobre la manera de hacer música o desde qué lugar hacemos música o por qué nos parece tan lindo tocar juntos o cosas así. Por lo general, reflexionamos mucho sobre eso y, después de un toque, me mandó una foto que decía “magia pagana” y enseguida dije “ése es el nombre del disco”. Ahí fue que me vi totalmente atravesada por ese concepto, me gustaba, me parecía interesante, tenía mucho que ver con la manera en la que yo tengo de hacer música, o la manera que tengo de vivir, en realidad. Y en este segundo disco sentí, también, que era una manera de conectar con eso que soy y animarme. Sí, van a venir un montón de discos más, supongo yo, pero en este que es el segundo donde me siento más grande, ya habiendo grabado otros discos, sabiendo lo que se viene cuando alguien decide grabar un disco, todo el trabajo que hay que hacer o lo que sea, está atravesado por una mirada espiritual, podría decirse, de la existencia y dije “bueno, lo voy a honrar”. Fue un poco eso, en un disco voy a proponerme honrar eso de alguna manera y así surgió “Magia Pagana”.
Al escuchar el disco se percibe un ambiente de conexión, espiritual, pero sobre todo con lo terrenal, ¿eso sale de una búsqueda en particular?
Sí, es eso que acabas de decir. Me parece como una identidad que tiene el disco. Justamente, me propuse también en la composición de estas canciones una vez que tenía el nombre “Magia Pagana”, como la palabra “magia” tiende a un universo más etéreo, a mí me interesaba llevarlo a un plano más de conexión con las cosas, que no tiene por qué ser la magia algo con un tinte mega magnífico, ¿no? Puede estar en un acto súper terrenal, en algo que muchas veces consideramos banal como escribirle una canción a alguien que te gusta, cosas que yo nunca había hecho en realidad porque las temáticas que manejaba hasta ahora eran otras. Pero, también desde el mensaje que busqué dar con este disco es que la magia pagana es en el mundo, es en lo pagano, no es que voy a hablar del espíritu o de cosas así. No me interesaba eso, me interesaba como tal lo humano, cómo es la conexión con algo misterioso desde una perspectiva humana, que es lo que somos, lo que soy, lo que conozco (sonríe).
Tomando como referencia “Doblaje”, tu disco anterior, “Magia Pagana” en cuanto a lo instrumental, incluso en lo rítmico, es un disco más minimalista. ¿Eso fue intencional o fue algo que te surgió a medida que ibas componiendo?
Sí, fue buscado. Porque en mi primer disco estaban todos mis intereses sobre la mesa, a mí me gusta mucho la producción de canciones, la composición de canciones, pero también me fascina el mundo de la improvisación libre. Es decir, el mundo instrumental, experimental y de la improvisación. Eso soy, los dos mundos me gusta habitarlos, y en este disco, en realidad, también fue darme cuenta que necesitaba ordenar un poco esas dos informaciones. De hecho, el año pasado grabamos lo que serían dos discos, este es el primero y es el que me ha llevado más trabajo a nivel de producción y en todo sentido, pero también grabamos con un grupo que se llama La Fuente de la Incertidumbre, que armé el año pasado, un disco totalmente experimental y donde toco la trompeta y esas cosas.
En este disco quise ordenar muchísimo y, también, desarrollar las cosas desde un lugar minimalista, sí. Dije “estos son los instrumentos, somos dos músicos que grabamos en este disco y nada más”. En realidad tres contando a Gonzalo Deniz. que está invitado, obviamente, y las voces que hay…
Yo siento que el mayor instrumento que tengo para hacer música es mi cuerpo porque, además, compongo mucho desde la sensación que me genera. La música en mi vida me genera sensaciones corporales, y cada vez lo voy confirmando más con diferentes experiencias.
Pero conceptualmente, a nivel instrumental, es un disco de sintetizadores y voces, hay mucha presencia vocal…
Mucha, sí. Eso fue también una cosa que quise trabajar. Todo lo que está en el disco está hecho por gusto, no hay nada que sea azaroso. Siento que fuimos -hablo en plural porque las personas que trabajaron son muy apasionadas también de lo que hacen, entonces realmente fue en compañía- soy la productora del disco y la compositora y también soy muy pasional “a la ene” cuando estoy en esos terrenos, pero siento que lo trabajamos mucho en cada detalle. No fue un disco apurado, nada está hecho como “bueno, ¡quedó así!” sino que era “lo que queremos es esto ¿cómo hacemos para lograrlo lo mejor posible?”. También, me propuse a nivel de producción y de composición que no haya nada que esté de más ni que le falte nada, busqué mucho eso en las canciones, que cada cosa que esté tenga su protagonismo cuando está y no hay mucha cosa siendo relleno, por ejemplo. Por más que se crean atmósferas, hay veces que las atmósferas están creadas con dos sonidos nada más. En eso me desafío mucho y me gustó mucho el resultado de la sonoridad, siento que tiene una identidad muy concreta, por lo menos. Cuando terminamos, me acuerdo que tuvimos una conversación con Mateo Flores, que fue el ingeniero de grabación y le dije “te puede gustar o no, pero es un disco”.
¿Cómo te desdoblás en los roles de compositora, instrumentista y también productora del disco?
Qué linda pregunta… y voy a hacer el ejercicio de responderla ahora (bromea). Hay un punto en el que es como que simplemente soy yo conviviendo con esa materia que llamo música y tomando decisiones. En realidad, a nivel compositivo soy bastante abierta a lo que cada canción va pidiendo. Hay canciones que aparecen enteras, y es una maravilla cómo aparecen letra y música de una y, ya; después otras en que tengo como ejercicios, me propongo consignas. Por ejemplo, hay un ejercicio que a mí me gusta mucho que es empezar a escribir o hablar sobre una canción como si yo ahora empezara a decirte, “bueno, esta canción habla sobre mi padre, y además es una samba, y además está en un tono menor, y tiene tres estrofas y dos pre estribillos”, entonces empiezo a hablar como una canción ficticia y después solo me resta hacer esa canción. Ese es un ejercicio que he usado en este disco.
Y a nivel de producción, en realidad, soy mucho más terca, muy terca (se ríe), eso lo voy a decir sin culpa. Soy terca, me gusta ir para la decisión que tengo y voy a hacer un gran esfuerzo por negociar esa decisión. Seguramente, lo podamos discutir un rato, pero yo sé hacia dónde voy. Y en ese sentido más de producción, me gusta mucho jugar a que tengo las certezas, por más que no las tenga. Me gusta tomar el personaje de que la tengo clarísima, que yo sé para dónde va esto. A veces, no tengo ni idea y lo voy decidiendo en el momento, pero a la persona que está trabajando conmigo en ese momento le hago entender como que esto ya está premeditado hace meses, o que ese arreglo ya está recontra pensado, pero en realidad está medio hecho en el momento y como yo lo siento que me gustó voy para adelante. Me gusta el tiempo en el estudio fresco, no tanto de mucha máquina pensando y llegar y grabar algo que esté completamente bien hecho. Para este disco hubieron muchas cosas así y otras que fueron más en el momento producir y elegir en el momento, y me encantó hacerlo así porque siento que llegué a terminar el disco con una sensación de frescura con la música también.
Otra cosa que se puede percibir en las canciones, especialmente cuando uno ya te ha visto en vivo, es que transmiten esa parte corporal de tu performance. ¿La música te llega más por el cuerpo que por la cabeza o por el oído, por así decirlo?
Justo tocás temas que a mí me apasionan, realmente (sonría). Son preguntas que me hago muy seguido ¿cuál es el verdadero instrumento que tengo? Yo siento que el mayor instrumento que tengo para hacer música es mi cuerpo, pero porque además -creo que esto responde la pregunta- compongo mucho desde la sensación que me genera. La música en mi vida me genera sensaciones corporales y, cada vez, lo voy confirmando más con diferentes experiencias. Tengo el recuerdo -fue hace re poquito, cerrando el máster de este disco- que nos fuimos para Buenos Aires a Matriz Estudio, y en un momento estábamos escuchando por unos parlantes unas vibraciones, unas canciones que tenían como diferentes graves, y la realidad es que yo lo sentía en diferentes partes de mi cuerpo. Eso siento que me define, expresa cómo siento la música. No es que pienso, por ejemplo, cuando voy a componer un arreglo o lo que sea, desde un lugar más intelectual de entenderlo, sino como “o me gusta o no me gusta”. Es como probar un buen plato de comida, aunque sea una polenta con tuco, si está bien hecha, tiene algo que te mueve y, a veces, no.
Es muy corporal mi manera de percibir la música, sin duda. Creo que está totalmente atravesada por el cuerpo, sí.
Volviendo al concepto del disco, se desarolla de una forma circular… Por ejemplo, el primer tema es “Funeral» y cierra con “Ritual”. Ambas cosas, de algún modo son, en algún aspecto, lo mismo ¿no?
Tal cual. Empieza y termina con dos celebraciones, podríamos decirle, que van completamente de la mano una de otra y eso también es adrede, cómo yo sentía que este disco tenía que empezar con esa canción porque sentía eso, que cualquier acto de transformación tiene que empezar con una muerte, sino es medio trucho para mi entender. Solo se transforma quien deja morir algo, sino no hay chance, no nace nada nuevo en ese sentido. Decidí que cerrar con ese tema porque es como un cuidado para quien escucha; así lo sentí porque “Manantial”, que es el tema que viene antes es súper expansivo y como que te sube las pulsaciones un poco, por lo menos a mí. Y “Ritual” es lo que pasa después que pasó la ola, después que te metiste al mar y salís y te quedás un ratito mirando el horizonte; capaz que el mar te sacudió para todos lados pero estuvo bueno. Siento que “Ritual” es como ese momento de “¡ta! al fin y al cabo es mucho más simple todo”. Siento que resume eso, todo esto que es un montón de información, o estas canciones y todas estas maneras de expresarme, pero lo esencial está en algo tan simple como cantar con los grillos. Esa fue un poco la idea.
Por un ratito, me bajé de los proyectos en los que estaba siendo parte estable. Necesitaba dedicarme, tener más tiempo para seguir componiendo y seguir produciendo. Me di cuenta de que es el lugar donde más feliz soy y es importante darle lugar a eso, ver qué pasa si le das lugar de tu vida.
¿Te propusiste no tocar la trompeta en el disco?
Me propuse no tocar la trompeta, sí. Me lo propuse por este juego también de las restricciones, de lo minimalista, de tomar decisiones de cuál va a ser la instrumentación y respetarlo. Eso me parece potenciador, cuando te ponés restricciones y después las respetás y le buscás la forma. Por eso, también, fue que tuve la necesidad de grabar este otro material que seguramente, si todo sale bien, vea la luz este año también más fin de año, que es como un material recontra experimental y todo loco, y ahí sí tocó la trompeta. Me saqué las ganas ahí.
¿Dejaste un poco de lado tu rol de instrumentista en otros proyectos?
Por un ratito me bajé de los proyectos en los cuales estaba siendo parte estable, sí. Yo estaba tocando estable con Franny Glass y con Emiliano Brancciari en su proyecto solista, y estaba también con Camila Ferrari cuando presentaba un formato más de banda. Fue lo que sentí que tenía que hacer. Necesitaba dedicarme, tener más tiempo para seguir componiendo y seguir produciendo, me di cuenta de que es el lugar donde más feliz soy y es importante darle lugar a eso, ver qué pasa si le das lugar de tu vida a eso, si no tenés otros compromisos. Lo que más necesitaba era no tener compromisos de que si surge un toque tengo que acomodarme para ese toque porque está el compromiso de que soy parte de la banda y fue toda una decisión, pero se hizo.
¿Cómo sigue el año para vos?
Estamos terminando de confirmar la fecha para presentar el disco, seguramente en una sala de teatro, estoy con muchas ganas de eso, pero más para fin de año para el segundo semestre. Primero, porque está bueno disfrutar paso a paso las cosas, después porque ahora estamos ensayando más rutinariamente con un trío que armé para representar esta música, que somos Esteban Pesce, quien toca conmigo desde el comienzo y es una pieza fundamental de esta música, sin lugar a dudas, y Cecilia Rodríguez en la flauta, saxo y coro. Entonces, estamos armando el sonido y a mí no me gusta apurarmeme con esas cosas para poder disfrutarlas. Lleva tanto trabajo que después, de repente, si te apurás mucho pasás más estresado que disfrutando y para darle tiempo a la música también de que madure en el vivo, como no atropellarla. Mi idea es salir a tocar ahora en lugares más pequeños, ir probando repertorio, ir probando cómo se recibe en el vivo la música y ahí tomar apuntes y armar ese setlist para que la presentación sea un goce para todas y todos, pero sí, tengo muchas ganas de tocar en vivo.
