“Bajo la misma ciudad” es el más reciente álbum de Walter Bordoni, publicado hace unas pocas semanas, un trabajo que al decir del cantautor fue “casi pensado como un disco de vinilo, con dos caras” y al cual, musicalmente, define como “más reposado” respecto de su antecesor “El hogar de los distintos” (2017). En él conviven canciones que abordan la realidad que nos toca transitar con momentos más intimistas mostrando, de esta manera, dos facetas complementarias del músico. El próximo viernes 27 de noviembre, a las 21 hs, en Sala Camacuá, Walter Bordoni se presentará en vivo en un show que marcará su regreso a los escenarios montevideanos y, en esta oportunidad, tendrá formato de trío, acompañado por Santiago Peralta y Sebastián Codoni. A propósito del show y de su último lanzamiento conversamos con él en la entrevista que te compartimos a continuación.
Por Liber Aicardi
En el EPK del nuevo álbum decís algo así como que vos no componés pensando en que tenés que sacar un disco sino que vas haciendo las canciones y cuando creés que lo tenés, ahí recién pensás en grabarlo ¿siempre te manejaste así en ese sentido?
Se trata de tener un conjunto de canciones que, para mí, sean un álbum digamos. Sean diez, once, doce canciones ó nueve que convivan bien y que tengan cierta ilación, por decirlo de alguna manera. Yo pienso los discos como a la vieja escuela, como una obra de arte total, que tiene un comienzo, un fin y que va transcurriendo a través del resto de las canciones. Para mí, un disco no es una simple colección canciones. A veces, lo que pasa es que yo ya tengo un cierto cuerpo de canciones que veo que van para ciertos lados, digamos, tienen una cierta unidad y, a veces, siento que, para que esto sea un disco le falta alguna canción. En ese caso la escribo específicamente. En algún caso me ha pasado de escribir la canción de cierre de un disco o la canción de apertura, eso, sí, lo he hecho.
¿Considerás este disco como un trabajo, en cierto modo, conceptual?
El disco en realidad, está casi pensado como un disco de vinilo, con dos caras. La cara A, digamos, del tema 1 al tema 5 es una obra bastante conceptual. La hipotética cara B ya trata otras historias, ya no es tan conceptual en el sentido que sí tienen las cinco primeras canciones. En las cinco canciones finales ya hay historias de amor, o de desamor. En el caso de “Los días de Luisa” es sobre una niña, hay una canción que tiene una historia que me viene persiguiendo desde que soy muy chico, “Como un Gómez cualquiera”, que está basada en un hecho real, que habla sobre el primer muerto del fútbol uruguayo, por lo menos del fútbol profesional ¿no? Es una historia de la década del ’50, una historia que conozco desde muy chico. Ahí tenés una historia que no tiene mucho que ver con lo que es el eje de “Bajo la misma ciudad”, “La ciudad de las caras largas”, etcétera.
El álbum comienza con “Anticredo” que tiene una frase de arranque contundente. Decís “no creo en Jesús, pero sí en su mensaje” que es toda una declaración acerca de tus contradicciones.
Son cosas que he venido pensando en los últimos años, las contradicciones que todos tenemos y esa canción, en realidad, me cuesta un poco explicar cómo fue que la escribí porque no fue muy pensado. Sí, tenía esa primera frase “no creo en Jesús, pero sí en su mensaje”, me gustaba como frase de arranque y es como un gran símbolo del resto de mis contradicciones ¿no? (se ríe) Yo soy agnóstico, no creo en ninguna religión y no creo que exista Dios, yo no creo que Jesús, en caso de que haya existido (que, aparentemente, sí) sea hijo de Dios porque no creo que exista Dios, pero con las cosas que están escritas, que supuestamente el tipo planteó, yo coincido con una cantidad. De repente, cuando era más joven yo no era capaz de admitir que yo tenía puntos de contacto con eso.
Y, además, es algo extrapolable a otras religiones también. Como que la finalidad termina siendo la misma pero la diferencia está en el método, por decirlo de alguna manera.
Exactamente. Y eso es una cosa que yo he discutido, incluso, con gente conocida que es gente creyente y que, de repente, te cuestionan o te señalan como si uno, por no tener una religión o por no creer directamente en Dios no tuviera una espiritualidad y determinados valores como el amor o la solidaridad.
A veces, pasa que saliendo un poco del centro hacia afuera, escuchás y hasta parece que el lenguaje cambiara, no lo digo peyorativamente, pero es terrible… a veces, hasta el color de la piel de las personas cambia y, por momentos, hasta parece que no hubiera posibilidad de diálogo, de entenderse, digamos. Yo creo que eso se ha acentuado mucho, no porque todo tiempo pasado haya sido mejor porque no lo fue, pero yo no sé si hace cincuenta años había esa distancia social tan acentuada.
En “La leyenda del muro invisible” hablás de una brecha real que, muchas veces, no vemos a causa de brechas más intangibles como las ideológicas ¿Cómo surge esa canción?
Eso es un tema que a mí me preocupa hace mucho tiempo y recién ahora lo pude plasmar en una canción. Y, ahora, que se puso de moda hablar de la grieta y es algo que no sólo pasa en Montevideo ni siquiera sólo en el Uruguay, sino en el mundo, hay una fractura social que hace que haya como un muro invisible que, de acá para allá, parece que no se pudiera pasar. A veces pasa que saliendo un poco del centro hacia afuera, escuchás y hasta parece que el lenguaje cambiara, no lo digo peyorativamente, pero es terrible… a veces hasta el color de la piel de las personas cambia y, por momentos, hasta parece que no hubiera posibilidad de diálogo, de entenderse, digamos. Yo creo que eso se ha acentuado mucho, no porque todo tiempo pasado haya sido mejor porque no lo fue, pero yo no sé si hace cincuenta años había esa distancia social tan acentuada. Por lo menos es lo que yo siento. Yo fui a la escuela y al liceo público, yo tuve compañeros del liceo que vivían en el conventillo de Ansina, por ejemplo. Yo no sé si hoy en día eso sería posible, si mi hija tuviera compañeros que viven en un asentamiento. Yo ahí pongo una frase que dice “nativos digitales que no conocen en el mar”; hay niños de determinados barrios de Montevideo, y no estamos hablando del interior profundo, que nunca fueron a la playa, una playa que está a quince o veinte minutos en ómnibus. Ahí hay una fractura que, incluso va más allá de lo económico, una fractura social, cultural muy profunda.
¿Ves como una suerte de especie en vías extinción este tipo de canciones que hablan de la realidad social?
Sí, yo creo que se da menos. No creo ser el único, ni muchísimo menos, creo que hay otros colegas. Me refiero a colegas como Garo Arakelian, Tabaré Rivero, obviamente, pero también es gente muy cercana a mí ¿no? Y vaya uno a saber si nos vamos a extinguir… (se ríe) Yo desearía que no. Yo, hace tiempo que veo que hay muchas canciones que hablan mirándose el ombligo, que no miran mucho más allá de la nariz. Vos escuchás una canción “te quiero, no te quiero, estoy triste, estoy contento”; escuchás la segunda, escuchás la tercera, escuchás la cuarta y decís “¿no tenés algo más para contar?”. Incluso me pasa, también, a nivel interpretativo y a nivel de la producción musical que, a veces está todo tan en su lugar y todo sonando perfectito… no hay un bombo que esté fuera de lugar, no hay un grito donde yo siento que tiene que haberlo, o un sollozo, o un silencio. Como que, a veces me pasa que pienso “vó, calentate un poco” (se ríe). El otro día estaba viendo un documental sobre la canción “Losing my religion” de R.E.M. y hace años leía una entrevista a Michael Stipe y él decía “yo, cuando hago una canción triste, quiero que sea la canción más triste del mundo” y a veces parece como que en buena parte de la producción de canciones, acá, hay como una resistencia a hurgar adentro de uno mismo y es todo como un poquito más superficial. Pero tampoco quiero posar y decir “ay, yo soy el profundo” (ironiza). Yo prefiero escribir este tipo de canciones, es lo que me surge y es lo que me atrae en otros compositores.
También son canciones que reflejan el tiempo al que pertenecen…
Yo creo que los compositores de canciones, en cierto sentido, somos cronistas de nuestro tiempo. La historia de la canción es eso. Los trovadores del siglo XII, hacían lo mismo: contaban sus historias, historias de amor, historias de guerra y a nosotros nos ha tocado este tiempo. Cada uno va narrando su peripecia, y en algunos casos, las peripecias de los que nos rodean, digamos. Yo, por lo menos, trato de hacerlo, pero, es una cosa que ha estado en mí desde siempre, no es que me mentalizo y piense que tenga una misión (se ríe). Es algo que está en mi estilo, que mal o bien he ido construyendo en estos años que parte de mis canciones van un poco para esos lados.
Hace tiempo que veo que hay muchas canciones que hablan mirándose el ombligo, que no miran mucho más allá de la nariz. Vos escuchás una canción ‘te quiero, no te quiero, estoy triste, estoy contento’, escuchás la segunda, escuchás la tercera, escuchás la cuarta y decís ‘¿no tenés algo más para contar?’. Incluso me pasa, también, a nivel interpretativo y a nivel de la producción musical que, a veces, está todo tan en su lugar y todo sonando perfectito, no hay un bombo que esté fuera de lugar, no hay un grito donde yo siento que tiene que haberlo, o un sollozo, o un silencio.
¿Cómo relacionás este disco con respecto a tu disco anterior “El Hogar de los distintos”?
Yo siento que tiene una cierta continuidad con “El hogar de los distintos”. Desde el punto de vista musical, “Bajo la misma ciudad” es un poquito más reposado; el disco anterior era un poquito más eléctrico, pero, tiene una continuidad. También en ese disco yo me metí con algunos temas que no suelen aparecer en la canción popular, por lo menos en esta zona; hay una canción que hablaba del tema de los migrantes, ya había una canción que hicimos con Alejandro Ferradás que habla de una persona que estaba en situación de calle, por ejemplo. Por ese lado hay una continuidad, yo ya estaba hablando del tema de la exclusión y de la fractura social. Quizá, a nivel musical, ya te digo, es un disco un poquito más reposado. Después, hay cambios más obvios como que cambié de productor artístico, después de hacer tres discos con Alejandro Ferradás, “Bajo la misma ciudad” lo produjo Santiago Peralta. Obviamente, hay cosas en común: mi lenguaje musical transita más o menos por las mismas playas, pero obviamente, al haber otro productor hay una impronta distinta, pero no creo que alguien que escuche este disco sienta que hay un cambio tan grande respecto, yo diría, a los dos anteriores.
¿Cuánto tiempo te puede llevar hacer una letra para que la consideres terminada?
Mi manera de trabajar no es “la canción surgió en una tarde y así como surgió queda y si no me conforma mañana me pongo a escribir otra”. No. Yo trabajo mucho y algunas letras me llevan mucho tiempo y cuando te digo mucho tiempo puede pasar un año o dos. No quiere decir que yo esté un año corrigiendo, pero sí, corrijo bastante. Por supuesto, hay un corpus de un ochenta, un noventa por ciento que ya está desde el principio. Después pasa que una palabra o metáfora no me convence mucho y un día la vuelvo a mirar y digo “¿cómo no me di cueta que la palabra que había que poner era esta?”. Sí, soy bastante maniático en ese sentido y corrijo mucho.
¿Cómo va a ser el show en Sala Camacuá?
Es un show lanzamiento, una especie de bautismo de la aparición de este disco, Por distintas razones, normalmente, para hacer las presentaciones oficiales de los discos espero unos meses y en este caso se junta que por lo que está pasando, por los aforos reducidos y eso, para mí era imposible presentar el disco con toda la banda. Entonces, armamos un recital donde voy a estar acompañado por dos guitarristas, Santiago Peralta, que es el productor artístico del disco, y Sebastián Codoni, que no participó en el disco pero es el otro guitarrista que viene tocando en la banda conmigo. Vamos a hacer un recital a trío, vamos a tocar unas cuantas canciones del disco nuevo y algunas canciones de trabajos anteriores, alguna canción que hace tiempo no toco y alguna de esas canciones que no pueden faltar cuando hago un recital.
También, el disco se presta para ese formato…
Sí, exactamente. Como yo te decía, es un disco más reposado. A veces hay canciones que sin la banda, sobre todo sin el bajo y la batería como que no resisten mucho el formato. En este caso bancan bien y es una linda manera de presentarse en vivo, también.