Romina Peluffo: “En Piel Fina traté de evocar la sensación de libertad que tuve en mi primer disco”

“Piel Fina”, el segundo álbum de Romina Peluffo, nos muestra nuevos colores en la música de la cantautora y actriz respecto de “Obsesa”, su debut discográfico de 2018. Sonoridades que van desde el indie folk de corte minimalista al rock noventero de guitarras poderosas conviven naturalmente aportando diversos marcos a sus logrados versos. Este nuevo trabajo representó, además, un doble reto para ella: mantener el nivel de su primer álbum que tan buena recepción supo tener, a la vez de correrse de su zona de confort presentando, incluso, dos temas cantados en inglés. Todo esto resultó en uno de los mejores discos nacionales que nos dejará este 2020 y, a propósito del lanzamiento de “Piel Fina”, conversamos con Romina en la entrevista que te compartimos a continuación.

Por Liber Aicardi

Fotos: Eliana Cleffi

¿El proceso de “Piel Fina” fue distinto al de “Obsesa” por ser un segundo disco y, quizás, empezar con nuevo material desde cero?
En realidad, no empezaba de cero porque con la experiencia de “Obsesa”, por lo pronto, en el trabajo con Santiago (N de R: Santiago Peralta) que es el productor del disco, con quien ya había trabajado “Obsesa” junto a Laura Gutman; ya teníamos todo el otro proceso arriba y ya sabíamos que íbamos a grabar un disco. La otra vez, no. Habíamos empezado jugando con unas maquetas mías pensando qué podíamos hacer con eso y a lo largo de dos años y pico terminamos con un disco. Esta vez ya sabíamos y ya fuimos hacia eso. De cualquier manera yo le había llevado algo así como veinte canciones a principios de 2019 a Santiago y a Laura. El proceso de Obsesa fue un proceso muy largo, nos llevó tres años casi, y para cuando terminamos y lo presentamos yo ya quería grabar más. Y tenía canciones, tenía un montón. Entonces fui con todas esas canciones y me dijeron “pará un poco… calmate” (se ríe) “vamos a tocar este, vamos a mostrarlo, vamos a disfrutar lo que tanto trabajamos”. Además, Santiago, sobre todo, que fue el que escuchó las canciones, me dijo que les faltaba y me mandó a trabajar, básicamente (se ríe). Y todo el año pasado me lo pasé un poco en ese proceso de pulir las canciones que quería defender, escribir nuevas, descartar otras que, de repente, me di cuenta que todavía no estaban para grabarse. Y en enero de este año volví, de nuevo, con veintipocas canciones, un montón en inglés, que la otra vez no había querido publicar porque me daba cosa salir en inglés con el primer disco. Ahí sí, ya de cara a empezar a laburarlas. Ya estaban más maduras, algunas las volví a llevar porque las quería defender, las quería defender porque eran importantes para mí. Y la pandemia nos ayudó un poco porque precipitó los tiempos y, de algún modo, rindieron más para nosotros que tenemos la suerte de tener una casa que no perdimos el trabajo y que podíamos hacerlo. Entonces, fue un proceso mucho más condensado y consciente porque sabíamos que estábamos grabando un disco.

¿Te pesó la buena recepción que tuvo “Obsesa” a la hora de trabajar este nuevo disco?
Me pesó en el sentido de que tenía la vara alta, de algún modo, porque ese disco había sido muy bien recibido y como que es un desafío. Lo que yo procuré mantener fue un espíritu muy libre que tuve cuando hice “Obsesa”, por, justamente, no estar pensando que iba a hacer un disco. Las canciones eran cosas que yo tenía escritas hace años o de guitara que hacía cuando estudiaba con el Chapa (N de R: Juan Pablo Chapital) que, de ahí, salían muchas canciones o ya, después, me puse a hacer canciones pero no pensaba nunca que iban a salir en un disco. Esa libertad y esa inconsciencia que yo tuve, me di cuenta que fue muy buena porque era algo muy verdadero, incluso, lo recibía de la gente que eran muy viscerales las canciones y muy honestas y me di cuenta que era algo que le había hecho bien al trabajo. Entonces, ahora, no podía hacerme la distraída y hacerme la que no sabía que estaba haciendo un disco, pero, sí conocía la sensación y traté de evocar esa sensación de libertad en mí. Yo hice lo que sentí y dije “voy a hacer de vuelta lo que siento”. Hice un gran esfuerzo para que eso fuera así y, después, me ayudaron mucho Santiago y Laura que son gran parte de este proceso, también. Me sirvió mucho, también la mirada del equipo, de los otros.

Si bien “Piel Fina” tiene cierta continuidad, especialmente si uno hace el ejercicio de escuchar los dos discos en orden cronológico, y algunos puntos en común con el disco anterior, ahora, da la sensación que te parás en otro lugar. A la vez, parece como que hubieras tenido que pasar por “Obsesa” para llegar a este disco. ¿Es así?
Sí, probablmente. Aunque hay textos que son de la misma época como “Didn´t see it coming”; como “Todo el tiempo”, que cuando fuimos a grabar “Obsesa” estaba entre mis demos y no pasó el filtro de Santi pero fue él que esta vez la recuperó. Pienso también que el desamor y eso del corazón roto te “toma” un poco, también, por eso el disco terminó cerrando en que se llamara “Obsesa”, porque también tenía que ver con eso. También creo que pasa eso, te “toma” de una manera que no te deja pensar en otra cosa. Si, sin dudas, estoy parada en otro lado y pensando en otras cosas y como con otra fortaleza, tal vez, con otra distancia y otra madurez, capaz.

Esa libertad y esa inconsciencia que yo tuve (en Obsesa), me di cuenta que fue muy buena porque era algo muy verdadero. Incluso, lo recibía de la gente que eran muy viscerales las canciones y muy honestas y me di cuenta que era algo que le había hecho bien al trabajo. Entonces, ahora, no podía hacerme la distraída y hacerme la que no sabía que estaba haciendo un disco, pero, sí conocía la sensación y traté de evocar esa sensación de libertad en mí.

En “Mamina”, por ejemplo, decís “Mamina crecer no es fácil, te vas a romper, vas a ver”. Eso habla de que estás en otro lugar. Quizás en “Obsesa” reflejabas que te estabas rompiendo y acá como que lo decís luego de haber pasado por eso.
Mamina era yo, de hecho. Eso es un diálogo con la niña que fui. Porque a mí no me salía Romina cuando era niña y, entonces, cuando me preguntaban cómo me llamaba, yo decía “Mamina”. Esa es capaz de las canciones más descarnadas que está en un tono más similar al del otro disco o “Feliz sin vos” que es de las últimas que yo siento que están más con el corazón en la mano. Igual, si mirás algunos de los textos, también, hay unos dolores profundos, pero están como si la forma y el contenido no tuvieran una relación tan lineal y algunas cosas las digo más enojada que tirada en el piso llorando o la forma es un poco más fría o más cruda. Igual, hay un par de textos ahí que están hablando de cosas bastante tristes y dolorosas, pero, sí, las digo desde otro lugar.

¿Trabajaron mucho el orden de las canciones? Te lo pregunto porque el disco te va llevando como en una montaña rusa de altibajos emocionales y de intensidad tanto en las letras como en la música.
Sí, lo pensamos mucho el orden. La lista de temas se fue decantando desde los primeros demos que le empezaron a dar ganas de trabajar a Santiago (mis maquetas son demos con voz y guitarra nada más). “Como los caballos” fue la primera que dijo “vamos a trabajar en esta”, después “Mamina” era una que yo quería que estuviera. “Didn´t see it coming” en un momento no estaba y, después, se empieza a perfilar el disco y empezas a ver que “de esto ya tenemos” o había alguna muy parecida y queríamos que hubiera dinámica y que hubiera variedad. Ahí ya de por sí se empieza a decantar la lista de temas. Después, encima el orden, que fue un hilado fino que terminamos haciendo. Incluso, en un momento teníamos once temas, teníamos cerrado el disco, tenía tres temas en inglés, y un día, boludeando en casa con la guitarra se me ocurrió el que ahora es el último tema del disco que es “Canción de otoño”, se la pasé a Santiago y, dos semanas después, me mandó una canción armada que es el origen de lo que terminó siendo esa canción, que además es la que cierra el disco, pero ya teníamos diez. Dijimos “¿y ahora que hacemos? ¿Ponemos once?” y yo quería que fueran diez, esa otra en inglés será en otro disco y ya iremos a decir “claro, no era de aquél, era de este” (Se ríe)

Y esa canción, que cierra el disco, repite además varias veces “todo va a estar bien”. Es un buen cierre.
Como te dije, está buscado y, ojalá, haya logrado eso que decías hoy de montaña rusa y que sea como un recorrido por diferentes estados por lo que uno anda ¿no? Porque a veces estás rabioso y, a veces, tirado en el piso y el disco tiene un poco de todo. Y ese final es como súper apoteósico, por otro lado es una expresión de deseo eso de “todo va a estar bien”. Igual, me sorprendí a mí misma con un nivel de optimismo inédito en mí porque “Mamina” dice también “todo va a estar bien”, “Nada” dice “nada que te pueda matar va a durar más de la cuenta”… Y digo “¿de dónde saqué todo este optimismo?” (se ríe).

Si mirás algunos de los textos, también, hay unos dolores profundos, pero están como si la forma y el contenido no tuvieran una relación tan lineal y algunas cosas las digo más enojada que tirada en el piso llorando o la forma es un poco más fría o más cruda. Igual, hay un par de textos ahí que están hablando de cosas bastante tristes y dolorosas, pero, sí, las digo desde otro lugar.

¿Cuánto tiene que ver Santiago en la presencia de la guitarra ya no acompañando sino como marcando una impronta?
Todo. Como productor del disco y como guitarrista… Además, él como productor, me lo propuso desde el principio que este disco sonara más rockero, noventero, garagero, mucha guitarra… “¡Dale, me encanta!” le dije yo; y era la idea que él tenía desde el primer momento. Abrís los proyectos de las canciones y, en algunas tienen seis, siete guitarras porque aparte él es un “obse” completo y, a veces, graba una guitarra pero que aparece en tres momentos de la canción haciendo algunas cosas, y dos que hacen lo mismo pero se doblen y todo así. Pero estuvo perfecto. Por eso tiene ese sonido que tiene el disco y me encanta.

¿Cómo te llevas hoy con la canción “Obsesa”?
Me llevo muy bien. Yo no escucho mis canciones. El disco anterior, una vez que salió no sé si lo habré escuchado una o dos veces, entonces, hace tiempo que no escucho “Obsesa” y ahora, creo que con este me va a pasar lo mismo porque lo escuchás tanto cuando lo estás haciendo, sobre todo en el período de mezcla. Ahí lo escucháis hasta el hartazgo y estás escuchando sólo una cosa, hacés el ejercicio mental de estar escuchando sólo el bajo, sólo una guitarra y, después, llega un momento que no podés más, no querés escuchar más. Lo que me pasa cuando me la he cruzado que la pasaron en la radio o cosas así, me encanta, la quiero pila digo “pah, que temón que hicimos, la verdad” (se ríe). Estoy re orgullosa de ese tema. Aparte es cortito y al pié. Lo que yo me doy cuenta es que estoy cantando mejor, porque trabajé también en eso y este disco es bien diferente en la parte vocal y es otro registro que “Obsesa”, que era mi zona de confort. Pero, claro, yo en ese momento no sabía ni cantar… Después me preparé para grabar este disco, también, cuando tocamos en vivo. Aprendí cosas de respiración. Cuando grabamos “Obsesa” no tenía idea. Entonces, en todas las canciones la voz suena parecida… yo fumaba, me doy cuenta que tengo la voz más gastada, y un poquito más torpe en la cantada, pero es una canción que me encanta y lo que tengo muchas ganas es de tocarla en vivo con esta impronta que vamos a tener ahora con la banda, también, y con otras de ese disco como versionarlas, rockearlas más. De eso tengo pila de ganas y llevar a más climas, hacerlas más largas. Pero, respondiendo a tu pregunta, tengo muy buena relación con “Obsesa”.

 

Foto: Paul Hernández
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