La Tabaré presenta, acompañada de Federico Guerra y su Grupo Teatral Cretino, “El Comfort de los Esclavos”, un espectáculo que se apoya en el concepto del último disco de la banda, “Blues de los Esclavos de Ahora”, publicado en 2017. Las funciones se llevarán a cabo los próximos 12, 13 y 14 de julio en Sala Hugo Balzo para, posteriormente, presentarse el 20 del mismo mes en Teatro Politeama de Canelones y el 20 de setiembre en el Teatro Macció de San José. A propósito de ello, conversamos con Tabaré Rivero sobre el espectáculo, el último álbum y su visión sobre la sociedad contemporánea, entre otras cosas, en la entrevista que te dejamos a continuación.
Por Liber Aicardi
¿Cómo percibís la repercusión de “Blues de los esclavos de ahora”?
Divino, mucho mejor de lo que yo esperaba. Bueno, yo, según dicen los músicos, tengo como característica que no soy optimista, que yo siempre creo que todo va a ser un fracaso (risas). Pero los músicos que me acompañan, que son mucho más jóvenes que yo, tienen otra cabeza, me dan para adelante y realmente tienen razón. Tocamos, llenamos las salas y, la gran mayoría del público, conoce los temas del último disco, cosa que otros años nos ha costado más. La gente conocía temas de los primeros discos y, cuando sale un disco, la gente demora en conocerlo, en saberse las letras. En este caso, con este último disco, la gente ya acompaña, saben los temas y son bien recibidas las canciones, cosa que me alegra mucho, sobre todo porque nunca hicimos una canción pensando en que fuera bien recibida. Las hicimos pensando en nosotros, si nos gusta o no nos gusta, si tiene algo artístico, diferente. Entonces, que sea bien recibido un producto que no está pensado para ser exitoso me parece bárbaro.
En el disco hay una vuelta al sonido clásico de La Tabaré ¿Tiene que ver eso con la buena recepción que tuvo?
Sí, tiene que ver, Yo no me di cuenta que la gente estaba esperando eso y yo tenía muchas ganas de hacer un disco rockero, a partir de 2015, con la entrada de “Chelo” Lacava, que es el baterista, y Lucía Ferreira, cantando, me empezaron a venir muchas ganas de rockear otra vez y de meterle blues, que nunca había hecho un disco que tuviera tantos pasajes blueseros, a pesar de que es un tipo de música que a mí me encanta. Y nos dimos el gusto de hacer un disco bluesero-rockero otra vez, y volver a enchufar y volver a tocar la guitarra con distorsión, cosa que por momentos no hacíamos.
¿Pensás que tus letras están llegando a las nuevas generaciones?
Siempre hubo mucha propuesta de estilos y de gustos, digamos, dentro y fuera del rock. Yo creo que hay un sector de los más jóvenes que, todavía tiene muchas ganas de escuchar este tipo de textos y de prestarle atención. Las letras de La Tabaré son letras largas, con poco estribillo, no son letras que están hechas para que la gente las coree. Pero hay gente que sí, que tiene mucho interés por escuchar esto. Por suerte. Me refiero a La Tabaré y a otro tipo de música similar ¿verdad? Y eso me pone un poco orgulloso, también. Yo pienso que la gente que va a escuchar a La Tabaré no es gente que, simplemente, va a hacer pogo y nada más o a ver un cantante sexy arriba del escenario (risas), van a encontrar una propuesta artística. Espero que la gran mayoría entienda por dónde viene la mano de la propuesta. Eso me enorgullece un poquito.
A mí me duele mucho la estupidización cultural, y no digo que La Tabaré hace una música elevada. Yo siempre digo que, aquél que escucha a Schubert, a Chopin, va a decir que la música que hace La Tabaré es una mierda. Y puede tener razón, pero, lo que más me jode a mí es la utilización de los medios de difusión para transmitir, siempre, lo más liviano, lo más light, ya no digo lo más sencillo, sino lo más infantilote y estupidizante.
¿Cómo ves las letras en el rock uruguayo actualmente?
He notado, ya cuando hubo el boom del año 2000, ya los rockeros no tenían demasiada propuesta contracultural, digamos. Es más, sus letras decían muy poco, no tenían crítica, tampoco tenían observación de la realidad. Y me jode, sencillamente me duele. A mí me duele mucho la estupidización cultural, y no digo que La Tabaré hace una música elevada. Yo siempre digo que, aquél que escucha a Schubert, a Chopin, va a decir que la música que hace La Tabaré es una mierda. Y puede tener razón, pero, lo que más me jode a mí es la utilización de los medios de difusión para transmitir, siempre, lo más liviano, lo más light, ya no digo lo más sencillo, sino lo más infantilote y estupidizante. Y eso me enferma, pero a nivel musical, a nivel teatral, a nivel danza, también, vas a ver baile y ves siempre los mismos movimientos de hace cincuenta años y los bailarines en televisión o en carnaval se mueven exactamente igual. Por favor, vamos a difundir que hay otro tipo de arte…
Tu vínculo con el teatro, siempre estuvo presente en La Tabaré, ahora presentando, ahora, “El comfort de los esclavos” junto al grupo de teatro Cretino ¿En qué consiste?
Federico Guerra, con su grupo de teatro Cretino, es un tipo que hace un teatro muy irreverente y anti políticamente correcto y eso, a mí, me parece muy saludable en estos tiempos. El espectáculo está basado en el disco y, con los actores y con Federico Guerra, estamos hablando la posibilidad de que interpreten, de alguna manera, cómo somos esclavos, hoy por hoy, a pesar de ciertas libertades que creemos tener, pero, que dependemos cien por ciento de las libertades que nos permitan tener. Y de cómo los obreros, mejor dicho, los esclavos estamos desesperados por el confort y por consumir y comprar cosas y eso es lo que en estas democracias nos hace felices. Es un laburo de ir uniendo partes. Es como un rompecabezas un espectáculo de La Tabaré: por un lado trabajan los artistas visuales con la pantalla, por otro lado trabaja el iluminador, por otro lado trabajan los actores o los titiriteros o bailarines, quienes sean y, por otro lado, nosotros. Y cuando quedan diez o quince días, ahí, empiezo a unir todo para que encaje y, sobre el final, yo me retiro un poco y dejo que todos armen.
¿Este tipo de espectáculos te saca, en cierta forma de la rutina disco-shows-disco?
Sí, a mí, este tipo de espectáculos me encanta. De todos modos, la rutina de sacar disco no me molesta y la rutina de tocar, tampoco. Lo que sí me puede llegar a embolar un poquito son los ensayos, a veces ¿no? pero el hecho de seguir subiéndome al escenario, inclusive, me sigue dando mucho nervio y las veces que no me puse nervioso, fueron las veces que me salió todo mal, que me olvidé de las letras, que no me comuniqué con la gente. En cambio, los días que subo nervioso, que subo adrenalínico, transmito cierta energía. Pero, en general me sigo poniendo nervioso siempre. En general. Y esos son los días que me bajo del escenario satisfecho como que logré algo interesante ahí arriba.
Capaz que transgredir, hoy por hoy, es hacer las cosas bien. El problema es que a mí me gusta ir al choque y, en ese choque, puedo chocar contra mí mismo porque veo que hemos fracasado en una cantidad de cosas. No en todo, pero sí, en una cantidad de cosas.
¿No te generan cierta contradicción los tiempos en que vivimos? Sobre todo me refiero al hecho que mencionabas de las ciertas libertades que creemos tener pero que, al mismo tiempo, corremos cada vez más atrás del dinero, los lujos, la tecnología, etc.
Me genera mucha contradicción. Al punto que hace tiempo que estaba queriendo escribir una obra teatral, una opereta, digamos, y no se me estaba ocurriendo nada ¿Por qué? Porque hay temas que no los puedo entender, ha cambiado tanto el mundo en estos últimos cinco años y, para mí, con mi edad, se me han ido de las manos una cantidad de cosas. No es que no esté informado, es que no sé cómo manejarlo. La transgresión que yo manejaba dejó de ser transgresora, hoy por hoy es ordinariez. El monstruo político ha cambiado tanto, no sé si el monstruo político está fuera o está dentro de mis mismos ideales, me cuesta muchísimo darme cuenta si fuimos engañados, si fuimos por el buen camino, dónde fueron los errores, dónde estuvieron los aciertos. Soy muy permeable y, a veces, atenta contra la creatividad porque en este momento, a veces, me cuesta encontrar un lenguaje y seguir manteniendo el lenguaje de La Tabaré. Capaz que transgredir, hoy por hoy, es hacer las cosas bien. El problema es que a mí me gusta ir al choque y, en ese choque puedo chocar contra mí mismo porque veo que hemos fracasado en una cantidad de cosas. No en todo, pero sí, en una cantidad de cosas. Y que, por otro lado, se acercan una cantidad de monstruos fascistas desde afuera y vos decís “¿Cómo hago con estos cambios?” Me cuesta mucho, pero, al mismo tiempo me mantiene activo buscando cómo puedo salir adelante. Espero salir adelante airosamente.