Santiago Moraes: “Me gusta registrar el sonido del momento, juntarme con otros músicos y jugar juntos”

Exintegrante de Los Espíritus y con una sólida trayectoria como solista, el músico y compositor argentino Santiago Moraes ha sabido construir un repertorio personal con el cual ha tendido puentes mirando hacia esta orilla del Río de la Plata, forjando vínculos cercanos con varios músicos de la escena local. Su último registro hasta la fecha es un simple de dos temas titulado “El Capricho del Burro”, en colaboración con Sebastián Teysera, publicado en 2024 que resume de buena manera la esencia de su visión sobre la música: capturar el momento.

El próximo viernes 30 de mayo, a las 20:30 h Santiago Moraes vuelve a Montevideo para presentarse en Sociedad Urbana Villa Dolores con un show en el que repasará gran parte de su repertorio. Como toque especial, se suma Alberto Mandrake Wolf, invitado en varias canciones para entrelazar composiciones de ambos músicos. Las entradas se encuentran a la venta a través de RedTickets.

A propósito de la fecha, conversamos con Santiago, quien reflexionó sobre su preferencia por el vivo frente al estudio, su impulso por lo espontáneo y la relación tanto musical como personal que lo une con nuestro país.

Por Liber Aicardi


Foto: Difusión

¿Cuál es tu vínculo con Uruguay, más allá de que en los últimos años estás viniendo seguido y por largas temporadas?

Mi vínculo con Uruguay es que mis padres y toda mi familia, mis abuelos, mis tíos, mis primos, todos son uruguayos. Entonces, mi vínculo es de toda la vida, y yo crecí en una casa de uruguayos en Buenos Aires. Así que, en ese sentido, yo crecí en una familia de uruguayos y conozco Uruguay desde niño, casi desde que tengo memoria. En realidad, pudimos ir ahí creo que a partir del 86, una cosa así, y no paramos nunca de ir todos los años. Y en los últimos años, ya de adulto, me enamoré de Montevideo.
Fue después de la pandemia que empecé a girar mucho por Uruguay, a hacer temporada todos los veranos, a pasar grandes períodos de tiempo —de diciembre hasta marzo, abril, a veces hasta mayo incluso— quedándome allá. Y ahí empecé a curtir mucho más. También, lo que me sucedió fue que empecé a generar amistades mucho más fuertes. Conocí a Patuco López, lo conocí a Nacho Echeverría, conocí a mi novia, que es uruguaya y ahora vive acá, en Buenos Aires, conmigo, pero la conocí allá en Montevideo. Así que sí, tengo un vínculo muy fuerte con todos.

A través de tu obra, sobre todo solista, se percibe hasta una manera de componer uruguaya. ¿Sos consciente de eso?

La verdad que sí, hay cierta conciencia de eso porque me lo marcan, porque yo vivo en otro país y entonces acá me dicen eso de Uruguay. Y sí, nace justamente de eso, de que yo escucho música uruguaya desde que escucho música, y entonces las influencias están. Yo siempre escuché a Eduardo Mateo, a Jaime Roos, a Cabrera… Escuché siempre música de allá, de Uruguay.
Yo soy muy fan de las cosas que me gustan, entonces empiezo a investigar y quiero escuchar todo. Ahí ya me empecé a empapar de toda la música que había en Montevideo. Así también empecé a conocer otros músicos, quizás menos famosos acá, como el Garo o Buenos Muchachos. Así también conocí la música de Mandrake, primero con Los Terapeutas y, después, con Los Druidas. Y el show que vamos a hacer va a ser con Mandrake Wolf, que, bueno, para mí es un placer que me doy en la vida, un lujito que me doy en la vida: poder tocar con un artista que admiro mucho y que escucho mucho. Yo curto mucho la música de Mandrake en mi casa y me doy ese gusto también. Aparte, me doy el gusto de tocar con los músicos con los que toca Mandrake, porque en la banda están Fede Anastasiadis y Nacho Echeverría, que son la base de los Druidas.

Venís de publicar en 2024 el EP, “Qué te iba a decir” y el simple “El Capricho del Burro”, este último en conjunto con Sebastián Teysera de La Vela Puerca. ¿Qué encontrás de diferente en estos formatos breves respecto a los álbumes, más allá de lo obvio que es la cantidad de canciones?

A mí, en particular —te digo la verdad— me gustan los discos de 40 minutos, me gusta el long play, de 40, 45 minutos. Más corto que eso me quedo con ganas, y más largo, a veces se hace medio largo. Hay discos que se la bancan, pero me gusta escuchar en ese formato la música, supongo porque era el formato con el que crecí escuchando música. Yo crecí con el cassette, y duraba eso. Pero también hay una lógica de la época que estamos viviendo, que no se consume tanto por discos enteros, sino que se consume por canciones sueltas, en playlists, en las plataformas digitales. Entonces también es una manera de tratar de hacerse escuchar, sacar canciones sueltas.
En el caso del simple “El Capricho del Burro”, es justamente un capricho que se nos dio por hacer una canción juntos con “el Enano”, y una vez que hicimos una canción dijimos: “Vamos a hacer otra y que sea un lado A y un lado B”. Él me invitó a su estudio a grabar, fuimos con el Patuco, fuimos un fin de semana, fueron dos días de grabación, pasamos la noche ahí en la casa del Enano, en el Cerro del Burro —ahí en el Cerro tiene el estudio—. Pasamos divino, generamos música nueva, que siempre es un lujo también.
Y después, el EP que hicimos con el Patuco y con Nacho Echeverría, donde también participó Ale Schmidt, yo había hecho una canción ahí en esos días y la quería grabar. Tenía un par de canciones más sueltas por ahí, y teníamos solamente una jornada de grabación. Entonces hicimos todo lo que pudimos en el tiempo que teníamos, y fueron cuatro canciones, que es bastante para una sola jornada. Lo que hicimos fue grabar en vivo, los tres a la vez —incluso las tomas de voz se grabaron así—. Alguna que otra después la “pinché”, pero en general se grabó todo en vivo. Y después hubo un laburo de Nacho, que se llevó el material e hizo un laburo muy bueno de sobregrabaciones, algunas guitarras, por ejemplo, grabó teclados, y mezcló también. Y quedó ese EP, que le tengo muchísimo cariño y me gusta mucho el resultado.

A mí me gusta registrar el sonido del momento, juntarme con músicos que me gusta cómo tocan y con quienes me siento cómodo, y jugar juntos. Después, se registra la canción como la interpretamos ese día. Quizás después mutan las canciones, pero no las siento como una cosa fija en cuanto a mantener determinado arreglo.

Estos últimos trabajos tuyos tienen un encare más descontracturado, sin tantas capas de sonido, apuntando más a lo espontáneo, quizás. ¿Eso era algo que tenías pendiente y decidiste explorar en tu carrera solista?

Lo que sucede es que yo siempre grabé de esa manera, muy espontáneamente. A mí me gusta registrar el sonido del momento, me gusta juntarme con músicos que me gusta cómo tocan y con quienes me siento cómodo, y jugar juntos. Después, se registra la canción como la interpretamos ese día. Quizás después mutan las canciones, pero no las siento como una cosa fija en cuanto a mantener determinado arreglo, o incluso a veces hasta la sigo escribiendo y después le cambio una parte de la letra, pero queda la foto de ese día del grupo tocando. Siempre fue así en lo que es mi trabajo solista: registrar la banda sonando en un recinto, no tanto por capas. Con mi trabajo con Los Espíritus el enfoque era diferente —no tan diferente igual, siempre se grabó mucho en vivo y luego se agregaban capas—, pero quizás había otro trabajo donde había otro protagonismo de la mezcla en la canción finalizada. Eso tiene que ver con que también no era yo quien estaba produciendo eso; yo componía y tocaba en Los Espíritus y participaba, por supuesto, de las decisiones y todo, pero no era yo el principal productor. El principal productor de Los Espíritus siempre fue Maxi Prieto, el productor artístico, el que se encerraba a mezclar el disco y luego le mostraba el resto y pedía opiniones. Era un enfoque mucho más desde el estudio y desde el trabajo que se hace en edición y de la mezcla de los sonidos que se generan; se llega a un resultado diferente que no es tanto la foto textual de una banda tocando juntos.

También da la sensación de que, más allá de los vínculos que mencionabas con Uruguay, tus temporadas acá te sirvieron como una suerte de refugio para volver a comenzar tras tu salida de Los Espíritus. ¿Lo sentís así?

Sí, fue un empezar de nuevo. Yo, en realidad, me fui de Los Espíritus en 2019 y me fui con una banda solista funcionando, y toqué en banda durante todo 2019 y parte del 2020, hasta que el 2020 me cortó los planes porque apareció la pandemia y todo cambió, y esa banda se diluyó también con la pandemia. Los integrantes hicieron otras cosas, un par se fueron a vivir a Europa, etc. Se desbandó la cosa. Entonces, también quedé solo y me cuadró en ese momento girar solo. También estaba pasando por un proceso de separación, entonces estaba realmente solo, nada me ataba a ningún lado, eso posibilitó que yo pudiera irme sin tener casa, por ejemplo, a Uruguay e ir parando en diferentes lugares. En un principio me refugié en Shangrilá, en la casa de mi primo “Jano”, y de ahí surgieron muchas canciones de ese EP que se llama “Qué te iba a decir”. De hecho, aparece el balneario en la primera canción.

Viendo un poco a la distancia, y sin entrar en detalles, ¿pudiste sanar y cerrar el duelo de tu partida de Los Espíritus?

Sí… más o menos. Supongo que en lo que tiene que ver con la música, sí, porque ahí cuando uno se separa de una banda desaparecen muchas cosas, al menos en mi caso. Había un aspecto que era el aspecto del proyecto musical y el proyecto de vida económico, digamos, y después está lo vincular, también. Supongo que en lo que tiene que ver con lo musical, sí, yo siento que fue para mí un crecimiento muy grande en lo personal, en lo artístico, porque pude explorar muchas otras cosas. Y siento que en ese sentido crecí bastante artísticamente. Después, en lo vincular, en mi caso, quedan cuentas pendientes que tienen que ver con lo personal, que ya va por otro camino.

¿Qué me podés contar de este próximo show en Sociedad Urbana Villa Dolores, que además es un lugar que te queda cómodo?

Sí, sí, comodísimo. Me encanta la Sociedad Urbana Villa Dolores. Hicimos un show el año pasado que invitamos a Pedro Dalton y a Garo Arakelian para hacer canciones de ellos y canciones mías en conjunto, y estuvo divino. Entonces, decidimos repetir y esta vuelta invitarlo a Alberto (Wolf), que también es algo que viene de hace mucho tiempo, que yo tengo ganas de cantar con él en un escenario. Y el plan es ese. Vamos a tocar con la misma banda, que es Nacho Echeverría, Patuco López, Fede Anastasiadis y Ale Schmidt, y vamos a invitarlo al Mandrake para hacer algunas canciones de él y algunas canciones mías.
Ese es el plan. Vamos a tocar mi repertorio y voy a invitar a Mandrake a que venga a cantar conmigo varias canciones, algunas mías, algunas de él.

Disfruto mucho más de tocar en vivo que de grabar. Grabar me encierra un poco. A mí los lugares cerrados a veces me molestan en el sentido de que hay mucha cosa técnica que resolver, y entonces hay que esperar un montón, y yo soy una persona que me cuesta mucho esperar, soy muy impaciente.

¿Cuál es tu relación con Mandrake Wolf?

Yo lo conocí a Mandrake cuando empecé a abrir sus shows en Buenos Aires. Él vino a presentar un disco que se reeditó acá en esos años, allá por 2016, que es un disco viejo de Mandrake, se llama “Primitivo”, y entonces él vino a presentarlo, vino con Ney Peraza a dúo y necesitaban hacerlo también con un artista de acá de Buenos Aires; entonces yo abrí los shows de Buenos Aires y La Plata. Y ahí fue la conecta con Alberto. De hecho, él me invitó a cantar sin avisarme, el sorete (bromea). Yo estaba sentadito mirando su show y me dijo: “Santiago, ¿tenés una armónica ahí?” y me hizo subir para la última canción, que hizo una versión de “Amor de Primavera” con Ney, y yo toqué la armónica.

¿Cómo sigue tu año en cuanto a lo musical?

Yo estoy tocando con mi banda acá, en Buenos Aires, estamos tocando mucho, así que ahora tenemos un show en Lucille el 20 de junio y tengo una agenda bastante grande de toques por el interior. Yo me dedico básicamente a tocar la música en vivo con la banda, en algunas presentaciones voy solo, depende eso más que nada de costos de producción y cosas por el estilo, pero el año viene así: seguir girando y viajando con la música.
¿Estás trabajando en material nuevo?
Tengo algunas grabaciones que hice hace poquito y tengo canciones por grabar que las vamos a ir grabando, pero sin apuro por ahora, porque estoy bastante abocado a esto, a la difusión de la música, pero en formato físico, pero físico yo en persona, corporal.

¿Esa es una faceta que fuiste profundizando en estos últimos años, al ya no estar en una banda te permite tocar en distintos formatos de acuerdo al lugar, a la producción y hacer hincapié en esa parte más que en dejar registro?

Sí, últimamente sí, estoy más concentrado en eso, en tocar que en grabar. Yo creo que no disfruto tanto de grabar, quizás es por eso. Disfruto mucho más de tocar en vivo que de grabar. Grabar me encierra un poco. A mí los lugares cerrados a veces me molestan un poco en el sentido de que hay mucha cosa técnica que resolver, y entonces hay que esperar un montón, y yo soy una persona que me cuesta mucho esperar, soy muy impaciente. Así que me gustaría irme y que me llamen y me digan: “Santi, ¿estás para la toma?” y llegar, pero no se puede eso porque no funciona así. Igualmente tengo material para grabar, están en proceso, digamos. Tengo dos canciones grabadas ya, pero no tengo ganas de sacarlas sueltas, tengo ganas de juntar un poco más de material grabado para quizás ir publicando de a una como se corresponde en estos días, pero que formen parte de algo, de un conjunto.

Foto: Rodrigo Melián
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