Desde su aparición en la escena local en 2018 con «Obsesa», su primer álbum, Romina Peluffo no ha pasado desapercibida para buena parte de quienes estamos atentos al devenir del nuestro mundillo rockero. Sus letras confesionales, intensas y viscerales, sumadas a una versatilidad compositiva e interpretativa que supo capitalizar en sus presentaciones en vivo en distintos formatos y en «Piel Fina», su disco de 2020, le permitieron destacarse entre el gran caudal de figuras femeninas que se hizo lugar en los últimos años.
Además, a fines de mayo pasado publicó el EP «Temporal», su primer trabajo en colaboración junto a Gonzalo Silva, proyecto que se perfila entre los más interesantes de lo que va de 2022.
El viernes 19 a las 21 hs. en Sociedad Urbana Villa Dolores (Rossell y Rius 1483) Romina brindará su primer recital del año en formato banda, en una noche en la que promete repasar el costado más rockero de su repertorio. A propósito de ello, tomamos esta fecha como excusa para entrevistarla y conversar acerca de su presente, sobre su más reciente lanzamiento y del show que se viene.
Por Liber Aicardi
¿Cuáles son tus sensaciones al volver a tocar en formato banda?
Emoción, alegría, entusiasmo… Yo estoy contentísima. Lo que tiene tocar en vivo es que es divertido, es como que pasa otra cosa ahí. Cuando tocamos en formatos más chicos todo es más contenido y con la banda, entre que el sonido es otra cosa y somos más arriba del escenario, hay muchas más interacciones porque cada ser humano suma un montón de posibilidades de interacción, entonces cuando somos cinco o, con un invitado, seis, ya es una fiesta. Y realmente es divertido. La palabra que se nos viene cuando terminamos de ensayar es divertido.
¿Qué cualidades le encontrás a ambos formatos, el trío electroacústico y el de banda?
Cuando tocamos en trío, ya sea con Laura (Gutman) y Santiago (Peralta) o cuando ahora tocamos con Gonzalo (Silva) y Santiago, es una cosa mucho más íntima. El hecho que no esté la batería hace una diferencia enorme porque todo es mucho más pequeño y controlado: el bajo también agrega otra capa que si bien no es de estridencia, agrega un cuerpo que hace que ya todo se convierta en otra cosa. Entonces es un tema de qué tan expansivo es lo que estás haciendo. Cuando estás de a tres es chiquito, es más íntimo y cuando pasamos al formato banda son dos guitarras eléctricas, y yo que toco la acústica, ya ahí es un kilombo (se ríe). Sólo con eso ya es un montón de ruido más y otra vocación, como te decía, más expansiva; más la batería, el bajo y las voces es otro alcance el que tiene. Y también es otra actitud con la que te parás sobre el escenario porque tenés todo eso atrás, con todo ese ruido, ya cantás de otra manera, te parás de otra manera. Es otra cosa.
En el proceso de «Temporal», el EP que publicaste junto a Gonzalo, pasaste por primera vez por el hecho de componer con otra persona. ¿Cómo fue para vos esa experiencia?
Fue todo un desafío… La composición es algo muy personal, sobre todo en los textos, porque en lo musical es otro lenguaje, por ahí, más abstracto y donde podés encontrarte más o menos, pero es música. Cuando aparece la lírica ya es un tema de cómo cada uno se expresa. Fue lindísimo porque fue todo un ejercicio de apertura aceptar que no solo la forma en que uno hace las cosas es válida, o la buena; inclusive para vos mismo poder hacer desde otro lugar las cosas. Y en particular con Gonzalo, lo que me pasó fue que los dos escribimos muy distinto. Yo tengo una carrera corta, tengo dos discos y todo lo que me ha salido hasta ahora viene por lo confesional, lo autobiográfico y muy personal. No necesariamente quiere decir que siempre voy a escribir así, pero es lo que me ha salido. El trabaja de otra forma donde mezcla lo que podría ser personal con ficción pura con relatos y una cosa más mezclada, donde el narrador no precisamente es el artista, y me parece también muy interesante porque es como cuando leés una novela, no pensas que aunque hable en primera persona es el escritor el que está hablando necesariamente. Y eso me parece re lindo explorarlo, a mí sola eso no me sale, entonces al hacerlo con otro, en las canciones que eran de él y yo metiendo cuchara desde afuera, era una forma de componer diferente y me pareció buenísimo. En los temas que hicimos juntos estuvo bueno porque los dos tuvimos que abrirnos y ceder, también. Además hay un ejercicio de control de ego que hay que tener (se ríe) que está buenísimo para la vida misma. No al punto de quedarte con algo que no te convenza, porque además no vas a firmar algo que no te convence, pero sí darte la opción de la duda a vos mismo de que las cosas se pueden hacer de otra forma. Fue un desafió y fue difícil, pero el balance es re positivo al exponernos a hacer eso. Y, después, tener una canción que hicimos juntos es una sensación hermosa.
Hay también un ejercicio de autoconocimiento de tus límites, hasta dónde cedés, dónde nos encontramos, hay como un juego también ahí ¿no?
Realmente. Además, como somos pareja se mezclaban un montón de cosas y no faltaron los momentos de «¡hacé los que quieras!» (se ríe). Pero como parte de un proceso donde terminamos poniéndonos de acuerdo y fue re lindo, lo disfrutamos un montón. Pasamos por ese camino pero lo superamos.
Cuando tocamos en formatos más chicos todo es más contenido. Con la banda, entre que el sonido es otra cosa y somos más arriba del escenario, hay muchas más interacciones porque cada ser humano suma un montón de posibilidades de interacción, entonces cuando somos cinco ya es una fiesta.
En el EP se generan distintos climas con el correr de los temas, hay subidas y bajadas, algo que no es fácil de lograr en seis canciones.
Más allá que estamos en el mundo de las playlist y del algoritmo loco, una hace discos, entonces aunque sean sólo seis temas, forman un conjunto. Una se imagina que alguien lo va a escuchar de corrido y está pensadísimo el orden para hacer un recorrido, para justamente después de un tema como «Una condena» levantar a lo opuesto y después volver a bajar. El tema que tenía que abrir nunca dudamos que era «Groenlandia», entonces eso sí, está trabajado y nos gusta mucho. Es también parte de lo que nos gusta con Santi (N de R: Santiagao Peralta, productor artístico de los dos álbumes de Romina y de «Temporal»), él opina y le interesa. Es como la idea de poner Play y escucharlo de un tirón, entonces tiene que tener un recorrido.
¿En tu caso, que también sos actriz, se da que filmando ves determinados situaciones o paisajes que, de repente, te pueden disparar una canción?
La verdad es que no me ha pasado por ahora. Si yo te digo que tengo poco cantando, también tengo poco tiempo actuando profesionalmente. Y en realidad es muy reciente todo y de lo que puedo hablar es de lo que me ha pasado hasta ahora. En los dos discos que tengo sola y este con Gonzalo, la inspiración ha sido siempre más, como te decía hoy, autobiográfica, como catártica, sacar cosas que están adentro mío más que de que el mundo exterior me inspire una historia. Pero, a lo mejor, me puede pasar. Alguna vez igual alguien me dijo que mis canciones le parecían como peliculitas o cortos, algo que yo no lo había pensado. Y quizás algo de mi formación y años de trabajo en el rubro audiovisual se debe colar, de leer guiones y todo eso. Pero nunca a nivel consciente.
¿Estás componiendo actualmente para tu próximo disco solista?
No estoy escribiendo nada, estoy en cero (se ríe). En parte porque estamos tocando el proyecto con Gonzalo. Después que lo terminamos de componer estuvo grabarlo, lo tocamos por primera vez, pero todavía no hicimos la presentación, y estoy trabajando bastante como actriz, me está llevando bastante tiempo eso, entonces últimamente no estoy componiendo en realidad.
Más allá que estamos en el mundo de las playlist y del algoritmo loco, una hace discos, entonces aunque sean sólo seis temas, forman un conjunto. Una se imagina que alguien lo va a escuchar de corrido y está pensadísimo el orden como para hacer un recorrido.
¿Se te pasó aquello de terminar un disco y ya querer arrancar a componer otro?
Sí, porque también me pasa otra cosa y es que ya tengo un montón de canciones escritas en los últimos años. Algunas, inclusive, de la época de «Obsesa» (2018) que quedaron, algunos temas en inglés con los que no estoy segura de qué hacer. Sí, los quiero publicar porque me encantan, pero a veces no sé bien cómo y dónde. En realidad, si mañana me quiero poner a grabar un disco ya tengo las canciones; podría componer más igual porque hay que producir siempre, y siempre podés estar escribiendo. Estoy en un momento en que tampoco estoy teniendo la urgencia por decir nada.
Además, el proyecto «Temporal» tampoco estaba en tus planes…
(se ríe) No… La vida es eso que pasa mientras hacés otros planes ¿no? Se cruzó la relación y vino con todo, con que los dos hacíamos música, entonces los dos nos pusimos a hacer cosas juntos y se dio naturalmente. Yo tenía todo este otro material que todavía está ahí.
Recuerdo que tenías pensado hasta el color del próximo disco…
Sí (se ríé), pero no sé… Después todo puede cambiar. Lo tengo todavía en mi cabeza.
¿Qué podés adelantar del show del viernes 19 en la Sociedad Urbana de Villa Dolores?
El show que estamos preparando es bien rockero. Es el repertorio más rockero que tenemos. De todos los discos y material que tenemos publicado elegimos los temas más ruidosos, los más rockeros porque tenemos ganas de divertirnos y meter un poco de ruido. El lugar también amerita porque, a veces tocás en una sala con todo el mundo sentado y eso da para otra cosa, y acá tenemos ganas de hacer un poco de bardo. La banda, la verdad, está prendida fuego. Para mí es un privilegio enorme porque cuando estás parada ahí con esa banda te da mucha seguridad y es como que todos nos potenciamos. Está buenísimo.
Las entradas anticipadas se consiguen en La Cantina del 25 (Tel. 26288635)
Foto: Paul Hernández