Pancho es el proyecto personal del músico y compositor Francisco Coelho, quien ha integrado diversos grupos como Buenos Muchachos, Rita y El Chivo, Danteinferno, Pompas y actualmente Filo. Con su propuesta en solitario acaba de publicar su segundo álbum “Otario”, trabajo que le sucede a “El Alta”, publicado en 2014.
Si bien pasaron 11 años entre ambos lanzamientos, no existe tal distancia entre las composiciones, ya que algunas de ellas datan, incluso de mayor tiempo. En el proceso Pancho también logró encontrarse a nivel musical y personal con el que fue hace más de una década, hecho que define “muy sanador”.
A propósito del nuevo disco, conversamos con Francisco, quien estrenará en vivo las canciones de “Otario” el próximo 9 de mayo en El Espacio Vacío (Héctor Gutiérrez Ruiz 1111 esq. Durazno).
Por Liber Aicardi

Foto: Laura Outeda
¿Cómo fue el proceso de “Otario», tu segundo disco?
Yo tenía un material acumulado y hace dos años hubo un momento de quiebre, ahí dije “si quiero concretar este material, tengo que hacer algo”, y empecé a mover piezas. Tenía muchas maquetas, empecé a mostrarlo a personas cercanas, a Martín Batallés en particular, él fue creo que de los primeros en escuchar y, después, apareció Francisco Trujillo, al que le mostré también el material. En principio habíamos pensado en trabajar en la producción y, finalmente, se decantó la cosa por cuestiones de tiempo y pasó a ocupar otro rol, que terminó siendo músico presente en (la canción) “23” tocando la guitarra. Después, vino “Nacho» (Ignacio Echeverría) que es el productor del disco. Las conversaciones con él y la estación del proyecto tiene un año atrás, empezó en marzo del año pasado.
¿Las canciones las fuiste componiendo a lo largo de estos años que separan “Otario” de “El Alta” o compusiste para este disco en particular?
Yo compongo mucho… no sé si mucho, pero tuve que seleccionar el material y seleccioné estas canciones porque son muy viejas y porque, de alguna manera, estaban un poco trancadas. Había un poco, no te digo de frustración, pero sí que ya no sabía si tenía sentido hacerlo o no. Empecé a dudar. Y por eso la colección, en realidad. Coleccioné canciones muy viejas y otras viejas, pero no tanto, algunas de 15 años atrás, otras de 20, y estuvo buenísimo. Esto es lo que uno va encontrando por el camino, que no era el objetivo, pero fue muy sanador también. Fue muy inspirante, pero también muy sanador. Cantar esas letras y saber que se está grabando con otra edad, con otra cabeza, se sentía raro, pero estuvo bueno.
¿Qué te pasó internamente al encontrarte con estas canciones? Te lo pregunto particularmente porque se puede dar que ya no te representen o, al contrario, que te sigas viendo reflejado en ellas.
Creo que soy una persona que muta bastante, que cambia muchísimo. Y era otro gurí, era otra persona. Igual así, el proceso también de amigarme con eso o, por lo menos, reconciliarme con parte de algo que ya no quiero ser, fue un aprendizaje, y no solo espiritual. Fue un aprendizaje musical también, acceder a cantar igual, a tocar igual, eso de hacerlo con las tripas, ¿no? Por eso estuvieron buenas las decisiones que tomamos con Nacho de grabarlo en vivo, yo toqué la guitarra y canté al mismo tiempo y el registro no fue por pistas. No hubo un día de grabación de la guitarra y otro día la voz, porque eso me iba a plantear muchas dudas también en cuanto a disfrutar.
Y en cuanto a las letras, vos elegiste amigarte con aquel Pancho de hace 15 años, pero ¿en algún momento consideraste reescribir las letras o modificarlas, como una opción, por eso mismo que mencionás?
Esa opción sé que existe, pero no. En algunos casos puntuales tuve en algún momento la sensación de que debía hacerlo, que era más un deber y después ahora que están grabadas… me morí de risa, porque es parte del asunto. Creo que juega todo el tiempo eso ahí, de esa manera. Por eso también el título de “Otario”, como esos accidentes o esa suerte de cosas que uno quiere ocultar, que en realidad es lo que capaz que hay que mostrar. Por eso fue, también, un ejercicio de reconciliación y tenía que estar eso ahí.
Para este disco coleccioné canciones de 15 años atrás, otras de 20, y eso estuvo buenísimo. Esto es lo que uno va encontrando por el camino, que no era el objetivo, pero fue muy sanador también. Fue muy inspirante, pero también muy sanador. Cantar esas letras y saber que se está grabando con otra edad, con otra cabeza, se sentía raro, pero estuvo bueno.
¿“Otario” podría ser también un segundo disco de una obra doble, digamos, con respecto a “El Alta”, retomando desde el punto en que dejaste?
Exacto, vamos por ahí. Las personas que les mostré el disco, antes incluso de que saliera, lo comparaban. Entiendo que hay muchas cosas en común, pero me cuesta identificar cuáles son aparte de las evidentes, de los instrumentos y eso. Igual, hay un humor parecido, hay unas referencias que manejo siempre. Me parece que me son cómodas, entonces ahí encuentro parentesco.
¿Cómo te sentiste al volver a ese formato minimalista luego de tantos años de tocar en bandas donde buena parte de tu rol era construir una pared sónica donde se apoyaban otras guitarras?
A mí me gusta muchísimo la música y yo escucho desde muy pequeño música muy distinta. Así como puedo estar escuchando una bola de ruido como puede ser un disco de Jesus Lizard, disfruto mucho también de las armonías vocales de, no sé, Simon & Garfunkel, de Crosby, Stills & Nash, de los Beatles, música que hizo Chico (Buarque), que hizo Caetano (Veloso), de voces como la de Maria Bethânia… Escuché mucha música clásica también, cuestiones de familia, y después estudié en conservatorio. Entonces, me gusta muchísimo la música y también es divertido probar otras cosas, tener otras pulsiones, otras curiosidades.
Supongo, también, que tiene que ver con el hecho de encontrarte con aquél Pancho de hace 10 o 15 años a solas, sin más instrumentación. ¿Es así?
Sí, sí, eso está buenísimo. Creo que está eso también en el disco, como de que hay como ruiditos y sonidos, que parece muy doméstico eso. Y ya me lo han dicho y me parece que lo logramos, porque esa era la idea con “Nacho”, tener una instancia de intimidad con el escucha, compartir un lugar. Por eso el hacerlo en vivo, por eso bancarse aunque sea una cosa media pifiada o una duda en la cantada, está buenísimo porque quiere decir que está pasando. Hay otras formas de hacerlo y yo las conozco porque he tocado y he sido muy detallista en eso, y está buenísimo también. Son otras maneras de hacerlo, pero para esto yo creo que rindió pensarlo así, eso estuvo bueno.
¿Cómo fue el trabajo con “Nacho» con el que compartieron tantos años en otros proyectos?
Con “Nacho” tenemos una amistad, pero también una admiración. Yo lo admiro un montón como músico, disfruto de verlo tocar en vivo, de compartir con él en ensayos, de pensar juntos, tiene una capacidad increíble y, también, es un gran ser humano.
Hemos conversado de estas incertidumbres o estas dudas que aparecen en el camino que son “¿y cómo se hace para tocar una canción sin banda?” “¿y cómo hace uno para bancarse en el escenario solo?”. Hemos tenido esas charlas,
incluso antes de esto, entonces también era fácil el proceso. Entremedio, nosotros inventamos un “kiosco” nuevo que se llama Menestralia, que es un concierto en el que compartimos canciones y las interpretamos distinto, él las mías, yo las de él, algunas juntos, otras por separado, probamos cosas raras como tocar el serrucho, soplar agua con un hidrófono. Es un músico muy curioso él, y a mí eso me encanta.
La idea era tener una instancia de intimidad con el escucha, compartir un lugar. Por eso el hacerlo en vivo, por eso bancarse aunque sea una cosa media pifiada o una duda en la cantada, está buenísimo porque quiere decir que está pasando.
¿Cómo te sentís en ese rol de estar al frente de tu proyecto, que además es tu nombre, exponés tu voz y ya no es solo la guitarra acompañando a otras guitarras, etc.?
Me llevo muy bien con eso. Creo que cuando salió “El Alta”, salió esta parte que ahora estoy disfrutando porque es distinto, es bien distinto. Hay que estar predispuesto a eso también, si no es un juego a la escondida, es estúpido, y está bueno porque me siento cómodo cantando, me siento cómodo tocando. Capaz que estoy más seguro, más viejo y me parece que vale “pila” la pena, ya no hay tantas dudas.
¿Tuvo algo que ver Filo en eso? Especialmente por pasar al frente y encarar un micrófono…
Sucedieron cosas en simultáneo, los ensayos y eso, pero yo creo que sí. El crecimiento como músico, como intérprete, como músico en general, tiene que ver en gran parte, con las interacciones con otros músicos y otras músicas.
Yo creo que sí, que en Filo tengo un rol un poco más visible, una función un poco más importante que en “Los Buenos” donde cumplía una función que también me parecía alucinante. Aprendí y laburé un montón para generar ese espacio entre dos tremendos guitarristas que como “el Topo” (N de R: Gustavo Antuña) y “Marce” (N de R: Marcelo Fernández), en medio de esas dos bestias. Y que eso esté bueno y aporte a la canción, fue una búsqueda alucinante, yo me divertí montones, todo es divertido, o por lo menos muchas de las cosas que voy encontrando son divertidas. Esos lugares y roles distintos, todos tienen lo suyo.
¿Qué tiene este proyecto, más allá de lo obvio que es tuyo personal, de diferente a otros que has integrado?
Yo creo que, aparte de lo que es evidente y fácilmente contrastable, hay un lugar donde puedo experimentar más cosas con la voz, porque el tipo de presión, el volumen que hay, me permite cantar en un amplísimo rango y hacerlo en compañía de la guitarra. La guitarra es un instrumento y un acompañante y, a veces, es un poco más protagónico, juega muy junta con la voz. Eso es bien distinto a todo lo otro porque yo puedo manejar la interpretación por sus intensidades, por sus matices con escasez de recursos porque ya no hay muchos instrumentos, pero exprimiendo todos los recursos que la voz y que la guitarra tienen. Eso es novedosisimo, tenés más espacio, la cancha está más grande para jugar en ese sentido.
¿Cómo proyectás llevar este repertorio al vivo?
El 9 de mayo toco en El Espacio Vacío y estreno este disco. No es una presentación, pero tiene eso de salir a tocarlo y tengo la idea de tocarlo en el futuro acompañado, con invitados, con personas que ya hemos conversado y otras que surgirán. Sí, tiene la ventaja de que me parece que se sobreentiende por la pasión que cada presentación va a ser distinta. Es así siempre con todas las presentaciones, pero hay proyectos que cuidan que sus canciones salgan bastante parecidas sea donde sea que se presentan. Yo creo que este disco me da la posibilidad de, sin que haya tampoco tremendisimas alteraciones, tener mucho que ver con lo que pase ahí en el en vivo y eso me divierte “pila”, en realidad, porque no tengo que salir a copiarlo al disco, no tengo que salir a tocarlo como quedaron las canciones.
Me va a estar acompañando en este toque en mayo y en más de una fecha Clara Lassus, que es quien toca la armónica en “Prensa”. Con ella ya he compartido un show o dos tocando canciones de “El Alta” y ahora que grabó esa canción, pensamos en tener alguna canción además de esa, donde ella toque porque es divertido, tiene un sonido bien especial, le va bien el vivo.
