Tras 25 años al frente de Once Tiros, Pablo Silvera decidió tomar distancia de la música durante un breve periodo para, posteriormente y de forma natural, unir fuerzas junto al guitarrista Matías Bello dando inicio a un nuevo proyecto. A ellos se les sumarían Leonardo Coppola (guitarra eléctrica, coros) y Martín Maristán (batería) – ambos ex compañeros de banda de Pablo – mientras que Martín Pérez (bajo, coros) terminó de conformar el quinteto hoy conocido como MOTA.
Pocos días antes de su debut oficial, ni más ni menos que en la edición local del festival Cosquín Rock, vio la luz su álbum homónimo, un combo de diez canciones donde además del rock, pasan por el folk, el punk y el funk entre otros estilos.
El próximo sábado 17 de junio a las 20 hs. en Sala del Museo, MOTA presentará oficialmente su primer trabajo discográfico. Esta fecha fue la excusa para conversar con Pablo y Matías, entre otras cosas, sobre la formación de la banda, los nuevos desafíos artísticos y de lo que representa esta etapa en la carrera de ambos.
Por Liber Aicardi
¿Cómo surge la banda?
Pablo – Después de que se terminara Once Tiros hubo como un momento de impasse y en mi caso personal fue onda: “ya no hago más nada, ya fue esto”. Pero aparecieron unos amigos con ganas de hacer cosas y empezamos como todo medio como por separado, porque con “el chino” (Martín Maristán), que era el batero de Once Tiros, en algún momento hablamos mucho de hacer algo. En un momento con Matto estábamos en la noche y yo le dije “chequeate estas cositas, estas canciones que tengo en el celular, tomá”. Y se ve que a Matías le gustó y no solo eso, sino que aprovechó, maqueteó un par de cosas y ahí en la devolución, esa interacción con Matto fue vital para decir “hey, puede que haya algo nuevo para hacer”. Ahí fuimos viendo, como quien organiza un fútbol 5, fuimos armando la banda. Estaba Leo Cóppola y “el chino” que venían de Once Tiros, junto a Matto y a Tincho (Martín Pérez) que es el bajista. Así empezamos, pero ensayar para jugar, todavía no había nombre, no había nada y eso podría ser como un puntapié que se dio en abril del año pasado.
Matías – Eso es real, ese maqueteo de canciones estuvo buenísimo para, a la hora en que se armó el cuadro y nos juntamos a ensayar, ya estábamos parados sobre algo. Entonces, no estaba ese sentimiento de pereza de que nos juntábamos y decir “¿de dónde arrancamos?”. Había algo a la vista como para empezar a laburar.
¿Cómo toman la decisión de aguantarse de salir a tocar y guardarse hasta que saliera el disco?
Matías – En realidad, la decisión de sacar el disco antes de tocar es un poco también para foguear y darle como un poco de sentido al proyecto de Mota. También viene un poco de la «kamikazeada” de cómo venía toda la mano, de la forma en que nos juntábamos. Pablo puso una fecha para grabar, llegamos a la fecha y, mientras estábamos grabando, nos llaman del Cosquín Rock, entonces había toda una dinámica de laburo donde era muy importante para nosotros mismos, también para la hora de tocar que eso quedara terminado, que nos liberemos de ese laburo y empezar a disfrutar de eso. Y para darle ese lugar a Mota había que esperar a sacar el disco también como respetar todo ese antepasado que traía Pablo y la trayectoria, entonces era también darle un producto para que complementara eso.
¿Siempre tuvieron claro que primero estaba el disco y luego vendrían los shows y no a la inversa?
Pablo – Sí, porque para salir a tocar en vivo no teníamos otra cosa que no fuera lo que íbamos a ir componiendo. Entonces, vamos empezando de a poco. En un momento fue “tenemos cuatro temas” y cuando íbamos a maquetear “che, pero están saliendo dos temas más” y, en un momento, nos dimos cuenta de que lo mejor era empezar a poner fechas límites tipo “tenemos que grabar el disco, ya señé el estudio, plata de por medio”. Fuimos y señamos estudio en agosto y grabamos en diciembre ¡imaginate! Pero, también porque tenía muchas ganas de esto en lo personal, de salir a tocar cosas que la gente ya se empezara a topar con las canciones, porque creo que la dinámica ha cambiado mucho ¿viste? Ya no es tanto lo de antes, de nuestra generación, capaz, que la gente salía y se topaba con bandas que no conocía y empezaba a escuchar y las empezaba a seguir. Hoy por hoy, también me cuesta bastante, pero entiendo que la dinámica sucede mucho ahí, en el mundo de las redes. Por eso, también, las bandas empiezan a arrancar y nacen cuando suben la música a Spotify, no es “estoy de acuerdo o no estoy de acuerdo”. No, esto es una cosa objetiva, es así. También tenemos un público que se vive renovando es un público bastante fiel que viene de “los Tiros”, pero es esa cosa como de siempre se ha dado de que el hermano mayor le pasa al hermano más chico y nos va a ver un público bastante entre joven. Entonces, respetamos un poquito esa dinámica. Vamos avanzando y creemos, hoy, que fue lo mejor.
Estuvo buenísimo debutar en el Cosquín Rock porque ya, desde el vamos, tuvimos una charla en el ensayo previo para darnos para adelante. Entonces, cuando nos subimos al escenario, por suerte, estuvo precioso y había una linda cantidad de gente. Pero estábamos preparados para tocar para dos gatos locos y pasar bien igual, entonces ya eso es como un arranque de banda muy, muy emocionante y muy lindo.
Matías Bello
También tuvieron un debut particular en el Cosquín Rock. ¿Cómo lo vivieron?
Pablo – Y… fue un mega delirio. Entendimos, obviamente, que eso es por 20 años de estar trabajando en otro proyecto y que había una parte comercial que también era tentadora. Después, para nosotros era muy tentador el desafío. Y más fue tentador cuando supimos el día y la hora, que un viernes a las 5 de la tarde era como decir “te doy el Cosquín pero ¡con humildad, eh! Te lo doy, pero vas a tener que remar” (se ríe).
Matías – Estuvo buenísimo eso porque ya, desde el vamos, tuvimos una charla en el ensayo previo para darnos para adelante. Entonces, cuando nos subimos al escenario, por suerte, estuvo precioso y había una linda cantidad de gente. Pero estábamos preparados para tocar para dos gatos locos y pasar bien igual, entonces ya eso es como un arranque de banda muy, muy emocionante y muy lindo.
Pablo – Y tocar el viernes era raro… Capaz que sin darnos cuenta en muy poco tiempo desciframos que era una señal del destino buena para reafirmar el compromiso y el proyecto. Como dice Matto, esto es lo que queremos hacer, que desde el comienzo todo pasa por nosotros y después la gente. Todo eso es mucho más fácil si vos estás como agarrado, te mirás y estamos disfrutando esto. Por lo menos, si se termina por algo, podemos decir que todo el camino fue una belleza.
¿Cómo fue encontrar el rumbo musical de la banda?
Matías – En realidad fue recontra natural. También fue una pieza importante que Gastón Ackermann, el ingeniero de grabación, metió un montón de cuchara en lo que es texturas y esas cosas. Personalmente, con Pablo, desde siempre, estuvimos conectados por el lado de grunge, de los riffs y todas esas cosas, entonces naturalmente ya, de pique, en la primera juntada la cosa empezó a nacer como de ese lado. No fue como una decisión de llevarlo para acá o para allá, fue mucho más lejos que decir que esto funciona no funciona, nos salió y nos salió como escupido. Luego, cuando vimos que todo eso tenía una cierta lógica y, como tal, estamos en el marco de este género arreglamos las texturas, los colores y los pinceles que hacen que este género sea así. Quedó como un disco bastante ecléctico, pero de rock y con texturas de grunge.
¿Reconocen haber conseguido una identidad?
Pablo – Sí, total. Vale decir, también, que en el medio de todo iban pasando cosas y, para mí, eso es lo lindo de la banda: que vos vivís experiencias. Por ejemplo, fuimos a ver en vivo a Jack White y después comentás cómo sonó y si estaría bueno investigar por ahí, más allá que ya nos gustaba de pique, pero es como tener referencias. Gastón, que era el que nos grababa nos pidió referencias a todos y cada uno de los integrantes tomando sus propias referencias musicales para su instrumento más allá de lo colectivo, y está bueno porque, al final, lo que hace el sonido de todos juntos es la individualidad, lo que quiere proponer cada uno. Y yo descubrí, además, que tenía otro sonido que no lo había explotado en Once Tiros. Descubrí que podía gritar y romper la voz y que estaba bien, no estaba mal que se rompiera la voz. Ahí tuvimos una decisión estética de afinarlo en un 70%, cuando toda la música se procesa en bloque, entonces todo suena perfecto todo lo ponés a tiempo, todo suena igual. Y todo eso que queríamos que se notara es un enorme mérito de Gastón. Desafines hay. Hay alguna cosita corrida, imperceptible a veces, pero que al final así quedó bueno porque hay humanos tocando ahí.
Recién me decías que te animaste a romper la voz, pero también te animaste a ir por el otro lado. Hay momentos en el disco donde la voz está más susurrada…
Pablo – Es que tenía la posibilidad de que todo es nuevo, eso de que no hay nada perder. A veces, durante tanto tiempo y sin darte cuenta, te entrás a limitar, decís “si, esto funcionó y espero no correrme mucho de acá”. También tuve la posibilidad de tocar la guitarra y nunca tocaba la guitarra en los discos, tengo siete discos editados y nunca me animé. Eso fue hermoso para mí, fue vivirlo desde otro lugar, todo nuevo
Matías -Si lo pensás desde el punto de vista musical, también tomar esas decisiones le está dando una apertura al disco. Si sos mega meticuloso y ponés todo en grilla, tenés todo al cien por ciento, eso sí, te va a quedar un producto que va a sonar precioso, pero con ultra Photoshop. Pero si empezás a descartar decisiones meticulosas entra a aparecer la expresión y ahí es donde, para mí, Pablo pudo permitirse ir a un lugar donde no había ido, escuchás el disco y hay un tipo que te está interpretando lo que está diciendo.
Tenía la posibilidad de que todo es nuevo, eso de que no hay nada perder. A veces, durante tanto tiempo y sin darte cuenta, te entrás a limitar. Decís ‘si, esto funcionó y espero no correrme mucho de acá’. También, tuve la posibilidad de tocar la guitarra y nunca tocaba la guitarra en los discos, tengo siete discos editados y nunca me animé. Eso fue hermoso para mí, fue vivirlo desde otro lugar, todo nuevo.
Pablo Silvera
Y eso hace que el disco tenga climas, también.
Pablo – Sí. Le metimos muchísimo pienso, siempre. Hasta al momento de armar la lista. De hecho, “Tumba” es un tema súper tranqui y tenía como esta impronta de que se presentan las canciones de la guitarra acústica y después todo se arregla para la banda. Pero la banda terminó apareciendo recién al final, y terminó tomando un color… Es una de las canciones que más quiero por lo que se logra y la banda no está pero está también, pero porque está en la decisión de no estar. Es medio loco filosóficamente, pero la banda decidió no estar y eso es estar, más que estar tocando todos al mismo tiempo.
¿Las letras las trabajaste desde otro lugar?
Pablo – Si hay un cambio, no es consciente. Yo, en eso sí, siento que si lo pienso mucho no lo hago. Es probable que, como lo hago hace 25 años, que el pasaje del tiempo y la dinámica normal de envejecer me hagan escribir desde otro lugar, pero capaz que en algunas cosas, y como hablamos de “Tumba”, soy más consciente de que lo escribí con imágenes, que era algo que me sucedía mucho. Mientras iba escribiendo la canción me iba dando cuenta, tenía determinado lo que estaba pasando: era mi funeral me siento miro y digo “quiero pedir disculpas y no puedo, ya fue, ya se terminó”. Eso lo tenía bastante claro. Creo que en lo que sí estuve muy consciente, y pidiendo apoyo a todos, fue en eso de “vamos a gritar, vamos a hacer otra cosa, vamos a tener personajes en las canciones”. Que sea movido, más como ecléctico en interpretación. En eso sí, pero en las letras no tanto.
Una cosa que me llamó la atención fue que el primer single, con el que se dieron a conocer fue “Plata igual plomo” y en el disco es la última canción. ¿A qué se debió esa decisión tan poco habitual?
Pablo – Yo creo que “Plata igual plomo” tenía varias características de lo que creíamos lo que podía ser, no sé si un resumen, pero en esa canción ya podés encontrar cosas que van a aparecer durante todo el disco.
Matías – En un momento en ese en ese período de grabar nos íbamos mandando las cosas y las subíamos a una plataforma para escucharlas. Cuando había que subirla había que tomar la primera decisión de en qué orden empezamos a escuchar esto, hicimos un orden y en ese orden “Plata igual plomo” quedó como último. Ahí fue que empezamos a laburar y las canciones empezaron a crecer independientemente. Y cuando llegamos al resultado al final que tuvimos la escucha de todo el disco terminado vimos que le daba un cierre al disco allá arriba que estaba buenísimo, y quisimos sacarlo primero, un poco, por esa energía. Después quizás había otras opciones más comerciales. “El dilema” se podía haber sacado primero, “¿Quién da más?” se podía haber sacado primero, pero estaban tan buenas y rendían tanto, cumplían los requisitos que iban a funcionar solas, se iban a defender solas. Y es real que cómo se escucha la música hoy, que la última canción del disco siempre pierde, por más buena que esté. Entonces dijimos “saquemos la última, bombeemos la última que las otras van a venir cada una con su carrera”.
¿Cómo viene la previa para el show presentación?
Pablo – Hermosa. Vamos a tener invitados, vamos a tener un caños de invitados, vamos a tener un segmento que se llama Ginsu 2000, donde nos ubica a nosotros temporalmente en una época, donde arrancamos, y donde había mucha música del 2000 que nos gusta que hoy no está. Entonces, vamos a hacer un par de covers de bandas de esa época con sus protagonistas en vivo y es un momento hermoso que lo estamos disfrutando. Después, todo el disco de Mota, obviamente, y van a haber algunas canciones mías del viejo proyecto metidas también como para complementar el show. Va a ser un show de una hora y media enérgica, derecho al pecho.
Las entradas para el show de MOTA, el 17/06 en Sala del Museo, están a la venta a través de Redtickets.
Foto: Paul Hernández