Mandrake y Los Druidas: “Estábamos muertos con la pandemia y ahora estamos re vivos”

Mandrake y Los Druidas editó recientemente en formato digital “La Suite de Raymundo”, su tercer disco, que verá la luz en vinilo hacia finales de año. El mencionado trabajo marca un mojón en la carrera de la banda que lidera Alberto “Mandrake” Wolf, ya que incluye una suite homónima de siete movimientos que fue concebida en plena pandemia y lanzada como adelanto del álbum a fines de julio pasado.

El próximo sábado 16, a las 20.30 hs. en el Teatro Solís, el cuarteto presentará oficialmente su reciente lanzamiento en un show denominado “De las cuevas al Solís”, en referencia al libro de Fernando Peláez y al ciclo de siete fechas “La Cueva de Los Druidas”, que el grupo realizó durante el año pasado.

A propósito del show y de la nueva obra, conversamos con Mandrake sobre el proceso del disco, de la experiencia de “las cuevas” y de la reedición en vinilo de “Candombe del no sé quién soy”, clásico de la discografía de Los Terapeutas, su anterior proyecto.

Por Liber Aicardi

Foto:Diego Civera

¿Cómo surgió “La Suite de Raymundo”?
Habíamos terminado de grabar “Sortilegio”, en febrero de 2020, y un amigo me invitó a “Floripa” para ir en marzo, abril, cuando está más tranquila la cosa, y yo me pensaba ir un par de semanas con la idea de cambiar un poco de aire. Y bueno (se ríe) ese marzo no te podías mover para ningún lado, entonces, me quedé en casa. Yo tenía la idea de no componer y venir de Brasil renovado, un divague mío ¿viste? Y resultó que me quedé y me puse a tocar la viola en casa y, de repente, me empecé a dar cuenta que había tocado unos temas y como que estaban conectadas las canciones, nunca me había pasado esto. Pero yo me di cuenta que todas tenían una cosa que hacía que se pegaban. Todo eso en la soledad de mi casa. En un momento, aflojó lo de la pandemia y decidimos juntarnos con Los Druidas, acordate que no se podía tocar, yo lo menciono esto porque mucha gente ya se olvidó de eso, para mí fue una locura eso. Yo, que viví la dictadura, me hizo acordar mucho a eso, no había libertad. Ahí les digo “yo tengo una cosa que se está armando, que es una especie de suite”. Y, bueno, empezamos a ir por movimientos, tampoco tenían nombre las canciones y así fuimos pasando de una a otra y nos encantó. Después, cuando hicimos “La Cueva de Los Druidas”, decidimos presentarla a ver qué le parecía a la gente y, también fue un desafío tocar eso, que son 17 minutos y con distintos climas, y a la gente le gustó mucho. Algo importante es que está grabada toda de corrido, no paramos mientras la grabamos la suite. Más o menos ese fue el proceso.

¿Cuál fue la reacción de la banda cuando le mostraste la suite?
Ellos conocen Pink Floyd, los Beatles, los Who, Yes, todas bandas que tienen discos conceptuales. No los agarró por sorpresa porque en el lenguaje de ellos ya estaba. Claro, estaba como en desuso, nadie más usaba esas herramientas. Pero estaban muy contentos porque, además, era una forma de ensayar distinta, íbamos de movimiento en movimiento y después concatenábamos todo. Era emocionante cuando veíamos que era una unidad y que era posta, que no era una colcha de retazos, se sentía que las piezas concordaban.

¿Cómo fue volver a componer el resto de los temas del disco luego de haber hecho la suite?
Yo digo siempre que hago el viejo truco del pescador. A veces tiro con un reel a determinada distancia, con determinada carnada, después tiro otro más cerca para otro tipo de pesca, mi forma de componer es así. A veces no compongo de a una sola canción, compongo de a varias, y de repente empezaron a salir otras que se acoplaron al proyecto éste, también. Son parte de “La Suite de Raymundo”, pero desde otro punto de vista.

Yo digo, siempre, que hago el viejo truco del pescador: veces tiro con un reel a determinada distancia y con determinada carnada, después tiro otro más cerca para otro tipo de pesca. Mi forma de componer es así. A veces, no compongo de a una sola canción, compongo de a varias, y de repente empezaron a salir otras que se acoplaron al proyecto éste, también. Son parte de ‘La Suite de Raymundo’, pero desde otro punto de vista.

Cuando uno escucha el álbum completo, nota que está pensado para ser editado en vinilo, con su Lado A y Lado B. ¿Fue realmente así?
Claro. Yo me di cuenta enseguida que este disco, si lo grabábamos tenía que salir en vinilo sí o sí, era una cuestión prioritaria porque realmente está pensado en ese formato. La suite va a estar toda en el primer lado, y tiene una pequeña coda que podría haber entrado en la suite, pero como vino después, no lo quise meter, y se llama “Todos esos incendios”. Hasta ahí va el primer lado. Después, las otras cinco canciones conforman el segundo lado.
Yo creo que la suite, más que nada es un estado de ánimo largo, que tiene que ver con el encierro que pasamos. ¿Viste que hay un movimiento de la suite que se llama “Yo no sé lo que es, me parece que es un puma”? Bueno, yo veía que mucha gente avistaba pumas y yo decía “al final, nosotros nos dejamos de romper las bolas por todos lados y los animales empezaron a avanzar por lugares en donde ellos estaban ocultos”. Y también nosotros estábamos ermitaños, encerrados, mirando películas, éramos como monjes con esta peste.

¿Cómo fue la experiencia de La Cueva de Los Druidas, en la Sociedad Urbana Villa Dolores, tocando una vez por mes, como una residencia, algo que no se da habitualmente en la escena uruguaya?
No se da, habitualmente ahora. También en la pandemia, me llegó el libro “De las cuevas al Solís” de Fernando Peláez, que contaba de la cueva de los Killers, la cueva de Los Delfines y todas las bandas iban y rotaban. No me acuerdo bien, pero una cueva era en el barrio La Figurita, otra en el barrio Atahualpa, la otra era en Malvín y la otra en Pocitos, por decirte otro barrio. Y eso me pareció genial y digo “imaginate si acá se diera de vuelta todo esto, que hubiera cuevas y tocáramos en todos lados, en distintos barrios ¡qué bueno sería!” Así fue que empezamos, acá en Villa Dolores, y teníamos un susto bárbaro, no teníamos ni ticketera ni nada, tenías que ir a comprar las entradas a la cantina del (club) 25 de Agosto. Era todo súper punkie, lo hacíamos nosotros, y además ni teníamos ni mánager en esa época. Fue una experiencia alucinante, porque se llenaba de gente y fueron siete cuevas. Ttuvimos invitados alucinantes como Samantha Navarro, Juan Wauters, Pedro Dalton, y cuando terminamos el ciclo dijimos “¿y el año que viene qué hacemos? ¡Y vamos a hacer un Solís!” Jodiendo lo dije y ahora estamos en eso (se ríe).
Es un Solís distinto porque generalmente hacés un Solís cuando cumplís, 30 años, o 25 años, como hicimos con Los Terapeutas y tenés invitados. Eso no lo vamos a hacer, estamos bien vivitos y coleando, y hacemos el repertorio de los siete años que hace que estamos con Los Druidas, entonces no es algo que estés rememorando cosas, no. Es todo para adelante. Estábamos muertos con la pandemia y ahora estamos re vivos. Capaz que estamos de re vivos (se ríe). Nos jugamos mucho ahora, pero estamos muy felices del desafío.

Yo creo que la suite, más que nada, es un estado de ánimo largo, que tiene que ver con el encierro que pasamos. Veía que mucha gente avistaba pumas y yo decía ‘al final, nosotros nos dejamos de romper las bolas por todos lados y los animales empezaron a avanzar por lugares en donde ellos estaban ocultos´. Y también nosotros estábamos ermitaños, encerrados, mirando películas, éramos como monjes con esta peste.

¿Qué te generó la reedición en vinilo del disco de Los Terapeutas “Candombe del no sé quién soy”?
Primero, una emoción enorme cuando Mauro de Little Butterfly me dijo que quería reeditarlo. Yo, el disco lo tenía. Quedó ahí porque fue una producción nuestra, que después se lo dimos al Palacio de la Música, después también lo había editado Litto Nebbia en (el sello discográfico) Melopea, después lo reeditó Ayuí en CD. La verdad es que todavía no tengo esta edición porque estoy muy metido con esto del Solís y tengo miedo de emocionarme demasiado, porque también ver la foto de la tapa y ver a Wilson (N de R: Wilson Negreyra, fallecido en 2022) que ya no está, para mí, es muy fuerte. Era un hermano de la vida y ese disco lo hicimos juntos, con una polenta bárbara. La verdad que estoy muy emocionado.
El otro día lo escuché y decía “¡mirá las locuras que hacíamos allá en los 90s!”; porque era un disco, si bien de fusión, donde hay también alguna cosa rara, que ya marcaban un camino raro nuestro. Lo escuché y suena fenómeno, la verdad. Ese disco fue grabado casi en vivo, no teníamos muchas horas y me acuerdo que tocábamos en un boliche que se llamaba La Tramoya. Era en marzo, y con esa plata grabamos el disco. Y en el medio, estábamos ensayando con (Eduardo) Mateo, y Mateo se muere en mayo. Fue todo medio conmocionado, íbamos a hacer un concierto Fernando Cabrera, Mateo y Los Terapeutas, y Mateo muere el día que íbamos a hacer el concierto en el Teatro Stella. Por eso te diego, es un disco con mucha cosa, con mucho peso emocional.

¿Qué sigue después del show en el Teatro Solís?
¿Qué sigue? Seguir tocando, seguir haciendo cosas, disfrutar del disco. Estoy deseando que salga el disco de pasta y sentarme a escucharloo, que creo que la suite sale en diciembre y sentarme a escucharlo tranquilamente, como siempre quise escucharlo. Porque, para mí, escuchar discos es escucharlos en vinilo. Ojo, yo escucho muchas cosas en Spotify y descubrí muchas cosas gracias a Spotify, pero el disco de pasta es mi forma de escuchar la música.

Las entrads para el show “De las cuevas al Solís” están a la venta a través de Tickantel.


Foto: Diego Civera
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