A prácticamente un año del lanzamiento de «Días de Fuego y Fantasmas», Diego González presentará en vivo su más reciente álbum el próximo martes 13 de setiembre, a las 21:00 hs, en la Sala Hugo Balzo. Dicho trabajo, que cuenta con dos nominaciones a los Premios Graffiti, en las categorías Mejor Álbum de Pop Alternativo y Solista Masculino del Año, consolida a Diego en un estilo propio de composición donde, además de la riqueza de sus arreglos, se destacan la ironía y la acidez de sus letras, posicionándolo dentro de un plantel de solistas que cuentan con una proyección que los destaca en el panorama local.
A propósito del show conversamos con él y repasamos algunos temas de su nuevo disco, además de profundizar sobre las decisiones estéticas del mismo.
Por Liber Aicardi
¿Cómo definirías «Días de fuego y fantasmas»?
Lo sentí como el siguiente paso correcto. Lo escucho y siento que fue lo que quería hacer, fue a donde quería apuntar y quedó como quería que quedara. El primer disco fue una cosa muy ecléctica, muy heterogénea, tirar muchas canciones que me gustaban. Y en este disco fue elegirlas, que tuvieran un concepto en común, un sonido en común y fue eso: el paso siguiente.
¿Y a casi un año del lanzamiento cambió tu percepción acerca del diso o sigue siendo la misma?
En cuanto a la percepción tengo la misma, definitivamente. Lo que cambia con el tiempo es pensar “estuvo bien esto o estuvo mal esto otro”, “¿haría esto de vuelta?”. Como en todo disco habría un par de cosas que cambiaría, pero la percepción es que me siento conforme y contento en mi lugar de nicho, por así decirlo, de mi composición. Es esa cuestión de sentirme mucho más cómodo en mi lugar. Cuando hablo de «nicho» no me refiero al público sino a un nicho personal. Antes me costaba ver dónde estaba y ahora me siento muy cómodo con lo que hago.
En las letras el humor siempre está presente más allá del clima generado por la canción, eso es un sello personal…
Cuando me di cuenta que lo que más me gustaba hacer eran canciones hubo pila de cantautores que aparecían como referentes y Kevin Johansen era uno de ellos, como que te está diciendo tremenda verdad y a la vez te tira un chistecito. Y soy muy ácido cuando quiero serlo, me gusta generar eso. Cuando empezamos a armar el disco con Guille Berta (N de R: productor artístico) había un par de canciones que eran más para ese plan, pero por completo, que al final quedaron afuera. Al final de 2019, yo empecé a hacer un taller de canciones con Gonzalo Deniz, porque también quería refrescar ese laburo de cómo llegar a la canción, y una canción que compuse ahí también era toda una canción irónica y ácida sobre la gente que opina sin que le pidas opinión. Me gustan esas pinceladas de humor y acidez.
El comienzo del álbum, con «Fantasma» habla de eso también, tiene eso de «¡qué sponsor la muerte!»…
Yo soy muy aficionado a ver documentales de cómo se hizo una película o un disco. Y en ese momento estaba mirando mucho eso y empecé a ver un documental que hablaba de cómo se hizo la última película de Orson Welles y en un momento le dicen algo así como «te amarán cuando estés muerto». No fue tanto para el lado del «qué sponsor la muerte», pero en verdad es eso. Y me gustó mucho la frase. A veces es eso, una frase que motiva todo lo otro porque me motiva tanto que lo tengo que decir y empiezo a dibujar alrededor de eso.
En cuanto a la instrumentación hay una importante presencia de los vientos. ¿Cómo surgió esa decisión estética?
Si bien en «Uno» había dos o tres canciones que tenían vientos, eran más timidones. Guille, en ese sentido, hizo un laburo pleno en orquestar los vientos y que no sean un dibujito, que acompañen fuerte. Y en las canciones más importantes en el plan sonoro pop.
Incluso, en algunas llevan la canción.
Sí, llevan la canción. Y en «Un plan» la recontra llevan.
Como en todo disco, hay un par de cosas que cambiaría, pero la percepción es que me siento conforme y contento en mi lugar de nicho, por así decirlo, de mi composición. Es esa cuestión de sentirme mucho más cómodo en mi lugar. Cuando hablo de nicho no me refiero al público sino a un nicho personal. Antes me costaba ver dónde estaba y ahora me siento muy cómodo con lo que hago.
¿Cómo llegaron a requerir esa presencia de los vientos?
A mí me pasó desde el punto uno del disco que tenía una fijación con las cuerdas, que era todo lo contrario, queria que haya cuerdas desde el lado fanático beatlero. Pero con los vientos nos pasó que tanto «Un plan» como «La canción que hay que escuchar» era como algo que llamaba, las canciones pedían eso. La melodía de los vientos en «Un plan» era cantada, y ahí me pareció que las canciones más poperas tienen que tener un grupo de vientos porque son las que le dan el sustento de que peguen más.
¿Esto también le da un sonido al disco que te corre un poco del lugar de la figura cantautor de guitarra, por llamarlo de alguna forma?
Sí, seguro que sí. ¿Viste que apostar al disco con banda ya te aleja un poquito del cantautor? Pero, también me pasa con discos donde la presencia de los vientos es gigante como «12 segundos de oscuridad» de Drexler que ya te lleva a otro nivel estético. Tanto en los discos yo quiero salir un poco del fogón. Estoy mucho más suelto tocando solo, pero si puedo evitarlo, lo evito.
¿El título de cantautor es una especie de lastre que tienen los solistas, como un sello que los encasilla?
Sí, eso puede ser. Es que el cantautor está asociado, ya, a la guitarra y voz. A mí me pasó, cuando hice el primer disco, que agarré derecho para el lado de la banda. Ni lo pensé, ya solo por el hecho de que no soy buen guitarrista, me gustaría ser mucho mejor guitarrista de lo que soy. Siempre me costó defenderme solo, solo con la guitarra pero, por suerte, con el tiempo me fui soltando más con la guitarra pero sí, es como un lastre que hay. Y con las canciones siempre trato de orquestarlas bastante porque me gusta la canción producida. Ya sea, producida por un productor musical que te la de vuelta o producirla con todo, aunque después sea difícil replicarla en la presentación en vivo.
¿Cómo fue el trabajo con Guille en la producción?
Fue buenísimo. Apenas escuché el laburo que hizo con Florencia Núñez le escribí, un año después del primer disco. Y él fue siempre re abierto. Yo hacía rato que tenía en mi cabeza, sea quien sea el productor llevarle todas las canciones que tuviera. Sean diez, sean veinte o sean treinta. Le llevé veintiocho o treinta canciones y ahí fuimos eligiendo entre los dos las que tenían que ir o ir y se formó el disco ahí.
Yo tenía claro que el disco lo quería hacer con Guille Berta, pero en el trabajo con Lucho Angelero, que fue previo al disco, fue como un alivio saber que puedo laburar con alguien que agarre mi canción y la dé vuelta y me diga ‘para mí, va por este lado o por este otro’. Y estuvo tremendo.
¿Y en cuanto a la elección de los invitados?
Creo que este disco, en pila de cosas, es todo lo contrario a «Uno», ya desde el arte, y con los invitados fue lo mismo. Quería que fueran puntuales y que estuvieran bien al servicio de la canción. Con Luciano Supervielle pasó que en 2020 sacó el temún que canta él («Soltar tu mano») y esa canción me llevó mucho a la canción que lo invité a tocar («Nuestro fuego»), lo que cantaba cómo lo cantaba, cómo lo tocaba me llevó mucho a ese sentimiento que tiene la canción y por eso le dije a él. Con Loli Molina hace rato que pensaba que «Días» era una canción para una voz femenina y fui derecho a ella. La conocí, hablé, le mostré la canción, le encantó y le dio para adelante. La canción con Lucho Angelero («¿Cúal haces?») es el bonus track, pero fue como es cuestión que abrió la puerta a animarme a que mi canción fuera producida por otra persona. Yo tenía claro que el disco lo quería hacer con Guille, pero con Lucho fue previo al disco y fue como un alivio saber que puedo laburar con alguien que agarre mi canción y la dé vuelta y me diga «para mí, va por este lado o por el otro». Y estuvo tremendo.
¿Este trabajo con Luis te disparó el hecho de trabajar con un productor?
Yo tenía clarísimo que el segundo disco tenía que ser producido por alguien que estuviera por fuera de las canciones, y quería que fuera Guille. Él es versátil, puede laburar tanto con Mandrake, como con Gonzalo (Deniz), como con Florencia (Núñez). Con Lucho fue como corroborar que puedo laburar así, que era un miedito que era qué podía pasar con Guille. De hecho, después de laburar tan bien con Lucho dudé, también. Porque «¿Cuál haces?» me gustó mucho como quedó y como funcionó después. Es más, para mi próximo proyecto sé que van a ser los dos.
¿»Miedo y canción» es la más personal del disco?
Sí, sí. A mí es la canción que más me gusta. Pasó que una vez estaba en un lugar que no quería estar básicamente. O sea, quería estar, pero caí en un pozo de golpe y empecé a escribir vomitando todo eso. Fue en un viaje, aparte, estaba en Argentina en una gira con la murga (La Trasnochada) y cuando llegué a casa fue llevar eso a la guitarra. También porque tiene esa cosa ácida y, sí, es la más personal, seguro.
¿Cómo vienen los preparativos para el show presentación en la Balzo?
Viene divino, venimos ensayando con una banda tremenda, está Federico Noll en el piano, Checo Anselmi en el bajo, Guillermo Berta en la batería y Hernán DÍaz en la guitarra. La idea es hacer todas las canciones de este disco, algunas del primero y también a hacerse un tiempito en el medio para un par de canciones nuevas. Van a estar de invitados Lucho Angelero, Gonzalo Deniz, Luciano Supervielle y Sofía Gabard.
Las entradas están a la venta a través de Tickantel.