El Peyote ahora es Asesino Serial – Parte l

Cuando Peyote Asesino regresó a los escenarios en 2016, la posibilidad de un nuevo disco aparecía muy lejana en el horizonte de la banda que marcó a fuego la segunda mitad de los ’90s en nuestro rock. Con el correr de los shows, fueron asomando paulatinamente, entre su clásico repertorio, nuevas composiciones hasta que la promesa de un nuevo trabajo se hizo oficial y los singles fueron alimentando la expectativa de un publico ávido de nuevas canciones.
Hoy, el sucesor de «Terraja», con veintitrés años de distancia entre ambos, es una realidad, lleva por nombre «Serial», consta de diez tracks y, además de publicarse en plataformas digitales, fue lanzado en CD y pronto verá la luz en vinilo.
A propósito de ello, conversamos con Fernando Santullo y Carlos Casacuberta sobre el proceso de «Serial», sus impresiones acerca de volver a lanzar un álbum con la banda y de los pormenores de algunos de los temas que lo componen, en la entrevista que te compartimos a continuacion, la primera de dos entregas.

Por Liber Aicardi

Foto: Matilde Campodónico

¿Cuáles son las sensaciones de tener un disco nuevo de Peyote Asesino en las manos?
Santullo – Mucha emoción. Pero, también, nos pasó algo raro con este disco. Como este disco lo terminamos a comienzos de 2021, en realidad, lo teníamos de alguna forma casi en la mano desde hacía un montón de tiempo. Teníamos una ansiedad salada de ver el objeto, que es un objeto que cada vez menos gente le da pelota como tal, pero igual también va a salir en vinilo. Este disco lo escuché ochocientas millones de veces cuando no había salido y, sin embargo, lo escuché el día que salió y lo escuché distinto. No sabría decir exactamente por qué, pero era como que el disco empezó a hacer su camino y empieza a ser un disco que ya no es sólo tu disco que lo hiciste y lo tenés guardado en la computadora sino que pasa a ser de quienn lo escucha.

Casacuberta – Y esto habla, también, de que los discos, además de ser un objeto físico que tiene determinadas características, determinada tecnología y que esas cosa pasan y quedan a veces por el camino, es un objeto mental, también. Es como un mundo en el cual vos trabajaste esas canciones y las trabajaste unas con otras y las trabajaste en conjunto y la banda se juntó. Y es lógico, porque vos no armás todo el inmenso aparato que es armar una batería para grabar una base y grabás una después quince días volvés a grabar, sino que vas a grabar y grabás varios temas juntos y como que los temas se acercan unos con otros; el sonido que es de un tema empieza a derramar para el otro, se arraciman un poco los temas y eso tiene que ver con cómo los creás, que es una lógica muy diferente a la que tiene la distribución. La distribución siempre se dice “tenés que tirar los singles uno por uno porque si tirás los diez a la vez, desaparecen todos juntos”, entonces vos estás realmente dando una probadita, depués otra probadita y a la fecha de salida del disco, sólo habiaos mostrado cinco temas. Pero, cuando mostramos el disco, fue como dar vuelta las cartas, tambien se creó una sorpresa, como diciendo “ah, ‘Flor de gil’, ‘Tierra derretida’… ¿Qué es esto? ¡Opa!…”. A mi me gustó esa sensación que despertó algo en la gente, también, algo que empezó a devolver la gente, como que no se lo esperaba tanto.

Además el disco arranca con “Flor de gil” que no era de esos temas conocidos…
Santullo – Y que, además, creo que es un tema que dentro de la sonoridad de Peyote va como hacia uno de los polos, más metal…. que es un metal mentiroso porque arranca con un metal y de repente, en un momento, pinta funky, que también es una característica de Peyote. No hay una canción de Peyote que sea enteramente algo, que sea enteramente hip hop o enteramente metal, siempre hay un cruce de cosas.

Salvando la distancia de los años, «Serial» parece ser capítulo natural siguiente a «Terraja» ¿Lo ven asi, también?
Santullo – Y el nombre… Lo de “Serial» tiene que ver con asesino serial, pero tiene que ver tambien con la idea de que éste es parte de una serie de discos. Una parte natural. No es una cosa que aparece como impostada en el final sino que hay una continuidad. Para mí, lo interesante de este disco, es que en el año 2001 o 2002 no lo hubiéramos podido hacer. Si hubiera sido la continuación inmediata natural de «Terraja», habría sido distinto al disco que es, pero, a la vez yo creo que de alguna forma se para en todas esas cosas que hicimos y traslada eso al vocabulario de Peyote. Este disco, de alguna forma, reconoce el tiempo que pasó, reconoce todas las influencias que fuiste adquieriendo en el medio, pero, sigue siendo parte de esa serie de discos.

No es que nos juntamos y salíó una canción ni dos canciones, sino que la acumulación de todo eso es como una confirmación. Ojo, acá tenés diez canciones, éste es el Peyote. Es una densidad que te demuesta que la banda está y de una manera muy, muy rotunda.

Carlos Casacuberta

Como que no hay un quiebre especifico que se pueda decir que hya una versión “Peyote 2021″ que corta con aquella banda de fines de los 90’s…
Santullo – No… eso no. ¿Cómo le podría llamar Peyote Asesino a algo que no tuviera que ver con ciertas esencias de la banda? Ojo, no fue tan facil determinar cuáles fueron esa esencias. Cuando empezó la idea de componer, allá por 2016, hicimos un par de canciones con otro método distinto al que usábamos siempre. Nos juntamos en una sala de ensayo, lunes y martes, y el plan era: al final del día tenemos una canción. Nunca lo habíamos hecho. Nos juntamos todo el día, nos agotamos, transpiramos, sacamos dos canciones maqueteadas al final de lunes y martes. Las escuchamos dos semanas después y no era para el Peyote. Le faltaba algo que no sabíamos exactamente qué era, pero no era Peyote. La tarea fue entonces descubrir qué era ese algo que hacía que Peyote fuera Peyote.

Casacuberta – Esa me parece que es una de las razones que reafirma por qué es tan importante haber un hecho un disco. No es que nos juntamos y salíó una canción ni dos canciones, sino que la acumulación de todo eso es como una confirmación. Ojo, acá tenés diez canciones, éste es el Peyote. Es una densidad que te demuesta que la banda está y de una manera muy, muy rotunda.

Santullo – Y en un montón de niveles, que eso es una cosa que un solo single no aparece. Los recursos que vos desplegás en una cancion son más limitados y, por eso, reivindicamos el disco, de alguna forma. El disco te ofrece un muestrario mucho más complejo y completo del momento creativo del grupo.

El disco te ofrece un contexto que, quizás, no pasó cuando publicaron “Bailando samba”, que mucha gente entendió que eso no era el Peyote…
Santullo – «Bailando samba» en este contexto es perfectamente parte de este disco, no suena como algo implantado. Lo que nos pasó con esta versión es que tampoco es excatamente aquella que sacamos en 2017. Con aquella versión, nos pasó algo parecido a lo que nos pasó con aquellos temas que te contaba: no logramos suficiente «peyotismo» en ese demo. Ahora, cuando empezamos a laburar un conjunto de canciones, pasó lo que dice Carlos, que las canciones se empiezan a racimar, a arrimarse unas a otras. Y «Bailando samba», con cambios en la mezcla, con algunas guitarras, con no mchos cambios, se fue arrimando al resto y la escuchás ahora y decís «sí, está bien. Es parte de la gráfica del disco» no suena afuera. Justamente, porque ahora tenés la chance de ver la foto completa y no los pedacitos que te van mostrando los singles.

¿Cómo trabajan, ustedes que son los vocalistas, las letras y las rimas?
Casacuberta – Hay canciones que son casi cien por ciento Fernando. Me acuerdo, por ejemplo, «En la B» Fernanado trajo casi todo el concepto, trajo el «estribo», pero yo le hice el personaje del contratista. Él me trae algo, pero yo lo meto alguna cosa…

Santullo – En «Es lo que hay» fue al revés, tiene el origen más raro. Estábamos en el estudio Carlos, Juan (Campodónico) y yo. Juan estaba probando unos cables, Carlos estaba en el micro y le dice Juan: «esperá que te largo un loop y anda tirando fruta». Carlos empezó a «tirar fruta» en plan payador y Juan decía «seguí, seguí» y lo grabó. Y después que Carlos divagó como seis minutos dijimos: «esto está buenísimo, hay que armar una canción alrededor que justifique el payador ése».

Casacuberta – Aparte, me había dicho Fernando «vamos a hacer algo tipo Joe Strummer, con la voz rasposa» y, otro día, también estábamos en el estudio con Fernando y Juan, con el mismo loop tirando cosas con el pique de guitarra ése (N de R: simulando el sonido de la guitarra) y ya fue, arriba de eso, Joe Strummer, porque es un «Strummer del Sur». Entonces vino eso de «vinieron y quedaron con la misma guita»…

Santullo – Y, despues, yo traje el tipo que le contesta y le dice «no te pongas lastimero y larga la alcancía…» En el caso de «Es lo que hay» fue rarisimo cómo se fue gestando la canción.

Casacuberta – Sí, si. Faltaba Kessman nomas diciendo: «Es lo que hay, valor» (risas).

Santullo – O, por ejemplo, en «Flor de gil» la mayor parte de la letra la trajo Carlos. Yo lo que hice fue armar el rap.

Casacuberta – Y el «estribo» es una innovación también, de traer la voz gutural. Eso es un recurso que no estaba en la musica de Peyote.

Lo interesante de este disco es que en el año 2001 ó 2002 no lo hubiéramos podido hacer. Si hubiera sido la continuación inmediata natural de ‘Terraja’, habría sido distinto al disco que es, pero, a la vez yo creo que de alguna forma el disco se para en todas esas cosas que hicimos y traslada eso al vocabulario de Peyote.

Fernando Santullo

Eso lo hacías en vivo, pero no había aparecido todavia en los temas grabados de estudio.
Santullo – Lo hacía en vivo y me moría, además, porque no sabía hacerlo. A mí me pasaba que lo hacíá por el entusiasmo del vivo y después te quedás afónico. Y a la hora de hacerlo en el estudio, no tenés ese estado de adrenalina que tenés en vivo, entonces, no lo hacía. Pero, por suerte, está YouTube, me metí en unos tutoriales y dije «¿de todo esto qué puedo hacer yo?». Aparte, tampoco me interesaba que todo el disco tuviera guturales, pero si me parecía que le aportaba un sabor que no estaba en los discos anteriores de Peyote y que, además, conecta con cosas que yo he venido escuchando y decía «qué bueno estaría meter algo de esto». Y Peyote tiene esa cosa, también, como de banco de pruebas, es un espacio que no coincide exactamente con los espacios que cada uno tiene.

Casacuberta – El día que Fernando encontro dónde podía meter los guturales estaba que no podía más, como perro con dos colas (risas).

En cuanto a las letras, este es el disco más uruguayo ¿no? Ya no hay casi modismos mexicano
Casacuberta – Nos han dicho eso otras personas.

Santullo – Pero no nos dimos cuenta…

Casacuberta – Lo que pasa es que México ha ido como despareciendo porque hace tiempo que faltamos de ahí ¿no? Incluso, hay una cosa del slang urbano y es que se pone al día. Cuando fuimos en el ’97 a tocar, hacía, más o menos diez años que yo no iba, entonces, me encontré con mis amigos y me dicen (N de R: con acento mexicano) «hablas raro pinche uruguaio» (risas). Habían encontrado que en doce, trece años, la manera de hablar ya se había transformado.

Santullo – Este disco tiene dos o tres expresiones que son medio españoladas. «Acojonado» dice una letra, en un momento, y esa palabra fue una cosa que yo me traje de España y entró porque la palabra funcionaba. Eso es otra cosa: las palabras en Peyote entran porque funcionan, porque ritmicamente dicen algo, porque generan una cosa fonética con las demás… Y lo mexicano no apareció.

Casacuberta – A mí me interesa siempre ese lenguaje urbano. Yo tengo una hija de catorce años y a través de ella puedo enterarme cómo están hablando los adolescentes, pero también, a veces traemos esas expresiones que son de nuestros abuelos. La palabra «vejiga» o la palabra «belinun», por ejemplo. Mi abuelo decía «ése es un belinun al corner» (risas).

Santullo – Lo que tenemos prohibido es utilizar el slang que no entendés. Si incorporás alguna expresión adolescente, tenés una buena chance de utilizarla mal y de quedar diez mil veces más como un viejo choto que si, directamente, no la usás. El peor viejo choto es el que se quiere hacer el moderno utlizando expresiones que usan los jóvenes.

(Parte II, aquí)

Fernando Santullo
Foto: Paul Hernández

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