Diego Presa: “Buceo Invisible es un espacio muy importante, fundamental en nuestras vidas”

Buceo Invisible presenta el próximo martes 9, a las 21:00 hs en el Teatro Solís, su espectáculo “Una flor cerrada”, un show donde el colectivo recorrerá sus casi veinticinco años de trayectoria, además de interpretar nuevas composiciones. A propósito de esta importante fecha conversamos con Diego Presa, uno de sus miembros fundadores, acerca del camino transitado hasta el momento, las características que definen al proyecto y sobre lo que éste representa para sus integrantes.

Por Liber Aicardi

Foto: Paul Hernández

¿En qué momento se encuentra Buceo Invisible a casi 25 años de su formación?
Es un momento que está signado por el placer, por disfrutar lo que hacemos, por disfrutar el trabajo en conjunto porque es un grupo de amigos que tiene aspectos hasta de familia, por momentos. Entonces, por un lado eso, aprendimos a respetar los tiempos del grupo, que son tiempos bastante lentos y particulares, y, por otro lado, es muy fuerte ese placer que nos da trabajar juntos.

Sin embargo, y desde afuera, para la media de los tiempos en Uruguay, no parecen ser tiempos tan lentos ya que han mantenido cierta regularidad tanto en producción de álbumes como en presentaciones en vivo
Puede ser, sí. Yo creo que tiene más que ver con una percepción en la interna, y en algún momento, hace unos años, tuvimos un ritmo de trabajo más intenso. Por ejemplo, entre el primer y el tercer disco hubo pocos años, de 2006 a 2011; en cinco años editamos tres discos. Ése fue el momento de mayor intensidad en el trabajo. Igual, por eso te decía, hay como una sensación y aprendimos que esa es una de las claves, quizás, de la permanencia del grupo y cierta tozudez en persistir en este trabajo que también está en esta cuestión de respetar los tiempos. Nosotros hemos seguido trabajando siempre, no hemos parado nunca, sobre todo desde 2005, que hay un trabajo de una constancia casi metódica de reuniones y de ensayos, y de producción de composiciones, colaboraciones, discos, conciertos, etcétera. Es un espacio muy importante, fundamental en nuestras vidas y que nos ha acompañado en casi toda nuestra vida adulta; sobre todo, los que arrancamos estábamos saliendo de la adolescencia. Entonces, para mí, es un espacio tan familiar que está tan pegado a mi vida como adulto que me costaría pensarme sin Buceo Invisible.

De afuera, también, uno percibe a Buceo Invisible como un espacio de encuentro que sus integrantes tienen en común y, a la vez, es distinto al individual de cada uno.
Exacto. Es tal cual lo dijiste y es algo que siempre tuvimos claro desde que empezamos y es que Buceo Invisible, de alguna manera, funcionara como una usina, como una fábrica y que cada uno trajera sus producciones individuales y que Buceo Invisible, también, estimulara las producciones individuales, que multiplicara esos encuentros. Es tal cual lo planteas, cada uno de nosotros tiene sus propios caminos, sus propios senderos creativos, en cuanto a distintos oficios, los poetas editan sus libros, cada uno de los músicos tiene, también, otras aristas y Buceo Invisible funciona, sí, como un aglutinador, como un lugar de encuentro que potencia lo colectivo pero, también, estimula lo individual, digamos.

¿Cómo fueron los inicios donde propuestas como las de Buceo eran muy poco comunes de encontrar?
Nosotros éramos muy amigos, amigos de la infancia Sebastián Vítola, Álvaro Bassi, los hermanos (Marcos y Santiago) Barcellos y yo. Nos dedicábamos a distintas cosas, estábamos empezando a recorrer distintas disciplinas dentro de lo artístico. Marcos y Santiago escribían poesía, Álvaro Bassi estaba escribiendo sus primeras canciones, pero, había publicado una novela, Sebastián Vítola trabaja más lo plástico y yo estaba escribiendo, también, mis primeras canciones. Entonces, de alguna manera, necesitábamos también generar un lugar donde nos pudiéramos encontrar, como una excusa para reunirnos todas las semanas y poder intercambiar estas inquietudes, aparte de todas las cosas que hacen los amigos cuando tienen 18, 19 o 20 años ¿no? Pero, para nosotros, era muy fuerte esa necesidad de trabajar juntos con una perspectiva, también, de sostener en el tiempo, como una especie de aventura. Y la manera que teníamos para trabajar era esta, no había una referencia clara hacia donde queríamos apuntar. Nosotros después conocimos otros proyectos que tenían algunas características similares, digamos, pero en ese momento no lo teníamos muy claro, nos costaba mucho definir lo que hacíamos, de hecho, durante mucho tiempo. Después cuando empezamos a editar discos, ahí como que se consolidó una banda dentro del grupo, entonces, sí, “hacemos música y poesía” y encontramos una forma de definir lo que hacíamos. Esos primeros años, también fueron muy endogámicos, muy con la mirada puesta hacia adentro, hacia los procesos grupales y la producción. Hacíamos espectáculos que nosotros le llamábamos muestras, una o dos al año en espacios recuperados; durante muchos años hicimos eso, grabamos un par de cassettes grabados de manera semi profesional que los repartíamos mano a mano y sin internet (risas), que era un poco más bravo… teníamos un correo de voz, me acuerdo, para comunicarnos con la gente y nosotros encaramos hacer un fanzine, también. Y esa era la forma que teníamos de producir y vincularnos con la gente, que eran amigos y amigos de amigos.

Cada uno de nosotros tiene sus propios caminos, sus propios senderos creativos, en cuanto a distintos oficios. Los poetas editan sus libros, cada uno de los músicos tiene, también, otras aristas y Buceo Invisible funciona como un aglutinador, como un lugar de encuentro que potencia lo colectivo pero, también, estimula lo individual.

En cuanto a lo musical, han construido un sonido y una forma de componer donde se reconoce un estilo ¿Eso lo fueron encontrando en el camino o era un rumbo claro que tenían?
Yo creo que fue un devenir, un proceso de crecimiento y autoconocimiento natural. Las primeras cosas que hicimos estaban muy basadas en las cosas que hacía yo como cantautor y, con los años, se fue generando un trabajo colectivo real donde cada uno aporta sus composiciones, arreglos y a producir nuestros discos artísticamente y ahí todos metemos mano. Con el correr de los discos se fue consolidando esa banda y ese trabajo grupal de verdad y a mí me encanta esta forma de trabajo donde cada uno aporta desde su lugar y su sensibilidad, y lo que se escucha es un poco la síntesis de todo eso.

“Luz marginal” (2018), el último álbum hasta el momento, parece ser un buen resumen de la carrera de Buceo hasta ahora, tanto en lo compositivo como en la diversidad de estilos que han transitado ¿Coincidís con esto?
Creo que es el disco, tanto desde o conceptual como desde lo lirico y desde el sonido, que logra captar de manera más cabal lo que nosotros queremos. Concuerdo contigo que, de alguna manera, es una buena síntesis del momento del grupo y, también, de las distintas vertientes que hemos venido trabajando.

¿Ya tienen material nuevo?
Sí, tenemos cosas nuevas que las hemos venido presentando en lo últimos conciertos, que van a estar el martes en el Solís. La idea es irlas grabando en el correr de 2022, agregando nuevo material y tratar de completar un álbum el año que viene. Es lo que deseamos.

¿Musicalmente qué rumbo tiene?
Nosotros como que nos movemos siempre dentro de la experimentación dentro de ciertas zonas de la cultura rock. Hay gente que dice no es rock lo que hacemos o nos pone en otro lugar. Yo creo que es una banda de rock que también hace otras cosas, digamos. Pero, sobre todo, hay una búsqueda de generar paisajes, climas que van desde la introspección a la explosión, características que siempre hemos explorado y experimentado.

¿El nuevo material se vio influido por la pandemia? Te lo pregunto porque supongo que no debe haber sido fácil mantener una continuidad para un proyecto numeroso como ustedes
Sinceramente, no lo tengo muy claro. Por supuesto, como a todas las personas en el mundo nos pegó, nos tocó de alguna forma, nos condicionó, nos hizo reflexionar y específicamente, durante meses no pudimos tocar ni ensayar. En cuanto comenzaron los primeros signos de reapertura, ya, ahí volvimos a trabajar juntos, incluso, hemos tocado bastante, dentro de lo posible, en el 2021. Sobrevivimos. Fue un momento fuerte, duro, tuvimos que suspender un par de conciertos, pero, a la interna seguimos trabajando.

Nosotros nos movemos siempre dentro de la experimentación dentro de ciertas zonas de la cultura rock. Hay gente que dice no es rock lo que hacemos o nos pone en otro lugar. Yo creo que Buceo Invisible es una banda de rock que también hace otras cosas, digamos. Pero, sobre todo, hay una búsqueda de generar paisajes, climas que van desde la introspección a la explosión; características que siempre hemos explorado y experimentado.

¿El show “Una flor cerrada” tiene que ver con la próxima producción?
Una parte está basada en este material nuevo, sí. Lo que decidimos hacer en el Solís, en cuanto a la música, es un repaso de todos estos años. Hay canciones y piezas poético-musicales que son cosas que trabajamos aparte de las canciones, de todos los discos.

El Solís es un escenario que les calza bien para desarrollar la propuesta, les queda cómodo ¿no?
Nos encanta. Puede resultar un poco pretencioso decir “si, la sala principal del Solís es un escenario que nos queda bien”…

Igualmente, lo dije yo…
Está bien (se ríe). El Solís es una sala que a nosotros nos encanta. Nos genera, por un lado como un desafío, nos pone un poco nerviosos tocar ahí, pero por otro lado, son los momentos donde podemos desplegar todo el trabajo que nosotros venimos haciendo; por condiciones técnicas y acústicas. Tiene un peso simbólico el Sois, aparte. Pero nosotros, también, nos sentimos cómodos tocando en la cantina de Villa Española o en un bar; también nos gusta eso, nos gusta mucho. Pero, por supuesto, que son sentires muy distintos y, en definitiva, son propuestas diferentes las que presentamos en cada uno de esos lugares. Igualmente, nos genera mucho placer tanto tocar en el Solís como en una cueva.

Pero, además, hay una cuestión espaciosa del escenario que les permite llevar la propuesta al extremo. Ahí no hay excusas de quedarse con las ganas de desarrollar la propuesta…
Sí, sí. Depende solamente de nosotros y de nuestra capacidad de trabajo, sin dudas. Las condiciones técnicas, acústicas y espaciales están dadas. Nosotros insistimos en que nuestra identidad esta dada por el trabajo con la poesía, con la música y también con lo visual. Nosotros siempre apostamos a eso de diferentes maneras, desde la proyección de diapositivas en los primeros años a después, la realización de pequeños audiovisuales, el trabajo plástico de Sebastián Vítola, después de Sebastián Santana y, para nosotros, Jimena Romero, que es la iluminadora, forma parte del grupo y eso no es una rareza, que queramos hacernos los raros, sino que, realmente la luz es una pata fundamental de nuestros espectáculos. Entonces, Jimena va a hacer doce años que trabaja con nosotros y es parte fundamental de nuestras presentaciones, y en una sala como el Solís, más aun.

Las entradas se pueden adquirir a través de Redtickets.

Foto: Difusión
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