A fines de julio pasado vio la luz «Promesas, memorias y algunos olvidos», el décimo álbum de Walter Bordoni donde, además de ser un trabajo en el que el cantautor revisita algunas canciones no tan difundidas de su obra musical, el CD viene acompañado de un libro (o viceversa) que reúne cincuenta textos de su autoría, la mayoría ya musicalizados a lo largo de su trayectoria. Esta vez, Bordoni retomó el camino más rockero de su repertorio, aquél al que “cada tanto” vuelve y que transita con destreza.
A propósito del lanzamiento de esta gran apuesta al formato físico en tiempos de plataformas digitales, conversamos con Walter sobre los temas que lo componen, la vigencia de sus canciones más longevas y la presencia, de una forma u otra, de algunos de sus eternos referentes.
Por Liber Aicardi
¿Cómo surge el disco «Promesas, memorias y algunos olvidos»?
Este disco es un tanto especial porque, también, tiene algunas canciones de otra época. ¿Cómo surgió en sí el disco? Mayoritariamente son reversiones y la verdad es que lo fui masticando de a poco. Al comienzo, tenía pensado reflotar un par de canciones, después me empezó a picar el bichito de repasar algunas más.
Hay siete canciones que son de mis primeros discos. Que son como esos lados B, digamos, alguna de esas canciones que van quedando un poco ocultas detrás de otras que estuvieron un poquito más de difusión, más de resonancia. Así, “Apolo 11″ es una canción que salió en el disco “Aguafuertes Montevideanas”, hay algunas canciones de mi segundo disco que yo no quedé muy conforme con cómo quedaron -por responsabilidad mía- y quería darles una nueva vida. Hay una canción que es la primera que escribimos, en coautoría con Alejandro Ferradás que salió en “Alter”, un disco en vivo mío del 2006, que también era como una antología de canciones y esa quedó ahí como perdida, que es “Encuentro en Sansueña”, una canción que le regalamos en su momento al Darno cuando cumplió 50 años. La estrenamos ese día. Estaban esas canciones y, después, se sumaron tres canciones más, que son más recientes. Una es “La promesa del sueño» que salió en “El hogar de los distintos” (2017), que ya en en aquél momento Shyra Panzardo (bajista) me decía “Walter, qué linda canción, cómo me gustaría cantar alguna vez”, yo le dije “vamo’arriba”. La veníamos probando en algunos recitales y está buenísima la versión que hace ella y era el momento adecuado para incluirla. Otra canción, que es la única que no tiene letra mía, es un poema de Macunaíma. Yo la compuse para un proyecto colectivo que fue por impulso de Demian Caula, donde hay artistas de Argentina, Brasil y de acá, de distintas generaciones, todos musicalizando poemas de Macunaíma y me gustó hacer una versión con ellos para ese trabajo. Yo la hice solo con piano y voz. Y la última canción es mi última coautoría con Dino “Memorias nuevas”, incluso Dino ya la había grabado y la incluyó en un disco que se llamó así. Siempre me gustó mucho, yo nunca la había grabado y, de vuelta, era era el momento. Obviamente, Dino es alguien muy importante para mí y quería tenerlo.
Este es tu décimo disco ¿Eso Influyó en que hayas decidido repasar parte de tu trayectoria?
La verdad, es que me di cuenta mucho después que era mi décimo disco, en ningún momento pensé en asociarlo con la cifra redonda. Sí, era un momento que venía de sacar el disco “Bajo la misma ciudad” un disco que salió en plena pandemia. Entonces, tampoco he estado componiendo mucho y era el momento justo como para hacer esta puesta a punto de reflotar estas canciones que hace tiempo quería volver a darles un poquito de vida. Y lo bueno del asunto -espero que a los oyentes le parezca lo mismo- es que yo siento que “Falso”, la canción más vieja del disco, por ejemplo, que es una canción de mi primer disco, de 1990, la compuse en el año ‘88, ‘89 y me parece que convive bien con canciones que son más recientes. Por supuesto, elegí algunas canciones que son de mi zona más rockera, capaz, un poquito más psicodélica dirán algunos. Yo siempre fui muy escucha del rock progresivo y hay una zona de mi obra, que venía por ese lado.
¿Qué te llevó a explorar esa zona nuevamente?
Cada tanto vuelvo a eso. “Bajo la misma ciudad» fue un disco un poco más acústico, más reposado que el anterior, que es un disco bastante bastante rockero también. Igual, ni hablar lo que hice con Los Kafkarudos (N de R: agrupación conformada junto a Tabaré Rivero, Alejandro Ferradás y Gastón “Dino” Ciarlo). Llegué a una conclusión, había una etiqueta que los gringos usaban, que ahora no se escucha mucho, pero cuando yo era adolescente y joven se escuchaba mucho que era “folk-rock”. Lo que hacía Bob Dylan o Crosby, Stills & Nash, que a veces era más acusticón y a veces eran más eléctricos, cuando entró Neil Young, más aún, y es una buena definición. Yo creo que, más o menos, hago eso: folk-rock, combinado con algunas cosas, sonoridades y sobre todo a nivel de las letras con historias, con una poética que es más de acá, de esa parte del mundo. Y, ya te digo, en este caso, tenía ganas de reflotar esa zona más rockera, aunque también está “La promesa del sueño”, que es hiper acústica y minimalista. De hecho, es un track donde no hago nada, salvo haber escrito la canción. En un momento me dice Santiago Peralta, que es el productor, “podrías tocar el piano o de repente, hacer una segunda voz”. “No, no, así está buenísima”, le digo. Me pareció que la canción no precisaba más nada.
Es eso de darle a la canción lo que realmente pide ¿no?
En general, cuando pensamos los arreglos y los instrumentos, siempre la premisa es que cada canción tenga su colorcito propio. Y esta canción, yo ya la grabé con piano y voz en “El hogar de los distintos». En este caso es con guitarra acústica -yo no toco guitarras en este disco- así que no tenía mucho sentido que interviniera.
¿Qué te pasa con canciones como “Falso”, por ejemplo, que tienen treinta años y, de repente, parece que la letra hubiera sido escrita ayer?
Es lindo. A mí me deja contento. En ese momento era un tipo, primero, con muchísima menos experiencia, menos carretera, menos todo. Éramos básicamente amateur. Ahora tiene un arreglo bastante diferente, pero la esencia de la canción, lo único de la historia que hoy no es aplicable es que en un bar, en la época, se podía fumar. Fuera de eso, está buenísimo. Hay otra canción que habla de la ONDA, por ejemplo, no es que la canción habla de eso, pero menciona a la ONDA, pero la esencia de la historia es la misma. En otro caso, tuve que cambiar algunas letras porque tenían referencias que eran demasiado temporales. En “País virtual” me pasó, en “Despacho urgente» también. En “País virtual” habla de faxes, por ejemplo, y ahora dice “la verdad es un meme de Whatsapp”, por ejemplo, y cambié algún personaje: estaba Pinochet, estaba Gorbachov, ahora está Putin y está Bolsonaro.
Está Guido también… (risas)
Está San Guido (aclara entre risas). Y hay muchos devotos de San Guido…
Era el momento justo como para hacer esta puesta a punto y reflotar estas canciones que hace tiempo quería volver a darles un poquito de vida. Y lo bueno del asunto -espero que a los oyentes le parezca lo mismo- es que yo siento que “Falso”, la canción más vieja del disco, por ejemplo, que es una canción de mi primer disco, de 1990, y me parece que convive bien con canciones que son más recientes.
Que el disco comience con “Apolo 11” y que en el medio haya canciones como “Falso» y hacia el final hayas ubicado “Lo que se espera de mí” ¿cuenta, de alguna forma, como un viaje personal?
Puede ser, puede ser… Te soy totalmente honesto: que “Apolo 11” sea la canción de apertura no fue mi primera idea. Santiago Peralta fue el que tuvo la idea, pero él lo pensaba más desde el punto de vista musical, abstrayéndose un poco de las letras. Pero, efectivamente, hay como un viaje porque “Apolo 11” es la historia de un niño que, hipotéticamente, soy yo mirando en la tele lo que se supone que era la llegada del hombre a la luna, pero no nos vamos a meter en eso (se ríe). “Falso” es una canción ya más de adolescencia o primera juventud. Y “Lo que se espera de mí”, sí, es una declaración de principios ya de alguien un poco más grande.
Y hablando, particularmente, de “Lo que se espera de mí” que es, como bien decís, una declaración de principios ¿te trajo muchos conflictos el hecho de no responder a ciertas expectativas?
En su momento, sí, sin duda. Salvo excepciones, como puede ser Martín Buscaglia -que no le pasó porque su padre era “El corto” (Horacio Buscaglia) y su madre era Nancy (Guguich)- nadie quiere que el nene o la nena te diga “yo me voy a dedicar al arte”. Sí, sí, eso genera conflicto. Pero creo que son bienvenidos esos conflictos porque, justamente, soy bastante cabeza dura, tampoco me voy a hacer ahora el súper rebelde, pero sí terco. Yo, realmente, estaba convencido de que quería recorrer ese camino. Entre medio también tuve que trabajar en otras cosas para “parar la olla», pero sí, siempre tuve claro que yo, lo que lo que soy es músico, un tipo que escribe, etc. El Dino tenía una frase maravillosa -él también trabajó toda la vida en otras cosas y se jubiló como empleado del molino- él decía “yo en el trabajo, sobrevivo. Cuando salgo y agarro la guitarra y me pongo a tocar y me junto con ustedes, ahí estoy viviendo”.
En este disco están presentes varios de tus referentes: en la coautoría con Dino, o el tema para el Darno, incluso “Hendrix en el subway». ¿Es deliberado esto?
Esa gente siempre ha estado en todo lo que yo hago y va a seguir estando, a veces está más explícitamente que otras. A Hendrix yo lo citaba en la primera canción que edité, en “Apuesta”. Y cuando me tocó elegir un poema de Macunaíma para musicalizar, dije “venga, éste es para mi”. La canción dedicada al Darno “Encuentro en Sansueña”, como te decía, es un es una canción que yo hace tiempo que tenía ganas de reflotar, porque me parece que es una buena canción. Independientemente de que está inspirada y está dedicada a Eduardo. Y Dino desde siempre… pero naturalmente, en estos últimos años su partida física me afectó mucho. Tenía que tenerlo a Dino acá porque yo creo que los símbolos también son importantes. La canción, la versión que hicimos tiene un coro final donde canta Santiago Peralta, canta Shyra -no me acuerdo si quedó algún coro mío o no- pero para mí era importante que estuviera Gastón Rodríguez y Garo Arakelian. Porque con ellos dos, juntos o por separado, vivimos muchas cosas con el viejo Dino. Entonces, para mí, era importante que estuvieran, más allá de que es un coro que dura los últimos treinta segundos de la canción, capaz un poquito más. Eso sí, fue totalmente consciente.
Tenía que tenerlo a Dino en el disco,porque yo creo que los símbolos, también, son importantes. La versión que hicimos de ´Memorias Nuevas’ tiene un coro final donde canta Santiago Peralta, canta Shyra Panzardo,pero para mí era importante que estuvieran también Gastón Rodríguez y Garo Arakelian. Porque con ellos dos, juntos o por separado, vivimos muchas cosas con ‘el viejo’ Dino. Entonces, para mí, era importante que estuvieran, más allá de que es un coro que dura los últimos treinta segundos de la canción.
¿Cómo surgió la idea de sacar de forma conjunta el libro con el CD?
El proyecto lo tenía de antes. De hecho, o sea, si habíamos hablado con Maca, el responsable de la editorial Yaugurú, que además es el diseñador gráfico de las portadas de una cantidad de discos míos, y habíamos pensado hacerlo para el año pasado. El reto surgió porque, en estas tertulias, eventos en vivo que hay de lecturas de poetas, me empezaron a invitar. Me lo propuso y le dije que no, que yo hago canciones. Él insistía, me decía “fíiate que tus letras tienen una cuestión poética también”, y dije “bueno, probemos”. Probé una vez, probé dos veces, probé tres veces y me terminé de convencer que, efectivamente, funcionaban. Entonces teníamos ese proyecto de hacer el libro que iba a salir el año pasado. Pasó lo de la muerte de Dino -nosotros íbamos a hacer un concierto con Dino y, luego, eso se reconvirtió e hicimos un concierto colectivo con invitados en el Solís- y yo me concentré en eso. Eso era en setiembre. Después, yo me iba de viaje como por un mes y no tenía sentido sacar un libro que no voy a difundir, no voy a defender, va a quedar todo para el año que viene. Ya tenía pensado grabar este disco en octubre o noviembre y sacarlo este año. Si a eso le sumamos que el disco físico ha perdido mucho terreno, dije: “¿no quieren sopa? Acá tienen dos platos”. Una cosa que me pone muy feliz es que me hayan apoyado la editorial Yaugurú, por un lado, y el sello Bizarro por otro, de hacer una edición física conjunta, que es el libro con 50 textos, y en la parte de atrás trae el CD. El que le gusta el objeto físico, por un precio que va a ser similar al de un disco o de un libro, va a tener las dos cosas. La historia fue esa.