Trotsky Vengarán: “Nosotros confiamos en las canciones”

El pasado viernes vio la luz en plataformas digitales “Todo está por pasar”, el decimotercer trabajo de estudio de Trotsky Vengarán que, en breve, también se publicará en formato CD. El mismo se ubica entre los puntos altos de la discografía de la banda, desarrollada a lo largo de más de tres décadas de existencia, recorriendo y explotando sus distintos ribetes sonoros, derivando ello en un tracklist sólido al mismo tiempo que manteniendo su clásico sello.
Por otra parte, los próximos jueves 29 y viernes 30 de diciembre Trotsky se presentará en La Trastienda MVD en sus ya clásicos shows de fin de año “La Noche de los Deseos”.
A propósito del lanzamiento de su nuevo disco, entrevistamos al frontman de la banda, Guillermo Peluffo, en un extenso y sustancioso encuentro donde abordamos el proceso del álbum, recorrimos algunos de los principales tópicos que lo componen y reflexionamos sobre otros aspectos que trascienden lo estrictamente musical.

Por Liber Aicardi

Foto: Difusión

En la entrevista que hicimos en ocasión de la salida de “Los Valientes”, en 2018, vos dudabas que volvieran a lanzar un disco en formato físico. Finalmente, aunque aún no se publicó “Todo está por pasar”, va a salir en CD. ¿Le cambia en algo a Trotsky que un disco se edite en formato físico?
La verdad que como objeto sí, porque queda más claro que no son canciones que se acumulan, sino que es una obra que tiene un período de composición, que tiene una lógica, uno agota determinadas emociones en una canción y va hacia otro lugar en otras, entonces, nosotros seguimos haciendo discos. Nos parece que la única forma de hacerlo, como análogos que somos (se ríe) es que salga, aunque sea en una versión de CD. Irremediablemente, nuestra cabeza iba por el lado del vinilo si queremos que sea físico, pero la verdad es que nuestro público no es un público consumidor de vinilos, nuestro público escucha nuestra música de cualquier manera. Obviamente, le gustan las canciones y nosotros estamos convencidos de que toda la producción sonora del disco es más que nada un berretín nuestro, más que algo que pida nuestro público en particular. Seguimos apuntando a sonar bien porque nosotros escuchamos discos que tienen determinada sonoridad y es emocionalmente, y culturalmente, a donde apuntamos. Más viejos son los discos, más análogos suenan ¿no? Entonces, hace rato que vamos a estudios que tienen ingenieros que le prestan mucha atención a toda esa parte de las texturas de sonido. Y todas esas decisiones, en cierto sentido, están relacionadas con tu pregunta, porque nosotros precisamos que haya algo físico y recibimos con mucha alegría el razonamiento de Andrés Sanabria (N de R: Director de Bizarro Records) de que, por la cantidad de público que manejamos, igual se puede hacer una tirada de CDs que seguramente se agote y se financie a sí misma. Y quede un testigo en algún lugar de que las canciones suenan de una manera de la que las plataformas digitales están muy lejos de lograr, una calidad de sonido como la que uno siente al momento de tocar.

¿Les genera la misma expectativa lanzar un nuevo disco a esta altura de la carrera?
En realidad, sabemos que si nos llenan de elogios cuando escuchen el disco un montón de personas, no es que lo despreciemos, pero sabemos que no le vamos a dar su verdadera dimensión hasta que este disco se haya tocado en vivo, las canciones decanten y uno vea, cuando pasa el tiempo, qué es lo que queda. Por las razones que sean, nosotros quedamos muy sorprendidos con la recepción de “Los Valientes” porque era un disco medio raro para nosotros, habían varias canciones que salían del eje de composición usual de Trotsky. Canciones como “Acá estoy” o mismo temas que iban por lugares súper melodiosos como “No me digas que no”, que es una apuesta total a un estribillo que uno se imagina que lo va a corear la gente. Uno planta, pero después germina lo que germina, crece lo que crece y, la verdad, que crecieron muchas cosas alrededor de “Los Valientes” que funcionaron muy bien. Entonces, dos años después de salido el disco, recién entendimos nosotros mismos bien qué pasaba con ese disco. Había un montón de rincones del disco que nos parecía que iban a brillar y pasaron desapercibidos, y otros que nos parecían que eran personales y eran, para nosotros más que nada, un berretín en el disco, la gente los abrazó. Son cosas raras que pasan. Es tan difícil evaluar al punto que ya no lo hacemos, sólo hacemos comentarios.
Pasan cosas muy raras con las canciones, el primer golpe no es el único. La gente se queda con las canciones, se las apropia, cada uno hace lo que quiere o lo que su grupo de amigos le indica o lo que su grupo de amigos curte. Es muy difícil de evaluar la salida de un disco hoy en día. Nosotros hacemos al revés ¿A dónde queremos ir antes de empezar? Y allá vamos. Después, que pase lo que tenga que pasar. Nosotros confiamos en las canciones y, a partir de que sale el disco, son de la gente y ya no son de uno.

El proceso de este disco fue un tanto particular ¿no? Te lo pregunto, sobre todo, porque no recuerdo que hayan dejado de tocar para componer y grabar, sino al contrario, fueron de las bandas que más tocaron en estos últimos años.
En realidad, habíamos tratado de hacerlo en pandemia. Algunas ideas que surgieron en la pandemia sobrevivieron al proceso, muchas otras no. Lo que sucedió es que era un ambiente raro, en cualquier encuentro cotidiano uno tenía que calcular cosas y para el tipo de música y de temática que nosotros abordamos era raro; las cosas que salían parecían muy trascendentales, no comulgaban con el espíritu de la banda, entonces dijimos: “vamos a esperar a que termine todo esto y cuando se vea luz en el horizonte arrancamos con el disco nuevo”. Y, a fin del año pasado, decidimos arrancar. Empezamos a juntar todas las grabaciones que habíamos hecho cada uno por su cuenta, empezamos a traer melodías nuevas en verano donde había más tiempo libre, más tiempo libre que uno quería usar porque era como que venía el verano y uno quería hacer cosas. Ahí empezamos y rápidamente se armó el disco. Fue una cosa que obviamente, a la luz de lo sucedido, había una energía concentrada que cuando se liberó empezaron a salir las canciones a granel y empezamos a trabajar y abandonar, a trabajar y a seguir, a recuperar. Cuando quisimos acordar teníamos el disco, cuando encontramos el equilibrio, rápidamente aparecieron dos o tres cositas que funcionan muy bien, que ya tenían su letra.

Es un disco muy parejo, al punto que al escucharlo completo podría decirse que hay muchos temas que perfectamente pueden ser singles.
Para que tengas una idea, nuestra lista de singles era de ocho (se ríe). Se las mandamos a Andrés, y como esta salida era digital, se va haciendo por etapas que es algo que nos solicitó el sello, se marcaron cuatro cortes de salida y básicamente no sabíamos cuáles iban a ser los cortes de difusión porque todos nos gustaban. Entonces, de los ocho, Andrés eligió cuatro y fueron saliendo de manera escalonada. Pero sí, más que nunca éste es un disco para escuchar en su totalidad porque, en realidad, este disco lo empezamos pensando en los distintos estilos de punk rock que más o menos podemos habitar nosotros. Es decir, no vamos a tocar un ska, no vamos a hacer una canción de barricada. ¿Qué quiere decir los distintos estilos de punk rock? Bueno, hay un punk rock 70’s, como más elegante y abierto, tipo The Clash. Hay una cosa más oscura de los 80’s, otra más divertida de los 90’s, hay ese tipo de cosas. Y en determinado momento dijimos: “vamos a hacer canciones que recorran todas esas aristas, vamos a recorrer todos esos lugares”. Y por ahí empezamos. Después, se le propone al productor y el productor la lleva para un lado o para el otro, pero sí nos preocupamos por no estar encerrados en un universo sino tratar distintos estados de ánimo, aristas, historias…
A veces Trotsky ha logrado puntos altos en cosas profundas. Creo que este disco tiene puntos altos en dos o tres lugares que buscan cierta profundidad. Trotsky, de repente, es muy pasatista y “te quiero hacer reír y nada más”. Después, pasa por esos lugares intermedios difíciles de descifrar. También tiene todo eso. Tratamos de ser más amplios, esa es la verdad.

La gente se queda con las canciones, se las apropia, cada uno hace lo que quiere o lo que su grupo de amigos le indica, o lo que su grupo de amigos curte. Es muy difícil de evaluar la salida de un disco hoy en día. Nosotros hacemos al revés ¿a dónde queremos ir antes de empezar? Y allá vamos. Después, que pase lo que tenga que pasar.

Hay un aspecto que es notorio que han profundizado y es en darle distintos tratamientos a la voz, que si bien no es nuevo, es algo que está más presente que en otros discos.
Sí, en este disco es radical. Y eso hace que te plantees si no tenés que hacerlo en vivo también. Entonces, el ingeniero en vivo también tiene que aprender a hacer eso. Sí, las canciones tienen un tratamiento muy distinto a propósito y algo que descubrimos en los shows de pandemia, abordando el repertorio, es que tuvimos que mover canciones de su tonalidad original justamente para lograr más dinamismo en el show, porque sino quedamos atrapados en “el rango que Guillermo puede” (se ríe). Me entrenaron para poder llegar a otros lugares, con mucha paciencia y con todo el tiempo que teníamos, y aprendí a llegar a otros lugares con la voz y eso promueve que salgan canciones que recorren otros caminos como “Soy la tormenta” o “Cayendo” que son voces que están en una tonalidad distinta. De repente, hay otras canciones en las que ya lo habíamos hecho pero, en el resultado, mi voz al final no estaba a la altura de lo que buscábamos.

Justamente, esos temas que mencionás tienen otra intencionalidad, hay cierta oscuridad…
Sí, tienen una energía negativa sobrevolando que son universos a los que uno quiere llegar sin que se vuelva forzado para el repertorio de la banda. Algo que descubrimos con los recitales en pandemia es que la gente disfrutaba también de esos temas que, de repente, no son los más festejos de los shows pero que la gente escucha todo el disco. Esa gente en su casa también disfruta de otros colores y rincones de la banda. Todo convive y todo se da naturalmente en el disco, porque en una canción poner toda esa energía, la verdad, me parece un castigo más que otra cosa. Me parece que estos artistas que viven de una canción deben sufrir mucho. Nosotros somos agradecidos de poder seguir haciendo discos porque en una canción hablaste de una cosa, en la de al lado hablaste de otra y en la otra hablaste de otra cosa. Cada canción hace crecer a la de al lado o, al menos, la afecta de alguna manera, la toca, se contaminan y terminan siendo todas parte de lo mismo.

En este disco también se da la particularidad que Gabriel canta en el tema “14 de julio” y es la primera vez que graba con Trotsky en un disco de estudio.
Sí, y lo que quisimos es que fuera un dúo conmigo porque es algo que nunca había sucedido. En realidad la razón, más que tener el matiz de su voz, fue una cuestión sentimental y es que yo estaba haciendo una canción que habla de lo que viví en mi infancia en una calle empedrada que se llama 14 de julio. Y un día, en un asado que nos invitaron unos amigos de Rocha antes de un show, yo escuchaba hablar a los muchachos que tenían muchos años menos que nosotros y hablaban de su infancia y era la misma que la mía. Ahí me di cuenta que el mundo cambia todo el tiempo y hay gente que le pasan las mismas cosas. Hay gente joven a la que le pasa las mismas cosas. El miedo mío era ponerme a hacer una canción como “Chiquillada” y tropezar y embarrar todo. Entonces, con mucho respeto, empecé a armar una letra. De todos los versos que escribí quedaron muy pocos, pero originalmente seguía siendo “14 de julio” y tiene eso de que pintar más lo particular refiere más a lo general. También lo fue “192 Manga” que la cantan en México que la entienden perfectamente de lo que está hablando aunque no conozcan el 192, lo mismo que vos entendés de una canción de Bruce Springsteen cuando dice que agarra por la esquina y bajó y hay un tipo fumando y vos decís “sí, en casa no hay un tipo fumando pero hay otra persona que está haciendo otra cosa”. Hay algo muy cercano y entonces quedó. Como le había dicho a Gabriel que estaba haciendo una letra del barrio, ahí lo invité y fuimos armando, junto con los compañeros, la melodía.

Pero más allá de eso que decís de que lo particular luego se hace general, es una canción que está ligada a la historia de los dos.
Totalmente. Esos son los típicos picaditos de fútbol que uno los ve entre niños pero que antes eran de adultos, entre jóvenes que eran los que terminaban de laburar, el del almacén, el de la ferretería, el del taller mecánico, el hermano, los que volvían del liceo… y se convocaban algunos juveniles. Entre los juveniles estaba Gabriel y Favio, que era el vecino de al lado, que eran como hermanos. Y yo era imposible que entrara en ese picadito. Estamos hablando que dejaban entrar a dos o tres de 12 años que la movían mucho y que aguantaban los patadones que les daban, porque la mayoría tenían 17, 18 años y siempre había alguno de 40. Y siempre era por una cerveza y una Teem, se cortaba, obviamente, y a los niños se le daba la Teem (se ríe).
Aparte, estaban los que jugaban, las viejas pidiendo por favor que no jueguen, los policías que llegaban y veían que era un picadito y no podían hacer nada, los más niños que hinchábamos por uno o por otro… era la calle. Y eso pasa en muchos lugares. Un amigo colombiano me escribió diciéndome que allá era exactamente lo mismo. Capaz que es algo que no existe en el lugar en que nosotros estamos ahora, pero en algún lugar está pasando. Obviamente, no es como antes que era en todos lados. Todo el mundo te va a contar algo que hacía cuando era chico que ya no se puede hacer y cómo se perdieron esas cosas, porque hay algo que es cierto: la civilización y tener más confort y tener las cosa más ordenadas, nos hace perder muchas cosas. Y, cuando queremos acordar, perdimos cosas que nos gustaban mucho.

Más que nunca, éste es un disco para escuchar en su totalidad porque, en realidad, lo empezamos pensando en los distintos estilos de punk rock que más o menos podemos habitar nosotros. Es decir, no vamos a tocar un ska, no vamos a hacer una canción de barricada.

¿“Soy la tormenta” representó un desafío para vos como letrista?
No, fue muy fácil. Esa canción es de la pandemia, salió en los primeros ensayos que nos juntamos en el medio de la pandemia. Es como un mantra, el machaque ese de la batería, el bajo, esa guitarra rara y la melodía… sabíamos que iba a ser algo circular e interminable. Se estaba terminado el disco y yo no encontraba algo que caminara por ese carril y fui a ver la obra de Florencia Infante “Soy la tormenta”. Me pasó, primero, que hay dos o tres lugares que a mí me tocaban, que yo sentía que me pasaba lo mismo. Es más, es algo que se lo dije públicamente cuando presentó su libro, que ella estaba muy pendiente de toda la parte femenina y de la agenda feminista, de la visión de la mujer y toda esa cuestíón. Le dije: “esto que hablás vos es universal”. Yo no quería ir a la clase de ballet, pero quería ir a otro lugar, yo vi una infancia donde me ví reflejado y vi un montón de conflictos existenciales que atravesé sin ovarios, sin nada de eso y me conectó mucho.
A mí me quedó retumbando “soy la tormenta”, pensé: “es un estribillo de una letra de Trotsky, a mi me gustaría hacer una letra”. La hice, se la mostré y me dijo que sí. Me invitó a incorporar dos o tres cosas más para acercarla aún más a la temática de la obra y ahí empezaron a aparecer latiguillos que son parte recurrente de la obra y terminó siendo algo muy natural. Orgánicamente funcionó muy bien, fue muy fácil.

Se corre bastante de lo que es un tema de Trotsky.
El tema es un tema disruptivo dentro de Trotsky. Trotsky cada tanto toca temas disruptivos. Algunos funcionan y otros no, pero cada tanto mete alguna cosa de este tipo… siempre aparecen.

Y el hecho de hablar en primera persona del femenino ¿cómo se dio?
Eso me pareció que hacía valer la pena el esfuerzo del riesgo de derrapar. Valía la pena el riesgo porque me parecía que hay una sensibilidad distinta que se está desarrollando, que es evidente. Yo lo que trato de hacer no es apoderarme de nada, es simplemente desarrollar una poética que camina por esos lugares, atraviesa y sigue de largo pero no trata de apoderarse de nada. Por eso me parecía que esa sensibilidad que había despertado una obra de una artista mujer correspondía dejarlo en claro. Era honesto intelectualmente, pero sobre todo honesto con uno mismo. Y me parecía que aparte ayudaba al espectador a que no se cuestionara demasiado de dónde salió eso sino “ah, salió de ahí.. ya está, ahora puedo escucharlo”. Como que dejaba las reglas claras y, a veces, hacer un marco ayuda a que se perciban más algunas cosas.

Con respecto a los shows de pandemia que hoy mencionabas. ¿Cómo tomaron las críticas, sobre todo las del show del Antel Arena?
Le podemos dar mil vueltas a todo, pero las decisiones están basadas en cosas que se decidieron antes, mucho antes. Nosotros lo único que tratamos de ser es coherentes. Si yo voy a tocar un lugar donde no podés entrar sin remera, te guste o no te guste, hay reglas. Lo que más nos ofendió de todo el Antel Arena es que se le hiciera alcoholemia a la gente. Eso es ofensivo ¿Por qué no puedo entrar borracho o tocado a un recital? No voy a una cirugía, no voy a manejar un bondi, voy a escuchar a Trotsky ¿Por qué no puedo ir escabiado? Está bien, si el tipo está escabiado y molesta a la gente hay que retirarlo, pero no porque está escabiado sino porque molesta a la agente.
Nosotros convivimos con reglas de Salud Pública ¿no? Por ejemplo, no podes tocar en un lugar donde no se preparan los alimentos de determinada manera. Entonces, si Salud Pública dice “para tocar se hace así”, yo lo que tengo que decidir es si quiero ir a tocar bajo esas reglas. La discusión de “esto es una mentira” o “esto es un avasallamiento a la libertad” me parece que se tiene que discutir en otro lado, no la tiene que discutir una banda de rock & roll. Y si las va a discutir una banda de rock & roll es dentro de una canción ¿me explico? Me tienen cansado los artistas que salen a hablar de otros artistas. Usted no quiere ir ahí, no vaya. Pero ¿por qué no quiere que vaya nadie? Es ridícula esa conversación. Aparte, por lo menos, hacé una canción y decilo ¡por lo menos!… Hacé una milonga y decí un recitado, pero salir a hacer versos sin música de fondo, a mí me da vergüenza.
De todas maneras, a la gente que no le gustó nada que lo hiciéramos y no fue a ver ningún show la respetamos totalmente, pero totalmente. No está obligado a seguirnos en cualquier cosa que hagamos. Ahora, no me digas que me quede en casa esperando que pase todo esto y después yo no tenga banda, como le pasa al cincuenta por ciento de los músicos que no salieron a hacer nada y hoy no tienen proyecto.

El público se recicla, se separa, va, viene, pero yo creo que el sustento de estos treinta y pico de años es esta especie de Jackpot que nos ganamos con Cuico y con Hugo de poder seguir teniendo una banda de rock & roll.

¿Cómo sintieron la reacción del público en ese sentido?
El público de Trotsky se dividió en dos. Lo que le dijimos a los que no le gustaba la onda fue: “bueno, nos vemos al final. Está todo bien”. De todas formas, apareció en los recitales un público que nunca se había animado a ver a Trotsky si no era en estas condiciones, un montón de gente de nuestra edad que hacía mucho que no iba a los recitales. Está el que te dice: “yo quiero escucharlos a todo trapo”, y está el que dice: “yo quiero llegar, estacionar el coche, sentarme, tomarme un whisky de 12 años e irme”. Con mucha gente fue un reencuentro y, también, un montón de gente que te dice: “loco, la verdad, me dio vergüenza verte, era como ver un show de mierda de los que odio”. Y está todo bien. Pero se lo acepto al tipo que se tomó la molestia de ir. Capaz que si yo estuviese en ese lugar pensaría lo mismo, pero cada uno está donde le toca estar y está todo bien.

¿Cuánto tiene que ver el público, más allá de la amistad entre Hugo, Cuico y vos, la permanencia de más de 30 años como banda?
Nosotros, más que nada, hablamos con sorpresa de cómo se sigue enganchando gente. A diferencia de Buitres, por ejemplo, somos una banda cuyo público se recicla mucho. Es como un consumo compulsivo (se ríe) que en determinado momento los detona. Cosa que yo interpreto por ese lado porque me pasa eso con muchas de mis bandas favoritas, hay veces que siento que tengo que descansar de escucharlas. El público se recicla, se separa, va, viene, pero yo creo que el sustento de estos treinta y pico de años es esta especie de Jackpot que nos ganamos con Cuico y con Hugo de poder seguir teniendo una banda de rock & roll. Pero, por sobre todo, reconocer la suerte que tenemos, en una gimnasia de ida y vuelta donde los roles y los estados de ánimo se intercambian según la época. Pero a lo que nunca renunciamos es al tesón y al trabajo. Yo creo que seguimos encaprichados y encontrando socios que te renuevan, como es el caso de Grano (Juan Pablo Granito, bajo y coros) y en otra dimensión, tener amigos como Michel (Michel Illa, guitarrista en vivo), y otros colegas que te cruzás, te empujan a seguir adelante.
Yo creo que es más que nada nuestro círculo de amistad, que te sigan gustando fundamentalmente las mismas cosas, que aparezcan otros matices y otros colores, pero, sobre todo, la suerte que tenemos de que haya público que nos siga acompañando.

Las entradas para los shows del 29 y 30/12 en La Trastienda MVD se encuentran a la venta a través de Abitab

Foto: Difusión
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