A veinticinco años del lanzamiento de su disco debut, “Salud, dinero y dinero”, Trotsky Vengarán es, ya desde hace un largo rato, una de las bandas clásicas de nuestro país. A lo largo del tiempo, el grupo, ha atravesado distintas etapas del rock local siendo uno de los más prolíficos, contando con diecisiete álbumes, entre trabajos de estudio y grabaciones en vivo, además de tres DVD’s que plasman el directo de la banda, una pata fundamental de su carrera. A fines de 2018, publicaron su álbum N°13 de estudio, titulado “Los Valientes” y lo presentan en vivo los próximos viernes 21 y sábado 22 en La Trastienda MVD, teniendo la fecha del día 22 localidades agotadas. A pocas semanas de haber retornado de su gira por México (que, también, incluyó Miami), conversamos con dos de sus referentes, Guillermo Peluffo y Hugo Díaz, entre otras cosas, sobre el nuevo disco, su obsesión por los estribillos y su relación con el fútbol, a la vez que recordamos aquél primer trabajo de 1994, cuyo objetivo inicial era simplemente “hacer un cassette para la feria”.
Por Liber Aicardi
¿Cómo encaran un disco nuevo después de tantos años de carrera?
Guillermo – Nuestra razón de vivir, como banda, sigue siendo hacer canciones nuevas. Los discos se vuelven, cada vez más, un desafío. Está en jaque la propia existencia del disco, por las razones de la industria, por el auge de la canción por sí sola, por la existencia de plataformas como Spotify, que desafían la existencia del disco como concepto. Nosotros nos aferramos a eso con lo que crecimos, que son discos. Nos gustaba escuchar bandas, seguir bandas y cada disco es un universo específico que está compuesto de canciones, pero, nos parece que tiene que tener cierta globalidad. Y es el desafío que nos mantiene vivos, es inevitable que lo hagamos, no lo elegimos. Lo hacemos porque nos nace. Incluso, con la particularidad de que éste, “Los Valientes”, podría ser el último disco físico que sacamos porque, aunque no va a desaparecer el disco físico, no sabemos hacia dónde va la industria.
¿Entonces, a la hora de componer, siguen pensando en el disco como una obra?
Hugo – Si, nosotros abrimos como la temporada de composición, empezamos a trabajar ideas, en principio de una manera muy básica, con guitarras acústicas, tratando de que las canciones cierren más allá del sonido que le podemos dar en el ensayo. Cuando las canciones suenan a nosotros, ya sentimos que llegamos a un lugar donde estamos cómodos y donde podemos ponerle el pecho a las balas y sentimos que estamos en un terreno Trotsky, digamos. Por lo general, componemos un paquete de quince o dieciséis canciones, descartamos las que sentimos que no están a la altura de las demás y con doce, trece canciones ya tenemos un disco. Pero, seguimos pensando en términos de disco.
En un momento de su carrera, por finales de los 90’s empezaron una búsqueda musical, pero, más tarde, asumieron que tenían un sonido, una manera de hacer canciones ¿Cómo fue ése click que hicieron?
Guillermo – Yo creo que el click es mucho más cerca en el tiempo. Nosotros hicimos un click grande cuando, después que, finalmente, nos fuera bien (cosa que ya habíamos descartado como una posibilidad, creíamos que nunca íbamos a vender más de cien entradas). Finalmente, sucedió y vendimos, cien, doscientas, mil, tocamos en festivales y, de repente, hubo como un bajón. Coincidió el bajón con que vamos a tocar a otros lugares donde ya no sos el plato fuerte de la noche. Entonces, nos paramos frente al show que hacíamos y empezamos a identificar las cosas que estaban cargadas con esa moda que se generó con las bandas nacionales, entre ellas Trotsky, y lo que era tu sustancia ¿no? Identificamos cual era la columna vertebral de nuestro monstruo, digamos. Entonces, al fortalecerla, el monstruo puede seguir sumando partes, caras, ojos, brazos, muchas cabezas, porque la columna vertebral se respeta. A eso se refiere Hugo cuando habla del “sonido Trotsky”. Hay algo que no es éste sonido de guitarra ó tal o cual sonido, es una cosa que sentimos en el ensayo, después de tocar las canciones repetidamente, decís “soy yo” ó “esta es una canción que la tiene que agarrar otra banda porque, para traerla a mi mundo, la estoy arruinando, pierde la gracia original”. Empezamos a respetar lo que habíamos generado, como que, un poco, escapamos de nosotros mismos siempre haciendo un disco nuevo pero, al mismo tiempo, respetar lo que está hecho.
Hugo – Para uno es muy difícil, a veces, hacer ese trabajo de mirar para adentro y decir “¿Qué soy? ¿A dónde quiero llegar con esto?”. Vos estás tratando de hacer canciones y no te estás dando cuenta muy bien cuáles son tus puntos fuertes y cuáles son tus puntos flacos. Yo creo que esa búsqueda de la que vos hablabas de los primeros discos son manotazos para ver dónde nos sentíamos más cómodos. Y, a veces, tiene que llegar gente de afuera que te dice: “lo que tienen de bueno ustedes es esto y esto otro”. Uno de los primeros que recuerdo es Jaime (Roos), que nos ordenó mucho la cabeza en cuanto a cuáles eran nuestros fuertes y a dónde teníamos que preocuparnos por llegar.
¿Cuánto pesa, en ustedes, el estribillo al momento de la composición?
Hugo – Sí, tenemos una formación de estribillos…
Guillermo – Somos hijos del rock de los ’80, es inevitable eso.
Hugo – Desde Joan Jett, pasando por los Ramones y pasando, también, por el melódico internacional, Nino Bravo, por ejemplo… esos estribillos en que vos sentís que la canción se abre. No siempre lo podés lograr pero, a veces, a eso aspiramos.
Guillermo – Eso es cierto, tenemos una obsesión con los estribillos. Y, en determinado momento, nos obsesionamos por tratar de no tener estribillos porque, es difícil logarlo y, después que lo lográs, tampoco lo podés meter en todos lados. Nunca empezamos desde el mismo lugar la composición, es una relación muy emocional y somos muy crueles. Es: “te quiero o te mato”. Lo normal es que empecemos por la melodía y, cuando tenemos la melodía, una de ésas que no te la podés sacar de arriba, el estribillo se vuelve una obsesión. Y, cuando tenés un estribillo que sentís que estás codeándote con esas referencias que te dijimos o nosotros sentimos que nos estamos codeando con ellos, viene la parte de la letra y decís “no podemos ponerle cualquier letra a este estribillo”. En definitiva, hay una obsesión con los estribillos.
Este disco, en particular, tiene muchos estribillos…
Guillermo – Se llenó de estribillos, es muy melodioso. Es muy musical, raspa menos que otros… No tenés la típica canción punk rock reventado y nada más, hasta las más crudas tienen una armonización. No sé, es como pintó, es como que está encadenado con el “Relajo pero con orden”, es inevitable, es una máquina de componer que tiene nuevos integrantes, entonces, a los dos últimos discos, todavía, los leo como una unidad.
Esos personajes débiles, cotidianos, que sobreviven, que ganan o pierden, pero, luchan, ésos, siempre están en el universo de Trotsky, a veces mejor logrados, a veces menos. Se fue dando así y fue quedando. De repente, todo empezó a funcionar de manera redonda, tiene una circularidad, tiene un principio y tiene un fin. En el momento en que lo estábamos haciendo, no sabíamos exactamente a dónde íbamos pero, a donde llegamos, estamos contentos.
Guillermo Peluffo
“Los valientes” tiene como un hilo conductor que son los personajes débiles en apariencia, pero que terminan siendo, justamente, valientes ¿Cómo surgió ese concepto?
Guillermo – Eso fue surgiendo naturalmente y lo detectamos cuando ya se empezaron a armar algunas letras. Se entró a dar, apareció una que ya se llamaba “La leona”, ya estaba “El Gallo”, estaba la canción del “indio” Vespa, que se llamaba “El indio” y, de repente, teníamos personajes. Casi sin querer, por defecto, uno piensa “¿Cuál es el personaje de la que viene?”. Surgió la idea de Cuico (baterista) de que, de repente, eran “Los Valientes”, que era un concepto, que podía ser como un libro con una página por personaje. Nos empezó a cerrar y, ya hecho el setenta por ciento del disco, forzamos hacia los títulos con personajes, para que se lea como una obra completa. Esos personajes débiles, cotidianos, que sobreviven, que ganan o pierden pero luchan, ésos siempre están en el universo de Trotsky, a veces mejor logrados, a veces menos. Se fue dando así y fue quedando. De repente, todo empezó a funcionar de manera redonda, tiene una circularidad, tiene un principio y tiene un fin. En el momento en que lo estábamos haciendo no sabíamos exactamente a dónde íbamos pero, a donde llegamos, estamos contentos.
“Tarde de sol” se me hace una canción que refiere a “Historias sin terminar”, pero desde otro lugar, como marcando el paso del tiempo ¿Es así?
Guillermo – Tiene un poco de eso, sí. Uno le canta a lo que ya no tiene, a lo que añora. Me pasó de vivir en el extranjero que te pasás idealizando algo y, cuando llegás acá, no lo ejecutás, te devora la rutina. La letra no transita por ahí, transita por el encuentro, obviamente. Son cosas que se te despiertan porque, justamente, tuvimos la pérdida de un amigo de la banda. No es un homenaje, no es algo que resume nuestra relación, pero, son cosas que despertaron esa sensibilidad. Al final, un asado un sábado o un domingo, te puede salvar un mes. Es un círculo de amistad que hay que cultivar, esas cosas que las tenés al lado y, de repente, cuando, te das cuenta que no van a estar más, pensás que se está perdiendo el disfrute de esas cosas que tenés ahí, al alcance. Es eso.
¿Cómo surge el vínculo con las hinchadas del Nacional de Medellín, que participa en el disco, y del América de México, que tocaron en una fiesta para ellos?
Hugo – Para nosotros, es sumamente raro escuchar nuestras canciones cantadas por hinchadas en México, en Colombia, hay un video de la barra de Gremio cantando una canción nuestra en Brasil… Hay como una sub-cultura dentro del rock o del punk rock que no reniega del fútbol como una influencia a nivel de la vida. O sea, viste que, de repente, hay una tendencia a renegar del deporte dentro de la vida del que le gusta el rock…
Guillermo – O de la masividad del fútbol. Se lee el fútbol con cuestionamientos. Nosotros, que abrazamos el fútbol como parte de nuestra vida cotidiana, permitimos que el fútbol se cuele, como muchas otras cosas, en las letras. De repente, ves que hay tipos que conocen música a través de amigos del fútbol, se da esa dinámica. Se comparten la música, no sabemos cómo llega y, de repente, el tipo conoce a Trotsky a través del fútbol y no a través del rock.
Hugo – En México, concretamente, hay una barra del América, que se llama La Monumental, que tiene un fanzine y tiene como una columna cultural y, un pibe que le gustaba el punk rock puso en el fanzine “recomiendo esta banda uruguaya Trotsky Vengarán…” y, entonces, se empezó a correr la bola dentro de La Monumental y dentro de la hinchada del América. De hecho, el recital que posibilitó la gira por México fue el festejo de los veinte años de la barra. Obviamente, no tenemos ninguna relación con el América más que ellos canten nuestras canciones. Entonces, vas y, de repente, estás en el medio de una fiesta absolutamente caótica de barrabravas que a vos te tratan como rey, pero, también, son ellos los dueños de la fiesta. Es como ir a tocar a un cumpleaños de 15, sólo que la cumpleañera es un tipo gigante que está con todos sus amigos y que, quizás no esté en las mejores condiciones o están la mitad del recital al lado tuyo cantando (risas)… Es un ejercicio muy bueno para una banda como nosotros, que disfruta ese tipo de recital caótico, siempre y cuando no sea la norma, cada tanto, tener un recital caótico es divertido y estuvo muy bueno.
Guillermo – Si Trotsky ha trascendido afuera, es porque los tipos se han pasado la música entre ellos. Es algo que llama la atención, es parte de su vida descubrir nuevas bandas, nuevos artistas y le pasan su “vicio” nuevo a sus amigos y pasan estas cosas.
Hugo – Es muy raro. En agosto tenemos un fin de semana en Medellín, con dos shows, vamos a grabar un DVD en vivo en Medellín, que era una cosa impensable para nosotros. Al fin de semana siguiente, nos vamos a Porto Alegre, al otro fin de semana vamos a Paraná…
Guillermo – Pero, todo esto dentro de una dinámica de movimiento under. Son todas bandas que te contactan, que colaboran, que te ayudan, son bandas, son sellos que se ponen la camiseta. Siempre hay una banda que te espera, hay un entorno que te espera… Hay una cosa medio romántica detrás de todo esto. De repente, hacés la vista gorda porque no son las mejores condiciones para tocar, pero los tipos se rompieron el culo para que estés ahí y tratás de hacerle honor, no sólo a los que te van a ver sino a los que producen el show, también. Son tipos como vos que se coparon.
Para nosotros, es sumamente raro escuchar nuestras canciones cantadas por hinchadas en México, en Colombia, hay un video de la barra de Gremio cantando una canción nuestra en Brasil… Hay como una sub-cultura dentro del rock o del punk rock que no reniega del fútbol como una influencia a nivel de la vida.
Hugo Díaz
Este año se cumplen 25 años de “Salud, Dinero y Dinero”, su primer disco. ¿Tienen pensado festejarlo o hacer algo especial?
Hugo – Es cierto, salió a fines de 1994… La verdad es que no nos acordábamos… En lo personal, es un disco que, para mí, es como de una banda que éramos en ese momento y que nunca más volvimos a ser. Éramos una banda con dos guitarristas, con dos guitarristas componiendo. A raíz de la partida de “Nacho” Guasch, que se fue a vivir a Argentina, ahí fue que, en lugar de buscar alguien que lo reemplazara dijimos “quedémonos un poco con las influencias que aportaba yo a la hora de tocar”. En ese momento, “Cuico” (baterista) no participaba activamente de la composición, cosa que sí hace ahora y de muy buena manera…
Guillermo – Justo, ese disco fue para cerrar esa etapa, sabíamos que se terminaba una etapa y la registramos. Ya estaba con la cabeza en Argentina nuestro guitarrista, ya tenía una fecha de viaje y grabamos antes de que se fuera para registrar ése momento. Terminó siendo un CD, cosa que no nos imaginábamos. Nosotros hicimos un cassette para la feria, como se hacía en aquella época, que lo copiabas vos de a uno o podías jugarte a una copiadora más industrializada y hacerte quinientas copias. Y, de repente, como apareció el CD, apareció un sello nuevo que precisaba armarse un catálogo y Ruta 66 (el sello) nos contactó y terminó saliendo en CD. Algo que no nos imaginábamos. Y, ahí, empezó nuestra carrera, casi sin pensarlo, pero, el día que salió el disco, ya éramos otra banda.
Hugo – El disco sale, creo, que a principios o mediados de diciembre y nosotros ya, por ejemplo, habíamos teloneado a los Ramones como cuarteto, ya tocando “Un beso y una flor” y ya creo que tocamos temas nuevos en ese show. Daba igual porque no nos conocía nadie (risas). Ya éramos más lo que se ve en “Clase B”, como más elemental, más potente, si se quiere, por una cuestión de que perdimos mucha sutileza con la ida de “Nacho”, que era un tipo mucho más sutil que yo para tocar.
Guillermo – Aparte traía otro tipo de influencias de otro lugar, tenía otra manera de pensar las canciones.
¿Cómo ven ese disco a la distancia?
Guillermo – Me sorprende que hay muchas canciones que siguen estando y como sello de la banda. Eso me da cierto orgullo. “Mueve que te mueve”, “15 minutos”, “Tormenta de mar” son canciones que siguen estando. Tantos años después, están. De repente, no definen al recital porque Trotsky es algo que pasó después de ese disco, pero, sí, hay algo de ese disco que sigue estando entre nosotros. Es un cambio muy fuerte, pero, había algo ahí, en esas canciones que la banda sigue teniendo, aunque era una banda que tenía muchos más colores. De repente, es como que se fue “Nacho” y se llevaron tres colores, dos pinceles… (risas)
Hugo – ¡Y quedamos en blanco y negro! (risas)
Guillermo – ¡Claro! O sea, Trotsky está ahí, pero, hay un montón de Trotsky que ya se murió, ya estaba muerto.
Hugo – Hoy en día, es un disco difícil de escuchar para nosotros porque fue grabado con equipos de muy mala calidad, no me refiero al estudio sino a los equipos que teníamos nosotros ¿no? Entonces como que tenés que estar de un humor muy particular, muy nostálgico. A mí me pasa que lo puedo escuchar sólo en alguna situación muy particular.
En resumen, no tienen planes de festejar los 25 años del disco…
Hugo – Hay planes pero no tienen nada que ver con un festejo del “Salud, dinero y dinero”.
En relación a la presentación de “Los Valientes”, ustedes, generalmente, no toman los shows presentaciones de disco como tal ¿Por qué?
Guillermo – Es cierto. Esta vez estamos haciendo un esfuerzo porque estamos pensando un show que sea una presentación de disco ¿Qué quiere decir? Que es un recital de Trotsky y va a estar todo el disco. No, necesariamente, lo tocamos de principio a fin pero vamos a presentar el disco. Estamos invitando a la gente a que venga a escuchar canciones nuevas si no las escuchó y, al que ya escuchó el disco, que las vea en vivo. De todas maneras, es un show de Trotsky Vengarán. Me parece que la premisa de Trotsky Vengarán es que, en un momento, tiene que tener un pico de energía muy fuerte, es un show intenso, es un show que te tiene que dejar arriba. Obviamente, hay una parte de nuestro repertorio que no va a entrar, pero, para nosotros, es parte de la gracia. Estamos tocando muy seguido en Montevideo y la gracia es que, si te invitamos, es porque vamos a hacer algo distinto que la última vez, no es el mismo show que hacemos en un festival. Igual, no deja de ser un show de rock & roll y un show de Trotsky. No da para explicarlo, hay que ir a verlo (risas). No se cuenta… pero, no por la sorpresa, sino porque es rock & roll… no vamos a inventar la pólvora, no va a haber una plataforma giratoria ni nada de eso (risas).