Resumen 2024

Los 10 temas nacionales del año de Jorge Costigliolo

Llegó el momento de repasar la música que nos dejó 2024 y, como desde hace ocho diciembres, en Metrónomo lo hacemos con las canciones que marcaron el año. Con esta excusa invitamos a algunas y algunos colegas a que nos acompañen en la propuesta con el mero fin de compartir opiniones acerca de lo que nos apasiona. La consigna, como siempre, fue “Los 10 temas nacionales que definieron el año”, sin orden de preferencia. A partir de hoy, y durante los próximos días, iremos dando a conocer las diferentes listas, además de la nuestra. No nos cansamos de agradecer eternamente a quienes regalaron parte de su tiempo, conocimiento y dedicación para prestigiar este repaso.

  • Jorge Costigliolo

    Jorge Costigliolo, nacido en Buenos Aires en 1973, longevo. Periodista en extinción, escritor y ghostwriter. Autor de Lunáticos viajantes. Las increíbles andanzas de los Redondos en Uruguay (Ediciones B, 2021), De bichos y flores/La Vela Puerca (Estuario, 2022) y Marcos Carámbula. Un compromiso con la vida (Aguilar, 2024), además de liner notes para diversos artistas. Cero falta en las listas de Metrónomo. Casi todo lo que hizo está en www.costigliolo.com

  • No te vayas a ir – Los Cheques
    Los cheques de Viera. Ultrapop
     

    Federico González es el nombre detrás de Los Cheques, una banda que hace inolvidable el olvidable apelativo de un oscuro árbitro que trotó con las tarjetas en el bolsillo en las canchas montevideanas.
    Pero Federico González es, también, uno de los nombres detrás de La Foca, y entonces todo cobra más sentido, porque las canciones de Los cheques de Viera podrían ser de La Foca, pero no lo son.
    No lo son, porque donde en unas hay telones guitarreros y bases de hormigón acolchonado, acá existe un sonido más liviano, amable. “No te vayas a ir” es un buen ejemplo de este EP: un señor grande reflexiona, duda y piensa en voz alta como puede hacer cualquier señor grande que reflexiona, duda y piensa en voz alta sobre cualquier cosa de la vida. Y todo el mundo debería saber que cualquier cosa de la vida (al menos para los que tenemos un techo, un guiso humeante y el carné de salud al día), son la vida. Por horrible que pueda parecer.
    “No te vayas a ir” es como una velita encendida sobre la mesa de luz. O mejor aún: el sonido de una noche de verano, de grillos, luciérnagas y medio vaso de cerveza tibia.

    Los vivos y los muertos – Diego Presa
    Flor abierta. Bizarro.
     

    Un brindis por la amistad, por el pan, por los que están y los que ya no. Con arreglos que suenan modestamente épicos, como esas baladas de Bruce Springsteen, de Tom Petty, de Los Pretenders a fines de los 80, Diego Presa hilvana un poema que es una canción y no una elegía, donde se engarzan algunas de sus obsesiones: soledad, agua, tiempo. Vaya y escuche.

    Río prendido – Lucía Severino
    El tiempo en una canción. Bizarro.
     

    Lucía Severino va al río. De la mano de Borges, visita a Heráclito y le lleva unas piedras para tirar al agua y hacer sapitos mientras canta que “no hay dos veces igual, no hay dos veces el mismo río” y se sumerge en una melodía hipnótica que se va yendo como la marea. Lo que queda no es resaca, sino un tesoro.

    Festejar – Nicolás Molina
    Castillos Soho. Santas Palmeras
     

    Nico Molina toma “Fiesta” de Serrat, la hace cruzar el Atlántico y, más de cinco décadas después, la planta en un pueblo del interior. El traje pop le calza perfecto a una canción hiperpolítica, donde el paisaje y los personajes están pintados con acuarela de mordacidad, sin caricatura.

    Un pingüino empetrolado – Exilio Psíquico
    Como un pingüino empetrolado. Little Butterfly Records.
     

    Más de tres décadas después de sus primeros pasos por el under, Exilio Psíquico transita el mismo subterráneo, ahora apoyado en un bastón canadiense porque los años no vienen solos, y sigue rumiando las mismas ideas fijas: el absurdo del mundo, la comunicación como un escollo, la confusión de las pequeñas cosas. Todo eso está en esta canción de puro dadaísmo ítalo-uruguayo con conexión en Junín que, además, tiene un estribillo también empetrolado, que cuesta quitar de las superficies a las que se adhiere.

    Influencer – AFC.
    Eterno retorno. FaroLatino
     

    AFC es la mejor banda punk del Uruguay, salvo por el detalle de que no hacen punk: rapean. Acá podemos discutir si el rap tomó la antorcha del punk, pero eso lo hablamos, whisky mediante (adelanto que, creo, son dos cosas distintas. Primas, hermanas, pero sin relación filial). Rapean como unos hijos de puta a una velocidad en la que es imposible leer un texto. Rapean con rabia y humor, que es la mejor manera de estar enojados, y se calzan plumas de hardcore y hard-rock que les quedan como pintadas.
    “Influencer” es una bomba de fragmentación que explota en los parlantes y le pega a casi todo lo que se mueve. Y por eso, entre otras cosas, me parecen imprescindibles e inevitables.

    Hijos del mar – Eté & Los Problems
    Plata. Little Butterfly Records.
     

    Esta canción estaba ahí, boyando en una prelista. La escuché, cuatro, ocho, diez veces y no me terminaba de cerrar. Sí, tiene una melodía preciosa, pero no la entendía. Había algo que ahora no sé explicar que se me estaba escapando.
    Hasta hace un rato.
    Fue en el patio de la escuela, en la voz de 200 nenes de la escuela pública. Ahí también hay un barco. Ahí sí, ahí entendí.
    Fue escuchar esas gargantas envueltas de moñas azules y el muro, el pasto, las moneditas, las cosas que sabemos, las cosas que nos cuentan, la vieja buchona, los compañeros del último año, los compañeros del tiempo. Todo eso se hizo real. Bien dicen: las canciones son de quienes las hacen propias.

    Horóscopo de ortibas – Tüssi Dematteis
    Bruma Cabra Club. Little Butterfly Records.
     

    Por una cuestión generacional, conocí al Tüssi antes de conocerlo. Escuché todas las historias de Guerrilla Urbana y después lo escuché y me partió el bocho. Sin embargo, cuando conocí al Tüssi (es decir, supe quién era, qué había hecho antes) lo convertí en un inseparable, aún sin haber intercambiado una palabra con él. Tüssi hizo un camino que por ahí empezó con el punk y después trilló senderos indefinibles, tanto en lo musical como en lo que tenía que ver con su presencia humana en una sociedad, y a veces discrepé y muy pocas me enojé, pero siempre fue algo así como un poste restante a la espera de una carta que nunca llegó. Cada vez que Tüssi publicaba algo (escrito, con su nombre oficial de Gonzalo Curbelo, o musical, bajo el paraguas de La Hermana Menor) fueron para mí momentos trascendentes.

    No voy a hacer un panegírico del Tüssi, que ya hicieron y celebro, porque Tüssi se murió a principios de este año, porque vivir es una cosa inútil pero morirse algo espantoso, o al revés. Sí voy a resaltar su disco póstumo, que estoy seguro de que se salía de la vaina por tocar. Y ahí “Horóscopo de ortibas”, que remite a Violent Femmes, una de las antiguas fascinaciones de Tüssi que comparto. Country punk y el fraseo de un Gordon Gano que Gonzalo montevideanizó como nadie, capaz que porque nadie supo hacerlo.

    Una foto, o dos, de los amigos piolas que se ponen la gorra a la hora de salir a pontificar, no porque lo sientan, sino porque la gorra les encanta, una canción que debería ser Patrimonio Universal por su desprecio a los alcahuetes, pero que dudo que eso pase en estos años. Tüssi pudo haber escrito mil y una frases memorables, pero ese “andá a cagar” es lo más representativo de todo lo que creó, y se lo agradeceré de por vida. La frase y la obra.

    Sin voz- Filo
    Filo. Bizarro.
     

    Filo es algo que no esperábamos pero muchos agradecimos. Gente de otras tiendas con un dolor para decir. Y sacaron un discazo, lo puedo jurar. “Sin voz” es psychopunk sin pasteurizar y fulgor de P.J. Harvey, construida sobre guitarrazos y voces de sirena por las que Odiseo se hubiese arrancado las piolas con los dientes.

    Línea Oregon – Service de Sound
    Service de Sound. Independiente.
     

    Service de Sound viene a aclarar los tantos. Rock’n’roll, garage y psicodelia que no es vintage, no, qué va a ser. Si como estampó el gordo Troilo, “alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. ¿Cuándo, pero cuándo? Si siempre estoy llegando”. Así, “Línea Oregon” vuelve (siempre está llegando) al barrio de los New York Dolls que también es nuestro, y pone negro sobre blanco que el rock’n’roll es el género más sencillo para decir lo que se tiene que decir. Por ejemplo, con todas las merecidas credenciales y sin el menor atisbo de petulancia, que “no nos comemos los mocos, como nosotros quedan pocos”.
    Service de Sound viene a recordar, por si hace falta, por qué estamos enamorados de este asunto de cuerdas de acero, parches y pedales, que Alan Freed bautizó a principios de los 50 y todavía respira.

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