Llegó el momento de repasar la música que nos dejó este 2023 que va llegando a su fin y, como en los últimos seis diciembres, en Metrónomo lo hacemos con las canciones que marcaron el año. Con esta excusa invitamos a algunos colegas a que nos acompañen en la propuesta con el mero fin de intercambiar opiniones acerca de lo que nos apasiona. La consigna, como siempre, fue “Los 10 temas nacionales que definieron el año” y no, necesariamente, debía existir un orden de preferencia. A partir de hoy, y durante los próximos días, iremos dando a conocer las diferentes listas, además de la nuestra. Nuevamente, agradecemos eternamente a quienes regalaron parte de su tiempo, conocimiento y dedicación para prestigiar este repaso.
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Jorge Costigliolo
Periodista en extinción, escritor y ghostwriter. Cero falta en las listas de Metrónomo. Casi todo lo que hice está en www.costigliolo.com
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Sé una cuerda para mi guitarra, agua (Del alquitrán, Independiente) – Maine Hermo
Maine Hermo tiene una de esas voces que no se encuentran así nomás (es chiquita, a veces, pero se agranda sin embrutecerse, sin la grosería que exhiben a diario otros cantores de amplio registro), y escribe canciones que van entrando como una picadura, como una inyección. Primero está el sobresalto, ese ay, ese escozor, y después la poesía ya arde, quema. “Sé una cuerda para mi guitarra, agua”, es así. Fluye como un arroyo manso, con su guitarra familiar, tan de nosotros, tan uruguayos, y de repente crece y revienta en una cascada de preguntas y pedidos de
poemas que sean truenos y piedras. Y estoy seguro de que vendrán.La luz mala (Single, Independiente) – Riki Musso & Sylvia Meyer
Resulta que se juntan un raro y una rara y hacen una canción. Rara. Hay, en “La luz mala”, esas imágenes tan Riki Musso, guardadas celosamente de las lecturas de Serafín J. García, montadas sobre una melodía bucólica (como en la canción anterior, tan de nosotros, tan uruguaya), casi de nana infantil, y que, en la voz de Sylvia Meyer, resultan sobrecogedoras, y admiten más de una lectura y, debo advertir, alguna de ellas de terror.
Canción de la Santa Rita (El disco de las plantas, Feel de agua) – Patricia Turnes
De una santa de dudosa reputación o, al menos, de curiosos métodos de santidad (básicamente le pidió a Dios que matara a sus hijos con el fin de que no pecaran) viene el nombre de esta “planta tan bonita”, a la que Patricia Turnes dedica esta canción inclasificable, un batido de Violeta Parra, Horacio Quiroga, Tom Waits y
algún episodio de “La casita del horror” de Los Simpson. Es sabido que, en el universo Turnes, siempre pasa algo. A veces es una nimiedad y otras veces una tragedia, y en este caso la una desencadena la otra. Y Pedro Dalton, desde un teléfono público en el inframundo, pone en duda la moraleja. Que los santos guarden el alma de la niña sin nombre y del gato Aurelio. Y de quienes prefieren a las margaritas, aún con espinas en el corazón.Beijo no oscuro (Calengo, Aceituna Brava) – Ernesto Díaz
La vuelta al disco (o lo que sea) de Ernesto Díaz es una de las mejores noticias del año. Músico crecido en el extremo más norte del país, acunado entre el candombe y el folclore de Artigas y aledaños y contaminado por todo el sonido que provenía de Brasil, Ernesto hace del misturado su voz y su creación. “Beijo no oscuro” es un baile de pueblo, con orquesta y con galpón, con deseo y sensualidad. Es, también, la puerta de entrada a un disco fronterizo, no solo por la obviedad de sus orígenes musicales, sino por el tránsito en cuerda floja sobre ritmos y sonidos extremos.
Una mirada (Una mirada, Ayuí) – Rubén Olivera
Hay una frase que detesto, y que dice que una imagen vale más que mil palabras. A veces, es cierto, millones de palabras no dicen nada, y Goya describió los horrores de la guerra mejor que decenas de contemporáneos e historiadores. Pero están, sí, esas imágenes que dicen todo, y en “Una mirada”, Rubén Olivera homenajea, con nombre y apellido, a quienes estuvieron, por intuición y talento, tras el obturador frente a los cimbronazos de la historia. La canción repasa la doble tragedia de Líber Arce y Ramón Peré, el Río de Libertad, la integridad de Guillermo Chifflet frente a las agachadas del progresismo y saluda a quien inmortalizó al más grande de los cantores, cuya pinta sueña cualquier cacatúa. ¡Quién te ha visto y quién te ve!
Lovecraft escucha la lluvia (La Suite de Raymundo, Little Butterfly Records) – Mandrake y Los Druidas
Cuando, años atrás, Mandrake y los Druidas grabaron la canción “Estos son los días”, la frase “¿Quién anda por ahí? ¿Quién se oculta en lo oscuro?” me hizo recordar el ambiente lovecraftiano de El que acecha en el umbral (sí, soy de pensar pelotudeces muy a menudo). Para mi sorpresa, Mandrake toma al misántropo H.P. Lovecraft como protagonista de un tema de su último disco, y lo imagina reflexionando sobre este mundo careta, mientras llueve y suena a una melodía que recuerda a El Kinto.
Casa de los horrores (Deforme, Independiente) – Jhona Lemole y la Orquesta Deforme
Hace un buen tiempo que Jhona Lemole es una voz reconocible del (odio esta palabra) indie local. Y, si sus trabajos anteriores lo ubicaban en un espectro experimental, de cierta radicalidad en sus planteos estéticos, es en el formato más pop de Deforme donde encuentra su mejor versión. En este álbum, dentro de un sonido, digamos, más amable (donde The Cure, Joy Division, o New Order son algunas de las calles por las que transita la Orquesta), Lemole tiene el espacio para dejar correr una lírica sencilla pero profunda. “Casa de los horrores” es una habitación cerrada donde, de repente, alguien abre una ventana y entra la luz y las mariposas. Supongo que, en un universo paralelo, esta canción ya es un hit.
Tordo (Río, Bizarro) – Julieta Díaz y Diego Presa
En “Río”, la inesperada dupla conformada por la actriz, poeta y cantante argentina Julieta Díaz y el local Diego Presa (no lo voy a presentar aquí), profundiza en los hallazgos de “El revés de la sombra», su EP anterior. Ya lo escribí antes, así que no voy a explayarme, pero este disco, de 2023, es un llamado a militar por la belleza.
“Tordo”, la canción de sonido más rockero de la placa, se abre paso a un ritmo desenfrenado, sin respiro, y desata la tormenta de un estribillo inolvidable.Ciudad (Alba, 5358523 Records DK) – Flor Sakeo
A Flor Sakeo le gustan las guitarras distorsionadas y los riffs sabbathianos. No solo le gustan: los sabe usar. “Ciudad” es un manual de hard rock, pesado y stoner, que recuerda al primer Pappo’s Blues y a Días de Blues (puede que estas influencias huelan a naftalina, es cierto, pero allí están, tal vez resignificadas por varias generaciones y artistas que se me escapan). “No hay salida en este caos”, dice, y le creo. Lo creo hace décadas, y me gusta, cada tanto, que alguien diga que el rey está desnudo.
Dimensión (Mental, Independiente) – Neamwave
Neamwave se presenta como “ruido para gurises”, y hacen un ruido hermoso. Estos pendejos, salidos de vaya a saber dónde, agarraron el “Dirty” de Sonic Youth, el “Electriclarryland” de los Butthole Surfers y el “Superfuzz Bigmuff” de Mudhoney, le sumaron rabia y decepción postadolescente y lo tocaron a un volumen demencial, que no recordaba por estos pagos desde Estado de Fetidez y Mareos. “Dimensión” podría ser un corte de “Incesticide», pero es mejor. Es de 2023, y es uruguayo. Como recomendaron los Les Luthiers, por las dudas, véalos antes de que crezcan.