Suma Camerata es el proyecto que reúne a Juan Casanova, Luciano Supervielle y Pedro Dalton, nacido en 2021 a iniciativa del vocalista de Traidores y que debutó al año siguiente en Sala Zitarrosa. Lo que comenzó con un cuarteto de cuerdas y piano como base, pronto evolucionó hacia una orquesta de nueve instrumentos de cuerda, con la que abordan un repertorio donde cruzan composiciones propias y ajenas ya instaladas en el cancionero local en versiones únicas, además de rendir homenaje a otros autores de la región. En su relativamente corta existencia Suma Camerata también ha llevado su show por dos de los escenarios más importantes del país como lo son el Teatro Solís en 2023 y el Auditorio Nacional del SODRE en 2024.
Los próximos 12 y 13 de julio, Suma Camerata volverá a presentarse en Sala Zitarrosa, con la primera fecha ya agotada y la segunda muy cerca de hacerlo. Las entradas para el día 13 se encuentran a la venta a través de Tickantel.
Por otra parte, este viernes 4 de julio se publicará el primer adelanto del álbum registrado en vivo en setiembre del año pasado, que pronto estará disponible en plataformas digitales y también tendrá su edición en vinilo.
A propósito de todo esto, conversamos con Pedro Dalton sobre la evolución del proyecto, el disco que se viene y el desafío artístico que le implica ser parte de una propuesta de estas características.
Por Liber Aicardi

Foto: Difusión
¿Recordás cómo surgió Suma Camerata?
Me acuerdo perfecto, lo tengo grabado en la mente. Fue tan sencillo, tan cortito y tan efectivo… Juan me invitó a cantar “La lluvia cae sobre Montevideo” en los 20 años de Poesía de Guerra, que era en la Sala del Museo. Y dentro de ese show había un cuarteto de cuerdas, estaba Luciano también, estuvo Spuntone, un montón de gente. La historia es que estábamos en el camerino y Juan nos dice: “Tengo una fecha reservada para la Sala Zitarrosa, así que vos, Luciano, este cuarteto y vos, Marco (Moscardi, manager), te encargás de armar la historia, vamos a tocar y hacemos un show nosotros”. Y a partir de ahí dijimos: “Todo OK, vamo’ arriba, nos encanta, está buenísimo”.
Y hubo un día que nos fuimos a sacar una foto para la promoción, pero no teníamos nombre. Ahí, más que nada de Juan y Luciano, salió eso: surgió el nombre de Suma Camerata. Pero fue de una, muy cortito, muy rápido y efectivo. Salió de la cabeza de Juan directo; tenía esa fecha y la dejó sellada.
¿El concepto también surgió así de rápido?
Sí, sí. Hace años que estábamos haciendo cosas: yo, por un lado con Luciano; Juan también, por su lado, con Luciano, hacían cosas, habían compuesto juntos. Yo también compuse con Luciano, y por otro lado también veníamos acostumbrados a vernos y siempre con ganas de hacer cosas a través de Enlaces, aquella megabanda que se había armado en un momento —que era variable—, pero en realidad creo que los fijos de Enlaces siempre fuimos Juan, Luciano y yo.
Y esto fue así, no había mucho misterio, teníamos los repertorios mutuos. Yo con Luciano tocaba por un lado; Juan con Luciano, por otro; había canciones que yo hacía con Luciano de Juan, Juan hacía canciones mías con Luciano también… Entonces fue como re armar una cosa que ya estaba hecha.
Y en cuanto al repertorio, ¿la elección también se dio naturalmente?
Sí, el repertorio es parte de lo que teníamos y también las ganas de homenajear a la música uruguaya —y de la región también—. Tocamos “Indios”, de Legião Urbana; “No soy un extraño”, de Charly; metemos a Mateo con Trasante, cosas que nos gustan y que es una buena forma también de reinterpretar eso con nueve cuerdas, que no es menor. Tocar con un contrabajo es algo que estimula, y cuatro violines, dos violas y dos cellos… Es como una cosa particular que a nosotros nos encanta, y que una vez al año la metemos y hacemos cosas, vamos renovando el repertorio.
Ahora tenemos este show, que viene a ser como un avance de lo que va a ser el disco que grabamos el año pasado en el Auditorio del SODRE. Siempre tenemos ahí una zanahoria delante como para seguir haciendo cosas.
Nosotros tomamos esto como un re buen laburo y a la vez es un disfrute. Y no tiene la carga pesada que tiene una banda que tiene que estar constantemente retocando y arreglando cosas y tenés que estar metido en un proyecto. Esto es mucho más libre.
A lo largo de las presentaciones, desde aquella primera Sala Zitarrosa en 2022, se han ido adaptando también a los escenarios donde se presentan…
Claro. Lo que pasa es que, en realidad, cuando empezamos éramos menos. La idea de hacer crecer las cuerdas fue una idea de Luciano, que estaba también tocando con la Filarmónica. A él le encanta componer para cuerdas, y se puso a componer y a arreglar con Matías Craciun, que viene a ser como el jefe de la banda (bromea), el director de las cuerdas. Se llevan muy bien y re daba. Había una diferencia: crece.
Lo que empecé a sentir con el crecimiento de las cuerdas fue como la presión de atrás, casi una presión como rockera, ¿no? Física. Sentís que estás cantando con una orquesta, realmente. Es muy diferente a un cuarteto de cuerdas.
También el proyecto creció al punto que están preparando un disco que fue registrado en el show del año pasado en el Auditorio del SODRE. ¿Qué sensaciones te dejó escuchar ese registro?
La verdad que muy bien, muy bien… Era la manera de grabar la orquesta de cuerdas. Básicamente nos centramos en eso, con la idea de después agregar cosas, como si fuera un disco de laboratorio, y queda buenísimo. Se grabaron re bien las tomas, estuvimos escuchando y realmente tenemos un material muy rico, y ahora hay que potenciarlo.
Quedamos muy contentos, porque está el gesto del vivo, pero también está el sonido. El Auditorio fue el mejor lugar para hacerlo, porque la acústica es increíble y grabamos con todos los chiches… Con Nicolás Demczylo, que es una bestia, y logró capturar el momento, una instantánea súper potente. Estamos re copados.
¿Cuál es el criterio que usan para armar el repertorio de cada show, ya que ha variado con el tiempo?
Por ejemplo, hicimos un show particular para nosotros, que era sin techo. Lo hicimos allá en la Sala del Museo, que fue afuera. Y ahí armás la historia, te das cuenta de que una cosa es la música para un auditorio, para un teatro, para una sala chica, para una sala grande… Según los elementos con los que contás, hacés tal o cual cosa. O directamente armás el show pensando en el escenario y las luces, y jugás con el repertorio.
Tenemos un montón de canciones aprendidas, todos, que nos da la libertad de armar el repertorio según queramos. En este caso, para la Zitarrosa, es volver a nuestro primer lugar, porque nuestro primer show fue en la Sala Zitarrosa. Con lo cual estamos recontra copados. Es una sala mucho más compacta, más chica, un escenario más pequeño, pero vamos a tocar con nueve cuerdas y no con cuatro como cuando tocamos la primera vez. Y no vamos a tener invitados, en este caso: vamos a hacer un show íntegro nosotros, y estamos re copados. Al repertorio que estamos armando ahora lo siento mucho más rockero, por más que son cosas que ya conocemos. Lo siento que es más un toque que un show. Está buenísimo eso también.
¿Te sorprendió alguna de tus composiciones en cuanto al resultado final luego de que pasa por el proceso de Suma Camerata?
Sí, claro. Hablando de “Mi rincón”, que agarre esa cosa medio rockera/tanguera no me lo esperaba ni ahí. Me parte la cabeza. Es como si fuera casi otra canción, y está buenísimo porque la letra se sigue apoyando bien ahí arriba. Trabajar con Luciano, que es muy arreglador, es un lujo. Juan también tiene un oído muy particular y muy buen gusto, y te lleva las canciones a lugares, con las cantadas, que son realmente alucinantes. El equipo, la gente que está ahí, a mí no hace más que motivarme, realmente. Me encuentro bien, cómodo, no hay discusiones…
También nosotros tomamos esto como que es un re buen laburo, y a la vez es un disfrute. Y no tiene la carga pesada que tiene una banda que tiene que estar constantemente retocando y arreglando cosas y metida en un proyecto. Esto es mucho más libre. Permitimos que el otro divague a su manera y lo profundice en la versión que estás haciendo.
Yo, por ejemplo, cuando canto “Flores en mi tumba”, la canto como la cantaba Juan en Los Traidores del ‘84, no la canto como la canta Juan ahora. Para él fue una sorpresa. Yo dije: “Yo voy a ese lugar porque me parece que está bueno”, y a mí me copa. Él me dice: “Resignificaste mi forma de cantar en aquella época”. Pasan esas cosas, y es lo que te da la pauta de que va por buen camino. En general, seguimos con la misma convicción: que cuando a nosotros nos va bien y nos gusta lo que hacemos, a la gente también le gusta lo que hacemos. Siempre nos ha dado resultado. Siempre fue así.
Tocar con nueve cuerdas en mis espaldas, no es algo tampoco que me sea fácil. Me obliga a escuchar de una manera la música y a cantar con una justeza que en el rock no, ahí voy para otro lado que me queda más cómodo.
¿Qué otra cosa tiene Suma Camerata como proyecto que no tienen los demás en los que participan cada uno de ustedes?
Y… es otra forma de encarar la música. Para mí, tocar con cuerdas —con nueve cuerdas en mis espaldas— no es algo que sea fácil. Me obliga a escuchar de una manera la música y a cantar con una justeza que en el rock, no. Voy para otro lado, que me queda más cómodo. Acá tenés más libertad, en cuanto a que nosotros no ejercemos los egos por delante de las canciones. Dejamos que todo surja y vaya bien. Entonces, la forma de trabajo es súper amable. Pero realmente, al momento de pararme en el escenario, para mí es de las cosas más difíciles que hago.
Y aparte, los errores en el rock valen doble, capaz quedan alucinantes. Pero acá quedan «pa’l culo». Acá te vas, te bandeás, y no es un buen lugar para hacerlo. Tampoco nos ponemos histéricos ni como locos, ni ponemos un autotune para poder afinar bien. Cantamos con la energía y con nuestros corazones adelante, siempre. Eso es así.
Pero al momento en que piso el escenario, después de un rato es que logro una soltura. Al principio tengo que adaptarme a algo que no estoy acostumbrado. Y me encanta.
Además, en los shows de Suma Camerata se genera un silencio, una tensión antes de cada tema, que en los shows de rock no existe…
¡Es mortal!… Ahí, algo que tiene Juan es que, por más que canta como los dioses, la actitud de él es como si estuviera en un bar. Habla y recontra descontractura, tira como chistes que aflojan todo. A mí me cuesta un poco más, porque entro mucho más concentrado. Pero él se relaja, es parte de la historia.
Para mí, eso es lo bueno de esto: que cada uno tiene su impronta, y quedan bien las tres juntas.
Da la sensación que Suma Camerata, por sus características y por lo que comentás, termina siendo una propuesta hasta necesaria en estos tiempos de sobreinformación y déficit de atención al que nos acostumbramos. ¿Lo sentís así también?
Es que la gente te va a escuchar ahí. Por eso también creo que pasa eso con el tema del nervio. Vos no salís y está la gente hablando, te ovacionan y agitan… no. Salís, aplauden y se callan la boca. Están mirando para adelante. Lo que están haciendo es escuchando y viendo a la vez, algo que te da como un nervio que es súper rico y súper disfrutable, pero al rato. En mi caso, al rato. Yo, al principio, entro, me agarro de la jirafa y me agarro fuerte. Y la magia está ahí, justamente. Por más escenario que tengas, el encare con el público es el encare con el público. Siempre.

Foto: Paul Hernández