Motosierra cumple veinte años de carrera, “veinte fuertes, rápidos, furiosos, peligrosos y divertidos años” reza la información del evento que promociona el show que tendrá lugar, hoy, jueves 19 de diciembre, a partir de las 22 hs en La Cretina (Soriano 1236). Sucede que así fueron las primeras dos décadas de la banda liderada por Marcos Motosierra y, sinceramente, no encontramos mejor manera de referirnos a la trayectoria de una banda honesta, que deja todo en la cancha, que vive su música y que, desde siempre, supo mantener el espíritu del rock & roll bien en alto en nuestro país. A propósito del show y de la celebración de los veinte años, entrevistamos a Marcos, con quien repasamos la carrera de la banda, nos contó de la reciente gira europea y adelantó los planes para 2020, porque, como él mismo nos dijo: “La Moto no para.”
Por Liber Aicardi
¿Ya bajaron a tierra de lo que fue la gira por Europa?
Uruguay siempre te baja a tierra bastante rápido, hay que decirlo. Fue llegar y empezar a apagar incendios jajaja!! Pero, el recuerdo del viaje es algo que tenemos siempre presente. Pensás en eso todo el tiempo. Lo hablamos cuando estamos juntos. La gente que te encontrás te pregunta siempre sobre el tema. Y seguimos en contacto con las personas que conocimos allá, haciendo planes para volver a vernos. Porque, si hay algo que quedó claro, fue que vamos a volver. Es un deber que tenemos con nosotros mismos y con la gente hermosa que conocimos y que nos reclama que volvamos pronto.
¿Con qué públicos y reacciones se encontraron?
El público europeo es absolutamente encantador, súper abiertos, correctos, amables. Nos recibieron sin excepción con los brazos abiertos y con muchas ganas de saber sobre nosotros y nuestro país. Varió mucho de ciudad en ciudad, de club en club. En Alemania fue más heavy metal, en Amsterdam más turístico, en Bruselas bastante parecido al nuestro, en Ginebra super cheto, en Francia hubo de todo y España es rock and roll. Siempre algún Turbojugend. Y, siempre, hubo más presencia masculina que femenina, y en cuanto a edades, en su mayoría, eran treintañeros para arriba. En la gran mayoría de los casos ni nos conocían, solamente algo en Alemania y bastante más en España. Pero en general no tenían ni idea de lo que se iban a encontrar. Y eso es algo que a Motosierra le juega a favor siempre, el factor sorpresa es una gran carta ganadora nuestra. Como decía, son gente súper abierta, informada y observadora. Así que, en general, nuestros shows siguieron un patrón. Salíamos a tocar y la gente se quedaba con la boca abierta hasta mitad del show. Después los obligábamos a participar del mismo y se volvían locos. Al final terminaban todos saltando y sudando. En alguna ocasión escuchamos eso de “este fue el mejor show de mi vida”. No están acostumbrados a que la banda rompa la cuarta pared y haga de la relación con el público parte del espectáculo, como sí lo hacemos nosotros desde siempre. En eso son bastante formales y estructurados. Nosotros les tiramos todo eso a la mierda. Al final de cada show recibimos siempre tremenda respuesta, tremendo cariño, agradecimiento y emoción. Y vendimos merchandising como locos. Nos compraron absolutamente todo. En el país vasco rompimos el récord de venta histórico de la banda.
¿Cuál fue “El” show de la gira y por qué?
Esa es difícil, porque, a pesar de que fueron cada uno en ciudades diferentes y con características propias, lo dimos todo absolutamente en cada uno de los shows. Eso fue algo ridículo. En nuestro segundo show en Amsterdam había más gente arriba del escenario que abajo, y nosotros cuatro tocando como si se nos fuese la vida. Un despliegue absurdo de energía, tocando a todo volumen, saltando y gritándole a la pared. ¿Con qué necesidad? ¡Pará un cachito! Porque sí, porque la estábamos pasando increíble y estábamos tocando para nosotros. Disfrutamos cada momento que estuvimos ahí. Entonces, es difícil y muy injusto elegir uno solo cuando todo es tan intenso. Pero, quizás, haya sido el último en Barcelona. Porque llegamos cansados, destruidos (yo personalmente sin dormir) pero con toda la leche de la gira que se termina y afilados como una navaja. En Sidecar, el club donde tocamos, nos hicieron sonar como una bomba, las bandas con las que compartimos escenario, Ravales y The Encabronados, son buenísimas y pegamos la mejor onda juntos. Y el público -como los integrantes de las bandas- todos argentinos, latinos, y un montón de uruguayos amigos que están hediendo por allá. La creme de la creme de la vagancia. Y se encargaron de armar un quilombo monumental. Ese domingo, mientras las calles de Barcelona se prendían fuego con las protestas independentistas, nosotros hicimos lo propio en el sótano del bar. Cuando terminamos de desarmar todo, subimos la escalera y salimos a la puerta en la Plaça Reial nos recibieron con aplausos. Estuvimos media hora firmando discos y sacándonos fotos con la gente. Fue una locura inolvidable.
Íntimamente ¿qué significó para vos poder hacer esta gira?
Fue la confirmación de que no, no estás tan equivocado haciendo esto. De que lo tuyo tiene valor, aunque muchas veces ni vos mismo lo quieras reconocer. Que lo que hacés no tiene fronteras, género, raza ni condición. Que hay muchísima gente allí afuera que tenés que salir a buscar porque, al encontrarnos, vamos a enriquecer nuestra vida mutuamente. En definitiva, es eso. Vos salís a tocar porque querés conectarte con las personas. Y en esta gira descubrí nuevas formas de hacerlo. Porque yo no soy un cantante, soy un tipo que se conecta con la gente. Es algo único, hermoso y no quiero dejar de hacerlo. Le agradezco a mis hermanos de banda por compartir todo esto juntos.
Es todo muy intenso con esta banda, siempre lo fue. En la música, en nuestra vida. Hasta los momentos tranquilos son intensos. Volví a repasar los inicios, cuando teníamos ganas de comernos el mundo, los discos, los momentos de ilusión. Y también los momentos difíciles, en donde esas expectativas no se cumplieron, pero seguimos adelante a pesar de todo. No es fácil para una banda con nuestras características cumplir veinte años en Uruguay. Al final, te das cuenta de que ese es nuestro mayor logro.
¿Sos de hacer una retrospectiva a propósito de los veinte años de Motosierra?
Bueno, de hecho lo estoy haciendo en nuestro Instagram @motosierra_666 desde hace algún tiempo. Me puse a escribir día sí, día no, sobre los momentos que consideré más importantes en estos 20 años. En orden cronológico. Y es abrumador, mucha cosa. Me hizo volver atrás y ponerme en el lugar donde estaba en el momento en que pasó lo que pasó, cómo era mi vida, la de la banda, la del país. Pero cada instante parece haber sido ayer nomás. Es todo muy intenso con esta banda, siempre lo fue. En la música, en nuestra vida. Hasta los momentos tranquilos son intensos. Volví a repasar los inicios, cuando teníamos ganas de comernos el mundo, los discos, los momentos de ilusión. Y también los momentos difíciles en donde esas expectativas no se cumplieron, pero seguimos adelante a pesar de todo. No es fácil para una banda con nuestras carácterísticas cumplir 20 años en Uruguay. Al final te das cuenta de que ese es nuestro mayor logro.
¿Cuál fue, para vos, el momento más “Motosierra” enlos veinte años?
Depende de lo que te quieras definir por “Motosierra”. Si te guiás por el imaginario popular de tipos barderos y controvertidos, fue el Pilsen Rock o en “De igual a igual”. Ahí es cuando la gente más asocia nuestro nombre. Personalmente, creo que eso es sólo la parte más visible de “Motosierra”. Para mí, es atreverte a vivir tu propio destino sin traicionarte a vos mismo. Lograr metas en armonía con tus hermanos de banda. Desde ese punto de vista esta gira por Europa fue lo más hermoso que recuerdo haber vivido juntos.
¿Hubo algún momento en que consideraste seriamente terminar con la banda?
En el 2009 yo estaba casado y viviendo en Uberlandia, Brasil, mientras que el resto de la banda (Walo Crespo, Leo Bianco y Leroy Machado, en ese momento) estaban en Montevideo. Había estado hablando con productores de festivales y clubes para volver a llevar a Motosierra de gira por Brasil y seguir manteniendo a la banda viva. Cuando ya estaban bastante adelantadas las conversaciones Leroy dijo que no. Ahí pensé que se había terminado. Y así fue por casi dos años. No volví a verlos, ni a Uruguay, en todo ese tiempo. Traté de olvidarme, de pasar la página. Armé otra banda allá que terminó de manera trágica. Ese fue el momento en que más lejos me sentí de volver a tocar en mi vida. Y sufrí horrores. Soñaba que me subía a un escenario. Que comía fainá. La pasé mal. Hasta que a fines del 2010, Mauro nos planteó hacer un show reunión en Bluzz Live y todo volvió a comenzar. Fue impresionante. Volver al país, ver a mis amigos, ensayar juntos, llenar la sala con pila de caras nuevas. Y sentir el poder de la Moto de nuevo. Simplemente, no pude volver atrás. Volví a Brasil, me divorcié y regresé a Montevideo para febrero del 2011. Esta banda siempre tiene un capítulo más que contar, y ese no era el momento de cerrar el libro.
¿Sentís que en los últimos años están teniendo un reconocimiento y que se han ganado un respeto más allá de gustos?
En cierta manera, sí. Por un lado, hemos crecido y, lógicamente, madurado bastante durante todo este tiempo. Así que nos dejamos de pavadas y de esa cosa medio adolescente que teníamos en nuestros inicios, esa imagen de satánicos degenerados y faloperos. Y si bien nos gusta y divierte interpretar personajes, con los años, nuestra imagen se ha vuelto más honesta con nuestra vida. Esto nos hizo más humanos y menos desagradables frente al resto como pretendimos jugar en nuestros inicios. 20 años permaneciendo en un medio pequeño como Montevideo, donde todo el mundo se conoce, hace que al final lleves a relacionarte con todo el mundo y las máscaras caigan por si solas. Así que creo que al final todo el mundo se dio cuenta de que somos cuatro buenos tipos, divertidos, no tenemos mala onda ni oscuridad. Que estamos medio mal de la cabeza, pero no le hacemos mal a nadie. Y que nuestros shows no son una orgía del mal, sino que la pasás bien, que es divertido y hay buena gente. Porque creo que ése es el mayor reconocimiento en estos 20 años. Hemos construido una familia alrededor. Gente para la cual somos importantes en su vida, para quienes representamos valores que no encuentran por allí, que se ha unido a otras de todas partes del mundo gracias a la Moto. Eso es algo increíble y que surgió naturalmente en estos últimos años, después que volví de Brasil y después que nosotros mismos decidimos ser más honestos con nosotros mismo. Muchas gracias por el Premio Graffiti que nos ganamos este año, pero nuestro verdadero premio son los Motobangers.
Si bien nos gusta y divierte interpretar personajes, con los años, nuestra imagen se ha vuelto más honesta con nuestra vida. Esto nos hizo más humanos y menos desagradables frente al resto como pretendimos jugar en nuestros inicios. Veinte años permaneciendo en un medio pequeño como Montevideo, donde todo el mundo se conoce, hace que, al final, lleves a relacionarte con todo el mundo y las máscaras caigan por si solas.
Hace poco cantaste como invitado de Los Auténticos Decadentes ¿Qué diría de eso el Marcos de 1999?
¡Ja! ¡Qué momento! Eso se lo debo a Pablo Piñeiro, que es amigo nuestro hace años, de los Decadentes y especialmente de Cucho. El año pasado lo llevó a un show nuestro en el Roxy de Buenos Aires, cuando abrimos para Supersuckers. Ahí lo conocí. Y como es un tipo muy divertido, buena onda, y que está medio loco, era imposible que no nos llevásemos bien. En setiembre de este año, fuimos a tocar a Sao Paulo y, antes de acostarme en el hotel el jueves después del show, Pablo me manda un Whatsapp a las dos de la mañana preguntándome si no quería cantar una canción con los Auténticos Decadentes ese mismo lunes. Casi me caigo de espaldas. Hace años que le vengo diciendo a quien quiera escuchar que es mi banda argentina favorita de todos los tiempos. Me entró terrible cagazo pero, claro, que dije que sí. Así que volví el domingo y al otro día estaba ahí, en la prueba de sonido con veinte tipos en el escenario de la Adela Reta, con la letra en la mano porque no me la sabía. Fue algo increíble, poder ver desde adentro el nivel de producción que maneja un espectáculo así. Y todos, desde los técnicos hasta los músicos pasando por los patovas, se portaron increíble conmigo. La cosa es que, minutos antes de comenzar el show, yo estaba todo entrajado, dando vueltas por el backstage en donde estaba Rada, los Ibarburu, los NTVG y Petinatti, tomando vinito recontra nervioso porque le iba a pifiar con la letra. Estaba en blanco. Cuando aparece Cucho le digo que, antes de arruinarles el show y hacer un papelón, mejor no salgo nada. Y me dice “no, no no, vos tenés que salir, no seas cagón. Aguantá que hacemos un repaso.” Y me encierra en su camarín privado con Jorge Serrano (!!!) y Nito Montecchia, los dos con guitarras. Y, ahí, se pusieron a repasar la canción conmigo. Me decían “vos hacé esta voz que yo canto esta otra parte ¿Estás cómodo así?” Y el Cucho, “olvidate de cantar la letra y hacé eso que hacés vos, levantá al público.” Fue algo inolvidable. Realmente son auténticos y decadentes. Por supuesto que cuando salí le erré todo el tiempo pero la descarga de ansiedad y alivio fue increíble. Después disfruté como loco. Si pudiese le diría al Marcos de 1999 APRENDETE LA LETRA DE “SIGUE TU CAMINO” PEDAZO DE GIL!!
¿Qué se viene para la banda luego de este show?
Lo próximo es material nuevo. Aprovechar el empujoncito que tenemos y grabar algo, cualquier cosa que sea fresca, rápida y sin pretensiones. Para divertirnos y comenzar a agarrar práctica de estudio con esta nueva formación con el Tapa (Nicolás Taparauskas) en bajo. Este año, seguramente el bajemos a los viajes y nos dediquemos más a componer y grabar, sobre todo hasta mitad de año. Pero, también, tenemos planes de agarrar el avión, no sé si a Europa pero sí más cerca. Y nada, seguir siendo nosotros mismos. Está todo muy lindo como para querer cambiarlo. Vamos a cuidarlo y a cuidarnos, porque, para nosotros, el año se termina este jueves pero comienzan los 21 de nuestra historia. La Moto no para. Jamás.