Entre la búsqueda de un sonido que reinterpreta el rock argentino de los 80 y 90 y la ironía como vehículo para pensar el presente, Marilina Bertoldi publicó en mayo “Para Quién Trabajás Vol. I”, su sexto álbum de estudio. En una inquieta búsqueda, la artista —ya consolidada como una de las referentes del rock de la región— combina máquinas de ritmo, sintetizadores y guitarras, construyendo un universo que oscila entre lo analógico y lo digital.
Coronando un intenso 2025, la artista santafesina sumó la banda sonora del film “Belén” —seleccionado para representar a su país en los Premios Oscar 2026—, además de dos nominaciones en la presente edición de los Latin Grammy, consolidando un momento de gran proyección.
Este sábado 11 de octubre, a las 20 h en Sala Del Museo, Marilina vuelve a Montevideo para presentar sus nuevas canciones y las entradas están a la venta a través de RedTickets.
A propósito de su nueva visita a Montevideo, conversamos con ella sobre el juego creativo, el humor como recurso para pensar la realidad y de su experiencia de componer para cine, además de brindarnos su mirada sobre algunos acontecimientos recientes.
Por Liber Aicardi

Volvés a Uruguay con un disco nuevo, editado en mayo. ¿Cómo sentiste estas canciones al tocarlas en los shows que has tenido hasta ahora?
No solo que está fresco el disco de haber salido, sino que lo arranqué a tocar hace un mes o menos, porque vamos por el cuarto show; este sería el quinto recién, si no me equivoco. Salió el disco y me tomé un tiempo, unos dos meses, para empezar a tocarlo, preparar a la banda —que es toda nueva—. No los versioné mucho. La verdad que los temas están muy fieles al disco, porque ese fue para mí el desafío: el disco se aleja mucho del tipo de orquestación que siempre tuve. Ya recrearlo era un desafío muy grande y algo nuevo para mí. Eso me divirtió mucho.
¿Cómo definirías “Para quién trabajás Vol. I”?
Mi intención con este disco —y yo al menos creo que está muy logrado, aunque todo es muy subjetivo— fue tratar de aggiornar, traer a la época de ahora un sonido muy recordado y muy clavado en la memoria de lo que fue Argentina en los 80 y los 90: un rock muy porteño, muy Charly, muy Sumo, muy Spinetta. Ciertos artistas que los escuchás, ponés play y estás caminando por Buenos Aires, y es lo que nosotros exportamos bastante hacia nuestros hermanos latinoamericanos, digamos. Creo que después ese sonido no se volvió a repetir tan literal, sino que fue evolucionando, y me gustó la idea de recordarlo pero traerlo a esta época. Una reinterpretación de un estilo de rock muy argentino, donde trato de aggiornarlo a este tiempo.
¿Es un disco en el que te permitiste jugar más de lo habitual en ese sentido?
Sí, es algo nuevo. Creo que —y esto le debe pasar a cualquier artista— cuando le metés más mano todavía a lo que vas a sacar y tenés menos miedo a sonar a vos, hacés tus caprichos, te ponés a jugar, a divertirte, obviamente empezás a hacer mucho más de eso. Y mi objetivo es seguir haciéndolo cada vez más. Creo que en este es donde más lo logré.
En “Mojigata” (2022) llegaste a consolidar un sonido propio que venías construyendo con el correr de los discos. En este disco le buscaste otra vuelta. ¿Cómo surgió esa inquietud?
Creo que había llegado a un punto donde dije: “Ok, quiero hacer un disco de rock clásico”. Del clásico que yo conozco como clásico. En cada época y cada generación se entiende lo clásico como algo distinto, pero para mí los 90 eran muy clásicos, muy americanos, con algo del folk muy presente, reinterpretado obviamente por alguien que vive y creció en Argentina, pero escuchando mucho esos discos de esa época. Y creo que después de ahí lo que dije fue: “Bueno, ahora necesito empezar a modernizar el rock, encontrarle una vuelta de rosca”. Para eso retomé una época muy, muy argentina por las temáticas que toqué en el disco, y dije: “Voy a empezar por acá, por máquinas de ritmo”. Creo que va muy bien con la época de ahora y la de antes: sintetizadores, teclas antes y ahora; guitarras que aparecen por momentos, con ciertos audios más de línea y con mucho más plugin, roto, perillado… y algunos procesos de las voces que son exclusivamente de épocas anteriores, porque tiene mucho slapback y doubler, cosas muy usadas antes. Y así me fui tomando muchos samples míos, sobre todo, y algunos que tomé, como el de Luca (N. de R.: voz de Luca Prodan en “Mejor no hablar de ciertas cosas”). Recreé “1979” de Smashing Pumpkins en “Bajan de día de noche esperan”. Siempre juego un poco con mis recuerdos y con la música que escuché; me gusta traerla a colación.
Ahora que mencionás los elementos electrónicos, esto me lleva a un show que presentaste en 2023 junto a Edu Giardina llamado Dúo Set. ¿Cuánto tuvo que ver ese show en la composición de este disco?
Un montonazo… Ese show a mí me salvó mucho. Fue un capricho enorme. Yo creo que cada persona que vio ese show, al menos, flasheó con la demencia que era. Era una locura, y eso fue lo que más me destacaron. Es muy fresco ese show, muy llamativo; no podés parar de verlo. Sé que hay mucha gente a la que no le gustó, en el sentido de que querían escuchar los temas míos en sus versiones originales. Pero a mí me trajo mucha frescura, y yo necesitaba eso: necesitaba ser un artista, jugar y ser creativa. Hay algo en la repetición que no tiene nada de creativo encima; tener que hacer las cosas siempre de la misma manera se vuelve un trabajo muy de oficina. Me estaba cansando y me estaba quitando las ganas de vivir, digamos. Porque la música, para mí, es todo. Entonces, si yo ya no disfruto, ahí es algo muy peligroso.
En esa creatividad de cambiar de personajes, de encontrarme en otro rol más de guitarrista y producir esas canciones —todas versiones nuevas, versionando los temas, destruyéndolos—, sí, es verdad que me sentí mucho más cómoda. Después, empezando a componer un disco, fue como que ya estaba motivada otra vez y podía volver a hacer temas como antes. Volví a tener esa sensación, ese cosquilleo de decir: “Listo, estoy para componer”.
Hay algo en la repetición que no tiene nada de creativo. Tener que hacer las cosas siempre de la misma manera se vuelve un trabajo muy de oficina y me estaba cansando, me estaba quitando las ganas de vivir, digamos. Porque la música para mí es todo, entonces si yo ya no disfruto, es algo muy peligroso.
Está claro que el terreno de la ironía te queda muy cómodo, pero en este disco también la aplicás en la música. ¿Sentís que es el álbum donde llegás más lejos en ese sentido?
Me parece que, a medida que crezco, le quito un poco ese lugar serio o de cierto pedestal a la música; eso de que tiene que decir ciertas cosas de cierta manera. Como que si voy a hablar de la actualidad y de lo que está pasando, que es duro, lo tengo que decir de una forma. Creo que le encontré otra vuelta y priorizo mucho no solo divertirme, sino entender qué es lo que quiero dejarle a la otra persona.
Si le estoy hablando de algo terrible, ¿le quiero dejar tristeza y preocupación, o solo una alerta y un “vamos a meterle, vamos para adelante”? Creo que ese fue más el concepto. Y a veces el humor es una buena manera de escapar y de comunicar lo que uno quiere, pero a la vez de alivianar las cosas, llamarlas por su nombre y decir: “Esto es así, pero podemos seguir adelante, podemos meterle un poco más”.
En el inicio de “No quieren más mi rocanrol” manejás un clima muy sensual, pero que rompe en un caos sonoro y tiene una letra muy irónica. También, en “El gordo”, metés un estribillo súper coreable que dice “cierren el orto, por favor”. De alguna forma es poner la música al servicio del juego y de la ironía. Además, en estos tiempos, principalmente de los últimos años a esta parte, la realidad cada vez te da más material…
Sí, ¿no? Es esto también que dicen, que la realidad ya supera a la ficción. Es difícil hablar de la realidad porque es tan loca… entonces, ¿qué tanto se puede metaforizar, no? Pero sí, a mí me gustan mucho ciertos chistes. Justo mencionaste “No quieren más mi rocanrol”, y habla un poco sobre esa realidad. ¿Viste que todo el mundo dice que el rock se murió y todas estas cuestiones? Me gustó empezar a hacer chistes sobre eso, porque ya me cansó que me pregunten sobre ese tema, que me parece una pelotudez. A la vez, ¿a quién le importa? Pero es tan reiterativo que dije: “Bueno, me voy a permitir también decir una estupidez, que es decir que un género se murió, el trap se murió…”. Y además, como no quieren más mi rock and roll, en el medio de la canción hay un quilombo que sucede, los instrumentos rompen todo, se rompe el track y vuelve la normalidad. También jugar un poco y decir: “Interpreten cada uno algo de lo que estoy haciendo”. No servir todo y decir: “Esto es un chiste, esto es tal cosa”. Están pasando cosas que se contradicen, y jugar, jugar sobre todo.
¿Este es un disco más de laboratorio, para el que supongo llegaste al estudio sin la necesidad de ensayar para grabar, por decirlo de alguna manera?
Fui y abrí las maquetas, y solo reemplazé las cosas que se podían mejorar en el sonido. Se arreglaron algunas partecitas que quizás podían mejorar, pero la verdad es que el disco lo trabajé muchísimo, muchísimo sola, como para poder hacer eso que es mi sueño. Mi sueño es un día grabar mis maquetas y que las maquetas sean el disco directamente. Para eso hay que tener un estudio y también una certeza de que, cuando uno graba, ya es lo definitivo. Pero es ese objetivo que muchos músicos creo que lo tienen, porque todos nos enamoramos de las maquetas. Es muy difícil soltarlas. No quiero tener que regrabar nada de lo que ya me enamoré, porque está bien hecho, digamos. Obvio que se puede hacer mejor interpretativamente —siempre alguien lo puede tocar mejor—, pero no porque esté mejor tocado técnicamente va a ser mejor. Pierde algo cuando se vuelve muy grillado, con melodyne, con autotune.
Hay algo en cómo está dicho por primera vez, cuando te das cuenta de que es por ahí, que nunca más lo decís de esa manera. Eso es lo que quiero conservar, y eso intenté hacer. Y lo logré bastante. El disco estaba en ese orden exacto, tenía esas mismas partes; se cambió muy poco. Entonces, a mí me resulta fresco hoy en día; logra conmigo incluso una diferencia. Los otros discos los sacaba y, al mes o dos, ya no los podía escuchar más. A este lo sigo escuchando y me suena fresco todavía. Entonces, hay algo que es por ahí.
¿Viste que todo el mundo dice que el rock se murió y todas estas cuestiones? Me gustó empezar a hacer chistes sobre eso porque ya me cansó que me pregunten sobre ese tema, que me parece una pelotudez a la vez, ¿a quién le importa?
Te saco un poco del disco y retomo algo que veníamos hablando: el tema de estos tiempos que te dan mucho material. No puedo dejar de preguntarte por el último show del presidente Milei con sus tributos al rock argentino. ¿Cómo lo tomaste?
Sabés que yo, en esos momentos, es cuando más entro a Twitter, porque la gente se pone muy graciosa con cosas terribles. Le di muchos likes a uruguayos, a chilenos, a estadounidenses también. El mejor tweet fue de un chileno que dijo: “La cordillera no nos separa, nos protege”, y todos burlándose de nosotros, que somos famosos por hacer eso con todo el mundo, nos creemos mejores que nadie. De repente fue un momento muy humillante para todos, en el contexto de todas las cosas terribles que tiene este gobierno, que son un montón y mucho mayores que esa. Esto fue solo humillación internacional. Entre nosotros ya sabemos que él es un ridículo; en el día a día lo vemos. Pero sí me pasó que era como una humillación que siento que la merecemos, porque no puede ser que esta persona sea nuestro presidente. La verdad, es duro de ver.
Y lo relaciono con otro tema que tiene que ver con esa batalla —por decirlo de alguna manera— por parte del presidente hacia determinados artistas de la música o del cine, por ejemplo…
Te digo y repito: en prácticamente todos los aspectos que se pueden analizar, es de no creer. Yo, cuando él ganó, me puse muy triste y sabía que iba a venirse una pálida, pero la realidad superó nuevamente la ficción, la imaginación y las expectativas. Esto es una cosa más.
Hablando de cosas más positivas, también compusiste la banda sonora de la película “Belén”, que fue seleccionada para representar a Argentina en los Oscar. ¿Cómo fue esa experiencia?
Yo hacía mucho que tenía el deseo de poder hacer el scoring de alguna peli, idealmente una película, ya que una serie requiere en general mucha más música. Intenté buscar por algunos lados, nunca con mucho esfuerzo porque es todo un mundo muy distinto, y de repente un día me llegó un mensaje de Dolores Fonzi, de la nada. Yo no hablaba con ella, no la conocía, y me dijo eso: me invitó, me dijo: “Escuché que en una entrevista hablaste de un artista, me metí a escucharla y yo estoy haciendo una peli y ese es el tipo de música que necesita mi peli. ¿Lo querés hacer?”. Nos juntamos, estuve en todo el proceso, viví por primera vez todo el proceso de una peli: además, ves primero el guion, después ves cuando empiezan a filmar, vas al set de filmación, después ves el primer montaje, después cómo se va cambiando completamente el sentido una y otra vez con la edición. Fue una experiencia hermosa.
El cine es algo que estoy conociendo ahora, en el sentido de formar parte de él, y es de lo que más me interesa, te digo la verdad, porque tiene un tipo de creatividad muy distinta para la música. Es menos estructurada, en el sentido de que no es “Bueno, acá va una estrofa, este es el riff, esta es la melodía, se repite, ahora necesitamos una base, necesitamos una frecuencia más grave…”, no. Es tan sensorial y tan abstracta, y es tan poco protagonista; a veces acompaña algo que me parece mucho más interesante. Creo que para la creatividad y para mí, que siempre busco algo que me motive y aprender algo nuevo, es lo que ahora me tiene más atenta. Además, esta peli tiene un peso muy importante; es el proyecto perfecto para que yo entre en la historia, porque es muy significativa.
¿Qué sensaciones te pasaron cuando viste el corte final de la película con tu música, en los momentos para los cuales vos la pensaste y creaste?
Fue muy lindo. Fui muy preparada, porque le pregunté a varias personas que trabajan o que han hecho mucha música, muchos soundtracks, y me prepararon con todas las advertencias de lo que pasa cuando vas a escuchar y ver la película final. Entonces, fui muy pendiente de ver la película, de ver la historia, y me gustó que la música nunca me molestó, que incluso por momentos ni me di cuenta de que estaba. Siento que logré uno de mis objetivos más grandes con el proyecto, que fue: “No la cagues” (se ríe). Que no sea algo molesto, que no arruine la película. No hice eso, así que es un gran primer objetivo para una película tan grande, un proyecto tan grande. Ahora quiero meterme mucho más en ser conceptual y tener una estética propia.
El cine es algo que estoy conociendo ahora, en el sentido de formar parte de él, y es de lo que más me interesa, porque tiene un tipo de creatividad muy distinta para la música.
Otra de las cosas positivas que te pasaron últimamente fue que obtuviste dos nominaciones en los Latin Grammy y, encima, en una categoría competís con Eruca Sativa, la banda de tu hermana Lula. ¿Cómo lo estás viviendo?
Para colmo, yo realmente deseo que mi hermana gane, porque ellos ya no sé si no tienen como la sexta nominación. Incluso la última vez que yo estuve allá, que estuvimos también nominadas en distintas ternas, en ese caso ellos me trataron tan bien y los vi tan optimistas, tan positivos, como: “Bueno, no ganamos, no importa”. Eruca Sativa es una banda tan importante en mi vida, y mi hermana también, que voy a estar alentando por ellos en la terna que compartimos. Me encantaría obviamente llevarme algún premio, pero no puedo evitar pensar eso. Y, en segundo plano, también muy importante —o primer plano, quizás— estar en Las Vegas con mi hermana me parece un planazo, increíble. Va a ser increíble, vamos a disfrutar mucho.
Además, no hay otro caso, al menos en los Grammy, en el cual dos hermanas o hermanos compartan una misma categoría.
La verdad es que somos un caso muy particular y soy muy consciente del privilegio que tenemos. Es realmente una rareza lo que pasó con nosotras. Por eso es más de festejo, y ya estamos ganando en algún sentido. No quiero sonar cliché con estas cosas, pero es la primera vez que voy a ir con una sensación así. En otros casos fui más como: “Uy, quiero ganar y no voy a ganar por esto y qué sé yo, uy qué paja ir a hacer la alfombra roja…”. Y en esta estoy muy consciente de lo que significa que me nominen, así que estoy agradecida de todo.
¿Qué podés adelantarnos del show del sábado 11 en la Sala del Museo?
Es un show distinto al que vengo dando. Para mí, estoy en un lugar en el que estoy a nada de lograr el show que hacía mucho que quería lograr. En cuanto al abanico de música, es amplio, como siempre me gusta lograr. La banda es como un híbrido que pasa de algo muy digital a algo muy analógico constantemente; la batería, incluso por momentos, es un trigger de una drum machine vieja, y por momentos tiene el audio de la bata que usamos y lo rompemos. Así como también el guitarrista, por momentos, toca sintetizadores y nuevamente se pasa a la guitarra, o lo mismo el bajista con un synth bass. Todo el tiempo estamos pasando de un lado para el otro, y yo, como performer, siento que estoy llegando a un lugar mucho más deseado. Entonces, creo que el show es algo que se está cocinando bien, que está en un buen punto, y vamos muy entusiasmados también, porque como quinto show ya estamos mejorando muchas cosas y las queremos probar; entonces, nosotros vamos a estar muy presentes en el show.
¿Vamos a tener “Para quién trabajás Vol. II” o también es parte de la ironía?
(se ríe) Sí, sí, va a suceder. Me parece que no va a suceder ahora; es lo único que creo que no va a pasar ahora. Me gustó jugar con ese suspenso, me gustó la idea de sacar ese disco en un tiempo, no ahora. Ahora creo que quiero decir otras cosas, quiero hablar de otras cosas, pero en algún momento va a salir, sí. Tengo un disco listo que es como un lado opuesto, que habla igual de la época desde otro lado, pero suena completamente distinto. Es como mucho más moderno, como una contracara exacta; entonces quiero darle un poco más de tiempo para sacarlo.

Foto: Difusión