Desde sus comienzos, en 1999, Motosierra irrumpió como una banda distinta al resto de la escena local, sobre todo por sus enérgicos y viscerales shows. Siempre liderados por Marcos Motosierra y, más allá de los cambios de integrantes a través del tiempo, “La Moto” lleva hasta hoy el concepto de Rock & Roll al extremo y sin guardarse nada. Cada vez que tuvo la oportunidad de mostrarse frente al “gran público” como en el Pilsen Rock de 2005, los Premios Graffiti de 2007 o en el programa de Omar Gutiérrez en medio de los grupos tropicales del momento, así lo hizo y dejó más que claro de qué venía la cosa. Su último trabajo, titulado simplemente “Motosierra”, publicado a casi doce años de su antecesor, denota un importante crecimiento tanto en composiciones como en sonido, sumado a que sus letras son en nuestro idioma. El próximo viernes 23, a partir de las 22 hs, Motosierra se presentará junto a Monkelis en Rock es la Cultura (Soriano 952) y, en la previa, entrevistamos a Marcos que nos habló, entre otras cosas, sobre el último disco de la banda, los cambios internos y lo que significa el grupo en su vida.
Por Liber Aicardi
Durante los primeros años Motosierra fue una banda muy prolífica ¿Por qué dejaron pasar once años para lanzar un nuevo disco?
Porque a partir de la grabación de “Life in Hell” (2006) pasaron cosas. En marzo del 2007 nos fuimos de gira a Brasil, la conocí a mi ex esposa en Sao Paulo y me quedé cuatro años viviendo allá. Al año, en marzo del 2008, le tocó el turno a Luis Machado (guitarra) de irse a vivir a Valencia, España. Lo reemplazamos con Leroy Machado, hermano de Luis, pero durante el 2009 y el 2010 no nos vimos y pensamos que la Moto no iba más. Ahí Bluzz Live nos ofrece hacer un show reunión en diciembre del 2010 y, después de dos años sin pisar Montevideo ni tocar con Motosierra, decidí volver a Uruguay. Pero la banda estaba en otro ritmo, no con el impulso anterior. La cosa volvió a complicarse cuando Leo Bianco (bajo) se fue a vivir a Buenos Aires. Nuevamente volvimos a ser una banda desperdigada por el mundo y además totalmente desfinanciada. En 2013 entró Juan Bertolotti en guitarra y todo empezó a enderezarse. Comenzamos un largo proceso de composición y producción de lo que sería un futuro disco, muy lejano, pero del que estábamos muy seguros que llegaríamos a realizar a pesar de las circunstancias. Realmente comenzamos de cero, nadie nos apuraba, así que nos tomamos nuestro tiempo. Nuevamente pasó de todo. Yo me quebré una pata, debutamos con la nueva formación, y finalmente Leo volvió de Buenos Aires. Entonces, las cosas empezaron a funcionar, nos dedicamos a tocar en vivo para conseguir fondos y financiar el disco mientras terminábamos las canciones. Este proceso nos llevó un año, hasta que, finalmente, en el 2016 logramos completar el proceso de grabación y mezclado en El Ombú Records y el masterizado en Enormous Doors Mastering (EEUU). Decidimos que, ya que el proceso había sido tan largo y sacrificado, también lo iba a ser la edición, porque nuestra meta era editarlo en vinilo. Gracias a Little Butterfly Records esto fue posible, pero para ello tuvimos que aguardar un año más hasta que se prensaron y embarcaron los vinilos desde Europa. Finalmente, en diciembre de 2018 tuvimos el disco en nuestras manos. Cinco años después de comenzar a componerlo y casi doce años después de nuestra última edición. Una locura.
¿Lo considerás como un nuevo punto de partida para Motosierra, como un nuevo impulso?
Totalmente. Y así lo vivimos desde que comenzamos el largo camino que significó hacerlo. Inclusive el arte de tapa lo refleja. Hay una foto del bombo del Walo (baterista), todo un símbolo de la banda, que parece abandonado pero brilla en la oscuridad. No tiene nombre, es simplemente Motosierra. Es comenzar de cero, nuevamente. Nueva formación, nuevo sonido, más limpio, sin overdubs de guitarra, más orgánico y en vivo. Letras en español. Pero seguimos siendo Motosierra, eso tiene un peso muy grande y determinante. No podemos hacer cualquier cosa. Yo creo que el mayor cambio de todos fue que ya no necesitamos más copiarle a nuestras bandas de referencia. Ahora la referencia somos nosotros mismos.
Lo de las letras en español ni siquiera se discutió, yo necesitaba hacerlo así y el resto de la banda lo sabía. Necesitaba zafar del cliché de escribir en otro idioma, expresar otro tipo de sentimientos con otro tipo de peso que sólo te lo da expresarte en tu propia lengua. Necesitaba ese desafío, y no fue nada fácil pero, sí, muy liberador.
¿Notás que hay un salto respecto de los anteriores trabajos en cuanto a letras y sonido?
Por supuesto, y eso fue algo totalmente deliberado. Llegamos a un punto en la producción anterior en que habíamos agotado un camino, que era el de tocar más rápido, grabar más sucio y sobrecargado y con mayoría de letras en inglés. Repetirnos nuevamente nunca fue una opción, hubiese sido algo perezoso, aburrido y deshonesto. Lo de las letras en español ni siquiera se discutió, yo necesitaba hacerlo así y el resto de la banda lo sabía. Necesitaba zafar del cliché de escribir en otro idioma, expresar otro tipo de sentimientos con otro tipo de peso que sólo te lo da expresarte en tu propia lengua. Necesitaba ese desafío, y no fue nada fácil pero, sí, muy liberador. Acerca del sonido, sabíamos que necesitábamos plasmar esta nueva etapa de la banda de una manera diferente. Toda la anterior producción había sido registrada por otro guitarrista y bajista, era lógico que el sonido iba a cambiar. El timbre y la forma de tocar de Juan (guitarra) fueron decisivos, más limpio y blusero, con menos gain, encaminó el sonido del disco a una mezcla mas natural, como si la banda estuviese tocando en vivo y sin tanto artificio de estudio. Creo que en este disco, por primera vez, hubo una búsqueda para ser nosotros mismos, para intentar saber qué es Motosierra y plasmarlo. Y por eso lo considero el disco más honesto y coherente de nuestra discografía. Y, también, el más jugado, porque nos atrevimos a buscar nuestro camino y no caer en la cómoda de repetirnos.
¿Cómo surgió la idea de “La Marcos”, un tema autorreferencial?
El riff de esa canción se me ocurrió un día que fui hasta lo de Juan para intentar componer alguna cosa. Iba en el bondi y se me vino eso a la cabeza. Llegué, se lo mostré, y le dimos forma. Entonces cada vez que lo ensayábamos decíamos “vamos a tocar la de Marcos”. Pero no tenía letra, no se me ocurría nada. Lo grabamos, y al otro día yo tenía que ponerle las voces. Dos horas antes de ir al estudio estaba como loco, pensando en qué cantar. Así que, en un momento, no me quemé más la cabeza y dije ya está. Es “la de Marcos”, hablá sobre vos mismo que es fácil y salí del problema. La hice en media hora y ahí fuimos a grabarla. Al otro día se lo mostré a los guachos y se cagaban de la risa. No pensé mucho lo que estaba haciendo, solamente me vi forzado a salir del problema, y a veces las cosas me funcionan bien así. Después, me di cuenta de que lo que había hecho no es muy común, por lo menos acá en Uruguay. No hay muchos ejemplos de temas autorreferenciales y, menos, tan explícitos y obvios que anuncien su intención desde el nombre. Pero también es un ejercicio poco premeditado, grosero y simple, y en realidad lo que estoy haciendo es refiriéndome al personaje que me he creado, no de mi verdadero yo. A ese todavía no le escribí nada.
Creo que en este disco, por primera vez, hubo una búsqueda para ser nosotros mismos, para intentar saber qué es Motosierra y plasmarlo. Y por eso lo considero el disco más honesto y coherente de nuestra discografía. Y, también, el más jugado, porque nos atrevimos a buscar nuestro camino y no caer en la cómoda de repetirnos.
Motosierra se ha caracterizado por salir a tocar fuera del país en muchas oportunidades, incluso teniendo mejor recepción que acá ¿Qué explicación le encontrás a eso?
Desde el comienzo buscamos y tuvimos una proyección internacional porque nuestro sonido y propuesta no es, exactamente, rock uruguayo, sino algo más universalmente underground. Sabíamos que acá no teníamos ninguna chance, así que tratamos de editar y tocar fuera del país todo lo que pudimos. Con el tiempo dio sus frutos y, realmente, nos hemos hecho un nombre puertas afuera, sobre todo en Argentina y Brasil, países que estamos visitando desde el 2001 y 2002. En todos estos años hemos visto de todo, modas cambiar, escenas y bandas aparecer y desaparecer, y nosotros siempre ahí, porfiadamente en la nuestra. A veces nos va mejor, a veces nos va peor, pero la Moto es la Moto y chau. Hace más o menos siempre una misma cosa pero bien, así que somos como ese autito viejo sin mucho lujo ni novedad pero confiable, nunca te deja a pata. Y bueno, actualmente son malos tiempos para el rock and roll. Bah, son malos tiempos y punto. Esto que nos gusta, esta música, este estilo de vida, es cosa de museo. Las nuevas generaciones están para otra, tienen otros intereses, otra sensibilidad, otra forma de comunicarse y crear, y está bien. Y eso es en todo el mundo. Dentro de ese panorama somos como un axolote o algo así, un animal de otra época que sigue queriendo sobrevivir en el mundo actual a su manera porque no se puede adaptar. Y está bien que así sea, porque respetamos todo lo que pasa alrededor nuestro, no nos metemos con nadie ni nada, nomás nos interesa hacer la nuestra. Entonces, nos siguen llamando de afuera y vamos. Estamos agradecidos por eso. A veces, nos sentimos la última banda de rock and roll del mundo.
¿Cómo asimilás los cambios de integrantes de la banda a lo largo del tiempo?
Ya pasaron tantas cosas, hemos recorrido un camino tan extraño y absurdo en estos veinte años que comenzás a tomártelo no digo como algo natural, sino sobrenatural. Es sobrenatural que sigamos haciendo lo que hacemos durante todo este tiempo. Es sobrenatural lo que esta banda produce en nosotros y en las personas. Entonces, comenzamos a creer que no tenemos ningún control sobre Motosierra y que es Motosierra quien nos controla a nosotros. Tiene un plan sobre nuestras vidas que se va revelando a medida que pasa el tiempo. Y bueno, con el tiempo invariablemente llegan los cambios. Walo y yo somos los indispensables de esta banda, eso es algo que no se puede cambiar. Además de nosotros dos, ya han pasado seis integrantes más. Hay ciclos que se cierran y otros que se abren. No es fácil pasar por Motosierra, pero tiene su recompensa. Hay que sentirlo, vivirlo y sobrevivirlo. Es una experiencia única, intensa hasta el límite, y quienes nos han visto en vivo saben de lo que hablamos. Te exige sangre, que la mantengas viva, que le entregues la vida. No es para todos, todo el tiempo. Pero sí hay algo que tengo claro. Yo soy Marcos Fernández, pero antes que nada soy Marcos Motosierra. Esta banda es mi vida. Y eso sí que lo tengo asimilado. Así que venga lo que venga, pase lo que pase, acá seguiremos estando al servicio de la causa.
Motosierra es una experiencia única, intensa hasta el límite y quienes nos han visto en vivo saben de lo que hablamos. Te exige sangre, que la mantengas viva, que le entregues la vida. No es para todos todo el tiempo. Pero sí hay algo que tengo claro. Yo soy Marcos Fernández, pero antes que nada soy Marcos Motosierra. Esta banda es mi vida.
¿Cómo tomaron haber ganado el Premio Graffiti como mejor banda de Hard Rock y Heavy Metal? ¿Lo esperaban?
Absolutamente no. Para nada. Ni siquiera esperábamos estar nominados. Ya habíamos dejado bien claro nuestra opinión sobre este tipo de ceremonias cuando nos invitaron a tocar en el 2007 y mandé a todo el mundo a cagar. Así que de ganar, ni esperanzas. Pero, con la edición del disco, los amigos de Little Butterfly metieron a todo el catálogo del sello en la premiación. Nos sorprendimos al estar nominados y dijimos “vamos a la entrega de premios a cagarnos de la risa”. Entonces, yo me puse a pensar ¿dan algo de comer y chupar ahí? Como era obvio que no, y que no íbamos a ganar un carajo, pensé en hacer un par de pascualinas, meterlas en un tupper y llevar para convidar. Ese mismo miércoles fui a la feria, compré acelga, espinaca, hice la masa casera… Me pasé un buen rato en la cocina. Y allá me fui caminando con la pascualina en la mochila. Como la ceremonia era un embole y tenías que estar parado porque no había asientos, nos quedamos en la puerta chupando birra y convidando pascualina. Nadie me aceptó un pedazo. De repente nos dicen que venía nuestra categoría. Estábamos en el fondo metiendo la mano en el tupper cuando anuncian que habíamos ganado. Subimos a buscar el premio y, como tenía otro tupper en la mochila, se lo tiré al público. Después, cuando bajamos con el premio, ahí sí, vino todo el mundo a pedirnos pascualina. Que veleta que es la gente.
Si alguien está leyedo esta entrevista y, todavía, no fue a un show de Motosierra ¿Cómo lo “venderías” para que vaya (o al menos esté avisado)?
Vengan a vernos porque somos la única cosa realmente diferente que existe fuera de Netflix.
*Las entradas se venden exclusivamente el día del show en Rock es la Cultura y tienen un costo de $200.