A estas alturas, Luis Angelero es uno de esos músicos y productores de nuestro medio que no necesita presentación debido a que formó parte de varios de las propuestas que más se han destacado dentro de la escena local en la última década, tales como Boomerang o Alfonsina, además de haber trabajado y/o colaborado con otras importantes figuras de la talla de Luciano Supervielle, Juan Campodónico o El Cuarteto de Nos, por mencionar solamente algunas. En el trayecto, algunas de sus canciones no encontraron destino, hasta que llegó su momento, en 2020, cuando el compositor, guitarrista y productor inició su proyecto como solista. Lo cierto es que hace un par de semanas vio la luz en formato digital “Lejos”, el primer álbum en esta nueva faceta, que muestra a Angelero abordando este rol con convicción logrando una identidad sonora y encontrando su propia voz, resultando, además, uno de los trabajos más atractivos de este 2021. Para que nos cuente sobre esta nueva etapa y sobre el proceso creativo del álbum, entre otras cosas, conversamos con Luis en la entrevista que te compartimos a continuación.
Por Liber Aicardi
En la entrevista que hicimos el año pasado, me contaste que este disco solista surgió a partir de que tenías un grupo de canciones en una carpeta a las que no le encontrabas lugar en los demás proyectos de los que participabas. ¿Cómo fue el recorrido desde que esas canciones salieron de esa carpeta hasta el lanzamiento de “Lejos”?
Algunos temas fueron evolucionando, algunos temas fueron quedando en el camino y la verdad que en este disco tamizamos bastantes veces. Había como veinte canciones que tenían ya grabadas las bases, las había empezado a grabar con Nico (N de R: Nicolás Rodríguez, baterista). Yo tenía ganas de hacer algo solo, pero, no por el hecho de hacer algo solo; en realidad, lo que tenía era la necesidad de cantar, que es algo que no lo encontrás hasta que lo hacés, como que no hay punto medio ¿viste? Yo, en Boomerang, hacía coros, pero no es lo mismo. Era como una experiencia que siempre me había gustado y, ahora, se ve que es el momento. Creo que se dio también… con Boomerang nos separamos, pasó lo de la pandemia, se me cayeron pila de trabajos como sonidista y quedé ahí. En un punto fueron cosas negativas pero, al mismo tiempo, se abrió otra puerta. Como no tengo la energía en ese lugar, ahora la podía poner acá. Eso, también, me hizo actuar rápido en ese aspecto. Yo ya venía acumulando canciones con esa inquietud que te estaba comentando y en un momento se transformaron en varias y dije “vamos a hacer algo”. Uno cuando compone y produce, de lo que hace debe usar un porcentaje ínfimo, comparado con la cantidad de cosas que quedan en la basura o que se van. Estas canciones eran como una cosa que no tenía ganas de perderlas porque me parecía que tenían algo interesante.
¿Hubo mucho filtro en el camino, mucho hacer y deshacer?
Más o menos. Lo que hubo más que nada fue decir: “ésta canción tiene terrible potencial, ésta otra no”, como descartar. Es algo difícil para el que las compone porque uno, a veces, se encariña con los temas.
Uno de los puntos positivos que le encuentro al disco es que, si bien, en definitiva, es una álbum debut, tiene un rumbo marcado, incluso en tu forma de cantar ¿Cómo llegaste a esto?
En lo musical ya me sentía más tranquilo, entre comillas, porque es como lo que hacemos siempre con Santi, que somos instrumentistas mucho más que cantantes. Y con el canto, la verdad, en un momento, estaba bastante nervioso porque decía “¿cómo voy a cantar?” y, al final, dije “¡ta, me tiro!”. En realidad, uno a veces se basa en la experiencia de gente que, sí, lo hizo y me pasaba que hay gente que tiene las voces distintas, después, con los discos. Es algo que se va haciendo en el camino, más, en este caso que nadie sabía cuál era mi voz. Incluso en el disco, yo me doy cuenta que desde “Algo Fugaz” hasta “Desesperación” hubo una evolución, me doy cuenta.
¿Cómo te llevás con tu voz?
La encontré un poco más en el camino y depende de los temas. Hay temas en los que, por ejemplo, me escucho y me molesta menos, digamos. Escuchar tu voz es medio raro siempre, pero, la verdad, que ya entré en ese rol, es como que tengo que hacerlo también. La verdad que estoy cómodo con eso. En los shows en vivo, no hemos tenido muchos, pero estuvo bastante bien. Y es eso que te decía, que es algo con lo que te vas encontrando, para mí.
En tu carrera, la mayor exposición la has tenido como guitarrista y eso hace que quizás, justamente, uno espere un disco con más presencia de guitarras, pero no es éste el caso ¿Cómo fue esa decisión artística de relegarle espacio a las guitarras en función de otros elementos?
Igual, todos los temas surgen de un demo de celular con una guitarra. El origen primario del cien por ciento de los temas surge de ahí. Después, a la hora de producirlos, yo soy de poner guitarras, pero también era fundamental para nosotros que fuera algo minimalista, que no tuviera muchos arreglos ni mucha cosa o, por lo menos, que no los escucharas de primera. También, que el formato fuera de pocas personas, no muchas guitarras ni mucha cosa. La verdad, es un poco difícil abstraerse; como guitarrista uno trata de ponerle cosas de más, pero también me pasó que tengo que ponerme en el rol del otro porque cuando vos escuchás una canción, lo más importante es la voz, no la guitarra. Es difícil asumirlo como guitarrista, pero me parece que era clave.
Entonces, todos los arreglos fueron hechos para complementar la canción.
Yo, en Boomerang, hacía coros, pero no es lo mismo. Era como una experiencia que siempre me había gustado y, ahora, se ve que es el momento. Creo que se dio también… con Boomerang nos separamos, pasó lo de la pandemia, se me cayeron pila de trabajos como sonidista y quedé ahí. En un punto fueron cosas negativas pero, al mismo tiempo, se abrió otra puerta.
Y en este caso, el otro sos vos…
(se ríe) Exactamente. Por eso, con Santi, se armó una cosa interesante en la producción y es que yo pre-produje bastante y, después, se lo pasé a él. Y eso me re-ayudó porque también te concentrás en tu rol, sino es como que se te desvaría y, ya, interpretar mis canciones, para mí, era todo un recontra trabajo.
¿Cómo hiciste para desprenderte del Luis Angelero productor?
Es que la preproducción estaba bastante hecha y ahí ni siquiera tuve que meterle mano. Esa es la verdad. Ya había llegado hasta mi cien por ciento en ese tema, había grabado, había editado, había mezclado un poco, la voz, el coro, todo… y, después, lo mejor que te puede pasar es que lo agarre alguien y lo haga pelota o no, que no lo toque, que le parezca que esta bárbaro. Como que yo llego a mi cien por ciento, Santi lo lleva a su cien, y el trabajo en equipo así rinde pila porque son visiones distintas de las canciones, siempre. Y con Fede (N de R: Federico Molinari), que viene haciendo los videos, viene escuchando los demos desde el principio, por eso también está bastante metido en lo visual y conecta bastante con la música.
El proyecto, también, tiene un importante acompañamiento audiovisual ¿Cómo surgió esa faceta?
Eso nació un día que nos juntamos con Fede y yo le mostré el disco y le conté que quería tener una especie de socio entre comillas, alguien que quisiera volcar su artística y que le copara la música. A él le encantó la música y estaba con terribles ganas de dirigir y hacer videos. Entonces, en ese aspecto, él también tiene carta libre en el tema de la interpretación. Lo importante era hacerlo con una persona sola, también. Yo quería hacer un trayecto visual con alguien, que estuviéramos en todo el proceso, así se puede hacer una historia mejor. Los proyectos solistas, a veces, aparentan ser sólo de uno y como que está todo controlado por el músico y, en este caso, obviamente, no. Se armó el equipo con Fede, con Nico y con Santi y, la verdad, que está buenísimo.
La voz la encontré un poco más en el camino y depende de los temas. Hay temas en los que, por ejemplo, me escucho y me molesta menos, digamos. Escuchar tu voz es medio raro siempre, pero, la verdad, que ya entré en ese rol, es como que tengo que hacerlo, también. La verdad que estoy cómodo con eso.
¿Y a la hora de elegir qué músicos te acompañaban?
Lo primero que pensé fue “no voy a armar una banda” porque me da pila de pereza y con todo el panorama que había en marzo de 2020, para armar una banda era bastante complicado y encima juntar a la gente, también, era imposible. Entonces, yo pensé una cosa minimalista en la que se pueda mutar y, como Nico ya había grabado todas las baterías desde antes, de todos los demos, era con él. Básicamente, en vivo, somos un dúo. El formato del disco tiene bajo y tiene otras cosas, pero, en vivo somos un dúo y el resto se tira con pistas y funciona bárbaro. Yo, en vivo, precisaba una batería, no podía pararme solo con un bajista al lado, preciso esa energía. Aparte, con Nico nos conocemos hace mil y él hace coros, conoce los temas, compartimos pila de opiniones de cómo laburar, de cómo grabar y somos amigos. Entonces, era la mejor opción, seguro.
“Te tengo al lado” es el tema que más me llamó la atención ya que tiene una impronta murguera que lo desmarca en cierta forma del resto. ¿Cómo surgió, particularmente, ésa cancón?
Totalmente. Es el más distinto o el menos esperado. A mí, la murga-canción, bajonera tipo Lazaroff, el propio Jaime, me toca muy adentro, siempre me gustó y lo tenía pendiente. Lo quise mezclar, también, con cosas de ahora. Ahí hicimos un híbrido; con Santi dijimos “no vamos a hacer un coro de murga, hagamos nuestra interpretación”. La batería es medio rara, es como más trancada, hay unos loops también… En un momento se lo mostré a Martín Cardozo de La Catalina, porque también necesitaba una crítica de alguien de ese mundo y le gustó el tema, entonces me quedé copado porque es un mundo al que yo no pertenezco pero, también, me gusta mucho esta música. Es un tema que me gusta mucho.
¿Ya tenés fecha para la presentación del disco?
Sí, tengo. Va a ser el 5 de noviembre en la Sala Hugo Balzo. Eso ya lo tengo agendado y vamos a ver si pinta algo antes. Esperemos que se agrande un poco el aforo para esa fecha.