La Triple Nelson: “Lo que nos mantiene son las ganas y la sensación que nos genera crear una canción”

La Triple Nelson presenta en vivo su nuevo álbum, “De Amor, De Locura y De Guerra”, el miércoles 19 de noviembre a las 21:00 h en el Auditorio Nacional del SODRE. Grabado en los estudios Sonic Ranch, en Texas (EE. UU.), el disco refleja el pulso de un presente convulsionado, con letras potentes y con contenido social, pero sin perder su costado íntimo y personal. Un trabajo donde el trío alcanza un sonido directo y envolvente, en el que conviven la crudeza, la calma y la necesidad de seguir diciendo.

A propósito del show —cuyas entradas están a la venta a través de Tickantel—, conversamos con su vocalista y guitarrista, Christian Cary, sobre el proceso compositivo del reciente lanzamiento, la experiencia de grabar en el desierto texano y las motivaciones que mantienen viva a la banda a casi tres décadas de su fundación.

Por Liber Aicardi


Foto: Paul Hernández

¿Cómo fue el proceso para «De Amor, de Locura y de Guerra”?

Lo empezamos a armar hace más o menos año y medio, dos años, que nos juntamos con Paco en casa, como hacemos siempre, en el fondo, que tengo un estudio chiquito. Primero nos juntamos para hablar, para charlar, para ver si alguno tiene alguna idea, y ahí empieza. Este disco surgió a raíz de una canción que se llama “El Vagabundo”, que tiene tres acordes con un sonido envolvente atrás. Yo estaba haciendo esos tres acordes en la guitarra; la idea mía era hacer un solo arriba de esos tres acordes, para cuando toco solo, dejar nucleado eso y poder grabar, después poder solear arriba. Y llegó justo Paco y me dijo: “¿Qué es eso?”. Le expliqué, me dice: “Está bueno, seguí, seguí”, y nos pusimos a escribir. Después terminamos de dar pinceladas juntos —como casi siempre— a lo que uno o el otro escribe cuando hacemos temas en conjunto. Y ese fue como el puntapié del disco, el primer tema que apareció. Luego fuimos empezando a crear todos los temas. Fue un proceso que no fue tan corto, digamos, pero nos pasa así. Por lo general, no nos quedan muchos temas para atrás de un disco a otro.

Por lo que me decís, ni bien salió el disco anterior se pusieron a trabajar en este, ya que “Después del Último Día” lo publicaron hace dos años…

Sí, al poco tiempo… Nosotros tratamos de siempre estar haciendo algo para no decaer, porque si uno no tiene proyectos, es como que se va un poco la motivación. Y la motivación estaba en salir a tocar ese disco, “Después del Último Día», y de a poquito empezar a tomar canciones nuevas, y fue todo más o menos así.

Hay cierta unidad entre los dos discos, ¿tiene que ver ese corto período entre ambos también?

En realidad, la idea nuestra era una trilogía. Así es que empezó esta idea de estos últimos tres discos que hicimos. Uno fue en 2020, otro en 2022 y este en 2025, que en realidad lo grabamos en 2024, pero se demoró un año en salir. En 2018, 2019, le planteamos al sello hacer un disco triple en un año. O sea, sacar tres discos en un año: sacar al principio uno, después otro y después otro. Eso surgió como una idea y dijimos de hacerlo en 2020… erramos un poquito en el año nomás (se ríe). En 2020 apenas pudimos sacar “Mi Bien”, que fue el primero de estos tres discos. La idea era grabar uno en Uruguay, otro en Argentina y otro lejos, pero no sabíamos qué tan lejos. Lo pensamos así, por lo menos desde un principio, que tuvieran 100% que ver un disco con el otro. Para nosotros tiene que ver esa trilogía por cómo pensamos estos tres discos desde el arranque.

Algo que distingue a este disco es que lo hayan grabado en Estados Unidos, en Texas. ¿Cómo fue esa experiencia?

Hasta ahora viene siendo la experiencia más linda que hemos tenido en cuanto a la técnica de la música. Te diría que la parte humana también fue muy fuerte, porque nos fuimos solos los tres para allá. Nos encontramos con el ingeniero Hernán Calvo, que es el mismo que grabó “Después del Último Día», el disco anterior, y la producción estuvo a cargo de Alejandro Vázquez también, como en el disco anterior, pero Ale no pudo viajar. Entonces estábamos nosotros tres más Hernán Calvo, y esa era nuestra contención, digamos. Nos conteníamos entre nosotros. Estuvimos ocho días grabando, y este lugar es como una especie de Disneylandia para los músicos, con todo lo técnicamente necesario. Lo único que tenés que hacer es música: ir y hacer música todos los días. Todo el tiempo estás pensando en eso; no tenés para dónde ir porque está en el medio del desierto. Comés ahí, dormís ahí y grabás ahí, estás todo el día en eso. Entonces, eso creo que es lo que nos metió en un mundo que está buenísimo que tiene el disco, que tiene mucho aire, que tiene espacios y tiene todo lo que queríamos decir en este momento.

Cada disco que hacemos nos lo tomamos en serio. No es una cosa que vamos a la ligera a meter unas canciones, porque estamos diciendo las cosas que queremos decir en cada momento y estamos tocando lo que queremos tocar.

Yo lo he emparentado con el disco anterior: un sonido —si bien ustedes siempre han tenido una veta rockera— más crudo en cuanto a producción y al sonido de las guitarras en general. Pero también suena como… no sé si “espontáneo” es la palabra, pero me interesa leer por dónde quieras ir.

Lo que lo emparenta 100% con el disco anterior, digamos, es la producción de Ale Vázquez, que fue la primera vez que trabajamos con él en ese disco y esta es la segunda. Ya nos conocía y es el que termina de entender nuestra idea y de plasmarla en el sonido. Fue el que mezcló el disco y el que pidió que el máster fuera de esa manera, que nosotros le pedíamos que no tuviera un sobre volumen, sino que mantuviera la esencia de ese sonido que nos deslumbró realmente allá en Estados Unidos. Cuando escuchábamos cada cosa que grabábamos, quedábamos extasiados, era una cosa rarísima. Eso sí, lo que tiene el disco es que fue un disco grabado como todos los demás que grabamos, en vivo. Grabamos los tres tocando juntos; después se le grabó la voz y hay algunas guitarras acústicas, pero las bases las grabamos juntos. Y eso también hace que agarre esa crudeza del trío. Fueron ocho días intensos, porque estás solamente para eso. También está eso de buscar ser más concreto; no te permite irte por las ramas, digamos. Nosotros tenemos ensayado un montón, o sea, para nosotros “un montón” puede ser dos ensayos por semana.

Nosotros cada disco que hacemos nos lo tomamos en serio, no es una cosa que vamos a la ligera a meter unas canciones, porque estamos diciendo las cosas que queremos decir en cada momento y estamos tocando lo que queremos tocar. Entonces lo tomamos en serio. Tuvimos una preproducción con Ale Vázquez que estuvo buenísima, que llevó unos meses, y cuando fuimos ya estábamos muy aceitados. Allá igual se termina de encontrar el sonido. Fijate que nos fuimos sin ningún instrumento, nada, absolutamente nada. Pero yo, por ejemplo, tenía 60 guitarras para elegir dentro del estudio, y de esas 60 guitarras cualquiera era una maravilla. Era un sueño tocar esas guitarras. Entonces lo único que tuve que hacer fue elegir: de las 60 elegí unas 12, y de esas 12 terminé grabando con 6, que eran las que me quedaban más cómodas para mi mano. Pero, en realidad, todos los instrumentos que había y con los que grabamos eran el sueño del pibe, digamos.

Es un sueño y un lindo problema a la vez: tenés que elegir entre tantas guitarras…

Sí, en mi caso me volvía loco, quería las 60. “¿Cómo hago?”, decía. Me ayudó Ale Vázquez y me dijo: “Elijamos 10, 12 o menos”, y ahí íbamos viendo. Incluso yo había leído que en el estudio había una guitarra que era de Stevie Ray Vaughan y la pedí, para ver cuál era. Era una Telecaster que le había comprado el estudio al hermano, Jimmy Vaughan. A mí me gustan las Telecaster en mano, me encantan como suenan en otros guitarristas, pero a mí me queda como incómoda, no tengo mucho feeling con esa guitarra. Pero fue tocarla y sonaba mejor que todas. Sonaba mejor, no había con qué darle. Comparé con otras, traté de decir: “No, no, no me va a gustar porque es una Telecaster”, y terminé grabando creo que cinco bases de temas con esa guitarra. Y ese era el tipo de instrumentos: eran todos del 60, 70… increíble.

Este es un disco bien de tiempos de guerra, por la lírica, por la crudeza del sonido también, y por la otra faceta, la faceta más reflexiva. ¿Lo pensaron de esta forma?

Por eso te decía, cada disco va como hablando de cosas, así como “No cambia más”, una canción que hicimos cuando el país se cayó en pedazos en la crisis del 2002 y tiene el himno nacional y termina diciendo “no cambia más”, que era lo que sentíamos en el pasado. Ahora no están pasando solo cosas en Uruguay, sino que está pasando algo en todo el planeta. Sigue pasando, digamos, nunca dejó de pasar, y nos llevó como para ese lado el asunto de las letras. No fue premeditado, no fue que nosotros dijimos “ahora vamos a escribir para esto”. Fueron surgiendo letras que hablaban de eso y se iban como entrelazando: una hablaba de la guerra de una manera cruda y diferente, digamos; otra tenía más esperanzas; otras te daban una sensación de calma; otras te dejaban medio enérgico.

Además hay letras como las de “Sabuesos” o “Pandemia de guerra”, que son de las más fuertes que han escrito…

En ese sentido, en cuanto a lo social sobre todo, no en el ámbito personal, sí. Tenemos algunas otras, lo que pasa es que no son tan conocidas. Aparte, tenemos a Mario Carrero de invitado, que puso su texto él. Lo escribió él, y no lo escribió para la canción, sino que ya lo había escrito. Es increíble… Y cambiándole dos palabras que hacían que el texto fuera local de Uruguay, fue maravilloso lo que pasó con esa canción en particular, que es un punto muy fuerte y decidor de este disco.

Sigue siendo muy movilizador para nosotros el momento de crear, y yo no quiero perder esa sensación tan linda de estar haciendo una canción que nadie escuchó nunca.

¿Cómo surgió esa colaboración de Mario Carrero?

Para la canción estábamos buscando, porque teníamos una parte del tema muy larga, que era instrumental, y como que iban pasando cosas —que es todo lo que pasa atrás de Mario—, en esa parte nos imaginábamos o un rapero o, no, diferentes personas, hasta que llegó el nombre de Mario para invitarlo, y calzaba a la perfección. Mario es amigo de la banda hace mucho tiempo, nosotros lo admiramos mucho como artista y como persona, también es muy crack. Yo le mandé la canción y le dije: “Mirá, Mario, es medio raro esto que te va a pasar porque es una canción que es dura, cruda y muy fuerte, pero me parece que te puede gustar y me encantaría que participes”, y enseguida me contestó que se había emocionado con la letra, con la canción, y que lo había tocado. Me mandó el texto que tenía escrito desde hace tiempo y lo adaptamos. Mario no es rapero ni trapero ni nada de estas cosas nuevas, digamos, sino que es un gran decidor, y lo que dijo ese texto lo dijo “fuerte y al medio”.

Te he visto y escuchado en otras entrevistas decir que ese tipo de letras sociales, críticas, en el rock ya no abundan como antes. ¿Cuál es tu lectura del panorama en ese sentido?

En realidad pasa que nosotros no vamos nunca con las modas. Tenemos ese problema: si no, estaríamos viviendo en Miami (se ríe). No vamos con las modas, pero hacemos lo que nos gusta y sin mirar al costado qué están haciendo los otros. Eso tampoco nos interesa mucho. Si queremos decir algo, lo decimos, y si nadie lo está diciendo, bueno, nosotros lo decimos. Y si ya lo están diciendo, bueno, sí, lo estamos diciendo los dos. Pero no es lo común de hoy, porque también el rock ha variado mucho, y a lo que llaman rock, capaz que no es el rock que nosotros escuchábamos cuando éramos chicos. Entonces se ha abierto mucho y el rock habla mucho del amor, y nosotros también hablamos del amor en muchas canciones. Creemos en el amor y creemos en que el rock tiene que estar relacionado también a estos sentimientos de amor, no solamente a la guerra, pero quizás se ha dejado de hablar un poco de eso. Lo han tomado otros géneros como el trap, el rap desde siempre; han tomado como la posta de hablar de cuestiones más sociales. Nuestro disco no habla todo el disco de temas sociales, sino que hay algunas canciones que son muy fuertes, y después hablamos de lo que queremos hablar: hablamos de la libertad, y la libertad de aceptar lo que queremos musicalmente; poder tocar un blues de siete minutos en una época donde te piden que el estribillo tiene que estar en los 20 o 15 segundos de una canción.

Todo bien, me parece fenómeno y me parece que hay gente que le funciona y hace mucho dinero haciendo esa fórmula. Nosotros hacemos lo que nos gusta, y a eso le llamamos libertad: hacer lo que nos gusta, como queremos, y mantenernos en ese carril de tocar por la pasión de la música. Obviamente que nos interesa poder vivir de esto, que nuestras familias pasen bien, pero la música siempre para nosotros tiene que estar como adelante de todo.

¿Cuál es la motivación que encuentran ustedes para, luego de casi 30 años de banda, seguir grabando discos y creando nuevas canciones?

El buscar no aburrirnos… porque si tocáramos siempre las mismas canciones —que en realidad terminás tocando muchas canciones en los shows, porque son las que la gente te pide más—… Pero el crear una canción, el momento creativo cuando uno se sienta o le baja una idea y ves algo que te llega a la cabeza, que te lleva a querer agarrar una guitarra o a querer agarrar un papel o escribir en la computadora, o donde sea, o en el celular mismo, ese momento creativo es muy fuerte, muy intenso y movilizador. Sigue siendo muy movilizador para nosotros a la hora de crear, y yo no quiero perder a veces esa sensación tan linda de estar haciendo una canción que nadie escuchó nunca. Es algo que me surge. Aparte, yo por lo general cuando compongo, por ejemplo, ni pienso en los acordes y en la armonía y en todas estas cosas de música, sino que me dejo llevar para donde vaya. A la hora de crearlo me llevo más por lo emotivo del momento. Entonces creo que eso es lo que nos mueve, aparte de que nos gusta mucho tocar en vivo. Somos una banda que arrancó y sigue tocando siempre en vivo, nunca paramos. Creo que eso es lo que nos mantiene tantos años: las ganas y la sensación que te genera crear una canción.

¿Cómo hacen para seleccionar el repertorio, especialmente para shows como este, de presentación de disco, donde sí o sí tienen que estar la mayoría de las canciones nuevas?

Mirá, este show tuvo tres repertorios. Arrancamos con uno que surgió del primer ensayo que tuvimos para este show. Nos dimos cuenta que era una locura eso que habíamos planteado. Planteamos otra situación diferente, mucho más rockera, que era para el Teatro de Verano (N de R: el show cambió de locación del Teatro de Verano al Auditorio Nacional de SODRE). Y ahora llegamos al repertorio definitivo. Hoy estuvimos ensayando, hicimos casi que todo el repertorio y está buenísimo. Nos pasó que nos gustó pila cómo queda cada tema atrás del otro.

Y en cuanto a lo otro, hay canciones que no pueden no estar. No podemos no tocar “Billete”, bueno, ya de que la tocamos hace 25 años; no podemos no tocar “Cielo todo gris”; no podemos no tocar “Caballos”; no podemos no tocar “Para abrazarte”, “Verde” y un montón más. Después hay algunas que nos damos el lujo de tocar porque queremos tocarlas, aunque no sean las que más pidan, pero nos gusta tocarlas. Y es un poco eso: hacer un mix. Lo pensamos entre los cuatro, con Tato Cabrera también, el tecladista. Empezamos a visualizar el show. Arrancamos también por una idea de tocar todas las canciones del disco de corrido y después cambiamos esa idea, y ahora estamos en un mix que está buenísimo, con muchos invitados. Esperamos que sea una noche de esas que te quedan para siempre.

Foto: Difusión
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