La clásica banda de la escena pesada local Radical está de regreso con un álbum homónimo tras una ausencia discográfica de siete años y una pausa en su actividad obligada por algunos cambios en su integración. La nueva versión del cuarteto, siempre liderado por el guitarrista y productor Gabriel Brikman, cuenta con Joel Carballo en el bajo e incorpora a Gastón Lorenzo en batería y a Martín Nuñez en vocales.
En el trabajo publicado sobre fines de diciembre pasado, Radical aporta una relectura de temas propios que forjaron su historia -desde el fundacional “Radical” hasta el single “Mucha mierda” publicado en 2017- al tiempo que rescata material ligado a los orígenes de Brikman y Carballo.
Para conocer más sobre esta nueva etapa de la banda conversamos con Gabriel sobre el proceso del reciente lanzamiento que materializa su refundación con bases en una historia que este año arriba a las dos décadas, pero mirando al futuro donde asoma un horizonte que no establece límites en términos de sonoridad y estilos.
Por Liber Aicardi
¿Cómo se dio el proceso de la vuelta de Radical?
Fue cerca de la Navidad de 2021, allá en el Bar Monteverde, nos juntamos con Joel (Joel Carballo, bajista) a hacer la final del año y a tomarnos unas con un copetín y charlar, y obviamente sale el “che, qué bueno que estaría volver a tocar con Radical”, y como que Radical se instaló como una entidad más en la mesa que dialogaba con nosotros. Sí, nos hacíamos la cabeza y nos acordábamos de que habíamos ido a Chile y que nos quedaban tantas cosas por hacer y en esa historia fue que nos planteamos volver con la banda. Álvaro (N de R: Álvaro De León, ex baterista de Radical) está en España, entonces dijimos “tenemos que conseguir un batero, pero invitemos también a Rodrigo” (N de R: Rodrigo Costas, ex vocalista de Radical), invitémoslo, por lo menos a tomar algo y a charlar de Radical”. Cuando le planteamos volver con la banda, él nos dice que quisiera ir para otro lado con la música. Y con Radical queremos ir para este lado, queremos seguir desarrollando el proyecto, que es un proyecto que podía contener lo que él quería, pero contenía otras cosas que él no quería. Ahí, la idea ya era conseguir un baterista y un vocalista. Yo ya venía con una amistad con Martín, siempre le dije que él era el futuro, pero no el futuro de Radical -que terminó siéndolo- sino que él era el futuro como una nueva generación de vocalistas, de encare, de frescura, y le propuse que se uniera y dijo “claro que sí, obvio”.
¿Esta etapa es una refundación de la banda? Te lo pregunto porque, ya desde el título homónimo del álbum da una idea de disco debut.
Sí, totalmente. O sea, sería muy mezquino y muy ruin de mi parte no reconocer todos estos años de la banda porque es una banda que trabajó, se desarrolló, se buscó como colectivo con las diferentes formaciones. Pero lo que sucedió acá yo siempre lo resumo en esto: fueron dos ensayos, un show en vivo y se grabó. Y así quedó el disco y así suena. Entonces… ¡Era esto! O sea, había que trabajar por este tipo de sonido, por este tipo de mezclas, de estilos. Había que encontrar el lugar para que Martín no se pusiera los zapatos de nadie, sino que con sus zapatos fuese el vocalista y el vociferador de Radical.
Y ahora, que estamos en abril, a casi cuatro meses de haber lanzado el disco es como natural, la gente ha tomado natural este disco de Radical. Yo esperaba que pudiera haber algún rechazo, que extrañara lo anterior, el sonido anterior. Y no. Eso quiere decir que recalibramos bien a la banda. Fue un trabajo muy intenso de producción, de conocimiento. Ese Gabriel que tiene varios roles y tiene como varios demonios adentro: el productor, el guitarrista, el psicólogo, por momentos el capitán del barco, dijo “vamos a ir para acá, a ciegas, porque me parece que va por acá y si nos estrellamos, yo me hago responsable”. Y funcionó. No quiere decir que yo quiera ser el capitán perpetuo. No. Pero los años en la banda me dieron como esa visión esférica, 360. Logré romper esa historia de los discos rojos y negros de Radical, de Brikman. O sea, es un disco que tiene un color mucho más vintage, más oscuro. El audio busca una reminiscencia de fines de los 80´s, principios de los 90´s y un montón de cosas que fue, en cierta forma, como hacer un primer disco.
¿Cómo llegaron a la selección de los temas que integran el disco?
Este disco es un disco de frontera. Es un disco que recoge un par de canciones de “Perfecto Infierno» (2006) que debían estar para trazar el puente a lo que es el mundo que va a venir, recoge canciones que fueron lanzadas como simples pero que no tienen un hogar como disco como “Mucha mierda” o “Sin control”. Después recoge, por ejemplo, una canción que viene de Gato Negro -mi primera banda- que es “Corro” y una canción que viene de Catástrofe -la banda de Joel- que es “Hacelo vos». También canciones como por ejemplo “Pensar es terror”, “Estamos en shock” que tampoco tenían un hogar de disco y “Crisis” que es un grindcore, esa micro canción que no tenía grabación alguna. Ese fue nuestro set list de debut. Y fue pensado también como una muestra, como un sample de los distintos estilos, pero también hay raíces de Joel, de Catástrofe, que traía algo más 90´s, más groovero y después la parte más punk de Gato Negro. Hay una amalgama de estilos, pero también hay raíces que van hacia los inicios de cada uno y ahí se conformó ese disco.
En realidad, lo que se hizo fue un trabajo de reversiones de las canciones viejas, de ponerles un touch diferente, es decir cómo se pararía Radical hoy a ver esas canciones de cara a futuro. De todas formas, igual hay sonidos ya construidos de la banda que vos escuchás y decís “esto es Radical”.
En cierta forma, uno quiere que su música sea recordada, que su música esté viva en la gente. Entonces, también hay una épica del canto popular, muy eléctrica, muy violenta, pero el punk, el hardcore, las formas de música violenta, rápida y pesada, son parte de la épica y del canto popular desde otra óptica, siempre con la libertad como bandera.
¿Definitivamente lo sentís así, como una refundación de la banda?
Completamente. Yo estoy muy contento con el disco. Yo estoy muy feliz. Como si fuera mi primer disco. Sucedieron cosas en mí que hacía mucho tiempo que no sucedían. Y no es que yo no estuviese contento con mis trabajos, pero yo me iba al estudio cuando estábamos mezclando y me iba del estudio feliz porque yo estaba en el disco. Entonces, cuando ves que vas llegando a ese lugar de sonido, a esa tímbrica, a ese color, a esa intensidad, a ese lugar donde se fundieron al mismo tiempo los cuatro integrantes y sale un disco coherente, es muy infantil, pero sentía que se estaba realizando lo que yo, no sé si lo imaginaba, pero yo quería llegar a ese lugar. Y no hubo que inventar nada en el estudio, fue poner las cosas en su lugar. Ahí te das cuenta que hay otra cosa que no es un mero trabajo de producción, había que encontrarle la vuelta a lo que es la mezcla, pero lo que se estaba ejecutado estaba perfecto,
En la gacetilla de prensa afirmás que este disco los define a todo nivel. ¿Qué abarca esto que decís?
Yo creo que es el kilómetro cero de Radical, después de tantos años. Radical ya tuvo su kilómetro cero cuando arrancamos, sin embargo, obviamente recoge con mucho respeto todo lo que hicimos todos estos años, pero nos pudimos refundar. No es “hacia dónde podemos ir», es “¡hacia tantos lugares podemos ir!”. Se redefinió la polaridad de la banda. Cambiar el logo y que sea natural el nuevo logo… como que todo se dio como muy normal. Muchas bandas hicieron su refundación. Pantera fue una que se me ocurre con cambio de logo. Napalm Death hizo cambio de logo, pero en este caso yo creo que el logo pinchudo, que significa que había algo pinchando que quería salir y salió ese logo, un trabajo impresionante de Guille Estevez, vocalista de Granada, una banda argentina que tiene su estudio gráfico Estevez Ideas. También surge el arte, con un trabajo retomando ideas muy concretas, el hecho de la bandera negra, la verdadera bandera de la libertad, no la amarilla con la víbora, sino la negra.
¿Cómo llega el diseño de arte inspirado en el cuadro “La Libertad guiando al pueblo” de Eugène Delacroix?
Ese de alguna manera ha sido, en base a la lírica y el manejo de Radical, una constante, es un buen reflejo de la identidad. En cierta forma, es una herencia del canto popular. Hay una frase de la retirada de Falta y Resto del ‘83, que dice: ”porque lo que se canta pueblo adentro es inmortal y vivirá por siempre”. Y, bueno, ¿dónde vive la cultura y dónde viven las obras de los creadores? En el recuerdo de la gente. En cierta forma, uno quiere que su música sea recordada, que su música esté viva en la gente. Entonces, también hay una épica del canto popular, muy eléctrica, muy violenta, pero el punk, el hardcore, las formas de música violenta, rápida y pesada, son parte de la épica y del canto popular desde otra óptica, siempre con la libertad como bandera. ¿Por qué los esqueletos y no una dama blanca? Porque no importa el color de piel, los esqueletos son todos del mismo color, hay un alegato y un testimonio en pro de que todos los humanos somos iguales. Es muy humanista contra el individualismo de los que hoy te venden la libertad, de esa extrema derecha egoísta, llena de odio. Me parece que el hecho de que los esqueletos estén levantando la libertad, primero, es un homenaje a todos esos esqueletos que ya no están, que fueron personas y hoy son esqueletos. Y por otro lado, que no importa el color de piel, que la búsqueda de la libertad es universal. Ahí creo que hay como una declaración de principios fuertísima de la banda. Por eso es una refundación mucho más política, pero no partidaria, y veo esos esqueletos y veo la comuna de París, y veo luchas, y luchas, y luchas por un mundo mejor.
A veces el heavy metal, por buscar una identidad en sí mismo, se transforma como una secta ombliguista, cuando en realidad el heavy metal tiene esa capacidad de poder integrarse. Es como una suerte de virus inteligente que puede integrarse con otros organismos, dominarlos, absorberlos, entenderlos y generar nuevos organismos. Ahí tenés al heavy metal integrado a la música folk, a la música étnica, a la música electrónica, a la música de las calles, al rap. En eso, el heavy metal tiene una capacidad asombrosa.
¿Y en esta refundación de la banda y en este volver a las raíces se te presentó algún tipo de conflicto interno con tu propia obra? Porque, evidentemente, repasar tu música te lleva a determinados momentos, a determinados lugares, y hoy estás en otro lugar, obviamente.
Yo creo que la banda, quizás, no ha tenido en su pasado una definición tan clara como ahora. No quiere decir que no la tuviese. Pero también creo que los colectivos tienen sus contradicciones internas y, si vos te planteás como una persona que justamente no sos una persona fascista, no sos una persona que está censurando, pueden haber opiniones divergentes y que generen puntos de vista y enfoques diferentes. Eso también va generando como un desgaste. También la dinámica que tenía la banda. Rodrigo era quien escribía las letras, casi todas las letras del disco. Excepto las que son mías y de Joel, son de Rodrigo y los textos funcionan, y los interpretamos honrando la filosofía de esos textos. Pero yo creo que ahora justamente el desafío es: este disco tomó ese enfoque que estaba alineado hacia dónde queríamos ir con la banda. Bueno, yo creo que esta pregunta tendría que quedar abierta al próximo disco. Vamos a ir, no creo que todo tenga que ser una militancia por cuestiones de derechos humanos, el amor también es militar. Entonces, el amor, el disfrutar del cuerpo de uno, de la sexualidad, de la decisión de lo que uno quiera hacer, cómo uno se quiere auto percibir y cómo se integra al mundo. ¡Yo creo que tiene tanto para decir Radical ahora! Creo que también en los textos y en la música se va a dar un juego, espero, muy hermoso y muy creativo que puede llevarnos a lugares que no pensábamos. Lo que sí sabemos es lo que no queremos.
Teniendo en cuenta lo que acabás de mencionar ¿no sentís que el rock más pesado es el más cerrado a este tipo de militancias a las que te referís?
Es muy extraño porque no debe haber metalero en la faz de la tierra que no reconozca a Rob Halford como el metal God, como el dios del metal ¡y el dios del metal es gay! Sin embargo, también el metal tiene un montón de contradicciones, de tesis, antítesis, síntesis. Hay un lado hermosamente hippie, y a la vez anti-hippie, que es Black Sabbath. Fue la chispa, la primera chispa. Ellos fueron los portadores de la luz, de una luz que sale en respuesta a todo el hippismo, sin embargo, Ozzy era un hippie. Enojado. Entonces, creo que uno tiene que salir de ese fragor de la secta, porque a veces el heavy metal, por buscar una identidad en sí mismo, se transforma como una secta ombliguista cuando en realidad el heavy metal tiene esa capacidad de poder integrarse. Es como una suerte de virus inteligente que puede integrarse con otros organismos, dominarlos, absorberlos, entenderlos y generar nuevos organismos. Ahí tenés al heavy metal integrado a la música folk, la música étnica, a la música folk, a la música electrónica, a la música urbana, a la música de las calles, al rap. En eso, el heavy metal tiene una capacidad asombrosa. Pero a veces, visiones quizás un poco más rancias pretenden que el heavy metal tenga que tener una visión sola. ¡Y es increíble! Si vos llevás recorridos caminos por lo que es la música pesada, podés viajar desde la música de las calles de una megalópolis, con el rap, como podés viajar hacia la música de los barrios, algo de lo que podría perfectamente hablar Jaime (Roos), porque más allá de una forma en sí, el heavy metal es una intención de ejecución. Creo que el heavy metal tiene eso de poder conectarse y ser un conector universal de estilos.
Yo veo como que el heavy metal es como una materia prima universal para poder moldearla, llevarla a tu historia, a tu gusto, a lo que necesites expresar.
¿Qué se viene en el futuro de Radical?
Por ahora no vamos a presentar el disco en vivo. Yo le planteé a la banda hacer otro disco que sea compositivamente de esta formación, y que no haya límites. Y veamos. Lo “que no haya límites” es que no haya límites de verdad. O sea, si podemos cruzar hacia sonidos más vanguardistas, bienvenido. Ahora, al menos yo, me encuentro con un cuaderno que me sigue a todos lados y anoto y escribo de qué quiero hablar. El punto de partida es “de qué quiero hablar”, eso te lleva a la música y vale todo, yo creo que vale todo.