Con “El lugar” -su álbum de 2021 y último hasta la fecha- Diego Kuropatwa, arribó al que, probablemente, sea el punto más alto de su discografía alcanzando muy buena repercusión en crítica y público.
Luego de recorrer escenarios dentro y fuera de fronteras, Kuropa cierra el ciclo de “El lugar” para dar paso a una nueva etapa el próximo viernes 18 de agosto a las 21 hs. en Sala Camacuá, en una fecha de corte íntimo que, en palabras del cantautor, será una noche “de final de un proceso y comienzo de otro”.
A propósito del show, conversamos con Diego sobre el disco por el cual obtuvo el Graffiti a Mejor Álbum de Música Popular y Canción Urbana en 2022, acerca de sus procesos compositivos y de lo que se viene.
Por Liber Aicardi
¿Cómo ves “El lugar” en retrospectiva?
Yo tengo un cariño muy especial por el disco “El lugar”, porque creo que llegué a sentirme muy identificado con esas canciones y con el sonido. Hay una búsqueda que hicimos con el productor Diego Janssen al momento de empezar a grabar estas canciones. Estaba buscando alguien que, también, pudiera orientar un poquito el sonido, que me bajara esas ideas que yo tenía en la cabeza -algunas medias locas-, que me las bajara a tierra, entonces, el laburo con Diego fue muy importante. Y le tengo un cariño muy especial a “El lugar”, creo que es el trabajo más maduro que he hecho y, por otra parte, donde confluyen esos dos ambientes musicales que a mí me interesan muchísimo, que es la cosa acústica con la cosa eléctrica. En este disco aparece un sonido un poco barroco, porque aparecen chelos, violines contrabajo, pero por otro lado están la batería y la guitarra eléctrica. Esta mezcla de sonidos a mí me gusta muchísimo y creo que, en este disco, mirándolo un poquito en retrospectiva, como vos decís, creo que está logrado eso, y soy de escucharlo dos por tres para volverlo a revisitar, de alguna manera. Capaz que otro disco no lo escucho tanto, pero estoy muy contento con ese material.
Es un disco con mucho de viaje, de paisajes ¿no?
Sí, tiene como una esencia así, es cierto. Algunas personas me dijeron como que era un disco como luminoso. Quizás, porque la canción que abre ese disco, “El lugar”, ya te lleva a una atmósfera especial o un paisaje especial. En ese sentido, coincido contigo y sí, éste es un disco como para poner ahí en el auto y que te permite viajar.
Hay una preocupación particular de tu parte por lograr un balance entre las letras y la música, también…
Este disco respira eso, mi preocupación por hacer letras trabajadas, un sonido que acompañe el decir del cancionista, no un sonido que pase por arriba de la palabra. Eso es algo que a mí siempre también me importó mucho y me interesó mucho. Pero me pasó algo con el disco anterior, con «Herencia”, por ejemplo -que era un disco un poquito más rockero- que muchas de esas cosas sutiles que yo podía construir en la guitarra, capaz que al tener un sonido más de guitarras eléctricas y de batería más fuerte, eso era como una aplanadora que pasaba por arriba de esas sutilezas y, creo, que con este disco eso se niveló.
¿Cómo llegaste a la decisión de orquestar las canciones?
Yo creo que una canción fue la que dio la pauta de lo que iba a ser el carácter del disco. Ésa fue “El lugar”. En el 2019 habíamos sacado como single “La noche y el día”, que es de una llevadita hasta más country, te diría. Pero un año después aparece «El lugar” (la canción) y en la cabeza yo tenía eso de “a esto hay que ponerle cuerdas”. Tenía como un espíritu que podía tener un carácter medio barroca. Entonces, fue el espíritu de ese tema, de alguna manera, lo que llevó a que con Diego dijéramos “bueno, a esto vamos a probar de ponerle un violín, a probar de ponerle un chelo”, una cosa más de cámara pequeña y que dialogue con el sonido de una batería, con el sonido de la guitarra eléctrica, etcétera. Cuando vimos que funcionaba con otros temas míos que también tenía como ese carácter, decidimos que la mitad del disco tenga ese sonido de cuerdas y yo creo que es el punto clave de “El lugar”.
Este disco (El lugar) respira eso, mi preocupación por hacer letras trabajadas, un sonido que acompañe el decir del cancionista y no un sonido que pase por arriba de la palabra. Eso es algo que a mí siempre me importó mucho y me interesó mucho.
Con este disco ganaste un Graffiti ¿Cómo tomás ese tipo de reconocimientos?
Es un mimo ¿no? Es como un empujoncito, como que de alguna manera avala todo el trabajo duro que es llegar a hacer un disco, que implica un trabajo de años desde que uno se pone a componer hasta los costos que tiene la grabación de un disco. Entonces este tipo de premiaciones yo creo que son importantes. Y es importante que Uruguay tenga un premio de música, por supuesto que uno no compone pensando en eso si no se estaría engañando y uno tiene que ser sincero. Está buenísimo, en este caso, haber recibido ese premio. Fue un lindo empujón, digamos. Aparte, que el disco haya sido premiado y en una categoría que me parece muy importante, porque he estado de en otras categorías en donde no me sentía identificado. Pero en Música Popular Uruguaya, sí que me siento reflejado. Entonces para mí fue muy importante haber recibido seis nominaciones también. Habla de que, en algún punto, este trabajo tuvo su reconocimiento, que todas aquellas ideas locas que tenía en la cabeza y toda mi barra de amigos, de músicos que pudimos bajar esas ideas a tierra, tuvo su reconocimiento en la gente y en los críticos.
En 2009 editaste “Kuropa Olivera”, un disco junto a uno de tus referentes como Rubén Olivera. Eso tiene que ver mucho con cosa que se dan en Uruguay, que en otros lados quizás no es tan fácil lograrlo ¿Comparts esto?
Totalmente. Y hay una tradición también de eso, y eso habla de la generosidad. Rubén, por ejemplo, se presentaban tal lugar y me llamaba a mí para abrir con tres canciones, abriéndome las puertas de la música en determinados lugares donde yo no había tocado. Pero esa grandeza, se dio generacionalmente, también, con Mateo y Cabrera ¿no? Mateo fue un maestro para Fernando Cabrera, y Darnauchans con Cabrera también, Dino es otro ejemplo. Rubén siempre tuvo como esa cosa de dupla, compuso “A redoblar” con Mauricio Ubal, después formó el grupo Vale 4, que estaban entre otros, Lazzaroff y Jorge Di Pólito… Ahora está, por ejemplo, haciendo un dúo con Ernesto Díaz. Eso de cruzar generaciones es muy rico, yo creo que aprendí muchísimo de Rubén y entiendo que también él se llevó algunas cosas que yo podía tener. Pero eso habla también, como te decía, de la sensibilidad, de la humildad y de la grandeza que tiene, en este caso, Rubén para abrirle las puertas a un pibe que recién estaba comenzando.
¿Cómo surgió hacer la versión de “¿Ves?” de La Vela Puerca?
Fue medio de casualidad. Yo estaba divagando en YouTube, era algunos de esos días medio muertos que uno tiene, que se mete en YouTube y empieza a vichar cosas y doy con una entrevista en donde “el enano” (N de R: Sebastián Teysera) de La Vela está contando en un programa argentino cómo compuso la canción. Y a mí eso me interesó mucho eso del nacimiento de una canción. Estaba contando cómo nació es y dijo, «yo, en realidad, la voy a tocar como la hice, como nació”. Empezó a arpegiar una guitarra criolla, no me acuerdo si era acero o criolla y dije “pucha, esto es completamente distinto a cómo quedó la grabación, y me sentí identificado. Porque yo soy un más bien arpegiador en la en la guitarra criolla y, entonces, observé que era una canción de un cancionista, una canción de autor, no de un frontman de una banda. Pensé en arpegiarla, también, y dije “esto está para dejarla como si fuera un tema más del disco El lugar”. Tenía esa esencia para ponerle también chelo, violín y contrabajo. La empezamos a tocar en vivo hasta que decidí grabarla. Me sentí muy identificado con la letra cuando escuché la versión original y sentí que había una manera de componer, al menos en esa canción, muy parecida a la mía. Entonces, sentí la letra como propia e hice la música de acuerdo a mi gusto. Hacer un poco mía la canción, pasó por ahí.
Ganar el Graffiti fue como un empujoncito, como que de alguna manera avala todo el trabajo duro que es llegar a hacer un disco, que implica un trabajo de años desde que uno se pone a componer hasta los costos que tiene la grabación de un disco. Entonces, este tipo de premiaciones yo creo que son importantes. Y es importante que Uruguay tenga un premio de música. Por supuesto que uno no compone pensando en eso si no se estaría engañando y uno tiene que ser sincero.
¿Cómo vienen los preparativos para este show de cierre de “El lugar” en la Sala Camacuá?
Estoy muy contento, porque es la primera vez que toco en la Camacuá, increíblemente. Estuve, pero de invitado de otros amigos, pero es una sala muy linda, muy acogedora para con la música que hago yo. Vamos a estar con toda la banda que grabó «El lugar”. Va a estar Betina Chaves en violín, Adrián Borgarelli en chelo, Andrés Pigatto en contrabajo, Federico Mujica en guitarra eléctrica y Esteban Presce en batería. No hay invitados, decidí que tenía que ser un encuentro más íntimo entre nosotros, en donde la cosa se centrara más en nosotros, en la banda y que no hubiera ese flujo de entrada y salida de invitados, que está buenísimo, pero quisimos hacer algo distinto. Se trata de hacer algo más íntimo, de final de un proceso y de empezar otro. También vamos a mostrar alguna canción nueva que ya venimos trabajando. Pasa por ahí el show.
¿Ya tenés planes para un nuevo disco o, al menos el formato, si va a ser un EP o un LP?
Hasta ahora tengo como tres canciones nuevas. Es más, en realidad son tres canciones nuevas que vamos a presentar, lo que pasa es que hay una que ya la venimos tocando, pero que no están registradas son tres. Yo soy muy lento para componer, muy desordenado, muy caótico, o sea, capaz que dentro de cinco años saco un disco o te puedo decir que el año que viene ya tengo siete temas más. Me gustaría tener un disco de diez temas, no y no que fuera un EP de cinco, pero para eso tengo que encontrar los momentos y los lugares. No soy alguien que componga mucho, soy un gran descartador de canciones, borro mucho. Hay cosas que no me convencen y las voy tirando y tirando. Capaz que me decís “si tenías cuarenta canciones”. Sí, pero tiré treinta y cinco, y hasta ahora tengo cinco que me convencen. Soy medio quisquilloso con el tema de las letras, si veo que me repito con las letras o con la música la voy tirando.
En fin, el objetivo es poder llegar a tener otro disco. Yo he tocado también en otro formata -porque la posibilidad de tocar en banda no es algo de todos los días- voy mutando muchas veces. Ya tengo algún otro toque, por ejemplo, previsto para octubre o para noviembre, en donde capaz que somos guitarra, violín y guitarra eléctrica, o guitarra y guitarra eléctrica, o contrabajo y guitarra. Estoy mutando las formaciones. Y otra de las cosas que me tienen muy contento es que estoy haciendo una dupla con el poeta Fabián Severo, donde alternamos poesía y guitarra, un espectáculo simplemente con las poesías de Fabián y con mi música, que va a ser en octubre, que tocamos en Magnolio.
Las entradas para el show Kuropa en La Camacuá están a la venta a través de Redtickets.