Luego de publicar tres álbumes con la banda Nidos, el músico argentino Juku Ares comenzó con su carrera solista en un contexto de pandemia, publicando su primer trabajo en esta faceta en 2021, llevando por título “Nuestros”. Tras su EP “5Min Unidos” de 2022, en este 2023 editó su segundo álbum llamado “Quemarropa”, un disco plagado de potenciales hits y que se enmarca dentro de una estética pop-rockera, siempre en la búsqueda de la canción.
El próximo sábado 7 de octubre, a las 22:00 hs, en Inmigrantes (J. Paullier esq. Guaná) Juku Ares presentará su más reciente lanzamiento en nuestro país, en una noche que además contará con la apertura de Mel Altieri. A propósito del show, conversamos con él.
Por Liber Aicardi
¿Cómo se dio la transición de estar en una banda a comenzar tu proyecto solista?
La banda duró unos ocho años, fue la banda de mi vida… pensá que yo la armé cuando tenía 20 y la separé cuando tenía 27, 28 años. Así fueron todos mis veinte, ahí adentro, tocando, haciendo discos, siempre laburando, saliendo de gira, siempre pensando en cuál era el próximo movimiento. La verdad que tuvo picos muy lindos, de momentos bellos, que nos fue bastante bien acá, en Buenos Aires, tuvimos unos shows memorables, llegamos hasta grabar en Abbey Road, algo que todavía no lo podemos creer. De hecho, grabamos en Abbey Road y se separó la banda, básicamente (entre risas). En el momento más lindo se fue todo al carajo. Pero, también fueron muchos años de bancarnos entre nosotros. Por suerte todavía hoy seguimos tocando con Rodrigo Humeres, que es el batero de toda la vida, con quien hicimos la banda, así que todavía queda un poco de esa energía, ese espíritu sigue hasta hoy. Después, en la pandemia, al no tener banda, empecé a componer como para un proyecto solista, porque, si bien yo era el compositor de todas las canciones de Nidos, era una composición de banda y esto era en otro plan. Ahí, empecé a componer, más un estilo cancionero de rock nacional, creo que me encontré con mi parte más cancionera y empecé a hacer todas las canciones que fueron del primer disco como Juku Ares, que se llamó “Nuestros”, y las que salieron en el disco nuevo que se llama “Quemarropa”, que es el que estamos presentando ahora.
¿Cómo fue el proceso de proceso de “Quemarropa”?
El proceso de “Quemarropa”, fue durante todas esas cosas que fuimos sacando en el primer disco. Al estar tocando, la banda estaba caliente y estábamos tocando un montón. Empezar a tocar los temas con una banda no es lo mismo que armar una banda para tocar los temas. Ahí se empieza a armar de una forma como más caliente y más humana. Y eso es parte de lo que tiene “Quemarropa”, que es un disco más de ruta, con un poco más de calor humano que el primero, que es un disco hecho en pandemia, que en el estudio éramos tres personas, no tocó nadie más, y era un disco muy íntimo, donde estaba empezando a salir como solista. En “Quemarropa” ya estoy un poco más envalentonado, tengo un poco más de ruta encima y eso hace que el disco suene más caliente, más poderoso. Es algo que se escucha. Lo otro que me parece que se escucha es ese envión que terminó teniendo el disco, que no lo tenía el primero.
Da la sensación que todo el trabajo previo con Nidos y para tu primer disco fue necesario para llegar a las canciones de “Quemarropa” ¿Fue así?
Sí, totalmente. Porque, realmente se consolida algo que yo he venido intentando hace mucho tiempo, incluso con Nidos, un disco que sea ciento por ciento mío, como yo lo quiero hacer y con una banda que me mueva, que me vuelva loco. Ni hablar de los featurings, de la gente que cantó, que vino a regalarnos su voz en las canciones como Koino Yokan, como Un Muerto Más, Mora Navarro y Juani Agüero, el violero de Fito Páez haciendo un solo en “Tutankamón”. Esos regalos hacen que el disco crezca un montón en emoción, en espíritu, pero la banda que suena es la banda que vas a ver en vivo ahora.
En Quemarropa ya estoy un poco más envalentonado, tengo un poco más de ruta encima y eso hace que el disco suene más caliente, más poderoso. Es algo que se escucha. Lo otro que me parece que se escucha, es ese envión que terminó teniendo el disco, que no lo tenía el primero.
También, se te nota más certero en cuanto a dónde querés llegar con la canción.
Sí, más efectivo, quizás, buscando un poco más el hit, sabiendo que si la cosa se empieza a armar y está buena empiezan a pasar cosas lindas. Y ver que la gente viene a los shows, te dan ganas de decir “yo quiero meter un temazo, quiero meter un temazo que lo cante todo el mundo”, si bien hay intentos fallidos siempre. Es como una búsqueda que empieza a pasar. Y, ni hablar de lo que voy a hacer próximamente, lo que se viene después de “Quemarropa”. Yo quiero meter todos temas populares, que la gente los cante, ésa es mi meta. Después, a alguno le va mejor, a otros le van peor, pero mi meta es que todo el mundo cante las canciones.
¿Tuviste que hacer muchos filtros para llegar hasta los once temas que componen “Quemarropa”?
En realidad, «Quemarropa” es un disco que estuvimos dos años haciéndolo, casi, entonces son temas que tienen como tres años. Por eso, los que hice este año son los que a mí me están representando en este momento y de lo que me hierve la sangre. Son esas canciones que ya que tengo ahí en el bolsillo, entonces, cuando las sacás recién empieza a girar como la rueda. Ahora, lo que queda, es terminar de presentar a «Quemarropa”, que todavía nos quedan shows muy lindos, como el del sábado en Inmigrantes. Y después, tendrá que lo tenga que venir.
En “No” el último tema del disco hay un guio a “No me dejan salir” de Charly García. ¿Cómo surgió?
¡Qué bueno que te diste cuenta! (se ríe). Estábamos buscando samplers y pasando “tachos”, y en un momento aparece el “¡ah!”, que es la voz de James Brown, en realidad. En el banco de sonidos de la (caja de ritmos) TR-808 de Roland ese sonido viene incluido, que es de donde lo sacó Charly. Y lo usamos igual que Charly, pero se le ocurrió a él antes (se ríe). En ese momento nos cagamos de risa y dijimos “vamos a meterlo ¡de una!” y, la verdad, es que quedó re lindo. Muy lindo guiño para los que se dan cuenta. También hay otros guiños, por ejemplo, lo nombro a Chico Buarque, en el mismo tema nombro a Spinetta, digo “no soy presente ni ahí, pero me acuerdo de Luis y me hierve la sangre”. Son esos guiños en los que está bueno nombrar a los próceres.
El rock de habla hispana ha pegado siempre canciones increíbles. Himnos, te diría. Entonces, me siento parte, y con todo orgullo, de una nueva camada dentro de ese universo, que viene hace un montón de tiempo, que busca la canción y sale a pelear con canciones de rock en español. Si me reconocen ahí dentro, yo estoy feliz de la vida.
Se asocia a tu propuesta con una movida de nuevo rock argentino que está sonando fuerte en la región. ¿Te sentís identificado con ella?
La verdad que sí, me siento recontra identificado porque hay un montón de bandas que están buscando la canción, más allá de toda la parafernalia que puede llegar a tener una banda o un artista. Hay muchos artistas muy centralizados en la canción y la composición de la canción, de lo que se dice en la letra, y eso me parece que viene muy de la escuela de Rock Nacional, de lo grande del cancionero que tenemos nosotros en Argentina, en Uruguay también, ni hablar en toda Latinoamérica, te diría. El rock de habla hispana ha pegado siempre canciones increíbles, himnos te diría. Entonces, me siento parte, y con todo orgullo, de una nueva camada dentro de ese universo, que viene hace un montón de tiempo, que busca la canción y sale a pelear con canciones de rock en español. Me encanta que lo diga otro y no decirlo yo, pero si me reconocen ahí adentro, yo estoy feliz de la vida.
Es un fenómeno curioso, ya que por la edad de muchos de los exponentes podrían ser hijos, incluso nietos, de los Charly, Spinetta, Fito.
Creo que, igualmente, la canción popular en Argentina es algo culturalmente muy zarpado. En nuestro inconsciente colectivo están las canciones de Charly y las canciones de Spinetta. Esas canciones son, ya, parte de nuestra cultura, llegando hasta Gardel, te diría, son cosas que penetraron muy, muy fuerte. Acá te juntás a comer un asado y te sabés el “Cambalache”. Entonces, dentro del arte que hagas, ya hay gente que lo hizo y lo hará por siempre, porque es parte de nuestro día a día, quizás como alguien se juega un partido de fútbol. Y a la hora de meterte un poco y empezar a jugar adentro, ya hay unas biblias escritas, ya está como el manual, como la guía, digamos, y ya se te hace un poco más fácil también saber dónde jugar, que no es un terreno inexplorado. Aparte, lo que me gusta es que no es algo muerto como el tango, por ejemplo. Con el tango pasó como con la música clásica, que sólo podés tocar las composiciones de los grandes, valores y no hay lugar para el nuevo tango. O, por lo menos, así se ve de afuera, y en la música pop no pasa eso. Por suerte hay como un terreno como “bueno, mandate y hacelo, sumá a todo esto que ya hay”.
Ser parte, también, de un movimiento así, en el momento en el que estamos viviendo ahora, en Argentina por lo menos, que es donde vivo yo es muy emocionante porque salen proyectos de la puta madre constantemente. Y alguien que venía medio tranquilo, de repente, de un día para el otro, la pega con toda, incluso dentro de un género nuevo, como géneros más urbanos. Son cosas que están arrasando fuerte. Es como un momento de la música latinoamericana, te diría zarpado, muy zarpado, hay cosas que me gustan mucho, me vuelan mucho la cabeza y estar haciéndolo contemporáneamente es como que te da impulso. Claro que hay un montón de gente, también, rompiéndola. Si uno estuviera solo en este camino sería bastante más aburrido.
Repasando tu carrera desde Nidos hasta ahora ya pasaron diez años como sin darte cuenta ¿La vorágine te permite detenerte a pensar en cosas como esa?
La verdad es que mucho no me pongo a pensar. Siempre estoy pensando en lo que viene después y así estoy hace diez años, claramente (se ríe). De hecho no lo creo, me acabás de hacer caer vos ahora y me emociona. No es mucho, pero no es poco tampoco. Creo que uno, termina siendo como los buenos vinos, digamos. Si te dedicás a algo que realmente lo haces con corazón, cada vez lo vas a hacer mejor. Yo me siento millones de veces mejor, millones de veces más pillo en un montón de sentidos que hacen cinco o diez años. Incluso que el año pasado. En este laburo se crece mucho, muy rápido y se aprenden muchas cosas muy rápido. Me encantaría seguir haciéndolo en 10 años más, me encantaría.