Gonzalo Deniz: «Este disco quería que fuera lo más parecido a cuando toco las canciones en mi casa.»

En noviembre pasado Gonzalo Deniz le puso fin a Franny Glass, el proyecto musical más extenso de su carrera hasta el momento. Desde entonces, ha decidido presentar sus composiciones con su nombre, asumiendo el desafío de dejar atrás una marca que comenzaba a trascender más allá de su público habitual, aún sin haber alcanzado su techo, y encaminarse hacia lo que viene sin aquél equipaje, pero sostenido por una carrera de quince años.
Recientemente, publicó el álbum «Mientras tanto, en Montevideo», un registro de este particular momento donde conviven pasado, presente y atisbos de futuro a lo largo de dieciocho canciones de toda su vida artística transcurrida entre la banda Mersey y el ya mencionado proyecto.
El próximo sábado 10 de setiembre a las 20:30 hs, Gonzalo Deniz llegará al escenario Teatro Solís para compartir los temas que construyeron el sólido repertorio incluído en su flamante lanzamiento.
A propósito de ello, conversamos con él acerca del significado de su nuevo trabajo, del actual momento de transición y del tratamiento estético con el que abordó sus cancionero.

Por Liber Aicardi

Foto: Ignacio Correa

¿Qué significa este disco para vos?
El disco terminó siendo muchas cosas que yo no preveía, digamos. Porque más allá que es el primer disco que publico con mi nombre, que eso ya tiene una importancia en sí misma, yo decidí hacer un cancionero y reunir canciones que he cantado en distintos proyectos, al mismo tiempo hacer versiones de esas canciones que son las que vengo tocando hace tiempo en vivo pero que no son las que están grabadas y, a pesar de tener como cierto carácter de recopilación, pude darle una entidad de álbum que tiene su valor en sí mismo más allá de estas razones que enumero.
Es un momento muy importante, estar a quince años de haber empezado a publicar, y de que en cierto sentido es como un primer disco, pero que está parado con un pie en el pasado y otro en el futuro o en el presente. Podría seguir enumerando la importancia que tiene, pero es tantas cosas al mismo tiempo que es difícil dimensionar. En distintas etapas desde que lo empecé a grabar y hasta el momento en que lo presente en el Solís como que me van cayendo fichas. Acabé con el proyecto más largo que tuve en mi vida que fue Franny Glass y no pasó un año todavía y ya tengo un disco nuevo. Yo, cuando en noviembre decidí terminar con Franny Glass creo que todavía no tenía pensado este disco. Yo tenía otro material, otro repertorio nuevo que iba a grabar y decidí hacer esta transición que terminó siendo mucho más de lo que era originalmente y ahora estoy hablando acá contigo porque lo voy a presentar en el Solís. Entonces, como que en poco tiempo pasaron cosas muy intensas a nivel personal y artístico. Y creo que no lo voy a terminar de dimensionar hasta dentro de un tiempo.

Este es un nuevo comienzo en tu carrera, pero tiene eso de «mientras tanto» justamente…
Tal cual. Primero se me ocurrió el título y después la canción que lleva el título. Yo lo que traté de hacer fue representar de la manera más honesta posible el cómo yo me sentía al respecto. Porque en 2021, luego de presentar el disco que habíamos sacado con Franny Glass y hacer la gira que teníamos pendiente, iba a dar por terminado el proyecto en un momento de estancamiento total de la cultura. Después volvimos a tocar y estuvo buenísimo; y ahí empecé a dudar de esa decisión, de alguna manera. Entonces, no terminó siendo ni un cortar con todo de una ni una continuidad de decir «estas canciones las puedo grabar con el nombre Franny Glass» sino que terminó siendo algo intermedio que era más parecido a lo que yo sentía y creo que lo pude comunicar de una manera fiel a cómo yo lo estaba viviendo. Entonces este disco es eso. Es esa transición, es ese «mientras tanto» y es ese nuclear el trabajo que hecho con el nombre de compositor.

A la vez, en los créditos del disco, presentás las canciones de Franny Glass y de Mersey como compuestas por otros artistas. ¿Por qué esa decisión?
Porque me interesaba que quien tenga el disco pueda hacerse como un mapa de eso. Cuando lo escuchás se confunde lo nuevo con lo viejo y me parece que era esa mi idea de cómo iban a convivir esas canciones, porque tampoco yo no hubiese podido hacer las cinco canciones nuevas más la versión – que es como nueva dentro de mi repertorio – no podrían haber existido si no existiera esta idea de cancionero. Eso le dio una sustancia al álbum que va mucho más allá del repaso, pero también me interesaba esa parte técnica de que quien tenga el álbum pudiera rastrear esas canciones.

¿Y en cuanto a la edición física, también es marcar una especie de punto de partida?
Me quedé con ganas de sacar en físico «Canciones de amor para el fin del mundo», no pude hacerlo y en este disco fue casi como una condición. Tenía que existir materialmente, sobre todo por la importancia que tiene el disco, yo quería que exista. Como el CD está tan en retirada, podía correr el riesgo de que por el capricho de tener un disco terminara siendo algo no tan atractivo, porque claramente los costos son elevados para las ganancias que se pueden conseguir por la venta. Pero, por el trabajo de las diseñadoras con las que trabajo y el sello Bizarro que se lo tomó con mucha responsabilidad, hasta la fábrica que lo hizo creo que quedó un objeto que va más allá de lo simbólico sino que también tiene su valor al tenerlo en las manos. Eso también me tiene re contento con el CD más allá de si tenés donde escucharlo (se ríe).

El tratamiento que le diste a las canciones, va por el lado más acústico y hace que, de alguna manera se confundan las nuevas con las viejas. ¿A qué se debió esto?
En este disco pude cristalizar algunas cuestiones en las que venía interesado pero que no se había dado el contexto, digamos. Por un lado, la cosa más acústica y rítmica y, por otro lado, el canto más coral, menos individual. Porque es un disco solista, con mi nombre, pero al mismo tiempo en mi mente las canciones siempre tenían más voces. Y también la concepción del álbum más como resultado del trabajo en vivo que como el punto de partida de algo que después se tiene que representar. Como que desde los años sesenta el disco se convirtió en la obra y después el vivo es como el eco de esa obra. Y en realidad, tanto como con «Canciones de amor…» como con este disco, para mí es como si la canción es mucho más que la grabación. Yo quería tocar las canciones y, si había errores, pequeñas suciedades, me gustaba que eso quedara, que se mostrara lo más real, lo más orgánico y eso es un tratamiento que quise hacerle a todo el disco. Es medio inevitable en el tiempo que estuvimos distanciados del contacto humano, también, creo que hay algo de eso, que hay canciones que son como un montón de gente metida en un cuarto cantando, algo que por un momento parecía algo del pasado. Yo creo que tiene que ver con eso. No quisiera atribuirle a la pandemia la orientación estética del disco, sería darle demasiado crédito pero yo tenía esa necesidad de cantar acompañado.

Acabé con el proyecto más largo que tuve en mi vida, que fue Franny Glass, y no pasó un año todavía y ya tengo un disco nuevo. Yo, cuando en noviembre decidí terminar con Franny Glass, creo que todavía no tenía pensado este disco. Tenía otro material, otro repertorio nuevo que iba a grabar y decidí hacer esta transición que terminó siendo mucho más de lo que era originalmente.

¿Qué criterio seguiste al momento de elegir los temas?
Yo estuve componiendo un repertorio nuevo, que no está este disco, y yo sé que hay gente que escucha mi música que no está al tanto de lo que voy haciendo año a año. Están las personas que están más pendientes y las personas que te escuchan y que no necesariamente se relacionan tan temporalmente con lo que estás haciendo. Entonces, me parecía que hay canciones que yo he grabado y que algunas personas las pueden conocer pero que creía interesante nuclearlas bajo mi nombre. Pero yo eso lo pensaba como un paso dos, decir «voy a sacar este disco nuevo y después hacer un concierto en el que pueda tocar temas nuevos, temas viejos y con qué canciones me sigo identificando, qué canciones tienen un valor ahora». Después pensé «¿por qué no lo hago al revés?». Como te decía, esto de reflejar cómo yo me sentía al respecto. El «mientras tanto» es también de ahí, como decir «yo tengo este material nuevo, pero también yo soy esto y no voy a hacer de cuenta que no existió». Básicamente me planteé algunas consignas. Por ejemplo: qué canciones vengo tocando y en la grabación original no son así. No quería solamente regrabar las canciones y listo. Como la versión con Florencia Núñez (N de R: «El amor anda suelto») que la hicimos muchas veces en vivo y nunca la había grabado, la versión de «Si siguiera mi instinto» que la canción originalmente es así, pero está grabada de otra manera. También es importante qué canciones no están. «Hoy no quiero verte nunca más» es una canción es que le gusta a la gente que me iba a ver en los conciertos de Franny Glass, pero era una buena oportunidad también para decir «esto ya no es parte de este universo». Así que empecé a repasar los discos de Franny Glass y los de Mersey y pensar qué canciones me interesaba mantener en vivo. Y después ver qué canciones tenía nuevas que me parecían que podían convivir dentro de ese universo estético. Y luego, las canciones que surgieron a partir de empezar a grabar.

Hay dos cosas particulares en este disco que son, por un lado, la presencia del bandoneón y, por el otro, que este instrumento aparece en la primera canción del disco y también en la última. ¿De dónde viene esa elección?
Eso no voy a decir que es casual, pero no era la idea original. Cuando hice la canción «Hay cosas que el tiempo no va a curar», que tenía esa cosa medio de chamarra, lo primero que se me ocurrió para la melodía en las partes instrumentales era más como para un acordeón, una cosa más litoral. Y para sacarla un poco de eso se me ocurrió hacerla con un bandoneón, algo más portuario. Cuando pensé en un bandoneón le dije a Sergio Astengo, que toca el bandoneón y nos conocemos hace muchos años, y el hecho de volver a trabajar con él, de ir a su casa y eso, hizo que empezaran a aparecer estas canciones nuevas y quise invitarlo también a que participara . Él tuvo mucho mayor participación que la de un músico invitado que va y toca lo que le dicen. Él terminó modificando cuestiones más compositivas de la canción y ahora es fundamental en el concierto en vivo, porque el bandoneón terminó siendo una parte muy importante del material nuevo del disco.

Y concretamente el hecho de cerrar el disco con un tema como «Mientras tanto, en Montevideo» ¿Cómo se dio?
El proceso creativo siempre fue mucho más solitario para mí. Yo era de trabajar las canciones de manera más hermética hasta que ya las tenía más asumidas, filtradas, aceptada con distintos puntos de vista, pero míos todos (se ríe). Y en este disco abrí mucho más la posibilidad de ir a grabar una canción que todavía no estaba convencido del todo de la letra, de hablarlo con Guille Berta que fue quien me grabó, de mostrarle ideas inacabadas a colegas amigos y ver qué me decían, me pasó que al final del disco, Santiago Bogacz, que es un amigo con el que he intercambiado muchas más nociones filosóficas sobre nuestro rol de compositores, estuvimos intercambiando ideas sobre esta canción «Mientras tanto, en Montevideo». Me dijo que le parecía que esa canción estaba como más parada con un pie en lo que había sido, pero sobre todo en el camino que yo tenía que continuar. Entonces, me dijo «para mí esta canción tienen que terminar el disco» y como que le tomé la palabra. Y terminó como con esa cosa de abrir y cerrarse con el bandoneón, que me parece muy interesante pero que no fue tan premeditada, a priori, digamos.

En un momento de la grabación me preocupaba que el material que generara nuevo no estuviera a la altura del material preexistente. Yo no sé si es bueno o malo lo que hice, pero sí me sorprendí gratamente de encontrar un material que era autónomo de esas dos historias, digamos. De lo que venía y de lo que fue.

También, «Mientras tanto…» es de las más distintas, tiene otro aire…
Desde que las hice siento que es una de las cosas más logradas que hice a nivel musical. Y al mismo tiempo, fue de una manera tan vertiginosa que todavía no puedo tomar distancia de eso. Pasó con varias canciones del disco, las hice mientras estaba grabando. De terminar de grabar en lo de GuIlle, irme a mi casa, componerlas y volver al otro día a grabarlas. Es un proceso completamente nuevo para mí y, al mismo tiempo, encontré un estadio intermedio entre lo que quiero hacer y lo que he hecho. En un momento de la grabación me preocupaba que el material que generara nuevo no estuviera a la altura del material preexistente. Yo no sé si es bueno o malo lo que hice, pero sí me sorprendí gratamente de encontrar un material que era autónomo de esas dos historias, digamos. De lo que venía y de lo que fue. Y que respondía a este momento y este disco, y que al mismo tiempo tiene un valor que no es solamente funcional. Como que «Mientras tanto, en Montevideo» pasó de ser un bosquejo que no tenía forma de nada a ser una canción que es de mis favoritas. Por eso te digo eso de, todavía, no tener distancia de esas canciones. El otro día, cuando salió el disco, le decía a alguien que todavía estaba a tiempo de darme cuenta de que es terrible lo que hice y hasta ahora no me ha pasado (se ríe).

¿Qué nos vamos a encontrar en el show del Teatro Solís?
Nosotros tuvimos una instancia de tocar en vivo en Magnolio en el mes de mayo y ahí el disco estaba recién grabado y yo quise ser bien fiel al disco. Ahí me di cuenta de que el vivo despertaba otras posibilidades para estas canciones y para estos arreglos. Entonces, fue una buena instancia para pensar el Solís. Ahora, si bien partimos de las canciones que están grabadas con esos arreglos, ya tienen otro vuelo y también estamos incluyendo canciones más nuevas o canciones que no están en el disco pero sí pertenecen a mi repertorio como «Cuando es volar y cuando es caer», que es una de mis canciones favoritas, pero me parece que la versión que está grabada ya es la definitiva. Eso es algo que no quería hacer «¿para qué las voy a grabar de vuelta?» La canción ya está así como es, pero sí me interesaba tenerla en vivo. Va a ser una presentación de este disco pero muy abierta a las posibilidades que se desprenden del disco, que tal vez están esbozadas, pero no llevadas hasta el fondo en el álbum.

¿Te pasó eso, de buscar la versión definitiva de algún tema en este disco?
Las versiones que están en este disco tal vez son incluso previas a las que se grabaron. Esas canciones que tienen un aire de chamarrita, pero que no son chamarritas, yo siempre las había compuesto así, pero después con la banda no le encontrábamos la vuelta. En este caso las grabé con la guitarra como «Con ese amor» o «El campo en ciudad» que originalmente eran así.
No sé si es la versión definitiva, pero «Si siguiera mi instinto», si bien no me despertaba tanto interés tocarla, sentía que tenía que grabarla, que hubiese sido una injusticia no grabarla por más que no era la que más me entusiasmaba. Y sí, en algunas canciones yo las siento definitivas; no creo que objetivamente sean definitivas, tal vez. En este disco quería que fuera más parecido a cuando toco las canciones en mi casa. Yo creo que las canciones son así, en realidad. Son otra cosa distinta a lo que grabás. Era como hacer de cuenta que no era para siempre, digamos, y así grabar las versiones definitivas (se ríe).

Las entradas para el show están disponibles a través de Tickantel.

Foto: Ignacio Correa
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