En los últimos años, Eté & Los Problems se ha consolidado como una de las principales bandas del medio, cimentado esto, sobre muy buenos discos y contundentes presentaciones en vivo, además de una trayectoria que en este 2019 llega a los catorce años. Sobre fines de 2018 vio la luz “Hambre”, su cuarto álbum, una obra donde la banda amplía su universo sonoro llegando a otro nivel. El próximo viernes 5, en La Trastienda MVD, “Hambre” tendrá su presentación oficial y comenzará a tomar vida sobre los escenarios. Sobre la concepción del disco, la gran recepción lograda y de cómo el grupo superó una crisis interna encontrando una nueva misión, entre otros temas, conversamos con su líder Ernesto Tabárez.
Por Liber Aicardi
¿El momento de encarar la composición y grabación de “Hambre” fue distinto a los discos anteriores? Te lo pregunto por la expectativa previa, consiguieron llegar a público mayor, lo que se había generado con la banda, con “Jordan”…
A la hora de trabajar, cuando se cierra la puerta, somos nosotros cuatro. Ya van a hacer catorce años que tocamos juntos y, cuando cerramos la puerta, no importa lo que pasa afuera y lo que se diga de nosotros, ni nada; ésas cosas no se meten en nuestras relaciones, digamos, ni en nuestra forma de laburo. Porque, además, hacer un disco lleva mucho trabajo, entonces, no tenés tiempo para pensar en otra cosa, tenés una tarea que te elimina todo lo otro y, también, a la hora de escribirlo. Eso te puede pasar antes de empezar a escribir un disco. Cuando estás escribiéndolo, estás en el disco, no importa si tenés pasado, no importa nada, sucede todo, ahí, en el momento que sucede. Capaz que si fuéramos millonarios y hubiera millones de dólares en juego, pensaríamos en esos términos, pero tampoco lo creo. Creo que siempre vamos a hacer música del mismo modo.
Lo que, sí, cambió fue la respuesta inmediata del público, cosa que antes no sucedía de esa manera por cuestiones de la tecnología.
Eso fue muy curioso para nosotros porque el disco anterior lo sacamos en 2014 y demoró un mes en que lo colgáramos en YouTube, porque funcionaba distinto todo. Ahora, lo sacamos y, al otro día, había diez mil tipos que lo habían escuchado. El disco está llegando a las doscientas mil reproducciones que, para nosotros, es un montón. Y, al mismo tiempo, sacamos el disco a las doce de la noche del 6 de diciembre y a la una de la mañana había gente mandándonos mensajes. A mí me gusta mucho eso porque, además, te da una sensación como de apretar el botón ¿viste? Tipo: trabajás cuatro años en secreto y decís: “bueno, vamos a soltar la bomba”, y esperás lo que dura el disco, e inmediatamente empezaron a caer los comentarios. Por suerte, el disco gustó. Hay mucha gente que no lo conoce o no le interesó pero, a la gente que le interesaba, la sensación que tenemos es que fue muy bien recibido por esa gente y eso nos hace muy felices porque, más allá que nosotros hacemos el disco como creemos que hay que hacerlo y sin pensar en cómo le va a ir, recibir afecto y que las personas te cuenten qué les pasó con el disco o que se emocionaron, es poderoso. Yo no me dejo acostumbrar a eso, no puedo acostumbrarme, no dejo de sorprenderme con eso. Todas las veces que alguien me cuenta que escucha una canción y piensa en el hermano muerto, es como “¡puta!” Porque a mí me pasa lo mismo con las canciones de otro, me conmueven así, entonces, que le pase lo mismo a otros con mis canciones es muy poderoso para mí.
Más allá que nosotros hacemos el disco como creemos que hay que hacerlo y sin pensar en cómo le va a ir, recibir afecto y que las personas te cuenten qué les pasó con el disco o que se emocionaron, es poderoso. Yo no me dejo acostumbrar a eso, no puedo acostumbrarme, no dejo de sorprenderme con eso.
¿Primero llegaste al concepto de “Hambre” o tenías un grupo de canciones que iban para ese lado?
Yo siempre trabajo primero los conceptos. En realidad, no es primero. Voy haciendo pedacitos de canciones o pensando frases o leyendo sobre algunos temas, y eso va generando un concepto que, después de que se hace firme, van saliendo más fáciles las canciones, más fluidamente. Entonces, se puede decir que, primero estaba el concepto, aunque el concepto fue hecho con pedazos de canciones. Muchas de ellas no llegaron al disco. Digamos, para llegar a las doce canciones del disco, yo escribo doscientas, que no todas las termino, que son pedacitos. Yo no tengo miedo a hacer una canción que no me guste porque la sigo hasta que va a caer una que me guste. Puedo pasarme días trabajando en una canción que sólo la trabajé para sacar una frase que, después, entra en otra canción, por ejemplo. Mientras estoy trabajando en la composición del disco, todo lo que piense es parte del disco, entonces, de alguna manera, el concepto va primero; es lo que me permite, después, escribir con solvencia, digamos.
¿Este concepto puntual tiene que ver con un momento personal tuyo?
Siempre, aunque no lo quiera, tiene que ver con lo que me atraviese a mí y, también, con cosas que me resulten bellas, algo que leí, algo que vi, algo que alguien me contó. Todo eso va generando una especie de universo en el que todo eso se va guardando y, en un momento, empieza a aparecer la música de eso. En este disco, aparecieron en un momento particular los lobos y se quedaron ahí, todo el disco. Siempre aparecían. A la vuelta de cada canción había un lobo, y salía a la calle y escuchaba un perro, todo el tiempo algo me llevaba ahí. Yo tengo una amiga, que se llama Poli, la cantante de una banda argentina muy bonita que se llama Sr. Tomate, que a los conceptos de los discos, ella les llama “el efecto Fitito” ¿Qué es? En un momento decís “Me voy a comprar un Fitito”, entonces, salís a la calle y ves Fititos por todos lados. Y son los mismos que hay siempre, sólo que ahora estás mirando Fititos. Con los discos es igual. Entonces, la manada, que era el concepto inicial del disco: por dónde voy veo cosas que refieren a la manada, alguien me cuenta de su grupo de amigos y yo estoy pensando en la manada, alguien me cuenta de sus compañeros de trabajo y estoy pensando en la manada… Todo lo que pase, lo hago pasar por ese filtro, ni siquiera de un modo consciente. Simplemente, voy pensando en eso hasta que, en un momento, todo lo que pasa tiene sentido dentro del concepto. Y, ahí, es cuando está pronto el disco. Cuando el disco está terminado todo tiene un lugar en ese universo, digamos.
Cuando uno escucha el disco, ya desde el comienzo, tiene la sensación de que está frente a algo grande, está muy presente el concepto de refundación por ejemplo ¿“Hambre” significa un quiebre para vos?
Sí, es un quiebre conmigo y con la forma de trabajar con mis compañeros. Y, al mismo tiempo, hay una continuidad, somos la misma banda, somos los mismos tipos. Yo no quería hacer de vuelta “El éxodo”, quería que hiciéramos otra cosa… más amplia. Ahí hay un quiebre grande, yo quería que hubiera muchos instrumentos, muchos instrumentos distintos, muchas cosas que nunca usamos. El disco tiene bandoneones, pianos, cuerdas, vientos, tambores, coros… La música es infinita y yo siento que hasta El éxodo usamos una porción muy pequeña de la música que hay. Que es infinita, digamos, nunca la vamos a hacer toda. Pero, entre infinita y dos guitarras, bajo y batería hay una distancia muy grande y yo quería abrirnos a eso, a que entrara más música, a que hubiera menos palabras y más espacio para escuchar y para sentir música y disfrutarla. El disco tiene muchas más partes de música que ningún otro disco de Los Problems, por ejemplo, largos espacios donde no canta nadie, o donde sólo hay coros o donde las palabras son un instrumento y no sólo un tipo diciendo. Hay un quiebre, pero al mismo tiempo, de verdad, veo una continuidad porque somos los mismos pero atravesados por el tiempo.
Siento que hasta El éxodo usamos una porción muy pequeña de la música que hay. Que es infinita, digamos, nunca la vamos a hacer toda. Pero, entre infinita y dos guitarras, bajo y batería hay una distancia muy grande y yo quería abrirnos a eso, a que entrara más música, a que hubiera menos palabras y más espacio para escuchar y para sentir música y disfrutarla.
¿Te sentiste con más más libertad a la hora de componer, sin menos parámetros pre establecidos?
Yo siempre fui todo lo libre que puedo cuando escribo. Siempre. En “El éxodo” también, en “Vil” también, en “Malditos banquetes” también. Acá, la idea de que iba a tener más instrumentos me permitió, de primera pensar cosas desde otro lugar. Como el concepto venía con eso, yo pensaba: “¿y acá que puede entrar que no sea guitarra, bajo y batería?” Entonces, ya eso me abría a otros lugares. No sé si más libre, no me parece que pase por ahí la libertad. Lo que sí, tenés más herramientas y, de alguna manera, eso te puede hacer más libre, lo que te hace es más complejo.
Pero, quizás antes decías: “por este lado no voy”…
Lo que pasa es que eso nunca lo hice. Yo siempre hice las canciones que me salieron. Todas. De hecho, todos los discos de Los Problems a lo largo del tiempo, tienen cosas cada vez más distintas a una banda de rock. “El éxodo” también tiene “La portera”, tiene “Enemigo”, canciones que no son de una banda stnadard de rock. Siempre nos permitimos eso. Lo que pasa es que acá llegué más lejos. Nunca dije “no” a una canción porque tuviera un elemento que no perteneciera a Los Problems. Justamente, Los Problems es todo lo que se nos ocurra.
Entre otras cosas, lo que más nos salvó fue tener una misión. Eso le da sentido a todo el camino, porque, cuando no tenés una tarea, todo queda entreverado, el ocio empieza como a comerse a la banda. Si vamos a seguir tocando las mismas canciones que venimos tocando hace tres años, en los mismos lugares, no hay desafío.
Has contado que la gira por Alemania, en 2017, los puso al borde como banda ¿Cómo superaron esa situación?
Trayendo canciones nuevas, eligiendo una nueva misión y refundando el pacto que nos une que es “¿Vamos a hacer música juntos? Vamos a hacer música juntos”. Eso es lo que hicimos, sobre todo con Andrés (Coutinho), el baterista, que es uno de los integrantes, además de Santi (Santiago Peralta) y yo, que estamos desde el principio. Santi no fue a la gira, entonces, se quedó afuera de ese conflicto. Yo lo que le dije a Andrés fue “Bro, vamos a hacer otro disco ¿querés?” Le dí las canciones que tenía, las escuchó y me dijo “vamos a hacer un gran disco”. Fue todo lo que tuvimos que hacer, y, después, muchas horas de tratar de cuidar lo que decíamos. Lo que nos pasó, en un momento, fue que cualquier cosa que decíamos nos hería mutuamente. Los dos tuvimos mucho cuidado, sobre todo, antes de la grabación. Cuando llegamos a grabar el disco ya estábamos fuertes, entonces, podíamos discutir tranquilamente pero, en el medio, tuvimos que tener mucho cuidado que no se nos fuera de las manos porque ya se nos había ido de las manos. Había que tener mucho cuidado, pensar dos veces lo que vas a decir… Y lo logramos, ahora estamos re bien, realmente.
O sea, que el disco, también, cumplió un rol de sanación…
Sí, porque entre otras cosas, lo que más nos salvó fue tener una misión. Eso le da sentido a todo el camino, porque, cuando no tenés una tarea, todo queda entreverado, el ocio empieza como a comerse a la banda. Si vamos a seguir tocando las mismas canciones que venimos tocando hace tres años en los mismos lugares, no hay desafío. Por eso, también, parte de que el disco tuviera muchísimos instrumentos, ritmos difíciles de tocar y cosas así, tenía que ver, también, con darnos un desafío nuevo que nos motivara y que nos concentrara en eso y todo lo demás iba a desaparecer. Esa fue la premisa que usé y funcionó. Cuando volvimos de Alemania estuvimos parados pila de tiempo, tocamos y, ahí, paramos bastante, y el razonamiento fue: yo lo que tengo que hacer, para arreglar este lío, es traer canciones nuevas y las canciones se van a encargar. Y fue lo que pasó: puse las canciones arriba de la mesa y nos pusimos a trabajar. Y se acabó el lío. Por eso es tan importante este disco para nosotros, porque nos salvó, otra vez. Y, esta vez, más colectivamente que nunca.
¿Cómo están preparando la presentación del disco?
Estamos ensayando un montón. Estamos ensayando con un montón de invitados para cumplir con todos los instrumentos que tiene el disco. El show va a tener todo lo que está en el disco, lo cual nos lleva un trabajo enorme. Es un show que lleva veinte personas, que para nuestro nivel de producción es enorme manejar esto. Es algo que, durante el disco nos planteamos “che ¿Qué vamos a hacer con esto en vivo?” y fue “no es lo que estamos haciendo ahora, ahora estamos haciendo el disco”. Y, ahora, hace dos meses, casi, que estamos viendo cómo llevar algo que hicimos en un laboratorio al mundo real y lo estamos encontrando. Y, si sale bien, va a ser un sueño porque hay un momento que vamos a ser nueve arriba del escenario, haciendo música, y la puesta en escena que está haciendo Fernando Scorsela es hermosa. Queremos que La Trastienda no parezca La Trastienda, en el sentido de que es un lugar al que todos vamos a ver shows porque es de los lugares que tiene las mejores propuestas y traen bandas de afuera y, por lo general, las vas a ver ahí; entonces uno, también, está muy acostumbrado al lugar y queremos que dé una sensación distinta el lugar. Es, realmente, un show muy rico, tiene muchas cosas. Si nos sale bien, te vas a quedar días con el show adentro, volviendo a los lugares que atravesamos durante el show. El show que estamos preparando, yo creo que es un show que va a transformar la visión de las personas que han ido a ver a Eté & Los Problems hasta ahora, que es un poco lo que hizo el disco, también. Si nos sale bien, es como “¡Ah! se fueron al carajo”. Esa es la idea: “¡No sabés! Fui a ver a Los Problems y se fueron al carajo, están en otro lugar”. Esa es la idea, que el mismo quiebre que se hizo desde lo discográfico se dé desde lo escénico.