Cuando Peyote Asesino regresó a los escenarios en 2016, la posibilidad de un nuevo disco aparecía muy lejana en el horizonte de la banda que marcó a fuego la segunda mitad de los ’90s en nuestro rock. Con el correr de los shows, fueron asomando paulatinamente, entre su clásico repertorio, nuevas composiciones hasta que la promesa de un nuevo trabajo se hizo oficial y los singles fueron alimentando la expectativa de un publico ávido de nuevas canciones.
Hoy, el sucesor de «Terraja», con veintitrés años de distancia entre ambos, es una realidad, lleva por nombre «Serial», consta de diez tracks y, además de publicarse en plataformas digitales, fue lanzado en CD y pronto verá la luz en vinilo.
A propósito de ello, conversamos con Fernando Santullo y Carlos Casacuberta sobre el proceso de «Serial», sus impresiones acerca de volver a lanzar un álbum con la banda y de los pormenores de algunos de los temas que lo componen.
Por Liber Aicardi
Algo que es un sello en los discos de la banda es la producción y en «Serial» el productor fue Juan. ¿Cómo se dio que él ocupara ese doble rol de músico y productor?
Santullo – Siempre tuvimos la suerte, desde el comienzo, de contar con gente increíblemente capaz. En el primer disco, cuando llegamos con Luis Restuccia no teníamos la más puta idea. Estaba también Gabriel Casacuberta, el hermano de Carlos, que en buena medida hacía de link, porque era el tipo que entendía más el vocabulario técnico. Ese disco no es casual que suene como suena con los recursos que estaba hecho, es porque estaba Luis. El cuidado por la producción ya estaba planteado desde ahí.
Casacuberta – Después, en el «Terraja» vino la experiencia (Gustavo) Santaolalla, que nosotros estuvimos en el estudio Can-Am. Los que habían estado grabando antes que nosotros eran Dr, Dre grabando a Tupac Shakur, era como una cosa que vos no podías creer…
Santullo – Y antes, incluso, se había grabado el «Appetite for destruction» de Guns N’ Roses, habían grabado los Red Hot ChIli Peppers, era un estudio demencial. Te acojonaba.
Casacuberta – El ingeniero era Tony Peluso, un «personajazo» que vos no podés creer lo que era y Gustavo Santaolalla comandando todo aquello junto a Aníbal Kerpel. Y después de eso, tenemos a nuestro favor veinte años de carrera de productor de Juan Campodónico. Juan, desde el momento que se separó el Peyote empieza a hacer una experiencia con discos importantísimos de la música uruguaya: Drexler, No Te Va Gustar, Bajofondo, El Cuarteto de Nos, La Vela Puerca y, así como hacemos las canciones, podemos tocar en vivo y todas esas cosas que el Peyote ya tenía, ahora tenemos algo más. Tenemos adentro una capacidad de producción que es el laburo de Juan, que en un principio, estaba metido en la cocina de las canciones y en cierto momento da como un paso atrás y empieza a mirar el panorama y a tirar ideas de cómo va a proyectar el sonido, cómo iba a sonar el disco.
Santullo – Fue de un martes a un miércoles. Aparte, llegó a tal punto que yo le pregunté «¿Hoy ya no estás trabajando de artista?». Me dice «No. Ayer terminé como artista y ya arranqué como productor». Porque fue notorio el cambio de perspectiva, veníamos discutiendo como en una cosa muy de lupa y en un momento ¡pam!
Nos ayudó que Juan ya tenía claro hasta dónde iba a hacer una cosa y cuando empezaba a hacer otra. Yo no lo podría hacer. Yo viviría todo el tiempo peleado conmigo mismo ¿viste? Pero Juan lo tenía claro y dijo «hasta acá llegué como compositor, como artista y, a partir de acá, empiezo a trabajar como productor». Él, aparte, tiene armado un tándem muy sólido con Julio Berta como ingeniero.
Casacuberta – Esto me lleva para el mismo lado que hoy estábamos hablando que los tres discos del Peyote forman una especie de unidad estilística, pero también forman una unidad en el sentido que en cada uno de los tres hay una producción, y esa producción se sostiene de una manera cada una con su entidad y tiene una importancia muy grande en cada uno de los discos. En este disco tenemos un disco del que podemos estar tan orgullosos como estamos de los otros.
Los tres discos del Peyote forman una especie de unidad estilística, pero también forman una unidad en el sentido que, en cada uno de los tres hay una producción y esa producción se sostiene de una manera cada una con su entidad y tiene una importancia muy grande en cada uno de los discos. En este disco tenemos un disco del que podemos estar tan orgullosos como estamos de los otros.
Carlos Casacuberta
¿Cuanto los condicionó el hecho de tener que defender un pasado que estaba muy fuerte, digamos, en buena parte del público?
Santullo – En un momento lo pensé y, también en un momento, pensé «vos no podés competir con los afectos». Vos no podés competir con lo que significó «Terraja» para una generación. Entonces, simplemente, no compitas. Tratá de generar una obra que sea relevante en sus términos, intentá identificar esa esencia, eso que nosotros creemos que es Peyote. No tiene sentido, para mí, intentar competir con eso que la gente construyó porque vos competís, también, con todos los afectos que la gente le puso a eso. Desde un comienzo, la onda era hacer un disco que nos guste a nosotros, que digamos orgullosamente «esto es Peyote » y ese disco encontrará, eventualmente, un público.
Casacuberta – Yo, lo que veía, es que era absolutamente inútil ponerse a anticipar cómo va a ser recibido esto: «se quieren separar de lo que Peyote fue antes» ó «no pudieron y están atados al pasado». Empezar a pensar cómo iba a ser recibido el disco era como el camino del fiasco. Entonces, empezamos a estar como más en el presente y decir «éste es un disco como el que nos gustaría hacer hoy» y sentir que tocamos estas canciones con la misma energía y con el mismo espíritu con el que tocamos las canciones del Peyote. Me parece que eso lo muestran los shows y cómo las canciones se integran en el show, las viejas y las nuevas, y cada una tiene su momento. Yo creo que hay canciones que las estamos sintiendo como si hubieran estado siempre ahí. Por ejemplo, el caso de «La tumba de los crá», «Vos no me llamaste»…
Santullo – En cuanto a la presión, sí, en el sentido que este disco no puede sonar peor que «Terraja», pero no en el sentido de si gustará o no gustará, generará lo mismo o no. Entre otras cosas porque, además, en el contexto en el que fue creado «Terraja», contexto musical artístico mundial es completamente distinto. Entonces, no hay manera de prever cuales son los efectos.
Me llamó la atención que incluyeran «Pump up the parla» en el disco pero, a la vez, «Tanta parla» es de las letras de Peyote que soporta mejor el paso del tiempo ¿Lo ven así, también?
Santullo – «Pum up the parla» es el típico ejemplo que empieza con un chiveo en vivo y está tan entretenido, y te divierte, y lo laburaste tanto que decís «lo voy a grabar porque vale la pena registrarlo».
Casacuberta – Las letras del Peyote, y en este disco en particular, nunca las planteamos a partir de un mensaje predeterminado. Pero, a veces, tenemos las micro ideas que están ahí, que son ideas que tienen que ver con cosas sociales, que tiene que ver con comportamientos, con maneras de sentir, con situaciones. Todo eso está. Entonces, el mundo político social colectivo aparece ahí. Nosotros no somos indiferentes y eso va a aparecer. Pero no sólo en «Pum up the parla» que es una letra que habla en un nivel y que dice como funciona el mundo del político; esa parla que parece sin sentido, aburrida, repelente, toda esa cosa. Y, por otro lado, hay alguien que te está hablando a vos: «vos pensás que zafás». Entonces te conversa en un lugar mano a mano y, muchas veces, vos encontrás esos mensajes que son conversaciones que podemos tener Fernando y yo.
Santullo – Lo que no tiene Peyote es una cosa programática en las letras. El Peyote es como un registro de cuánto se torcieron las cosas, el Peyote se mete en el barro y te dice «Esto salió mal y esto salió mal» «¿Tenés una solución Peyote?» «No, no tengo una solución tampoco, no sé exactamente qué hay que hacer, pero te señalo que no cantes victoria porque alguien te va a hacer una zancadilla después». Básicamente, esa idea de sospechar de las cosas que te venden de manera más optimista es como una constante en el Peyote. El Peyote desconfía de lo que parece estar bien.
Casacuberta – Alguien me planteaba «con esta canción ‘Flor de gil’ ustedes se burlan de la persona que está ahí, cumpliendo el horario, sufriendo el yugo de todos los días». Pero, no. Esa persona, ese gil, aparece bastante reivindicado, esa persona que «juega pa’l cuadro» se levanta, a pesar de toda la humillación y el verdugueo que puede sentir.
Santullo – Una cosa que hace el Peyote – es gracioso porque decimos «El Peyote»como si no fuéramos nosotros (risas) – es que no señala desde la distancia, siempre está en el medio de esa vorágine que describe y no es que tenga la justa. El Peyote señala las cosas que están mal, pero no está afuera. «Putear contra el poder, putear dejando cada cosa en su lugar» y eso somos todos. Y un poco va en contra de cierta tendencia que hay, a veces en el hip hop o mismo en el rock, de hacer esa cosa medio de haber alcanzado una verdad y decir lo que hay que hacer. El Peyote es como lo opuesto a eso.
Vos no podés competir con lo que significó ‘Terraja’ para una generación. Entonces, simplemente, no compitas. Tratá de generar una obra que sea relevante en sus términos, intentá identificar esa esencia, eso que nosotros creemos que es Peyote. No tiene sentido, para mí, intentar competir con eso que la gente construyó porque vos competís, también, con todos los afectos que la gente le puso a eso.
Fernando Santullo
¿Cuáles son los planes de la banda a corto y mediano plazo?
Santullo – Lo que nos hemos dado cuenta en estos shows que hemos hecho en La Trastienda es que están bien pero, por un lado tienen la limitante de aforo, que eso se está abriendo. Alguna fecha en verano meteremos, en algún lugar de la costa si se puede, pero la idea es hacer la presentación en abril o mayo del año que viene, confiando en que ya, para ese momento haya una apertura total o, por lo menos, que también eso le dé un tiempito al disco de sonar y de estar un poquito más en la vida de la gente, que la gente se aprenda los estribillos por lo menos (risas).
Foto: Paul Hernández