Ignacio Echeverría comenzó en 2015 su proyecto solista El Hombre Avispa, al que define como “una entidad que ya no tiene vuelta atrás” y que surgió como un espacio para volcar algunas composiciones que no encontraban lugar en las bandas que integraba en ese momento. Luego de un EP homónimo publicado en 2016, en marzo pasado vio la luz al álbum “Perro Lunar” donde, al igual que en el trabajo debut, además de componer, el actual bajista de Buenos Muchachos y Mandrake y Los Druidas (entre otros proyectos), cantó y tocó todos los instrumentos. El viernes 13 de noviembre, a las 21 hs, El Hombre Avispa se presentará en vivo, en formato banda, en P y G Bar (Rbla. Wilson 2133) y, a propósito de ello, conversamos con Nacho sobre los orígenes del proyecto, el nuevo disco y lo que este este espacio significa para él.
Por Liber Aicardi
¿Cómo surge el proyecto El Hombre Avispa?
El proyecto surge en 2015, un poco por necesidad de tener un lugar propio de satisfacción artística, por decirlo de alguna manera. Yo estaba tocando en distintos proyectos en los cuales, en algunos componía y en otros, simplemente, era un instrumentista y arreglador pero no era compositor. A lo largo de mi vida compuse en los proyectos a los que estaba vinculado, pero, había música que no era para esos proyectos, como que quedaba sin lugar. En 2015, medio como que hago un quiebre, se desarma una banda con la que venía tocando, me abro de otra banda, me quedo sin lugar de composición, independientemente de que surge la entrada en Buenos Muchachos. Me había quedado un montón de música que precisaba ver la luz ¿viste? Entonces, aunque tenía un montón de temas, agarré cinco y dije “a esto le voy a dar el vuelco que yo quiera” y ahí hice un EP, que lo grabé en 2015, pero salió en 2016, que el nombre del EP es “El Hombre Avispa”, y, sin quererlo, ya le estaba poniendo el nombre al proyecto. Entonces, surge como una necesidad de tener un espacio mío, por más que soy un bicho de banda y siempre estuve en bandas y siempre estuve componiendo en grupo, precisaba darle bola a esos temas que los tenía ahí.
¿También había una necesidad de tu parte de grabar todos los instrumentos, producirlo y hacerlo, literalmente, solo?
Eso fue una cuestión de las circunstancias, en realidad. Yo estaba solo, no tenía banda, soy bajista, pero toco la guitarra, toco el piano, me puedo sentar en una batería a acompañar y, todo eso que no es bajo, lo toco como si fuera bajista. O sea, soy bastante autodidacta y me tiro al agua. No fue una decisión pura y exclusivamente “quiero hacer un disco yo solo”. No. Me tenía a mí solo (se ríe).
Eras lo que tenías a mano, digamos…
Exactamente. En el EP grabé guitarra y voz todo junto y, después, fue decorarlo un poquito. Para el disco ya habían pasado como dos años donde yo había podido tocar un poquito en vivo y tocar en formato “one man band”, con un bombo y un hi hat, también por necesidad de auto acompañarme, por decirlo así. Me encantan las bandas, soy una persona de siempre estar en bandas pero sé el trabajo que llevan; no sólo el trabajo puntualmente de congeniar las agendas sino el trabajo psico-emocional que lleva tener una banda y me resultó más sencillo hacerlo decir “son mis reglas, me encierro yo en el estudio (tengo un estudio) y lo grabo yo, de una”. Eso me pone también como en un universo sonoro, sabía que iba a tener guitarras, percusión, bajo y alguna tecla. Como que eso me reducía, también, el universo de lo que yo podía estar tocando, independientemente que después grabé otros detalles y otras cosas. También fue una decisión de “voy a hacer sonar esto yo, a ver qué pasa”.
¿Desde qué instrumento componés?
Por lo general, las canciones me salen de la guitarra; por lo menos, para este disco, salieron desde ahí. Ahora tengo unos temas nuevos que también están saliendo desde ahí, pero también estoy abriendo la cancha y estoy haciendo unas cosas como pensando ya en un siguiente paso de un siguiente disco que no, necesariamente, están saliendo de la guitarra, están saliendo de patrones rítmicos y de algunas líneas de bajo. Pero, todo este disco y toda esta etapa salen desde la guitarra y la voz.
Te lo preguntaba porque la parte rítmica está bastante presente en el disco.
Sí, soy bajista y como que todo lo que hago musicalmente no puedo dejar de hacerlo como un bajista, con el oficio que tiene el instrumento. Entonces, sí, rítmicamente, me interesan algunas cosas o tengo alguna búsqueda rítmica que quizás, en el disco, terminó siendo protagonista si bien la génesis compositiva no era desde ahí. No fue lo primero que grabé pero, cuando empecé a solapar, empecé a ver que quedaban buenos determinados quiebres rítmicos o determinadas cuestiones irregulares que quedaron en el disco. Entonces me atrae eso también. Y eso creo que tiene que ver puntualmente con que soy bajista; me encargo del ritmo en las bandas en las que toco… Creo que va por ahí.
El Hombre Avispa es una entidad que ya no tiene vuelta atrás, donde mis inquietudes compositivas van a ver la luz a través de ella. A no ser que el día de mañana me pase que haga unas canciones que me parezca que son para otra cosa y formule otro proyecto, pero, por ahora, esto es lo que está vivo y esto es lo que soy.
En cuanto a la estructura, da la sensación que los temas, una vez que empiezan, van para adelante, por decirlo de alguna manera. Es decir, no siguen un patrón clásico de canción pop ¿Cómo se dio eso en la composición?
Sí, es así, tenés razón. Si bien, soy una persona que le gusta mucho la canción en el formato más tradicional, también he escuchado música que no tiene ese formato ni ahí. Desde cuestiones más jazzeras o de rock alemán que estuve bastante influenciado últimamente de una movida donde se quebraba un poco los esquemas más de canción pop o, si querés, canción pop/rock donde tenés la introducción-estrofa-estribillo y vuelve a la estrofa. Esto pasa en el disco, si bien hay cosas así, creo que la instrumentación, la dinámica y como que en el disco no escuchás una banda, eso te permite que sea más viajera la cosa. Muchos de estos temas tienen como una coda final donde desemboca en algo que no lo hizo nunca en la canción y es un recurso que me pareció interesante mantenerlo, y pasa en varias de las canciones. Eso, también, te da una sensación de algo no muy lineal ni de mucha estructura y creo que tiene que ver con la influencia de esa música que he escuchado en mi infancia y en mi adolescencia que tiene que ver el jazz y cuestiones sin mucha forma de canción.
¿Cómo te sentís a la hora de cantar?
Es un rol que lo tuve que trabajar bastante, en realidad. Mismo, si vos escuchas el EP y escuchas este disco, creo que hay universos vocales bastante distintos. Si bien es la misma persona, hay un desarrollo vocal. Puntualmente, siempre canté pero nunca fui la voz líder de un proyecto y colocarme en ese lugar fue bastante complejo. Te digo que quizás fue lo que más me costó de este proceso y ahora estoy en un lugar donde me reconozco, así lo hago yo. Me gusta escribir y siempre tuve como cierta idea de lo que me gustaba de las letras y de cómo tenían que ser las letras. Pero, a la hora, de interpretar siempre estuve al lado de un cantante que lo hacía y, creo, que mi escuela ha sido por ese lado: parar la oreja y escuchar los cantantes con los que trabajo y ver cuál es la interpretación. Y, para, eso tuve que generar un espacio. En un momento empecé a grabar las voces del disco, en 2019, en tres etapas, y cuando empecé a grabar las voces empecé a ver que me estaba quedando como bien cantado, afinado, pero, como que no contaba nada, como que la historia no estaba siendo bien interpretada. Entonces, en vez de seguirle metiendo o buscarle la vuelta con un efecto o algo así, generé como una especie de ritual. Grabé toda la instrumentación y, cuando la instrumentación estaba grabada con una voz que era una maqueta, me fui a una casa afuera que me prestaron, en Solís, y generé como una especie de ritual donde dije “me voy a ir y en estos dos o tres días, prendo la estufa y voy a grabar las voces”. Fue como una determinación. Y eso me cambió un poco, que no fuera en el estudio donde estaba siempre, que no fuera en el esquema donde venía trabajando. Como que generé el espacio y el lugar y me aparecieron, fui, las canté y como que me re copé. Al generar el espacio y generar la instancia de grabación a mí me da un marco de decir “es esto, es lo que es”. Lo mismo es extrapolable al proyecto, al Hombre Avispa: yo generé la entidad El Hombre Avispa para decir “eso es lo que soy en ese lugar musicalmente, son mis reglas y es ahí, no es Nacho Echeverría”. Ponerle un nombre, ponerle una entidad, ponerle un ritual, a mí me facilita, me limita en el buen sentido de la palabra en la creación artística.
Te limita, pero, también te define.
Exacto. Cuando vos te definís, de alguna manera, te limitás. Decís “soy esto y no soy aquello” como que definís. Eso me ayudó pila y es algo que me viene ayudando a la hora de tocar en vivo y de interpretar. Más o menos como honrar el momento, por decirlo de una manera bastante poética. Y si, probablemente tenga mucho camino vocal por hacer y pueda ir avanzando y, probablemente, como canté en este disco no lo voy a volver a hacer. Eso me facilita un poco el laburo.
¿Qué cosas encontrás en “Perro Lunar” que ya tenía el EP de 2016 y fuiste desarrollando con el tiempo?
Sí. Yo creo que hay un universo lírico que lo seguí desarrollando en este disco, en cuanto a la temática, en cuanto a los recursos y quizás a una lírica vinculada un poco al ámbito de la naturaleza y a la conexión desde ahí, creo que eso lo seguí desarrollando. Creo que, a nivel de líneas melódicas y de atmósfera, también hay una misma atmósfera sonora. Si bien hay otros instrumentos y está un poco más cargado el disco, creo que los momentos, los universos y esa cosa de introspección, una atmósfera un poco más íntima o de viaje, creo, que lo tienen ambos discos. En éste, creo que logré dar un salto en cuanto a la interpretación vocal, en cuanto lo guitarrístico y de todo. Creo que es una obra más acabada este disco en cuanto a que está más cerrado y tiene unas vetas que quería tener de intensidad que se logró más en este disco y es producto de lo que pasó con el primero.
Dentro de todo el panorama que parecía que no se iba a volver a tocar nunca más, volver, aunque sea de esta manera, la verdad que somos agradecidos de poder nacerlo. Y, mismo, hay bandas más numerosas que todavía no están pudiendo hacerlo, que cada vez está empezando a abrirse un poquito más. Si bien es un garrón, porque no es de la misma manera, yo no me quejo y creo que hay que reinventarse y seguir buscándole la vuelta para que todo siga pasando.
¿Ves a El Hombre Avispa como algo permanente, paralelo con el resto de tu actividad en las bandas de las que formas parte?
Yo creo que, de esto, no tengo vuelta atrás. La creación de esta entidad y de este espacio como que siempre me va a acompañar. No es el único lugar donde compongo. Mi veta compositiva también está en las otras bandas. No tanto en Los Druidas porque con Mandrake es un poco más arreglística la veta porque Mandrake trae las canciones cien por ciento él, pero, en el último disco de Buenos Muchachos tengo una participación compositiva mucho más desde la génesis y como que eso sigue existiendo. Pero acá, es como mi lugar ¿viste? Ahora, el 13 (de noviembre), voy a tocar con banda, pero, capaz que después del 13 vuelvo a tocar solo o, después, armo una banda con una orquesta, no sé… por decirte algo. Es una entidad que ya no tiene vuelta atrás, donde mis inquietudes compositivas van a ver la luz a través de ella. A no ser que el día de mañana me pase que haga unas canciones que me parezca que son para otra cosa y formule otro proyecto, pero, por ahora, esto es lo que está vivo y esto es lo que soy.
¿Qué tipo de show vas a proponer?
Este show iba a ser hace meses atrás. Yo saqué el disco el 7 de marzo, y el show estaba planificado para hacerse en junio o julio. Con todo esto, quedó para ahora. Y, si bien el disco lo grabé todo yo, siempre me imaginé mismo mientras lo grababa, que pudiera ser sostenido por tres o cuatro personas. Entonces eso es lo que va a ocurrir. Voy a tocar yo con el formato “one man band”, o sea, yo, tocando la guitarra, el bombo y el hi hat, y a eso se le suma Germán Cardozo que toca el bajo y las teclas en algunos temas, Gonzalo Di Lorenzo que toca la guitarra folk que está presente en todo el disco y Julia Soma que toca un híbrido entre percusión y batería con un set de percusión y, entre los cuatro, sostenemos el universo sonoro de “Perro Lunar” que, además, de tocar los temas del disco voy a tocar unas músicas del EP reinterpretadas en ese formato y algunos temas que no están en ningún disco y alguna versión que estoy ensayando de algún cantante que me gusta. Lo que estoy proponiendo, y estamos tratando los cuatro de llevar adelante, es hacer lo mismo que yo creo que pasa en el disco, que es como una especie de viaje llevarlo al vivo a nivel sonoro. No me aferro a las estructuras de las canciones ni a la sonoridad sino a la interpretación del grupo. Ahí, sí, voy a la banda y a lo que pueda hacer la banda con lo que está grabado. No es que el bajista va a tocar lo que yo grabé, va a tocar la idea de lo que yo grabé, no es que los temas van a durar lo mismo que en el disco. Probablemente alguna parte se cuelgue y nos vayamos, hay lugar para la improvisación también, entonces está para todos medio libre y ver qué ocurre. La verdad que estamos contentos los cuatro porque logramos una sonoridad, también, que es algo que me gusta. Es lo que te decía, yo soy un bicho de banda. Quizás fue un acierto haber elegido la banda después de haberlo grabado, pero quizás, para un futuro pueda ser distinto, puede ser que esta banda quede estable, puede ser que el día de mañana sea otra banda, pero, lo que si va pasar, es que lo del 13 no sé si se va a volver a hacer. Es ése día y ahí, lo que va a ocurrir y la verdad que estamos re copados.
¿Cómo viviste aquél primer show post pandemia con Buenos Muchachos?
Fue intenso. Fue bastante intenso… La verdad que por un lado decís “que cagada que todo haya cambiado de esta manera y qué pena que no se pueda tener un show como era antes de todo esto”. Por otro lado, también, es como la forma de hacerlo y lo que tiene de positivo esto es que está ocurriendo nuevamente. Fueron bastante fuertes esas noches en La Trastienda, que fueron nueve. Después, más o menos, te acostumbras, pero, las primeras eran como algo muy loco, mucha intensidad, mucho nervio, en todos, porque era el primer show post pandemia en Latinoamérica y estaban todos los ojos puestos ahí, puestos en nosotros, que todo saliera bien. Había un nervio extra que fue bastante fuerte. Después, con el pasar de los días se fue acomodando y, la verdad, es emocionante volver a tocar. Y es volver a estar donde uno quiere estar. Dentro de todo el panorama que parecía que no se iba a volver a tocar nunca más, volver, aunque sea de esta manera, la verdad que somos agradecidos de poder nacerlo. Y, mismo, hay bandas más numerosas que todavía no están pudiendo hacerlo, que cada vez está empezando a abrirse un poquito más. Si bien es un garrón, porque no es de la misma manera, yo no me quejo y creo que hay que reinventarse y seguir buscándole la vuelta para que todo siga pasando. La verdad que fue fuerte, fue intenso y se extrañó mucho, también, y de a poco parece que se va a liberar un poquito más, vamos a ver.
Las entradas limitadas se encuentran a la venta a través de Redtickets