Diego Presa: “Las canciones son algo sagrado”

En junio pasado vio la luz “Flor Abierta”, el sexto trabajo en solitario de Diego Presa y el decimoquinto si tomamos en cuenta los publicados con Buceo Invisible, El Astillero y el dúo junto a Julieta Díaz. En este nuevo álbum, el cantautor nos propone once nuevas composiciones donde retoma un sonido de banda, sin abandonar el concepto de songwriter. Por otra parte, hace unas pocas semanas lanzó el single “Oficio del Cantor” en formato trío.

El próximo jueves 14 de noviembre, a las 21:00 h en Sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del SODRE, Diego Presa presentará oficialmente las canciones de “Flor Abierta”. A propósito del que será su show más importante del año, conversamos con él, entre otros temas, sobre el proceso creativo del disco, sus búsquedas como compositor y del gran momento por el que atraviesa su carrera.

Por Liber Aicardi


Foto: Difusión

¿Cómo fue el proceso de “Flor Abierta”, tu último álbum, publicado hace ya cinco meses?

Yo siempre estoy escribiendo, es una actividad cotidiana. No es que escriba una canción por día, pero sí cotidianamente estoy en eso. Estoy casi obsesivamente pensando y escribiendo. Una vez que se va configurando un cuerpo de canciones, empieza esto de buscar una estructura, un trayecto entre esas canciones y ahí es cuando me doy cuenta que está bueno ponerme en plan de grabación, a pensar en un disco. Mi trabajo, normalmente, no surge a partir de un concepto, sino que surge a partir de un grupo de canciones donde yo trato de leer esas interrelaciones entre ellas y, a partir de ahí, pienso en cómo puedo desarrollar ese plan.

Lo que viene enseguida, es armar un equipo de trabajo, pensar con quién puedo trabajar. Salvo en mi primer disco solista, que grabé todos los instrumentos, siempre trabajé con alguien en la función de productor artístico. No es porque yo no pueda encarar esa canciones solo, sino más que nada porque en el ida y vuelta con otra persona, se producen unas chispas y unas cosas inesperadas, que es un poco lo que estimula también a seguir en estos caminos. Entonces, en el segundo disco, “Trece canciones” (2014), trabajé con Alejandro Ferradás, en “Playa Desierta” (2016) con Federico Lima, en “Cuarto” (2020) trabajé con Fabrizio Rossi, en “Visitante” (2022) con Juan Ravioli en Argentina. Y acá, apareció “Jota” (José Luis) Yabar, como este aparcero, digamos. Alguien con quien dialogar y pilotear los destinos de estas canciones.

El trabajo lo comenzamos a fin del año pasado y fue un trabajo muy rápido donde se generó una amistad y una confianza muy firme. Enseguida, se fue desarrollando el disco “al toque” y, en el verano, ya teníamos configurado lo que después se terminó grabando en abril. Fue un proceso rápido, hiper placentero y de redescubrir el alcance de estas canciones fue como el signo, estuvo buenísimo.

¿En este caso cuál fue el hilo conductor que unió las canciones?

Lo que fui descubriendo fue que uno de los rasgos que había era que las canciones eran bastante diversas, eran distintos paisajes donde se repetían líricamente algunos tópicos, que básicamente eran la fe y el erotismo.
Es cierto que siempre hay temas que son recurrentes, que nos pasa a todos cuando escribimos, que volvemos siempre sobre el paso del tiempo, sobre la muerte, la vida, algunas preguntas que se van reiterando, pero había una mirada, unas flechas puestas en esta cuestión de la fe en términos generales, una búsqueda más allá de la vida cotidiana, digamos. Y había otra cosa que tenía que ver con una cuestión más carnal, más del erotismo, más de la curiosidad y la experimentación. Eso, en cuanto a lo lírico. En cuanto a lo musical, había una diversidad de pulsos que me hizo pensar en acercarme a desarrollar esas características que yo veía en esas canciones.

Recién mencionabas a “Jota” Yabar. ¿Cómo fue ese trabajo de su parte en cuanto a desdoblarse en los roles de productor y también instrumentista?

Eso se dio muy naturalmente, el disco fue encarado muy de a dos, las ideas de “Jota” que él podía tocar, las tocaba, me las mandaba, yo le agregaba cosas y él, a la vez, las devolvía con otros arreglos, entonces fue siempre como un ping pong y los dos fuimos ejecutantes y productores, de alguna manera. Y nos pareció que la manera más sencilla, más directa de tener una comunicación más estrecha con la idea original arreglística era tocarlo nosotros. Después, se sumaron algunos músicos que están muy cerca de lo que yo hago, pero en un momento tocamos nosotros solos la mayor parte de los instrumentos. Incluso, hasta las ideas rítmicas, fueron percusiones pensadas por nosotros. Después, reclutamos a Ariel Iglesias, que es un baterista fenomenal, para traducir esas ideas que estaban más en estado primigenio, digamos, a ideas excelentemente ejecutadas.

Si tomamos en cuenta tus anteriores trabajos, el álbum “Cuarto” y el EP “Visitante”, las búsquedas eran bastante distintas. En “Cuarto” habías sumado elementos electrónicos y algunas canciones tenían estructuras diferentes al formato de canción pop. En cambio “Visitante” es un trabajo más bien acústico, hecho prácticamente a voz y guitarra. Para “Flor Abierta” desarrollaste el formato banda de rock más algunos sintetizadores. ¿Cómo surge la definición de las distintas sonoridades?

La premisa era abrir la cancha, que se expandieran los timbres instrumentales, digamos. Esa fue como una premisa porque entre “Cuarto” y este disco estuvo “Visitante”, que era un disco esencialmente acústico y muy minimalista basado en una guitarra criolla y mi voz, más algunas pequeñas unas pequeñas pinceladas instrumentales. Entonces, sí creo que hay una búsqueda en “Flor Abierta”, una búsqueda de expandir eso y de moverse con mucha libertad caprichosamente en lo tímbrico.

En este disco, en “Flor Abierta”, hay como dos vertientes, dos patas que yo quería que estuvieran presentes de alguna manera. Por un lado, la cuestión más del cantor con la guitarra, ese linaje uruguayo y, por otro lado, un acercamiento a lo que a mí me gusta de la cultura rock.

Una constante en tus trabajos como solista es que, a pesar de cambiar de productor artístico en cada ocasión hay un sonido en los instrumentos que se mantiene a lo largo del tiempo. ¿Cómo llegás a eso?

Hay determinadas características en el sonido, en el audio, que a mí me gustan y que me resulta inevitable ir hacia ahí. Algunas formas en las cuales suenan las guitarras eléctricas, lo espacial… Sí, hay elementos que se pueden trazar como un camino desde el primer disco mío hasta este, pero, a la vez, también hay una libertad de proponer distintas… Por ejemplo, en “Cuarto” hay una experimentación a nivel rítmico y tímbrico en las percusiones que no aparecen en otros discos. En este disco, en “Flor Abierta” hay como dos vertientes, dos patas que yo quería que estuvieran presentes de alguna manera y, naturalmente, estuvieron presentes. Por un lado, la cuestión más del cantor con la guitarra, ese linaje uruguayo y, por otro lado, un acercamiento a lo que a mí me gusta de la cultura rock. Yo fui joven, adolescente en los 90’s, entonces hay algunas formas de concebir el ruido, por ejemplo, de concebir el sonido de las guitarras, de concebir determinados momentos de acercarnos al caos que a mi me gustaba que estuvieran presentes de alguna manera, también. Dentro del universo y del paisaje de lo que yo quería mostrar. Creo que yo estoy apoyado en esos dos universos, en el universo del songwriter, del cantautor, y en el universo de una banda de rock.

En cuanto a lo que mencionabas de la lírica, que el disco básicamente aborda dos aspectos como la fe y el erotismo, algo tan aparentemente disímil.
¿Cómo llegás a unirlos en un mismo trabajo para que convivan y que fluyan naturalmente?

Lo que pasa es que son dimensiones que, por momentos, se contraponen y por momentos están indisolublemente unidas. No leo la contradicción entre ese mundo del cuerpo y el mundo más espiritual, por decirlo de manera torpe. Yo me estoy hablando a mí mismo, también, cuando escribo estas cosas, hay una llamada a levantar la cabeza, a que el mundo de todos los días no nos alcance, aquello de “no vinimos maravillosamente desde tan lejos sólo para cobrar un buen sueldo” o un mal sueldo, que en general es lo que pasa. Entonces, es eso, embarrarnos en esa luz, en esa posibilidad de luz, de manera muy libre, anárquica también, pero que tiene que ver con buscar otras dimensiones en esto. Después, está la dimensión del amor y la dimensión de lo femenino y lo masculino, y la interacción con eso, la percepción de lo sensual, de lo sexual. Eso forma parte de la búsqueda, también, espiritual, si se quiere. Yo creo que eso está presente, y la dimensión política también. La dimensión que tiene que ver con el “nosotros”, con el tiempo que nos toca vivir yo creo que, de alguna manera, también está presente en estas reflexiones.

Hay una imagen en particular que me parece buenísima , que le da nombre a una canción, y es “el mundo es una canción que no te gusta”. ¿Cómo llegaste a ella?

Esa es una canción de amor aunque no parezca y apareció a partir de tener una pareja desde hace 28 años, desde muy joven, con una persona que, al igual que yo, amamos la belleza del mundo con devoción y odiamos el mundo, también. Y, a partir de diálogos y de charlas, surgió esta cuestión. Está dedicada a ella esa frase.

Las canciones para mí son algo sagrado. Son un templo en el cual no vale vender chucherías. En la canción verdadera está presente la alegría profunda, está presente la tristeza profunda, también. No estoy hablando de solemnidades, estoy hablando de que son una cosa seria, una cosa importante en nuestra vida.

Es muy gráfica la imagen y muy fácil de identificarse, porque para quienes estamos dentro de la cultura y la música, debe ser una de las cosas más insoportables…

Y está lleno de canciones que no nos gustan (risas)… Y cada vez hay más canciones que no nos gustan, eso seguro. Lo que pasa es que las canciones, seguramente para vos también, para mí son algo sagrado. Las canciones son un templo en el cual no vale vender chucherías, en la canción verdadera está presente la alegría profunda, está presente la tristeza profunda, también. No estoy hablando de solemnidades, estoy hablando de que son una cosa seria, es una cosa importante en nuestra vida, son puertas, ventanas a otros mundos para mí es una cuestión a otros mundos y, para mí, una cuestión de vida o muerte. Suena dramático, pero es así. No puedo traicionar las canciones cuando siento que es un templo que está siendo profanado, estoy muy atento a eso.

Venís publicando, desde hace varios años y con tus distintos proyectos, a un ritmo de un disco por año. ¿Cómo manejas el cambio de chip para componer de para los distintos proyectos en los que participas?

Hay variables que son más recientes y otras no tanto. Y cosas que tienen que ver con el contexto. Si acabo de grabar un disco solista, capaz que a partir de ahora hay un terreno que se abre para ir generando material para los otros proyectos. Tiene que ver con el contexto y el momento. Después, retrospectivamente, me doy cuenta que soy un compositor distinto en el dúo con Julieta, por ejemplo, que cuando estoy trabajando con Buceo Invisible. Y ahí hay elementos que son inconscientes. Por ejemplo, en el dúo con Julieta, me di cuenta después de escuchar los dos discos. En “Río” (2023), sobre todo, de alguna manera me di cuenta de que me había colocado en un lugar que estaba muy influido por el timbre de Julieta, por la manera de frasear de ella. Y ahí escribí cosas, aparecieron melodías y arreglos que es difícil que aparezcan en un disco solista mío, me acerqué incluso a algunos aires hasta el folclore argentino, pero sin buscarlo. Me di cuenta después que el timbre de la voz de Julieta había influido en mi manera de escribir y yo creo que sí me coloco en lugares distintos dentro de mí mismo en diferentes personajes.

¿Y eso lo vivís como un proceso natural?

Absolutamente. Es algo natural, no es que me siente y diga “bueno, ahora voy a hacer una samba porque estoy trabajando con Julieta”, quizás la samba tiene un origen argentino. No, ni ahí. Pero fueron apareciendo cosas que tenían que ver con eso. Supongo, también, a partir de algunas letras que Julieta me acercó, pero incluso cosas que yo tenía y que me parecía que se casaban con el espíritu de esas canciones, con el espíritu del dúo. Pero son cosas que voy descubriendo después, voy viendo en el camino.
También, las cosas que fueron grabadas en el disco de El Astillero, tenían que ver con lo que sucedía entre los tres. Incluso, las cosas que son letras y música mías, tenían que ver con ese contexto. También, por eso, en general no las canto esas canciones en un concierto. Tenían que ver con lo que sucedía entre los tres.

“Publicar un disco me genera mucha alegría y agradecimiento. Y, también, una incertidumbre y ansiedad con respecto a cómo va a ser escuchado. No importa cuánta gente lo escuche, importa ver cómo va a ser escuchado, qué devoluciones genera.

¿Te provoca lo mismo publicar un disco ahora que, de repente, hace diez años?

Me pasa exactamente lo mismo. Una mezcla de euforia, de ansiedad y de alegría profunda de haber podido completar, primero, un trabajo con amigos y amigas. El placer del trabajo colectivo y llegar a concretarlo, y que eso después se disperse por ahí. Eso implica una sensación de tarea cumplida, un sentido que se completa cuando la gente lo empieza a escuchar y de alegría profunda por haber podido armar un grupo, un grupo de gente, un equipo de trabajo, eso. A mí me genera mucha alegría y agradecimiento. Y, también, una incertidumbre y ansiedad con respecto cómo va a ser escuchado. No importa cuánta gente lo escuche, importa ver cómo va a ser escuchado, qué devoluciones genera. Porque son muy fuertes las devoluciones, el público siempre es muy sorprendente y cuestionador… y fuerte. Siempre las evoluciones son desde un lugar que a mí me incomoda, en el buen sentido. Por algo sigo haciendo discos sigo grabando discos, por algo estoy en este oficio, también. Ahora, creo que justamente es un territorio en el cual la rutina se desarma constantemente. Entonces, por algo también se mantiene como un juego la necesidad de seguir haciendo discos. Hay elementos que no dominás y está la sorpresa, también, como un elemento constante. Siempre te estás sorprendiendo y encontrando cosas que no esperabas.

¿En qué momento personal y de tu carrera te encuentra este disco en particular, después del camino recorrido durante estos años?

En un momento de absoluto compromiso con el oficio, con esto de las canciones. Yo soy docente, también, y por primera vez en casi 30 años tengo menos horas de docencia, que las disfruto un montón, pero, cambié mi estructura cotidiana para poder responder también al deseo de seguir cantando, de seguir escribiendo canciones, de poder escribir. Esto le da un sentido a mi vida, tengo otros también, pero este es fundamental.

¿Cómo tomás este momento que, probablemente, sea el mejor de tu carrera?

Con agradecimiento. Pero de verdad. Esto parece algo que debés decir, pero de verdad estoy muy agradecido. Es palpable la sensación de agradecimiento, con alegría y no estoy conforme. O sea, la mejor canción está por ser escrita y el mejor concierto está ahí, en algún momento. Pero sí, lo vivo con mucho placer.

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