Clipper: “Me permití mostrar vulnerabilidades que muchas veces son tabú”

Con una mirada personal e introspectiva, Clipper publicó “Doce Golpes”, un álbum conceptual atravesado por las rupturas, las heridas y la resiliencia. Compuesto en distintos momentos personales, el disco refleja una búsqueda honesta que la llevó también a romper con etiquetas, explorando nuevos sonidos que abarcan desde la cumbia hasta la electrónica, con guiños al rock, pasando por climas intimistas, pero manteniéndose fiel a sus raíces raperas.

A propósito del lanzamiento de su tercer trabajo discográfico, conversamos con Clipper, quien nos cuenta del origen de las canciones, sobre el enfoque conceptual del álbum y de asumir las cicatrices como parte del viaje.

Por Liber Aicardi


Foto: Difusión

¿Cómo nació el concepto de tu nuevo disco “Doce Golpes”?

Es un álbum que surge desde la necesidad de tener un montón de canciones que habían quedado archivadas en la computadora, después de un momento muy difícil para todos los artistas, que fue la pandemia —que no pudimos laburar, que no pudimos hacer mucha cosa, como muchos otros trabajos también—. A la hora de empezar a moverse más y empezar a sacar música —esto fue hace un año y medio, más o menos—, dije: “¿Qué es lo que tengo? ¿Cuáles son las canciones que ya tengo?”. Porque siempre uno va haciendo maquetas y va guardando en la compu.
Y era todo un bajón, porque era todo de una parte de mi vida en la que habían sucedido un montón de golpes, un montón de rupturas, un montón de cosas que estaban ahí en esas maquetas. Y dije: “OK, capaz que es parte de esto hacerse cargo de las cicatrices y de los golpes, y generar un álbum con respecto a todo este concepto de rompernos”. Porque es algo que tenemos en común todos los seres humanos, que en algún momento vamos a romper, vamos a juntar nuestros pedazos y a seguir caminando.

Entonces fue como hacerme cargo de lo que yo ya estaba haciendo musicalmente, independientemente de que siempre estamos buscando que suene en la radio, que suene acá, que le guste a tal… Y capaz que será después esa búsqueda. Hoy, mi búsqueda es una búsqueda mucho más sincera, de atravesamiento de la situación con respecto a este álbum, y listo.

Así que, de algún modo, es un álbum que lo viniste construyendo a lo largo de los años sin pensarlo, ¿no?

Sí, tal cual. Después, cuando me puse más de lleno en el concepto, vi: ¿cuántas canciones quiero que sean? Doce. OK. ¿Qué significa el número doce? Los doce meses del año, los doce signos zodiacales, con toda la simbología que eso tiene… Cuáles son las doce formas de romperse, desde nacer hasta morirse, pasando por la amorosa, la económica, y todas las que puede que nos pasen en algún momento.
Por primera vez trabajé también un disco a nivel conceptual. Sentarme y hacer todo un disco que, si lo escuchás entero, tiene un porqué y tiene un viaje, tiene un sentido. No son simplemente canciones que vamos haciendo porque sí.

Quizás esa es la principal diferencia con respecto “Cuestión de Tiempo», el disco anterior, que si bien tenían un hilo conductor, no había un concepto tan definido. ¿Lo sentís así?

Lo que tiene “Doce Golpes” es que es conceptual y está realizado desde ahí. El concepto del álbum es lo más importante y las canciones acompañan a explicar ese concepto, pero no al revés.

Cuando publicaste “Cuestión de Tiempo», en aquel momento lo definías como un álbum transicional, que tenía mucho que ver con ese momento de tu vida- ¿Todo ese proceso culminó en “Doce Golpes”?

“Cuestión de Tiempo» fue como una búsqueda también. Tiene varios productores, tiene producciones en Madrid, tiene producciones en Buenos Aires, producciones en Montevideo, en la costa… Y fue como un “OK, ¿qué es lo que estoy haciendo ahora?”. Todo en ese disco tenía también un concepto, pero muy agarrado más bien de los pelos.
En “Doce Golpes”, este concepto está desde la tapa también. La tapa del disco la pinté yo, la rompí, la escaneé; cada single por separado es un pedacito de la tapa. Todo estaba muy pensado, y eso está “de más”.

Por primera vez trabajé también un disco a nivel conceptual. Sentarme y hacer todo un disco que, si lo escuchás entero, tiene un porqué y tiene un viaje, tiene un sentido. No son simplemente canciones que vamos haciendo porque sí.

También me decías que estabas componiendo más sobre las cosas que te pasaban. Acá fuiste un paso más allá.

Sí, me permití esto de mostrar las vulnerabilidades, que muchas veces son tabú —y puede ser un bajón—, pero también buscarle otra forma a eso. El último tema del disco, “Flores Para Mi Tumba”, que se trata sobre la muerte —porque entiendo yo que es la última forma de romperse, esta última transición, esta última transformación—, quise que fuera una cumbia con Los Fatales, bien para arriba. Como resignificar eso… también fue parte de la búsqueda.

En cuanto a la parte musical, quizás este disco es el que mayor apertura musical tiene, ¿no? Porque se mueve entre varios extremos. Por ejemplo, incursionás con un sonido rockero de guitarra que hasta ahora no lo habías hecho, por lo menos con tanta presencia. ¿De dónde viene esa búsqueda?

Yo creo que la búsqueda, como te dije antes, viene de qué es lo que pedía cada canción. Qué es lo que pedía cada golpe, qué es lo que pedía cada ruptura. La ruptura del tema con el Fata me pidió eso. El Interludio (“Kintsugi”) me pidió otra cosa. «Tormentas” me pidió otro sonido, otra estética. “Brindo”, que fue una canción que es un corrido tumbado que se hizo en colaboración con un artista mexicano llamado VI Alam, también me pidió otra cosa.

En realidad fui muy honesta con lo que me iban pidiendo las canciones, sin tener que encasillarme en que “soy rapera, entonces no puede haber ninguna canción en el disco en la que no rapee”. Sí, en este álbum hay un montón de canciones en las que no rapeo. Entonces, eso me llevó a adentrarme muchísimo más en lo musical. Porque ya no era desde un lugar de “soy rapera y tengo que rapear”, sino de “¿qué es lo que me pide la canción que habla sobre tal golpe, tal ruptura?”.

¿Cómo te encontraste en ese lugar de no dejarte llevar por la rapera y apuntar más a las melodías vocales?

Fue difícil, porque siempre mi forma más natural de componer una canción es que si tengo una melodía, se arma… y después, en algún momento, siempre llega el momento en el que yo digo: “Y acá rapeo un poquito en el medio”.
En la producción de este disco, me vino un montón de veces el impulso de meter un “rapsito” y después pensaba: “No, no tiene nada que ver con nada, no le suma nada a lo que yo quiero hacer”, que era hablar del concepto. Eso fue lo que yo puse adelante, sobre todo en este disco, todo el tiempo. Me tuve que atar las manos (risas).

¿Cuánto tiene que ver tu incursión en los shows de Trotsky Vengarán en que hayas metido un sonido más rockero?

En realidad, yo esa idea ya la venía trayendo hace pila. Y soy de las que piensa que, en realidad, el género sobre el que rapear no limita en absoluto, porque el rap tiene eso: que es muy versátil y puede hacerse arriba de una cumbia, de un rock, de una bachata, de una plena, de la que sea.

¿Eso implicó cierto desbloqueo de prejuicios musicales?

Más que un desbloqueo, creo que fue una motivación para darle más rock. Y sí, obviamente, me estoy acercando muchísimo más al rock, que en realidad son mis orígenes. Yo soy fan de Trotsky desde que tengo memoria. Entonces soy rapera, pero soy la rapera más rockera y más punky que vas a conocer. En ese sentido, es donde están mis orígenes y mis gustos.

En este disco fui muy honesta con lo que me iban pidiendo las canciones, sin tener que encasillarme en que ‘soy rapera, entonces no puede haber ninguna canción en el disco en la que no rapee’.

También en el disco hay un sample de Laura Canoura, de la canción “Detrás del miedo». ¿Cómo surgió?

Esa es una canción que me gusta mucho, que siempre quise hacer un remix con Laura de esa canción. Y me gustó también buscarle esa estética de pitchearlo y llevarlo hacia mi campo musical y mis texturas, dejarle las frasecitas que me gustaban y meterlo en la conceptualidad de ese golpe.

Más allá de que muchas canciones ya las tuvieras maqueteadas, ¿publicarlas en este disco tiene que ver con un momento personal particular tuyo, de tener esa necesidad de demostrar esta parte de que uno puede romperse pero sigue adelante, eso de decir “acá están las heridas” y mostrarlas?

Tiene mucho de lo personal, obviamente. Y tiene que ver con un momento personal de entendimiento de que en realidad todos tenemos nuestras cicatrices, nuestros golpes y nuestras heridas. Y más que cargarlos en la mochila, es atravesarlos, aceptar que ahí están, y sacar a relucir lo que nos hizo daño en vez de meterlo bajo la alfombra.

Porque pienso —en este momento— que es la solución para poder caminar más livianos. Porque todas nuestras heridas, si las cargamos en la mochila, son pesadísimas. Más vale atravesarlas y dejarlas expuestas y decir: “OK, es mi cicatriz y estoy orgullosa de esa cicatriz, porque en realidad sigo caminando. Y eso es lo que vale”. No importa cuántas veces te vayas a romper, sino cuántas veces te levantes y sigas caminando.

Cuando se manejan ciertas temáticas personales en las letras, es común que a los y las artistas les lleguen mensajes de personas que pasaron por los mismos momentos. ¿Ya te ha pasado de recibir ese tipo de mensajes?

Sí, sí, me ha pasado mucho. Sobre todo con el Interludio, que es una canción muy cortita. Hay gente que me ha escrito y me ha dicho: “Estaba escuchando el álbum y de repente pasó el Interludio y me atravesó por completo, y estoy llorando, y se me hizo corta, y no me dio ni para terminar de llorar, y quiero que demore más”.
Y esos mensajes siempre suman, porque la gente piensa que no los voy a leer, pero yo leo todo. A veces no llego a contestar, pero leo todo. Y que alguien se tome el tiempo de escribirte porque le pasó algo con la música que vos hacés… me explota el cerebro. Porque por eso hacemos música.

¿Cómo te imaginás este disco llevándolo al vivo?

Es un disco que requiere más cosas que los anteriores. Y por eso también, por un tema de recursos, uno se acota a veces, a decir: “¿Vamos a hacer esto? ¿Cómo lo replico en vivo?”. Porque tengo que tener una banda. Y tengo muchas ganas de la banda.
El disco se va a presentar —seguramente— primero en Madrid, Buenos Aires, terminando acá. Para darle tiempo a escucharlo bien a todos, y que lo tengan bien en el oído para cantarlo todos juntos. Se viene un vivo distinto, se viene un show muy distinto al de antes, porque es música muy distinta a la que salió en este nuevo álbum.

Foto: Paul Hernández
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