“Vendrás a verte morir” es el título del noveno álbum de Buenos Muchachos y este trabajo no es uno más en su carrera. Transcurrieron, ya, tres años de la salida de “# 8” y, nuevamente, la banda patea su horizonte más allá de lo esperado. Ambientes y texturas sonoras por momentos teñidos de oscuridad conviven con otros más luminosos, enmarcando una obra que se potencia con su escucha completa y crece en función de las reproducciones. “Los Buenos” sorprenden otra vez y esto no es poco para un grupo que se acerca a sus treinta años de trayectoria. A propósito del nuevo disco, conversamos, entre otras cosas, sobre el particular proceso de grabación, los cambios en sus composiciones y de la forma de trabajo que viene adoptando el septeto en los últimos años, con Gustavo “Topo” Antuña, guitarrista de la banda.
Por Liber Aicardi
¿Cómo fue el proceso de hacer un disco en este contexto?
Fue un contexto muy particular y lo más loco de todo es que, a comienzos de marzo, fuimos al estudio porque la idea era grabar en marzo. Fuimos al estudio y armamos todo. Lo que estuvo bueno en el disco anterior fue armar el estudio y tener un par de ensayos antes de grabar. Íbamos a hacer exactamente lo mismo en éste. Terminamos de armar el 12 o 13 de marzo y al otro día se cayó todo. Quedó el estudio armado, nos fuimos cada uno para su casa a hacer la cuarentena un mes y pico y en abril dijimos “bueno, vamos a empezar”. Y empezamos a grabar de una manera rara. Fue primero José (Nozar) a grabar la batería, después fue Nacho (Ignacio Echeverría) a grabar el bajo, iba uno, grababa y se iba, no nos cruzábamos nunca. Después, cuando fuimos a grabar las guitarras, como el estudio de Gastón (N de R: Ackermann, co-productor artístico del disco) es muy grande y tiene cuartos individuales, entonces grabábamos cada uno en un cuarto, íbamos con todo el protocolo, con alcohol, tapaboca, con ropa cambiada…fue una situación muy, muy particular, también, sin saber bien qué pasaba. Pero, lo bueno para nosotros, y lo veo ahora, es que nos dio tiempo para grabar. Nos llevó seis meses grabar el disco, cosa que antes lo hacíamos en un mes y a contra reloj. Y eso fue para bien: particular, pero para bien.
¿El contexto influyó en la composición o siguieron con el plan inicial?
Para este disco, nosotros hicimos maqueta el año anterior, por lo que los temas ya estaban muy encaminados. Después, Gastón mete cuchara, porque nos produce él y tiene buenas ideas y mete cuchara con todo ya bastante armado. La verdad creo que en lo que influyó, más bien, fue en el tema mezclas porque hubo mucho tiempo, mucha tranquilidad, mucha calma. En el tema masterizado, Gastón hizo muchísimas pruebas por el tiempo que teníamos porque no teníamos fecha de entrega porque no se estaban haciendo discos. Fue una situación muy particular que nos favoreció, al final de todo. Entonces, yo creo que la influencia no fue tanto en la composición de los temas, sino en la parte de post producción, de mezcla y masterizado.
A pesar de haber sido compuesto el año pasado, hay un clima general en el disco que se adapta perfectamente a lo que fue este año…
Eso fue una coincidencia porque en realidad el disco ya estaba compuesto antes que pasara todo esto. Igual, nosotros somos bastante viscerales en ese sentido, no es que pensamos una obra completa, vamos haciendo las canciones y, después elegimos más o menos las que pueden ir. Este fue un proceso bastante similar. Y lo que creo que nos va pasando en estos últimos dos discos es que, como somos siete músicos, fuimos como aprendiendo a dejarle el lugar a cada uno y creo que en este disco se nota bastante más que en el anterior (N de R: “#8”, del año 2017). Y los temas que son como oscuros, pero luminosos a la vez, más allá de que suene ambiguo, coincidió con lo de la pandemia pero, realmente, estaban hechos desde antes. Fueron esas canciones las que nos salieron, como temas densos, largos. El disco tiene varios temas como de seis minutos. Nosotros solemos hacer temas largos, pero no es la gran mayoría, y en este disco hay un montón de temas largos y que funcionan, no nos aburren a nosotros. Después, vamos a ver lo que pasa con la gente, pero, a nosotros, lo que nos pasa no es que no pensemos en la gente, pero nosotros crecimos contentos con el resultado final y esta vez nos pasó de nuevo.
No es que nosotros pensamos una obra completa, vamos haciendo las canciones y, después, elegimos más o menos las que pueden ir. Este fue un proceso bastante similar. Y lo que creo que nos va pasando en estos últimos dos discos es que, como somos siete músicos, fuimos como aprendiendo a dejarle el lugar a cada uno y creo que en este disco se nota bastante más que en el anterior.
¿Considerás que éste es su trabajo más arriesgado?
No sé si diría el más arriesgado pero sí diferente, volvimos a cambiar otra vez. Lo que sí creo es que son temas que van a ser muy bien representados en vivo. Lo que pasa en el disco, creo que el vivo lo va a reflejar muy bien. Muchas veces, en los discos anteriores, nos pasó de grabar muchas guitarras o baterías y, después, para reproducirlo en vivo se hace muy complejo o hacés una selección de lo que vas a eliminar y éste disco me parece que tiene todos los elementos como bastante tocables. Más allá que volvimos a grabar unas cuantas guitarras, hay un montón de cosas que hicimos a pedido de Gastón como grabar apoyos de guitarras en otra afinación haciendo cosas más bien rítmicas y, más bien, tímbricas que están en un plano que casi ni se escuchan, pero la sumatoria de eso da tremenda textura. Pequeños detalles a un volumen tan lejano, pero si lo sacás, te das cuenta que algo falta. Y eso también es un aprendizaje para nosotros. Son cosas que nos recomienda hacer Gastón y, después que las probamos, realmente funcionan, cambia la textura, cambia la profundidad. Es un disco que tiene bastante menos efectos que los discos anteriores. No es que no estén. Hay efectos, pero están trabajados de una manera diferente que todo tiene una claridad bastante interesante y con eso quedamos bastante contentos.
Cuando uno escucha el disco, da la sensación que las canciones funcionan mejor dentro de la unidad de la obra ¿También lo ves así?
Ni que hablar que es así y te doy toda la razón. Nosotros, para este disco, teníamos unas cuantas, y otras quedaron afuera, y nos quedamos con este grupo de canciones y, después, con el trabajo en conjunto, sí, se llegó a esa obra. Ya en los ensayos trabajamos el disco conceptualmente. Vemos el orden de las canciones, después, vamos viendo cómo quedan grabadas y ahí elegimos el orden, que Pedro es bastante responsable de eso. Por eso no es una obra ya pensada desde el principio, pero, quizás en la elección de canciones ya vamos dándole forma a la obra, Estoy de acuerdo en que este disco quedó bastante conceptual, algo que fue llevado en el camino, un poco accidentalmente y, otro poco, no.
¿Los shows del año pasado en la Sala Hugo Balzo, “Un lugar del que nadie habla”, influyeron en la composición?
Vos sabés que, inconscientemente, creo que sí. Ese show, para mí, nos hizo cambiar la cabeza. Nosotros siempre estamos en esa búsqueda artística, de no tocar siempre lo mismo, también, un poco para no aburrirnos, para darle frescura a la cosa; nos motiva a nosotros y yo creo que ese show en la Balzo fue también ir aprendiendo dónde cada uno tiene su lugar, dónde hacer silencios… Fue una búsqueda muy interesante y creo que esa huella nos quedó adentro. Al momento de hacer estas canciones, creo que lo de la Balzo recontra influyó. Quizás no tan conscientemente pero, sí, nos marcó a todos, creo. También lo que nos pasó en ese momento fue que tuvimos mucho laburo pre show, estuvimos ensayando dos meses y en esa búsqueda de quién toca qué, que las ramitas, que las maracas, toda esa búsqueda de sonoridades diferentes a volúmenes diferentes nos quedó marcada, creo yo, cuando fuimos a hacer las otras canciones. Aparte, quedamos re copados. Hubo muy buenos comentarios del show y nos motivó para seguir haciendo esa búsqueda.
Nosotros, siempre estamos en esa búsqueda artística de no tocar siempre lo mismo. También, un poco, para no aburrirnos, para darle frescura a la cosa. Nos motiva a nosotros y yo creo que ese show en la Balzo fue también ir aprendiendo dónde cada uno tiene su lugar, dónde hacer silencios… Fue una búsqueda muy interesante y creo que esa huella nos quedó adentro.
El álbum es su noveno disco y, a su vez, tiene nueve canciones ¿Esto fue deliberado o fue casualidad?
Eso fue casualidad. De hecho, en un momento, pensamos en llamarlo “9”. Como el anterior, “# 8”, le tuvimos que poner así porque Spotify no te permite poner un disco sin nombre, en un principio, dijimos “ta, el próximo lo llamamos 9”, pero fue pasando el tiempo, y eso empezó a decaer y dijimos “no, este tiene que tener nombre” al estilo de los Buenos Muchachos, una frase, un concepto. Lo de nueve temas fue totalmente casual. De hecho, el tema “Azul”, que cierra el disco, en su momento, estuvo en duda si iba o no iba, pero, a todos nos encantó y fue. Eso fue coincidencia nomás. Cuando empezamos a trabajar las canciones y la maqueta nos dimos cuenta que no tenía nada que ver un disco con el otro. Sí, uno fue la antelación del otro en que en el “8” los espacios son importantes, los silencios son importantes, se le dio más atención al lugar donde van los instrumentos, no son discos tan guitarreros, las canciones las estamos haciendo juntos, componemos juntos. Antes, en los principios, yo traía unas canciones, Marcelo traía sus canciones ya hechas, eso es una cosa y si vas armándolas entre todos ya te vas dando cuenta dónde va cada uno ¿viste? Creo que eso también nos pasa. Ya, desde el comienzo, la cosa se arma así, con la composición de más de una persona y más de una idea y eso, para mí alimenta, también, positivamente a la banda.
¿Cómo vivieron, como banda, el regreso a los shows presenciales, teniendo en cuenta que fueron los primeros en hacerlo?
Primero, con la felicidad de tocar y de laburar. Pero también, extraño, con tapabocas, medio perseguidos porque iba la Intendencia a chequear y no sabíamos si estábamos haciendo las cosas bien. Nosotros creíamos que estábamos haciendo las cosas bien, pero, había un poco de felicidad y angustia a la vez (se ríe), porque cualquier mínimo error que puedas cometer capaz que te bajan la fecha o te meten una multa. Era como extraño. No tanto por el público, porque la parte de público era un poco más controlable porque la gente está sentada, con alcohol en las mesas, no te podías parar, el mozo iba a tu mesa… Pero atrás, somos siete músicos los dos técnicos, más el iluminador, más el sonidista, entonces fue “hagamos lo mejor posible, mantengamos distancia” como en el liceo cuando te hacían tomar distancia. Por suerte, salió todo súper bien y fue un éxito, la gente quedó re copada.