El próximo sábado 2 de julio a las 21 hs. en el Auditorio Nelly Goitiño, Buceo Invisible celebra veinticinco años de existencia con su espectáculo «La primera mañana del futuro». Pero el mismo no se trata meramente de un show nostálgico y de retrospectiva sino de «una forma de celebrar la existencia y todos estos años juntos» que encuentra al colectivo vivo y mirando hacia adelante.
A propósito de ello conversamos con Santiago Barcellos y Guillermo Wood acerca de los procesos internos, el éxito de la permanencia como grupo humano y de la actualidad del colectivo.
Por Liber Aicardi
¿Son de hacer retrospectiva en cuanto al repertorio, teniendo en cuenta fechas como ésta donde Buceo Invisible cumple veinticinco años?
Santiago – Es una buena pregunta porque son los veinticinco años y en el nombre de la muestra dice «25 Años» pero no es una retrospectiva. Festejamos los quince años, los veinte años, pero es una forma más que nada de celebrar la existencia y todos estos años juntos pero no con una visión nostálgica. Este es un espectáculo en sí mismo que justo coincidió con los veinticinco años y ¿por qué no celebrarlo?
¿Y en la interna, son de revisar el camino recorrido?
Santiago – Te diría que más bien poco.
Guillermo – Me parece que no, que cuando uno es parte de los colectivos de trabajo no está mirando para atrás, sobre todo si uno está trabajando y haciendo cosas nuevas. En realidad, la mirada está en la canción nueva que estamos trabajando, en los poemas que trajo aquél, en el disco que hay que grabar. Siempre se está mirando así.
En realidad, tampoco es cerrar los ojos y decir «se están cumpliendo tantos años». Hay que celebrar que el tiempo nos mantuvo juntos como grupo, así que era una combinación de las dos cosas.
Yendo al origen de Buceo ¿cómo surgió el colectivo y la idea de reunir distintas disciplinas en una misma propuesta en una época en la que en nuestro medio eso no se estilaba tanto?
Santiago – Claramente no se estilaba tanto, si bien no inventamos nada, en el mundo ya se hacía desde mucho tiempo atrás. Los cinco fundadores éramos amigos, casi todos escribíamos poesía, estaba Diego que también hacía canciones, Álvaro Bassi también escribía y estaba empezando a hacer canciones, estaba Sebastián Vitola que es artista plástico… Nos conocíamos del barrio y la idea era hacer algo juntos, entonces empezamos con la disciplina de juntarnos todos los domingos y lo primero que sacamos en el ’97 era un fanzine que distribuíamos a voluntad en la puerta de Cinemateca y en boliches, donde había poesía, dibujos… Esa fue la primera actividad como grupo con el nombre Buceo Invisible. Después, empezamos a pensar en espectáculos y ahí mezclábamos lo que estábamos empezando a saber a hacer, que eran canciones, poemas, dibujos proyectados que durante muchos años fueron diapositivas. Después entramos a sumar otros elementos. Se fue sumando más gente y hasta el 2006 nos manejamos de una forma bastante under, hacíamos cuatro o cinco espectáculos por año, como mucho, y el sonido era más bien acústico, con algunas cosas eléctricas. Y a medida que avanzaba el grupo, Diego (Presa) por su parte tenía proyectos que funcionaban de forma paralela a Buceo Invisible y en algunos espectáculos incorporábamos a la banda como banda invitada. En 2006 cambió un poco el formato y ya Buceo Invisible tenía una banda estable con ensayos periódicos. Sigue siendo en esencia lo mismo, pero en escena somos nueve, más la iluminadora que es estable, más Sebastián que manda dibujos desde España.
¿Aquél primer disco «Música para niños tristes», de 2006, era un objetivo puntual?
Santiago – Sí, fue un objetivo y fue muy lenta la llegada al disco. En realidad empezamos a soñarlo bastantes años antes de que saliera. Algunas de las canciones que aparecen en ese disco ya tenían muchos años, las veníamos tocando y llegó un momento en que elegimos las canciones y se empezó a grabar. Eso sí fue como un disco en retrospectiva, en parte. Había cosas recientes y otras más viejas. pero fue un trabajo bien distinto. En ese momento Diego tocaba en una banda que se llamaba El SIlencio, que Andrés Fernández también tocaba ahí, estaba Jorge Rodríguez también tocando ahí, y en un momento ese proyecto cayó y Buceo, en parte, fagocitó a los músicos de El SIlencio y pasaron a ser parte estable de Buceo Invisible. Pasó mucha cosa. Una cosa que repite DIego que está buena y es que, por lo menos de los cinco que empezamos, y Jorge también, casi toda la vida adulta nuestra, forma parte de Buceo Invisible. En realidad crecimos con Buceo Invisible, teníamos veinte años cuando empezamos esto.
¿Cuánto tiene que ver la amistad para la permanencia del colectivo? ¿Ahí radica el éxito más allá de la mucha o poca repercusión?
Santiago – Yo creo que es fundamental. Es parte por lo cual seguimos haciendo cosas juntos. Que seamos amigos es parte del éxito, como decís. No hay éxito económico, Buceo Invisible es deficitario, pero lo hacemos con mucho cariño, con mucho amor y nos cuidamos mucho entre nosotros. No solo nos queremos y estamos al frente de esto con mucho entusiasmo, sino también nos gusta lo que hacen los compañeros. Somos también, de alguna forma partícipes de lo que hace el otro, se juega como en equipo en eso. Hay una afinidad estética que se ha logrado con los años que es muy importante, que no es fácil. Primero, en la parte humana, que los proyectos suelen fracasar muchísimo por la parte humana y en Buceo no pasa. No es que no haya discusiones, las hay como en cualquier grupo humano, pero es un gran logro que esas discusiones nunca son de mal tono, siempre son para agregar. Y también los proyectos que son económicamente exitosos igual se pueden pudrir por la parte humana, ni que hablar, pero cuando eso no está y es por amor al arte, es más delicado todavía.
Yo creo que la amistad es fundamental. Es parte por lo cual seguimos haciendo cosas juntos. Que seamos amigos es parte del éxito, no hay éxito económico, Buceo Invisible es deficitario, pero lo hacemos con mucho cariño, con mucho amor y nos cuidamos mucho entre nosotros. No sólo nos queremos y estamos al frente de esto con mucho entusiasmo, sino también nos gusta lo que hacen los compañeros. Somos también, de alguna forma, partícipes de lo que hace el otro, se juega en equipo en eso.
Santiago Barcellos
¿Cómo manejan el proceso compositivo?
Guillermo – Me parece que Buceo ha encontrado con el tiempo su manera de trabajo, aunque va rotando. Y es una manera lenta, pero es una manera en la cual llegamos a lo que nos termina convenciendo que está pronto para mostrar y, entonces, en ese sentido, no es un grupo ultra prolífico. Vamos lento y las canciones tienen que llegar al momento en el cual estén prontas y pueden, en el camino, no llegar. Entonces, a la hora de grabar un disco, no es que tengamos cuarenta canciones y hay que elegir doce. Quizás alguna se proponga sacarla o esperarla, pero antes de que salga un disco ya hay un grupo de canciones que sabemos que son las que van a salir.
Santiago – Y, pese a lo que se podría pensar que los proyectos individuales de algunos de los músicos puedan conspirar contra eso, es en realidad todo lo contrario. Porque lo que decía WIlly del tiempo lento de Buceo, también deja espacio para que tanto Diego, Willy o Pablo (Gómez), puedan volcar sus composiciones en otros lugares.
Incluso, el hecho que algunos integrantes tengan otros proyectos hasta aporta visibilidad a Buceo ¿no?
Santiago – A veces más y a veces menos, pero se da sí.
Guillermo – Por ejemplo, ahora que Diego tiene estos proyectos con El Astillero y luego con Julieta Díaz, obviamente eso tiene un grado de visibilidad. Tampoco sé a qué público llega Buceo. Eso lo veremos el sábado, el domingo te lo cuento (se ríe).
Lo que sí me parece que con la cantidad de años Buceo, aunque no tiene un público muy grande, sí tiene un público bastante fiel. Entonces, desde hace unos años, podemos tocar en un lugar y saber que no va a estar vacío. Y es lindo tocar para un público que está yendo a verte porque quiere ir.
Santiago – Y generalmente nos sorprende bastante, aún ahora, que es un público súper heterogéneo, muy diverso en todo sentido: etáreo, de onda… No sé explicar por qué, pero te hablo de personas de 70, 80 años hasta adolescentes. No es que sea una banda que lleve muchos adolescentes, pero hay.
Me parece que Buceo ha encontrado con el tiempo su manera de trabajo, aunque va rotando. Y es una manera lenta, pero es una manera en la cual llegamos a lo que nos termina convenciendo que está pronto para mostrar y entonces, en ese sentido, no es un grupo ultra prolífico. Vamos lento y las canciones tienen que llegar al momento en el cual estén prontas y pueden, en el camino, no llegar. Quizás alguna se proponga sacarla o esperarla, pero antes de que salga un disco ya hay un grupo de canciones que sabemos que son las que van a salir.
Guillermo Wood
Eso debe ser estimulante también…
Santiago – Sí, super estimulante. Si siempre te van a ver los mismos «gracias por venir», pero hay algo que no está funcionando del todo ¿no?
Yo siempre pensé durante todos estos años de under que Buceo Invisible, difícilmente fuera un grupo masivo, pero teníamos la sensación de que podíamos llegarle a más gente de la que le estábamos llegando. También eso fue como un impulso de sacar un disco de forma oficial, de empezarnos a mostrarnos un poco más, de dejar esa invisibilidad que ya viene hasta en el nombre y empezar a ser un poco más visibles y decir «ésto le puede interesar a más gente de la que le estamos llegando». Y creo que sí, que le llegamos a más gente que al principio, que eran amigos de amigos.
¿Se consideran un grupo más de salas que de recintos musicales?
Santiago – Ahí pasa que somos muchos, entonces en algunos recintos nos cuesta mucho tocar, por eso mismo que te decía recién y hay lugares, llamale boliches o lugares chicos donde es más difícil poder tener nueve personas en escena y tocar. Eso por un lado. Y por otro lado creo que hemos tocado bastante últimamente en lugares como la cantina de Villa Española o en boliches. Son dos cosas distintas, las salas como el Solís, o como ahora en el SODRE, en teatros, son especiales paa momentos como este. Tenés controlada la luz, tenés controlado el sonido, la escenografía si la hay, como que podés meterte en un clima y podés cuidar determinados detalles y lograr que funcionen determinadas cosas. Y a mí me encanta, me parece que es parte de la esencia. Pero en los boliches o lugares así, se genera otra cosa que es más desprolija en ese aspecto, pero se da una frontalidad mayor. Se da como una cosa de cercanía y más de fuerza que hace que las veces que tocamos nos gustó mucho, Inclusive, si faltara cualquiera de las dos, sería como rengo. Está bueno lo de tocar en boliches y que pase esto porque en un momento pasa lo otro en un teatro y podés jugar a hacer las dos cosas. El teatro capaz que nos queda más cómodo, mientras que al boliche aprendimos a poder agarrarle el gusto y a poder sentirnos cómodos sabiendo que no íbamos a replicar lo del teatro. Ir aprendiendo sobre la marcha que son experiencias distintas y si nos vas a ver en un teatro van a pasar cosas y en el otro lado van a pasar otras. Capaz que sí, en un principio estábamos más cómodos en esos espacios porque, de alguna forma controlás todo, pero a veces, no controlar todo, también está bueno. Pero tenés que desaprender un poco. Hoy por hoy lo disfrutamos muchísimo.
Guillermo – Y sobre todo son espectáculos distintos. El de la cantina es más una banda de rock tocando con poetas. Y, también, lo que cambia es la percepción del público, lo que el público recibe, la postura que tiene. En el teatro se genera una cosa más solemne y de silencio, más receptiva. En una cantina o en un boliche, el público interactúa más, entonces para el que toca es distinto también.
¿Ya están trabajando en un nuevo disco?
Guillermo – Hay canciones como para empezar a grabar el nuevo disco, así que va a depender un poco de los huecos entre conciertos este año. La idea es empezar a grabar antes que termine este año y seguramente para el año que viene haya un disco nuevo.
Las entradas se encuentran a la venta a través de Tickantel.
Foto: Paul Henández