Bárbara Jorcin: “Sentí la necesidad de volver un poco a la adolescencia y hacer ruido”

En “Corazón de metal”, su tercer álbum, la cantante, compositora y actriz Bárbara Jorcin modifica su curso musical respecto de sus trabajos previos. Si bien el disco se desarrolla en un tono general más rockero, también tiene momentos en los que explora territorios de la música urbana, rompiendo así con algunos prejuicios.

El sábado 13 de julio, a las 21 h. en La Trastienda MVD, Bárbara presentará en vivo su más reciente producción. A propósito de ello, conversamos con ella sobre el proceso de “Corazón de metal”, los desafíos más recientes que ha comenzado a enfrentar en su carrera y de cómo su integración a Eté y Los Problems influyó sobre su actual sonoridad.

Por Liber Aicardi

Foto: Difusión

¿Contame cómo ha sido este proceso de cambios musicales entre “Si canto es porque puedo» y “Corazón de metal”? En aquél momento me decías que necesitabas renovarte y que querías presentar el disco y tocarlo mucho para terminar esa etapa y empezar una nueva. Finalmente, se dió.

Todo el proceso de “Si canto es porque puedo» fue en pandemia, me acuerdo. Fue bastante atropellado, porque tuve que grabar y después esperar un montón para sacarlo. Y cuando trabajás tanto en un disco, a veces, te cansás del disco. Esa es la realidad. Entonces, cuando lo saqué y lo presenté, yo ya quería estar tocando otra cosa. Hace años que tengo esta necesidad de incluir un poco más de ritmo en el disco, en mi música. Me pasaba que la gente me decía “sos mucho más rockera en vivo que lo que suena tu música grabada”. Entonces, empecé a pensar un poco en cómo se creaba o cómo pensaba yo la música grabada, y me daba cuenta de que era todo mucho más institucional de lo que yo era en mi vida. Tanto como ir a un estudio a grabar voces, en mi manera de cantar, en la instrumentación que elegía o en cómo producir la música. Y me empezó a pasar eso, que necesitaba bastante más ruido. Incluso, a las canciones de “Si canto es porque puedo», ya las estaba modificando un poco para que tuvieran como esa energía, como ese ruido, esa mugre que ahora creo que logré en este disco. Fue una necesidad interna de que la música tuviera más energía, más ritmo y más instrumentación. Además, como toda mi carrera musical fue acústica, dije “me parece que es hora de enchufar los instrumentos y empezar a generar sonidos distintos”. Así que partió de esa necesidad y, obviamente, la entrada a Los Problems, para mí fue muy significativa porque aprendí a tocar, de alguna manera, nuevos instrumentos. Yo tocaba el piano y era pianista, y solamente pianista. Y cuando empezás a investigar un teclado, un sinte, obviamente la técnica es la misma, pero poder modificar los sonidos para mí fue como un mundo nuevo. Entonces también eso influyó bastante en la composición a futuro.
Creo que también pasan cosas de las que no sos tan consciente, porque yo en ese momento no estaba calculando todo lo que iba a pasar después. Simplemente, estaba haciendo mucho más ruido, ensayaba con mucho más ruido. Todo mi mundo cambió cuando entré a Los Problems, en ese sentido. Sentí esa necesidad de volver un poco a la adolescencia y hacer ruido.

Y a la hora de componer ¿las canciones siguieron saliendo del piano?

Del piano, sí, siempre del piano. En realidad, ahora compuse mucho más en el teclado, buscaba sonoridades ahí, en las teclas. Pero siempre parte desde la armonía del teclado, que es con lo que yo me manejo. Toco algo de guitarra, pero me manejo con el piano, y mucho también con la voz. Soy mucho de componer en la ruta, haciendo ruta. Se me ocurren ideas y voy grabando con el celu. Entonces partió desde donde siempre, pero esta vez pensé mucho más en la producción en el momento de la composición que antes, que era bastante parecido al resultado de la canción.

¿Cómo te sentiste con el pasaje de una forma orquestada y más convencional de los primeros discos, a estos sonidos?

Fue mucho más divertido, la verdad. Fue mucho más divertido todo el proceso. Y mucho más apegado a la música que escucho ahora. Fue, sobre todo, divertido y de mucha más investigación. Antes, por ahí, pasábamos mucho más tiempo procurando que todo fuera perfecto en eso acústico. Grabar en acústico, lo que tiene es que se escuchan todos los detalles, no le podés errar en nada y lo eléctrico tiene esa cosa más ruidosa. También, hubo una búsqueda del sonido mucho mayor. Por ahí, las canciones en estructura ya estaban seteadas, pero tuvimos que crear capas y capas de sonido para llegar a los resultados que queríamos. Eso fue lo que nos llevó más tiempo, también.

Este disco es sobre una situación particular de mi vida, que fue una separación, entonces, es muy difícil. Yo no puedo maquillar la verdad. Yo escribo como hablo y hablo sin pensar, muchas veces, impulsivamente. Creo que no es lo más inteligente, pero es lo que me sale hacer. Y me parece que requiere de cierta valentía que está bueno tener.

Entre medio, lanzaste simples que no están en este disco, quedaron solos.
¿Se pueden tomar como parte de la transición entre el disco anterior y este?

Sí, sí. Yo creo que son la transición. El primero fue “Cuando me haya ido», que fue el primer tema en el que trabajé con Tato (Cabrera, co-productor del disco). Yo, a esos temas les digo “las islas” porque no están en ningún lado. Para mí son justamente eso, una transición de una etapa a la otra. Y con esa canción, como que aprendimos a laburar juntos con Tato. Nos entendimos al toque y nos dimos cuenta de que nos encantaba, de que somos dos obsesivos y que tenemos gustos muy parecidos. Después de eso, salió “Un pedazo de sol», que pensé mucho si incluirla en el disco o no, pero la verdad es que a nivel de producción y, sobre todo a nivel vocal, cómo está cantado, me parece que es de otro mundo. Y es como la real transición entre un disco y el otro, entonces, al final, quedó por fuera. Me parecía muy forzoso meterla para tener una canción más, me parecía que no era un disco para incluirla, como que no la veía. Pero, sí, desembocó en que cuando fuimos a laburar el disco con Tato, ya sabíamos trabajar juntos. Ya sabíamos cómo manejarnos, porque pasé mucho tiempo con él en el estudio produciendo. Yo, en casa, me grabo con el celu y muy a la corta, soy bastante limitada con la tecnología, entonces, al hacer las maquetas y todo lo que hacíamos con él, pasamos mucho tiempo juntos.

Y en cuanto a la parte vocal ¿cómo la manejaste, teniendo en cuenta que tenías que cantar sobre más capas de sonido?

Creo que el desafío vocal, más que nada, estuvo en desaprender muchas cosas de la técnica. Yo siempre fui muy prolija y muy cuidadosa con mi voz. Desaprender eso, y aprender a soltar un poco más, fue lo que más me costó. Y también, sí, estuve mucho tiempo muy aturdida. Estoy muy acostumbrada a ensayar sin enchufarnos, incluso. Como tocaba con un contrabajo, con cuerdas y demás, no se necesita de nada. Con Los Problems pasé años peleándome por el volumen. Ensayé con tapones, con in-ear, con auriculares, porque no podía, no podía con el volumen. Además, tengo tinnitus, tengo cosas serias con los oídos. Me los cuido, también, mucho y soy bastante quisquillosa. Entonces, a fuerza de pelea, me acostumbré un poco más al volumen, pero no me fue para nada fácil. Creo que fue una cuestión de costumbre, pero la sufrí bastante.

En cuanto a las letras, hay muchas que son específicas de determinadas situaciones personales. ¿Dudaste o te replanteaste el hecho de exponerte de esa forma?

Es muy interesante la pregunta, porque me gustaría ser más inteligente en eso (se ríe), porque después no tengo ganas de explicarlo, es una cosa mía. Pero escribo así y, desde la primera escritura hasta la canción, hay muchos filtros. La verdad es que las letras se van transformando bastante pero, para mí, la manera de decir la verdad ¡es decir la verdad! digamos. Yo creo que en este disco me permití un poco más el misterio, creo que antes era incluso más explícita. Pero, me pasó que este disco es de una situación particular de mi vida, que fue una separación, entonces, es muy difícil, yo no puedo maquillar la verdad. Yo escribo como hablo y hablo sin pensar, muchas veces, impulsivamente. Creo que no es lo más inteligente, pero es lo que me sale hacer. Y me parece que requiere de cierta valentía, que está bueno tener. Creo que, por otro lado, hay algunas historias en algunas canciones, como por ejemplo en “El adiós» o en “Número Impar», donde sugiero algunos temas, pero no hay nada tan explícito y eso fue algo nuevo para mí dentro de mi forma de escribir. Siento eso, que me permití un poco más contar las historias diferente, con un poquito más de misterio. Y me gusta eso también. Fue un tremendo desafío.

Dejar que las termine de interpretar la persona que escucha, ¿es así?

Exacto. Me parece mucho más interesante. Pero, sí, fue difícil y, sí, dudé de escribir algunas cosas o no. Algunas otras eran mucho peores (se ríe) y no quedaron. Pero sí, yo escribo las canciones para mí, primero que nada. Entonces, si esa es la verdad, es así como sale, como lo digo.

Y el hecho de que el clima general del disco sea más energético ¿tiene que ver sacar determinadas cosas, también?

Sí, me parece que esa energía así, genuina que tiene, no se puede hacer si no estás diciendo la verdad sobre algo. Por más mal parado que te deje ¿no? “La venganza”, que es una canción que justamente hablaba de un momento donde yo estaba muy envenenada, es una canción que no me deja bien parada, digamos.
A nadie le gusta admitir que se quiere vengar de alguien, que quiere hacer daño. Pero, justamente, eso también es lo que te hace transmitir la verdad. Y, por suerte, grabamos todas las voces con Tato Cabrera en el estudio de él, pero también con Jero Romero, que fue el productor vocal, nunca había tenido un productor así, que se encarga básicamente de transmitir esta energía de la que estás hablando. A veces te metés en un estudio, por más increíble que sea, pero se vuelve muy institucional y te cuesta transmitir eso. Y, por ahí, está bien cantado, pero le falta algo que a mí me parece que es muy importante. Me pasa un poco con mis discos pasados. Está tan bien hecho todo y tan prolijo que siento que esa energía, a veces se disipaba tratando de que todo sea perfecto. Me parece que en este disco eso está mucho más logrado. Por lo menos, yo lo escucho y me lleva a esa composición o a ese momento mucho más que antes porque me preocupé menos de que estuviera perfecto.

Yo era muy de señalar con el dedo la música que estaba bien y la música que estaba mal y, hoy por hoy, tengo más flexibilidad, además me baso más en mis gustos sin ponerle tanto prejuicio. Si me gusta esta música, ya está, me gusta y la disfruto, que en definitiva siempre termina siendo lo más importante.

Y en el orden del disco, después de “La venganza” viene “Renacimiento”, un tema particular porque es un reggaetón y cierra todo un ciclo que arranca con “2023” que es una canción rockera. Contame cómo pensaste el orden de las canciones.

Cuando ordené el disco ya pensé un poco en eso, que empezara como con la idea que empezó el disco, que era un disco de rock, pero después se fue transformando y yo dejé que se transformara. No tenía ni idea de que iba a hacer un reggaetón y no tenía ni idea de que iba a ser un trap medio electrónico. Se fue dando y me pareció que era buen momento de dejar de juzgar lo que estaba saliendo de mí y empezar a soltarlo a ver qué pasaba. Y “Renacimiento» está teniendo tremenda repercusión, así que estoy contenta de haberlo hecho. El reggaetón estuvo siempre en mi vida porque yo soy del interior, y en Tarariras había un solo baile. Yo, cuando tenía 13, 14, 15, 16, 17 y 18 años, fui todos los fines de semana a ese baile y bailé reggaetón toda mi vida. Lo que pasa es que, como cuando sos más inmaduro y tenés las ideas como muy radicalizadas, me parecía que era una porquería. Y, la verdad que hoy escucho a Daddy Yankee y me parece una genialidad, escucho a María Becerra hoy y me parece una genialidad, realmente. Hay reggaetón que está buenísimo. Por supuesto, también hay música que no me gusta y con la que no estoy de acuerdo y me parece una porquería, pero me saqué ese prejuicio de encima de que la música urbana era música sencilla y superflua, y encontré como lo mío ahí también, me dejé de sentir tan ajena a eso. Porque si me digo la verdad, yo salí a bailar mucho tiempo y bailé reggaetón mucho tiempo. Incluso “Renacimiento» empieza con el himno a Tarariras, la primera parte es un sample del himno a Tarariras. Es como sacar esa parte de mí que, como dice la canción, antes la escondía y ahora no la escondo más. Pero no siento que me sea un género ajeno y, además, yo escucho bastante música urbana, digamos. Me gustan Catriel y Paco Moroso, me gusta mucho Rosalía, me gusta María Becerra. Hay un montón de gente que escucho que hace este género, entonces, me animé a sacarlo para afuera.

¿Y cómo convivió la Bárbara “del conservatorio” con el autotune?

Ahí aprendí a callarme la boca porque creía que usar autotune era una estupidez (se ríe). Y, la verdad, es que es bastante difícil usar autotune. Sobre todo, porque cuando yo llevé la melodía de “Renacimiento”, se la llevé al Oso Ucha que fue el productor del tema, me dijo que esta melodía es muy difícil para hacer de reggaetón porque las melodías de reggaetón son bastante más sencillas, tienen menos notas. Y me dijo, “esto es otro género” y me mandó a escuchar el disco “Colores» de J Balvin, que estuvo duro escucharlo, la verdad. Pero me comprometí, lo escuché todo y me di cuenta de que funcionan diferentes los distintos géneros y de que hay otras cosas que son ricas en ese género. Y no es, exactamente, la complejidad en la melodía. Entonces fue súper difícil. Sentía que cantaba algo que no era lo que estaba saliendo y le digo “¡boludo, me estoy volviendo loca!”, yo ya estaba totalmente frustrada. Fue muy difícil pero estuvo buenísimo. Y como que me dio una cachetada, ¿viste? Fue como decirme “che, mirá que no es tan fácil hacer la música que se hace ahora”. Así que estuvo bueno, fue tremendo aprendizaje. Yo era muy de señalar con el dedo la música que estaba bien y la música que estaba mal, y
hoy por hoy, tengo más flexibilidad, además me baso más en mis gustos sin ponerle tanto prejuicio. Si me gusta esta música, ya está, me gusta y la disfruto, que en definitiva siempre termina siendo lo más importante.

Las entradas para la presentación en vivo de “Corazón de metal” ya se encuentran a la venta a través de Abitab.

Foto: Difusión

 

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