Fulana de Val, alter ego de Valentina Núñez, acaba de publicar “Anónima”, debut discográfico al cual llega obteniendo el primer premio en el concurso “Canciones de Otoño” realizado en abril de este año, obviamente, sostenido por su talento vocal y compositivo. A lo largo de los nueve temas que lo componen Fulana de Val despliega todo su abanico musical e interpretativo donde conviven diversos estilos como el folclore, el tango, el candombe y la bossa nova con momentos de impronta rockera y hasta de corte electrónico, potenciados todos por su amplitud vocal.
A propósito del lanzamiento, conversamos con Valentina (o Fulana) entre otros temas, sobre el inesperado origen del álbum, el proceso del mismo y del comienzo de una carrera que la posiciona dentro de lo más interesante surgido en el medio durante 2022.
Por Liber Aicardi
Comencemos por el origen de “Anónima”, cuyo punto de partida fue haber ganado el concurso “Canciones de Otoño”. ¿Cómo lo viviste?
Mi gran objetivo de este año era grabar el disco y no tenía ni idea cómo, y ganar el concurso de esa forma tan loca fue como un gol en la hora. Y toda esa energía, con esas ganas de tanto tiempo, porque hacía mucho tiempo que venía con mis canciones tocando en lugares, hicieron que realmente me lo tomara como algo fundamental en mi vida. No sólo en mi carrera artística. Fue un hito, un antes y un después. También, fue un momento de confiar mucho en mí y en mi proyecto. Me dio mucha confianza, que capaz no la tenía tanto en ese momento. Tenía muchas ganas, pero estaba todavía probando a ver qué onda y estuvo “de más” que se diera porque es difícil mantener esa ganas mucho tiempo, en Uruguay por lo menos que es tan difícil.
Una vez que pasó el concurso y se te dió la oportunidad de grabar un disco ¿Cómo bajaste la pelota, te ordenaste y planificaste el álbum?
Fue más un desorden que un orden (se ríe). Un caos… Primero que nada, porque tenía muchas canciones. Por suerte, también venía tocando, había tocado ya dos veces con banda, entonces baterista y bajista ya estaban a disposición, ya se sabían algunos de los temas. Pero quise aprovechar la oportunidad y poder también convocar a otras personas que admiro un montón y ahí fue cuando se me fue la moto porque, de la nada, ya eran quince personas ensayando todo el tiempo, tratando de coordinar porque en un mes y una semana empezaba a grabar. También me ayudó mucho un amigo, Nahuel Rodríguez, que me re acompañó al momento de las maquetas y esa fue una instancia que tuvimos que hacer sí o sí en ese mes, para entrar a grabar. Por eso también, fue un disco que se produjo sobre la marcha con los recursos que habían, con el tiempo que había, con un montón de factores que fueron complicados, pero a la vez me pusieron en un lugar de estar muy atenta, muy despierta, totalmente entregada al proceso porque si no, no caminaba.
Y también tuviste que tomar decisiones…
Claro, tomar decisiones. Algunas ni siquiera estaba preparada para tomarlas porque hay algunas que son artísticas y, de repente, ahí me siento cómoda porque ya sé qué quiero transmitir, pero hay otras que son más técnicas o, simplemente, una cuestión de logística que, si no estás ya en ésa es difícil, como cualquier cosa. Pero también estuve muy acompañada por mi familia, por suerte, que me re bancó en eso, sino hubiera sido mucho más difícil porque estaba de lunes a lunes produciendo el disco.
¿Tenías claro el rumbo del disco desde un principio o lo fuiste encontrando en el camino?
Todo se fue presentando en el camino. Estaban las canciones, ya sabía más o menos qué quería decir con cada una, qué sonido quería en cada una, qué instrumentos, pero hay muchas cosas que no estuvieron hasta el final. Hubo un momento, que no sé cómo hice, pero empecé a meter mano en la edición de muchísimos instrumentos y, a veces, en ese momento, con lo que se había grabado, donde también había unas líneas más improvisadas, en la edición medio que iba viendo si había algo que realmente quería que estuviera o era mejor sacarlo o cambiarlo de lugar. Hubo muchas decisiones ahí.
No sé si es algo generacional, capaz que es mi personalidad, pero a mí me gusta la variedad y cuando estoy componiendo me gusta que haya algo que no me lo espere ni yo. A veces lo busco o, a veces, ya sale solo, por eso en las canciones hay momentos donde decís ‘¿y esto?’.
El álbum tiene un recorrido musical que incluye tango, candombe, bossa nova, folclore, electrónica, incluso variaciones dentro de los mismos temas, como en el caso de “Qué viaje encontrarte” que en el medio muta hacia la cumbia. ¿De dónde viene todo eso?
Primero que nada, creo que viene del síndrome del millenial que se aburre de todo, entonces necesita variedad. No sé si es algo generacional, capaz que es mi personalidad, pero a mí me gusta la variedad y cuando estoy componiendo me gusta que haya algo que no me lo espere ni yo. A veces lo busco o, a veces, ya sale solo, por eso en las canciones hay momentos donde decís “¿y esto?”. Por ejemplo, en el caso de “Qué viaje encontrarte» fue muy intuitivo, la tocaba en la guitarra y no sonaba a cumbia, la cumbia es cumbia cuando metés percusión y esas cosas. Y cuando la tocaba mucha gente me mencionó eso, que parecía cumbia, en la intención. Aparte es un gipsy jazz, que es un género muy de fiesta, entonces vimos que eran dos géneros de fiesta, por más que me costó un montón bajarlo a tierra. Fue un gran desafío ese tema. También Agustina Canavesi en la guitarra y Emiliano Pereira en el clarinete estuvieron increíbles, si no fuera por ellos la canción se caía.
El disco comienza con un tema de aires tangueros como “Pa’ florecer” y hacia el final se encuentra “Todo habita aquí”, que es básicamente electrónico, más contemporáneo, digamos. ¿Cómo definiste el orden de los temas?
Me costó mucho, mucho, mucho el orden, porque no es un disco conceptual, es un disco que es una síntesis de un recorrido y de una experiencia, y creo que lo que busqué más que nada fue el efecto sorpresa con cada canción nueva. Por ejemplo, hay dos canciones que tienen sonidos de Brasil que están separadas en el disco, o también las canciones que tienen guitarra eléctrica traté de separarlas, buscar eso, que vayan apareciendo diferentes elementos y que no se repitieran tanto. Creo que eso fue lo que más busqué.
¿Cómo llegaste al título del álbum “Anónima”? ¿Tiene que ver con Fulana también? Es decir, Fulana se puede tomar como una referencia a una persona cualquiera, alguien anónimo también ¿no?
Me pasa que todos los días interpreto algo diferente yo misma de ese concepto y te puedo decir, en este presente, siempre fui una mujer muy de perfil bajo y con la música tuve que animarme a transformar un poco eso. Necesitaba hacerlo y, a la vez, no me era natural. Entonces, Fulana de Val fue un personaje que me inventé para salir a la cancha y sentirme más cómoda. Después, como que Fulana se fue apoderando de mí un poco, en el sentido de que me empecé a sentir más relajada con el tema de qué es lo que los demás ven de mí o piensan de mí y terminó desapareciendo de mí la timidez. Porque, aparte, siento que Fulana al ser tan abierto, también puede ser cualquiera, se permite el movimiento tanto en la creación artística como en la vida ¿no? Tener esa flexibilidad me enriqueció un montón como persona porque me ayudó a conectar a través de mi música con un montón de gente que antes no podía. “Anónima” resignifica eso también de que no importa tanto quién sos, sino lo que das y lo que recibís, y el intercambio con los demás. Por otro lado, también es como un homenaje a otras mujeres que en otros momentos históricos donde no tenían ni voz ni voto, y no podían firmar sus obras con sus nombres, de alguna forma inspiraron a que hoy en día la realidad sea otra y yo como mujer pueda decidir mostrar o no lo que hago y tomar decisiones sobre mi vida. Entonces, también es como un homenaje a esas anónimas que no pudieron nombrarse ni ser nombradas en la historia, pero son claves para que yo pudiera estar haciendo música.
Fulana de Val fue un personaje que me inventé para salir a la cancha y sentirme más cómoda. Después, como que Fulana se fue apoderando de mí un poco, en el sentido de que me empecé a sentir más relajada con el tema de qué es lo que los demás ven de mí o piensan de mí y terminó desapareciendo de mí la timidez.
¿Qué referentes musicales tenés?
Muchísimos. Soy re melómana, me encanta toda la música, admiro mucho a cualquier artista que pueda transmitir algo único, auténtico y no me importa el género, la verdad. Me emociona el artista que no teme mostrar lo que es, eso me encanta. Eso ha hecho que esté siempre esté curioseando, y artistas de las bandas que más curtí desde mi adolescencia hasta ahora fueron Pink Floyd, Radiohead, Extremoduro, bandas de hombre aparte, que eran muy frontales y combativas. Eso fue más en la adolescencia. Después, aflojé un poco, me endulcé más con la música brasilera, con la música uruguaya, que ahí curtí todo lo que puedas imaginar: Eduardo Mateo, El Príncipe, Jorge Drexler desde mi infancia me acompaña, siempre me gustó. Después empecé a curtir mucho músicas mujeres de acá que me inspiraron mucho a animarme, que fueron Alfonsina, Rodra, Camila Cardozo, Mínima… Hay varias, sobre todo actuales. Después, Elis Regina es una vocalista que a mí me descoloca y me ayudó muchos no tener miedo a hacer el ridículo con la voz, de jugar con la voz, de animarme a probar lo que sea.
Esto que decís se nota en “Visión intrínseca”…
Fue muy graciosa la grabación de esas voces porque queríamos que la voz sonara rota, como si estuviéramos sacando un demonio o algo que se quiere expresar y está como enjaulado. Yo puedo impostar un poco la voz, generar cosas y que salga un sonido, pero que salga tan roto, tanto tiempo es difícil y, literalmente, me tuve que romper la voz para grabar eso. Fue darla toda, fue lo último que grabé en esas jornadas, dije: “que tenga lo que tenga que ser, yo la doy toda” y se nota, creo, que me rompí la garganta (se ríe), pero fue una decisión de todo el grupo.
¿Cómo estás viviendo este momento previo a la salida del disco?
Ahora estoy descansando, básicamente, pero también pensando ya en lo que se viene, me estoy armando una gira. En diciembre me voy para Argentina, para Buenos Aires y Córdoba, que me esperan amigues músiques de allá. Y, después, en enero recorrer toda la costa, que es algo que hago hace varios años ya y estoy preparando cosas con músicas y músicos locales de Maldonado y de Rocha, para tocar en algunos momentos sola y en otros con banda. Y también hay pila de ganas de presentar el disco, para mí sería un sueño que todas las personas que grabaron puedan estar participando, pero es una movida muy grande y va a llevar su tiempo.
Si en marzo te hubieran dicho que antes de terminar el año íbamos a estar hablando del lanzamiento de tu disco ¿qué hubieras dicho?
Me hubiera reído mucho, porque si no hubiera sido por “Canciones de otoño” el disco no hubiera existido en este momento. Es increíble que estemos hablando de un disco ahora.