En esta primera entrevista de nuestra sección Vidas Detrás de la Música, conversamos con la talentosísima Mónica Navarro, a cerca de sus primeros años, su familia, feminismo, superaciones y diversas vivencias que valen la pena contar, para conocer a la artista más allá de su carrera profesional.
Por Chenal Innamorato
Mónica nació en Buenos Aires, el 30 de octubre de 1968, es mono de tierra en el horóscopo chino y escorpio en el zodíaco, y como ella misma dice riendo, al iniciar la nota, ‘’Para algunos eso será una pavada, para mí es importante, porque amo las cartas, por ejemplo, siempre ando indagando en la tirada de cartas, y en la astrología, y bueno, el horóscopo chino también me resulta muy seductor, las cartas siempre fueron algo muy vinculado a lo femenino’’. También nos cuenta por qué se siente identificada con su signo del horóscopo chino ‘’Dicen que a los monos les gusta andar de rama en rama y que, con tal de llegar a la última rama del árbol, son capaces de cualquier cosa, sin embargo, al mono de tierra le dicen el mono Buda, es el mono que se sienta en la tierra al lado del árbol, y ve lo que hacen los demás: mira, medita, piensa. Me siento súper identificada con eso’’.
La artista que actualmente tiene 53 años, nació y se crió en el mismo sitio ‘’Nací en el barrio porteño de Villa Urquiza en Capital, una familia muy laburante, mi padre tornero, mi madre peluquera. Cuando yo era muy niña a mi viejo lo echaron del laburo, entonces puso su taller en mi casa, así que mi casa estaba llena de ruido de cepillos y balancines, mi vieja llegó a tener una pelu con una amiga. Como nací yo, no podía tener la pelu y tenerme a mí, entonces empezó a laburar en forma independiente, venía mucha gente a mi casa a peinarse con ella… amaba verla laburar’’. Sus padres, luego de años de sacrificio, compraron la casa donde vivían ‘’Los dueños del lugar amaban a mi viejo y, finalmente, entre él y mi madre pudieron comprar la casa, así que siempre viví en el mismo lugar adorado, mi barrio de Villa Urquiza’’.
Mónica cuenta que cursó la primaria en la escuela Gauchos de Güemes, a una cuadra de su casa, pero que llegaba todos los días tarde ‘’porque en realidad tenía que entrar a las ocho, pero viviendo tan cerca era como que también mis viejos decían, ‘nos levantamos ocho menos diez’. Pero siempre llegaba tarde por esta cosa de la cercanía’’. La secundaria también la cursó cerca de su casa, en el Comercial Nº15 del barrio de Saavedra, que según sus propias palabras ‘’Me dejó los años más hermosos, más vibrantes, las amigas con las que ni siquiera hablo, ni siquiera hablo en el sentido de que nos conocemos tanto, que podemos juntarnos una tarde y mirar la tele, y eso para nosotras es un plan enorme, aunque no hablemos, solamente estamos de mateada, aunque en general pinta mucha charla. Siguen siendo mis mismas amigas, igual que mis compañeros de primaria, que hicimos juntos desde el jardín, o sea tengo amigos desde los tres años (Mónica ríe a carcajadas), seguimos viéndonos. Yo los veo muchísimo menos, porque ellos están todos en Buenos Aires, entonces se ven a cada rato, yo cada tanto me cuelgo, cuando ando por allá, porque en general hago viajes cortitos de fin de semana, para ver a mi mamá, a mi hermana, a mi sobrino y a mi cuñado’’. Dice “Tengo amigos estables con los que estuve toda la vida, que son un faro. Los amigos son como seres supremos en la vida de cada uno, por lo menos en la mía. Sobre todo algunas referencias fuertes, con las que no podría imaginarme en la vida sin ellas’’.
Mónica cuenta que en su adolescencia, tuvo una profunda relación de honestidad con sus padres “Muy genios, muy inteligentes, eran muy silenciosos y muy asertivos en sus guías, así que siempre tuve un vínculo muy honesto con mis viejos’’, y agrega ‘’No tenía esa cosa de ocultar algo, siempre tuvimos una relación muy de madre a hija, de padre a hija, de decirnos las cosas como sucedían’’. También recuerda que tuvo una adolescencia maravillosa, llena de amigas, y que por ese tiempo estudiaba en un colegio de mujeres, porque eran tiempos de la dictadura en Argentina y no había colegios mixtos, lo que acá sería liceo. “Recuerdos hermosos de salir a bailar todos los días, sobre todo en los últimos dos años, y a pesar de que yo era muy traga, siempre fui como de los mejores promedios, y a su vez era rara, porque mis otras compas que eran estudiosas tenían otro perfil, y yo era el desbunde y el estudio» dice riendo.
Ser una mujer feminista en el día de hoy, y esto lo digo sólo por mi experiencia propia, es casi la garantía de la soledad.
Cuando Mónica cursaba la mitad del secundario terminó la dictadura en Argentina, y empezó la democracia, ‘’Cambió todo, las puertas del colegio estaban abiertas entonces, y yo podía entrar y salir, eso no lo podía creer, porque antes era entrar, y era como que uno estaba preso ahí adentro’’. Dice, y nos cuenta sobre esa época ‘’Sucedieron cosas hermosas, escuché mucha música, eran épocas donde decíamos, ¿Y hoy qué hacemos? ¡Salimos!, y para nosotros salir era andar por ahí divagando, en búsqueda de bandas, entonces siempre había algún sucucho, algún bar, por lo general eran escalera abajo, donde podíamos escuchar alguna banda que después se hicieron grandes. Eran épocas de mucha ebullición musical. Vi el primer concierto grande que se hizo post dictadura, por lo menos que yo recuerde. Imaginate que era una adolescente, mi vieja me llevó, se hizo en el parque Sarmiento, y me acuerdo que subieron a tocar Los Abuelos de la Nada y le gritaban de todo, le tiraban monedas. Mucha resaca había quedado de tantos años de dictadura’’.
La artista cuenta que siempre fue muy musiquera y que formó parte de una banda llamada “Las Voces del Amanecer’’. ‘’Por andar dando vuelta con esta banda que era una banda de folclore, que nos había ido recontra bárbaro, fuimos a actuar en un teatro, en Buenos Aires, y me escucharon cantar, y me convidaron a una comedia musical que iban a hacer. Yo nunca hice teatro, no me interesaba. Finalmente me insistieron y estuvo re bueno, así que durante muchos años la música siempre estuvo por ahí, pero pasó al plano primero el teatro, porque estudié todo lo que pude y, bueno, andábamos todos haciendo castings, dando vueltas por los canales buscando trabajo, eran épocas divertidas.» Continúa diciendo: «Estaba haciendo una comedia musical para niños. El entrenador físico de la comedia me dijo ‘che mirá, acá hay un casting para La Lección de Anatomía’. Fui, lo di, quedé, y al rato estábamos haciendo una gira muy grande por la costa argentina. En un momento dijeron ‘bueno, nos vamos de gira a Uruguay’ y así fue cómo llegué acá por el ’89. Fueron muchos meses de gira, llenábamos todos los fines de semana, eran otras épocas’’. Mónica cuenta que se enamoró de Montevideo y que por ese momento era muy joven, tenía unos 21 años.
Refiriéndose a extrañar Buenos Aires mientras vive en Montevideo, menciona que “Cuando estoy allá extraño acá, cuando estoy acá extraño allá, y son dos ciudades muy diferentes, Montevideo es como una ciudad más calma, más tranquila; Buenos Aires es vertiginosa, se va y viene todo como mucho más rápido, es una urbe muy enorme, y yo estoy muy cómoda en los dos lados, aunque en general acá también soy como muy ‘urbe’ yo’’ dice riendo y continua, ‘’Como hago cosas, voy y vengo, soy como, rápida; me gusta hacer muchas cosas y detesto profundamente esa frase que dice ‘el que mucho abarca poco aprieta’».
No sé si cambiaría algo de mi vida, y no lo digo por una cuestión romántica, simplemente porque si pudiera cambiarlo ya lo hubiera cambiado.
Mónica superó un cáncer de mama, y hoy se comunican con ella personas desconocidas, para pedirle consejos, ayuda, y tener una escucha sincera, de parte de alguien que ya atravesó ese proceso. “Siempre digo que es difícil encontrar el verbo con qué conjugar ‘Cáncer’, porque hace muchos años estoy muy bien, ya terminé mi tratamiento, y nada más sigo con mis controles. Pero pueden suceder cosas. En general, a veces pasa que el cáncer de mama puede tener metástasis en el hueso, pero como ya no tengo ninguna de las dos lolas, tampoco lo manejo como posibilidad, a veces se me cruza, pero intento darle poco espacio en mi pensamiento’’. Señala que fueron etapas duras, como quien tiene una diabetes o alguna otra enfermedad, que en este caso por un tiempo se hace aguda. ‘’Después, siempre pienso que el cáncer tiene muy mala prensa y no es que una no lo pase mal en el momento, obviamente, pero también creo que heredamos palabras oscuras, sentimientos oscuros, es que quienes transitamos por este camino podríamos heredar sostenes, es mucho más interesante’’ dice. “Siempre recomiendo que vayan acompañados, acompañadas, a sus encuentros con sus médicos, y después como todo en la vida, pasa. Para quienes tuvimos la suerte de pasar, simplemente pasa. Creo que nos sucede a todas y a todes, quiénes transcurrimos este momento, que quedamos muy en conexión con otras mujeres o varones que cursen la enfermedad’’, agrega ‘’Tengo mi teléfono abierto 24/7, y me llaman personas que yo no conozco, y de golpe charlamos, lloramos juntas, por ejemplo. Yo suelo no llorar, porque creo que el lugar del llanto es del qué está transcurriendo el proceso, el otro está para poner el oído, yo acá no puedo hacerme la enferma, estoy para sostener, contar un poco mi experiencia, por suerte ahora puedo conjugar el cáncer en pasado’’.
Sobre el feminismo Mónica dice “Ser una mujer feminista en el día de hoy, y esto lo digo sólo por mi experiencia propia, es casi la garantía de la soledad’’ Ríe y continúa “Es complejo, como decía Simone de Beauvoir ‘ver como todos los derechos que ganamos pueden ser soplados en dos minutos’. En la música pasa que los propios compañeros, con los que compartimos los días y los escenarios, pueden cuchichear un poco por detrás si están disconformes o algo les molestara, pero no vienen a decirnos ‘che, mirá, yo no estoy de acuerdo con esto, o sí estoy con esto, por eso esto de decirnos hermanas, porque la hermana acompaña en el camino’’.
Al preguntarle sobre si se arrepiente de algo no hecho en su vida, responde ‘’No hice un montón de cosas, por pensar que siempre estaba subvalorada. Después de mucho tiempo, cuando me di cuenta que no era sólo un tema mío, sino que podía compartirlo con mis compañeras mujeres o disidencias en la música, y que también transitaban por ese tipo de razonamiento, por ese tipo de siento y pienso. Por supuesto que eso me limitó en pila de cosas, pero las veces que pude fuertemente sobreponerme, a pesar de que no puedo quejarme, me he sobrepuesto todo el tiempo. Se logran grandes cosas, grandes cosas en la medida de lo que uno considera grandes cosas’’.
«¿Si cambiaría algo en mi vida? Parece medio tonto lo que respondo, pero si hubiese cambiado algo, yo no sería la que está hablando hoy con vos. No sé qué hubiese cambiado, no me pregunto eso, porque no creo en esas cosas que dicen ‘ay, si hubieras hecho tal cosa te hubiera pasado tal otra’, me pasó lo que pasó, y lo que pasa conviene, y lo que conviene se vive con alegría, lo que vino, lo que es, el camino qué camino es el único para mi posible, el único que conozco y conoceré. Así que no me arrepiento de nada. En ese sentido. No sé si cambiaría algo de mi vida, y no lo digo por una cuestión romántica, simplemente porque si pudiera cambiarlo ya lo hubiera cambiado’’ termina diciendo.