Resumen 2022

Los 10 temas nacionales del año de Jorge Costigliolo

Llegó el momento de repasar la música que nos dejó este 2022 que va llegando a su fin y, como en los últimos seis diciembres, en Metrónomo lo hacemos con las canciones que marcaron el año. Con esta excusa invitamos a algunos colegas a que nos acompañen en la propuesta con el mero fin de intercambiar opiniones acerca de lo que nos apasiona. La consigna, como siempre, fue “Los 10 temas nacionales que definieron el año” y no, necesariamente, debía existir un orden de preferencia. A partir de hoy, y durante los próximos días, iremos dando a conocer las diferentes listas, además de la nuestra. Nuevamente, agradecemos eternamente a quienes regalaron parte de su tiempo, conocimiento y dedicación para prestigiar este repaso.

  • Jorge Costigliolo
    Periodista en extinción. Escritor y ghostwriter. Esta bio es más o menos la misma que la del año anterior, así que para qué abundar. El año que termina me encontró escribiendo las liner notes para la reedición en vinilo de Caída Libre, de La Trampa, y publicando DE BICHOS Y FLORES/La Vela Puerca, para la colección Discos de Estuario sobre el segundo álbum de La Vela. Publiqué alguna que otra nota por ahí y reincidí en el Taller de Periodismo Musical de Pocitos Libros, donde me encontré con gente crá y talentosa, y en 2023 saldrán a la luz algunas cosas nuevas que estuve haciendo. Me pueden seguir en Twitter (@costigliolo) o visitar mi modesto hogar en www.costigliolo.com. Serán bien recibidos.
  • Indiferente (Single, Independiente) – Cadáveres Ilustres
    Unos años atrás, Pablo Martín, cantante de Cadáveres Ilustres, me dijo que la banda seguía funcionando por el simple vicio de tocar en vivo, pero que ya no compondrían más canciones porque para qué. Afortunadamente, deshecha la promesa, regresaron este 2022 con un puñado de temas nuevos, e “Indiferente” se coló en algunas radios. Una canción con la grifa Ilustre, de medios tiempos que estalla en el estribillo, y que podría haber sido escrita por Patrick Bateman, si en lugar de ser un broker de Wall Street hubiese sido un funcionario de la DGI (con todo respeto). En lugar de eso, la letra pertenece a Gonchi López y es, también, una despedida prematura.

    Fuego en Radio Carve (Postales de este invierno, Camarín Records) – Incendio Camarín
    Hay, en esta lista, varias canciones que respiran un aire ochentoso, en el mejor sentido de la palabra. El EP debut de Incendio Camarín es una síntesis de influencias bien amalgamadas, que nunca suenan a pastiche forzado, y eso no se aprende en tutoriales de Youtube. “Fuego en Radio Carve” es esperar el fin del mundo, mientras uno escribe, riega las plantas o lustra heroicamente los zapatos mientras todo se incendia. Así deberían ser las cosas.

    Son solo ustedes (Los nuevos recuerdos vendrán. Ultrapop) – La Foca
    Voy a quebrar una regla de oro autoimpuesta para las listas de Metrónomo: nunca poner una versión ni incorporar temas del mismo disco, si ya había elegido un single de ese trabajo. Por esta vez pasa. Lo que sucede con esta canción es que me llegó en un demo en los meses más crueles de 2020 y, como cuando uno es un niño o un poco más y se enamora de la chiquilina que interrumpe el picado veraniego en su paso hacia el almacén, no me la pude sacar de la cabeza. Y es, como esa gurisa, así de hermosa. Todo es bello acá: la melodía, los arreglos, los coros y la letra, hijadeputamente perfecta, que habla del paso del tiempo y las pérdidas, sin golpes bajos pero que, después de un par de escuchas, te deja el zurdo como ropa recién centrifugada.

    Enemiga mortal (Nuevas intenciones. 1045844 Records) – Lali Gaspari
    Lali Gaspari No cantó el himno en el Mundial, pero nuestra Lali es mucho mejor que la de los campeonísimos vecinos. “Enemiga mortal”, con su piano marcando el camino, es la mejor canción de ruptura que he escuchado en años. No entiendo, mentira, mentira, mentira, cicatrices y el agua, quieta o en movimiento, a la que uno va en desesperación a buscar respuestas o consuelo, porque así son las cosas a veces. Una delicadísima canción con aires baudellerianos (ay, esas flores envenenadas), anticlimática, porque cuando uno (bueno, yo) espera un estallido de rabia, no hay más nada, ni eso. Y sí, Lali, cada tanto es preferible que se hunda todo.

    Caballos plateados (Guarida, Independiente) – María Viola.
    El sueño es destejer el universo, escribió Borges y malamente cito en este lugar, a falta de artificios mejores. ¿Es esto un sueño? Pues lo parece. María Viola arma en 3:12 un mix de imágenes poéticas y travestismo folclórico y entrega una canción inquietante, hasta borgeana, mire lo que le digo, vecina. Hipnótica. Y preciosa. Una canción que da escalofríos de lo linda, y eso es mucho.

    Lento (No se va a acabar el amor, Contrapedal) – Gurí Pescador
    “Gurí pescador” es una canción del enorme Osiris Rodríguez Castillos, OK, está bien. Pero Gurí Pescador, el proyecto que lleva adelante Matías Piedra Cueva, no debería tener nada que ver con esa cosa del Yí y la tararira, o sí, sí que la tiene, pero para eso hay que prestar atención al resto de las canciones del disco. “Lento” es, también, de alguna manera, una canción de ruptura, más cagona que la de Lali Gaspari pero igualmente dolorosa, y tiene la delicadeza de Garo para contar cuentos de perder y un traje de guitarras entre Petty y el Dino. No entiendo cómo garcha no está sonando en las radios. Bueno, sí, entiendo: los tipos que programan en las radios tienen memoria RAM y algoritmos en vez de sentimientos, y encima no lloran. Que se jodan todos.

    Iluminador (Lo sabremos al final, Bizarro) – Socio.
    Socio es el escudo delante de Fede Lima, una de las mejores voces del rock vernáculo de los últimos y los próximos 50 años y que, además, cuenta con un plantel súper solvente en este negocio que comenzó, más o menos, cuando un camionero de Memphis grabó un par de temas para Gladys. Lo sabremos al final, su nuevo trabajo, es el punto más alto (y esto es, por supuesto, un juicio personal), en cuanto a las letras de la banda. Se me ocurre a mí, y no sé qué pensará el respetable. Lo cierto es que “Iluminador”, que ya tenía meses dando vuelta como single, encaja perfecto en el conjunto de canciones, y tiene una melodía por la que los Duran Duran habrían vendido un riñón. Afortunadamente eso no ocurrió ni ocurrirá, porque queremos más de Socio y porque le deseamos una larga y saludable vida a Simon Le Bon.

    Tres ilusiones (Rezurcir, Independiente) – Martín Laco
    Más arriba hablaba de un aire a la música de los 80 que sobrevuela esta lista. No sé si es porque estoy, por estos tiempos, más proclive a ese sonido, o porque los músicos que forman parte de esta enumeración (corta e injusta, como todas), entienden que esa década dejó una herencia mucho más profunda que la permanente y los calentadores de lana.
    Martín Laco hace que “Tres ilusiones” suene ochentosamente actual, con la única contraindicación (aviso) de que el estribillo es muy difícil de erradicar del lóbulo temporal. Hoy, con tanto indigente intelectual con firma pretendiendo encontrar al nuevo Lennon en cada pubescente con la cara tatuada, es bueno que tipos como Martín hagan la música que les sale de donde les sale, sin ánimo de vanguardia. Y que lo hagan bien.

    La pastilla (Discopático. Mi semilla) – La Vela Puerca con Arquero
    La Vela se tomó, en Discopático, el desafío de componer canciones “bailables” (Teysera dixit) y cumplió. El disco es avasallante y casi no tiene respiro, con una urgencia que desmiente las casi tres décadas de existencia del grupo. “La pastilla” es una estampida de búfalos enojados contra casi todas las cosas con las que hay que enojarse, y encima es un hit de acá a los Urales.

    El cuqui cuqui amazónico (Braian “Wilson” Ferreira: White Sounds, Urquizzonics) – The Supersónicos
    Permiso, voy a buscar un sombrero. Ahora sí: me lo pongo y me lo saco para saludar esta obra de los Supersónicos y de Braian Ferreira, ignorado padre fundador de la cumbia surf. “El cuqui cuqui amazónico” es una síntesis de este disco, una especie de calipsocumbiazo a todo trapo. Hágase un favor: en estas fiestas, o en cualquier otra, prepárese un generoso whiscola con Chanceller y refresco Mío, préndase un pucho Eco y déjese llevar por el desenfreno del “cuqui cuqui”, una tromba de energía para recordar y celebrar los viejos tiempos. Y, si le viene un rapto de melancolía, llame a su ex. Seguro que es mejor idea que mandarle un “EN KE ANDAS, PERDIDO” al célebre custodio caído en desgracia.

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