Luego un año recorriendo escenarios de Montevideo y del interior del país, Franny Glass vuelve al formato banda para presentar —y al mismo tiempo despedir— su más reciente trabajo de estudio, Ahora Después, publicado a fines de 2024. Con la distancia que ofrece el tiempo, el músico se reencuentra con el universo que habitó durante tres años de composición y grabación, cerrando una etapa y abriendo otra, en un presente que se divide entre el ayer y lo que vendrá.
El show de este sábado 1.º de noviembre, a las 21:00 h, en la Sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del SODRE, contará con la apertura a cargo de Eugenia Sasso, y las entradas están a al venta a través de Tickantel.
A propósito del la presentación, conversamos con Franny Glass sobre la perspectiva que le dio la distancia sobre su último trabajo, la experiencia de llevar sus canciones por el interior y los barrios de Montevideo, y el momento artístico que atraviesa hoy, con un pie en el pasado y el otro en lo que vendrá.
Por Liber Aicardi
Foto: Nacho Correa BelinoYa hace un año que salió “Ahora Después”, ¿pudiste tomar distancia del disco para verlo en perspectiva?
Sí, sobre todo ahora como que me volví a encontrar con el disco porque va a ser la primera vez que lo voy a tocar en formato de banda, entonces hay canciones que por sus características no las toco solo y de alguna manera el repertorio del disco estuvo integrado al repertorio que estuve tocando en vivo con la guitarra y voz. Si bien yo siento que durante todo el año estuve presentando este disco, eran las canciones integradas al repertorio ya habitual. Entonces ahora sí tuve un reencuentro con el disco que fue interesante porque a mí me llevó como tres años componerlo y grabarlo, desde el 2021 hasta el 2024, entonces yo estaba muy metido por dentro del álbum y sentía que iba a ser un camino más permanente, que a partir de ahora me iba a abocar a hacer este tipo de canciones, este tipo de arreglos, este tipo de producción, y después me di cuenta de que era más como un momento, como ha sido siempre. En los discos me meto muy a fondo, hago una cosa medio como del método del actor, que se convierte en el personaje. Me pasa eso con los discos, de meterme en ese universo, y ahora fue interesante porque después de haber estado tan metido por dentro de la composición, de la grabación, me empecé a distanciar del disco, como ya pensando en lo próximo que voy a hacer. Retrasé incluso el inicio de los ensayos porque era como que me veía en un lugar medio intermedio, que no estaba metido del todo. Sentía que estaba saliendo del disco y que estaba pensando en lo que iba a ser lo siguiente, pero al mismo tiempo tenía pendiente la presentación propiamente dicha, que a mí me gustaba la idea de dejar pasar un tiempo, que no estuviese tan enseguida de sacar el disco para que quienes van a la presentación ya puedan haberlo escuchado bastante.
Fue interesante porque me volví a sumergir en las canciones ya pensando los arreglos para el concierto y yo sentía que ya estaba en otro lugar, y ahí hay un riesgo porque siempre hay un desfasaje entre quien produce álbumes y quienes los escuchan. Para alguien, mi último disco es mi nuevo disco. Para mí ya es un trabajo que me llevó un montón de tiempo y ya lo estoy dejando atrás, de alguna manera, a nivel creativo. Yo venía retrasando la idea de empezar a trabajar en estas canciones nuevamente y en formato de banda, y fue interesante porque, ya sintiéndome con un paso en el álbum y con un paso adelante, creo que lo pude escuchar desde otro lugar y fue satisfactorio volver a meterme en ese universo que, ya con cierta distancia, es peligroso. Uno puede encontrarse con algo que todavía sienta que está presente, ese entusiasmo por hacer ese tipo de cosas en vivo. Creo que la distancia hizo bien en ese sentido.
¿Qué cosas encontraste puntualmente al volver a sumergirte en el disco?
Es un álbum que veo que tomó su riesgo también a nivel de lo que es el formato canción y de lo que es esperable de un disco mío, y de lo que es esperable hasta de un disco hoy en día, me parece. Había mucho riesgo, por eso también me llevó tanto tiempo y estuve como para adelante y para atrás, y yo creo que llegué a una de las versiones más radicales que podría haber hecho. Podría haber hecho versiones más tranquilas, más amables, y creo que hubo una decisión acertada de pisar el acelerador a fondo y dejar entrar un montón de cosas por fuera del dogma que yo me había impuesto para componerlo y para grabarlo. Ahora veo como una instancia nueva la de presentar estas canciones en vivo ya con cierta distancia y encontrándole virtudes que, capaz, estando muy encima del trabajo, no me daba cuenta.
Yo siempre sentí que mis trabajos los dejaría tal cual están, nunca tuve esa visión retrospectiva de decir que algo lo podría haber hecho mejor. Un montón de cosas claramente podría haber hecho mejor o distinto en mis álbumes, pero no siento que desde hoy iría hacia atrás y lo modificaría.
¿Sos de obsesionarte con pensar que podías haber resuelto de otra forma determinada canción o arreglo, o te mantenés en que un disco es una foto de un momento artístico?
Hay una forma de trabajar que ocurre mucho en literatura, a veces en los poetas, pero también ocurre en Jaime Roos, que es esa cosa de la obra que se sigue puliendo con el tiempo: a una canción que grabó hace 20 años va y la graba de vuelta y le cambia una palabra. Yo siempre sentí que mis trabajos los dejaría así tal cual están, nunca tuve esa visión retrospectiva de decir “¡pah! esto lo podría haber hecho mejor”. Un montón de cosas claramente podría haber hecho mejor o distinto en mis álbumes, pero no siento que desde hoy iría hacia atrás y lo modificaría. Esto es más reciente y yo lo veo como algo que fue lo que tuvo que ser. En ese sentido, incluso ahora, que Fabrizio Rossi, que fue con quien lo grabé, va a tocar como parte de la banda también. Entonces hubo una cosa linda ahora de estar trabajando las canciones los dos como para tocarlas, porque Fabri me hace el sonido siempre, pero en este caso va a estar en el escenario tocando. Ayer tuvimos un ensayo en el que éramos nosotros dos, algunas canciones del disco que las vamos a hacer entre nosotros dos y alguien más. Nos pasó de escuchar las canciones juntos y decir “¡ah, mirá este arreglo!” y ver que había algunas decisiones del disco que fueron como “¡qué raro que esto aparezca acá en este momento!” y nosotros mismos lo habíamos puesto, como de seguir sorprendiéndonos, y estuvo bueno eso.
En cuanto al recorrido de estos más de 30 shows que hiciste desde que salió el disco, ¿cómo sentiste que se integraron estas canciones? ¿O elegiste las canciones que más se amoldaban al repertorio que querés mostrar?
Yo siento que me fui animando de a poco, porque también hubo algo que fue que yo durante todo el año estuve como presentando “Ahora Después”, pero al mismo tiempo coincidió con esta cosa de retomar el proyecto Franny Glass tres años después de haberlo abandonado. Por ejemplo, el concierto que hice en diciembre del año pasado yo no lo veía como una presentación del disco, porque el disco había salido hacía un mes y había un repertorio que yo quería revisitar más allá de las canciones nuevas, que terminó siendo como una suma de las distintas facetas del proyecto con un formato específico que no necesariamente respondía al del disco. Entonces yo creo que todo este año tocando solo con la guitarra fue como que fui introduciendo de a poco las canciones, encontrando las versiones para el formato de guitarra y voz, pero hubo algunas que sabía que no las quería tocar porque me parecía que la forma indicada era acompañado. En cierto modo, para haber sido un disco muy arrojado, mi curaduría para la formación del repertorio fue un poco conservadora. Fue como “bueno, sé que estas canciones viejas las tengo que tocar y voy a dejar un espacio para esto”, y a medida que iba haciendo conciertos iba metiendo una más, hasta terminar tocando más de la mitad del álbum. Pero yo creo que hubo como un hermanamiento entre las canciones que yo al principio no veía. Después, al tocarlas, veía que fluía eso. Tampoco es que toda mi discografía haya sido súper uniforme, entonces se puede encontrar variedad. En ese sentido, creo que lo fui integrando de a poco y ahora va a ser el momento en el que más vamos a tocar ese disco. Y yo lo veo como una presentación, pero también como un cierre de la temporada.
Nunca más adecuado el “ahora después”, ese desfasaje temporal de que la presentación del disco también es el final de esta etapa…
Me interesa igual desde ese punto de vista, pero ahora que estoy tocando con la banda me gustaría haberlo tocado más en formato de banda, porque la verdad que las canciones son bien interesantes de tocar en vivo, son bien extrañas y me gusta eso. Pero también, por otro lado, cuatro años después de haber empezado a trabajar en este álbum, ya estoy pensando en el “después”, no en el “ahora”.
Otra cosa particular que tuvo este año para vos fue que tocaste mucho en el interior. ¿Cómo fue la recepción del público?
Sí, eso fue algo que me propuse hacer, de que este álbum tenía la intención de tocar mucho y de salir del circuito habitual. Entonces, no solamente fuera de Montevideo, sino dentro de Montevideo también: ir a lugares donde no había ido. Por un lado, fue la primera vez que hice una temporada fuerte de verano, digamos, toqué como 15 veces entre enero y febrero; y después de ir a lugares donde no había ido, por ejemplo, a Minas, que ni siquiera con El Astillero, que recorrimos un montón, habíamos podido ir. Y de hacer una búsqueda de lugares, de casas culturales, de espacios que le pusieran amor a los espectáculos. Empecé a hacer esta investigación de armarme una gira por espacios que albergaran conciertos y que tuvieran un público, más allá de que del público me quisiera ir a ver a mí.
Y fue muy linda la experiencia, un poco sacrificada, porque en algunos momentos iba yo solo con la guitarra, porque a veces no daba el presupuesto para llevar un sonidista, a veces me acompañaba mi familia. Por ejemplo, toqué en San José, en una librería que se llama Puro Cuento, porque yo me enteré de que un día fue alguien y estaban escuchando mi música. Entonces dije: “voy a ver si puedo ir a tocar ahí”. Siempre que fui, toqué más en salas, pero especialmente en este caso busqué el lugar también por mi convocatoria, porque no me voy a mandar a hacer un teatro de 500 personas. Entonces, en ese sentido, hice una búsqueda primero de espacios y después la respuesta fue muy positiva, tanto de los lugares como del público que se convocó. Era mi intención armar un circuito para poder estar tocando con mayor asiduidad y que no fuera “tu concierto del trimestre y después el otro”. Tenía muchas ganas de trabajar este disco con la guitarra al hombro y de tocar por todos los lugares donde fuera posible. En buena medida siento que lo logré y que en la mayoría de los lugares hubo una muy buena respuesta del público. En ese sentido, estoy muy contento.
Hay algo que siento, y es que mi foco está cada vez más en los procesos que en los resultados. Me gusta haberlo mantenido en movimiento y que todas las presentaciones fueran presentaciones del disco.
La propuesta estética que desarrollaste alrededor de las sillas playeras, ¿la tuviste clara desde el inicio o fue algo que creció con el tiempo?
Yo creo que se fue dando. A mí siempre me atrajo mucho la cantidad de sillas que hay al costado de la ruta Interbalnearia, después del peaje, que venden sillas de playa cuando te vas para afuera en las vacaciones, y que hay como 60 sillas una al lado de la otra. Esa imagen a mí siempre me fascinó y siempre quise parar y hacer una foto para usar para algo estéticamente. Siempre me pareció muy atractivo porque tiene una cosa muy plástica y, al mismo tiempo, es el objeto más común que debe haber en la ciudad. La canción “Sillas de Playa” habla exactamente de eso.
Entonces, eso empezó a trabajarse alrededor de la expresión “Ahora Después”, que es como muy coloquial, muy uruguaya, pero al mismo tiempo es como metafísica. Tiene algo desde el desfasaje temporal, y me interesaba esa conjunción que muchas veces, en lo que escribo, está esa búsqueda de encontrar una forma, una expresión. Y para mí, en la idea de la silla de playa y ese entramado de las cintas, me empecé a meter a investigar sobre los teseractos y la cuarta dimensión, una especie de figuras imposibles, que son posibles en abstracto pero no en la realidad.
Ahí empezamos a trabajar con Nacho Correa, que es el fotógrafo con el que suelo trabajar, y con Oficina Paraná, que son las diseñadoras con las que suelo trabajar. Incluso ahí me imaginé hacer una exposición que fuera como una montaña de sillas, que eso al final lo vamos a terminar haciendo ahora en la presentación: va a haber una especie de instalación de sillas de playa, que estamos recolectando con la gente en general.
Por otro lado, también escribí una especie de cuento que era sobre alguien que encontraba una silla, porque fue así: yo les dije “quiero una silla así”, les mostré una foto de internet a Nacho y a Ana, y a los cinco días Ana se encuentra al lado de una volqueta esa silla tirada. Entonces ahí escribí un cuento, que lo publiqué en las redes, que era sobre alguien que encontraba esta silla y que cuando se sentaba en ella podía transitar el tiempo como si fuera un espacio físico. Para ahí nos fuimos: con esa idea de la silla como objeto de uso cotidiano y el “ahora después” como también una expresión muy cotidiana, pero que las dos cosas podían encerrar cuestiones de física cuántica. Eso, de alguna manera, quedó volcado en el disco, me parece, porque el disco para mí eran canciones que, de alguna forma, eran como un homenaje a la música popular que he escuchado toda mi vida, pero como si fuera a través de un prisma. Y todo esto que te contaba de la idea del desfasaje temporal, de lo abstracto a partir de lo más palpable, para mí está ese tratamiento sobre las canciones también.
Por otra parte, hiciste junto al escritor Marcelo Rodríguez Ascidiaco, un show llamado Darnauchans: Canciones con historia, donde reinterpretaste canciones de Eduardo Darnauchans. ¿Cómo viviste esa experiencia?
Bueno… yo la sufrí bastante porque me implicaba lo que yo entendía como una responsabilidad muy grande. La disfruté un montón con Marcelo, pero yo nunca me consideré un buen intérprete de otros. Toda mi vida fue más de componer mis canciones, y como que con esas canciones, al ser mías, nadie me podía decir mucho. Pero ponerte, no solamente a hacer una versión, es otra cosa.
Había tres cosas: interpretar repertorio ajeno, el repertorio del Darno, que es una figura de culto que tiene muchos seguidores —y seguidores que aman su trabajo—, y por otro lado el hecho de que era en un ámbito fuera de mis presentaciones. Porque si en una presentación mía, que la gente viene a escuchar mis canciones, yo decido interpretar a alguien, estamos dentro de mi universo y yo pongo las reglas. Pero ahí era yo sumergiéndome en otro universo, entonces era un desafío triple.
Marcelo me había hablado de hacer una fecha como en un futuro, y me pareció una muy buena idea. Pero cuando vino la fecha real, ahí me lo tomé como debe ser: con mucha responsabilidad. Aparte, no era hacer covers de Darnauchans tampoco. Era hacerlos completamente de una manera que respondiera a mi aproximación a la música en ese momento. Era como un lugar intermedio: llevarlas hacia mi terreno, pero que quien va a ver canciones de Darnauchans se encontrara con eso de homenaje que tenía el espectáculo también.
Yo había tenido algunas experiencias de lectura y música —lo hice con Inés Bortagaray en su momento—, pero nunca había hecho un espectáculo en torno a una figura ausente y que nosotros la traíamos en tres partes: Marcelo con los textos, el público con su presencia y con su evocación de Darnauchans, y yo con las canciones. Siempre fueron lindos los encuentros. Yo no termino de sentirme cómodo en ese rol, no siento que sea el intérprete más adecuado de Darnauchans, y lo veo como que es un proyecto de Marcelo, que él consideró que yo podía hacerlo, pero no sé si yo me hubiese elegido para hacerlo. Con eso a un lado, creo que se generaron momentos muy lindos en ese espectáculo, y siempre es lindo porque después nos quedamos hablando con la gente. Hay algo del ego que queda a un lado, porque estamos todos evocando a una figura que está totalmente presente, pero que no está allí físicamente. Entonces hay algo de que todo lo que está ocurriendo es en torno a algo superior, de alguna forma. Las conversaciones que se dan después son completamente distintas a cuando alguien viene a felicitarte por tu toque, sin desmerecer eso, pero es otra cosa. Me encanta hacerlo y lo seguiremos haciendo, pero me gusta también que conserve esa cosa especial de que ocurre en momentos puntuales. No lo haría como algo que hago todo el tiempo ni me dedicaría a eso, porque yo de verdad lo hago con mucho placer y con mucha responsabilidad, pero no lo disfruto tanto.
¿Qué podés adelantar del show presentación/despedida de “Ahora Después”?
Por distintas circunstancias, sobre todo de infraestructura, consideré que no podía hacer la gira que me imaginaba. No podía hacer eso si lo pensaba en formato de banda: era inviable. Entonces, me parece que no le estaba haciendo del todo justicia al álbum si no hacíamos esta presentación.
Hay algo que siento, y es que mi foco está cada vez más en los procesos que en los resultados. Me gusta haberlo mantenido en movimiento y que todas las presentaciones fueran presentaciones del disco. Por un lado, va a ser una ocasión única porque, si bien el núcleo de la banda es el que ya viene de antes, hay músicos que van a estar en escena que no suelen estar, y es una conjunción muy particular. Por un lado está Fabrizio Rossi, quien produjo el disco, pero nunca compartimos escenario con él y fue muy importante para el disco, y el hecho de que esté formando parte de la banda para mí es un acontecimiento. Y después va a estar Ernesto Díaz, que participó en el disco, yo lo admiro muchísimo, y el hecho de que él también vaya a formar parte de la banda, más allá de su participación como invitado, se va a integrar a la banda también. Va a estar Sergio Astengo en el bandoneón y Eugenia Sasso, que viene de Argentina a abrir el concierto y que fue mi profesora de guitarra durante el proceso de composición de este disco y que admiro un montón también. Entonces son invitados que no entran a cantar una canción y se van; hay algo de generar una orquesta, un ensamble adecuado para este disco, que no se va a repetir, pero al mismo tiempo va a tener esa cosa de noche única. Y como te decía, es un álbum que toma una dimensión totalmente distinta tocado en conjunto, y que parecía bien hacerlo como cierre de temporada para que también las personas que vayan se hayan podido familiarizar con el disco. Para mí eso era algo importante: no sacar un disco y a la semana hacer la presentación y que las canciones ni las escuchaste.
Va a ser la presentación en la que vamos a tocar más canciones del álbum y en formato de banda, y además no solamente siendo fieles al disco sino dejándolas crecer para donde las lleve la ejecución. Pero también vamos a pasar por canciones de todos mis discos en distintos formatos, en algunos casos yo solo, en otros con la banda que me acompaña hace más tiempo. Es un lugar común, pero realmente va a ser una noche única.
¿Qué sigue para vos luego de este show?
En 2027 el proyecto cumple 20 años, entonces confluyen varias cosas. Por un lado, eso, que siempre es motivo de celebración, y pensarlo con tiempo también es bueno, entonces ahí hay un horizonte. Por otro lado, ya empecé a sentir esas ganas de hacer cosas nuevas; todavía no lo había sentido porque estaba metido en tocar estas canciones. Ahora estoy con muchas ganas de componer y con cierta curiosidad de ver para dónde puede salir esto. Pero vengo acumulando ganas de sentarme, agarrar la guitarra y ahí va a empezar una etapa nueva. Eso me genera entusiasmo porque siento que se viene algo y ya he pasado por ahí, es una de las cosas que más disfruto en la vida. Las posibilidades son infinitas y quiero ver para dónde me lleva, siento que se acerca ese momento.

Foto: Nacho Correa Belino