Con más de tres décadas de trayectoria y una colección de temas que ya forman parte del cancionero popular rioplatense como “Ella Dijo”, “Un Día Perfecto” o “Es el Amor” —por mencionar solo un puñado— Estelares publicó días atrás “Los Lobos”, su décimo álbum de estudio. Entre guitarras melódicas que dialogan con la poética de Manuel Moretti, su flamante trabajo reafirma la identidad de la banda con madurez y un toque de experimentación, sin perder la elegancia pop ni el filo certero para construir himnos que resisten al paso del tiempo.
El próximo 15 de agosto a las 21 h en Montevideo Music Box Estelares se reencontrará con el público uruguayo para presentar sus nuevas canciones en vivo además de recorrer su extenso repertorio. Las entradas para la fecha se encuentran a la venta a través de RedTickets.
A propósito de un nuevo show en nuestro país, conversamos con el guitarrista Víctor “Torio” Bertamoni sobre el presente artístico de la banda, el proceso de composición y la permanente búsqueda de la canción perfecta.
Por Liber Aicardi

Foto: Difusión
Acaban de publicar “Los Lobos”, su décimo álbum de estudio. ¿Qué significa para ustedes lanzar un nuevo disco con más de 30 años de carrera?
Es la actualización de lo que la banda es hoy. Cada tanto nos vamos actualizando, sacando una nueva foto de lo que estamos haciendo en la sala, de las canciones que Manuel (Manuel Moretti, vocalista) está escribiendo. Es vestirlas nuevamente con nuestros colores, porque uno va mutando, o quizás el mensaje musical requiere alguna cosa nueva, y eso está bueno. Motiva mucho a la banda, nos pone de vuelta en el estudio, nos obliga a salir a tocar, a renovarnos. Es como una forma de oxigenarnos nosotros mismos y a los oyentes que nos siguen.
¿Cómo es el proceso de composición actual de la banda? ¿Son de componer mientras están de gira, retoman temas que quedaron pendientes o se enfocan durante un periodo para hacer cada álbum?
Un poco de todo… Manuel es un compositor que escribe muchísimo, todo el tiempo tiene nuevas canciones, algunas más acabadas que otras. Algunas ya vienen totalmente terminadas, entonces, de acuerdo a eso, empezamos a escuchar sus canciones y demos que él prepara. A su vez, en casa, todos con nuestros instrumentos: yo estoy con la guitarra, Pablo (Pablo Silvera, bajo y coros) compone, también, escribe… entonces estamos cultivando nuestros mundos, y en la sala de ensayo nos ponemos a mezclar y a preparar las nuevas canciones.
A veces traemos alguna del pasado que ha quedado en el tintero y la volvemos a versionar a ver qué pasa, y por ahí le encontramos una nueva vuelta, entonces la grabamos, si no fue grabada. A veces también la reversionamos, como en este caso con “Crías de Leopardo”, que es una canción de nuestro segundo disco, que fue grabada allá por el ‘98, así que hace muchos años, y hoy la grabamos de nuevo con Maxi (Maximiliano Tymczyszyn), el guitarrista de Guasones, que toca pedal steel. Es una canción folk, entonces la coloreamos más a lo que nos parece al día de hoy, como debiera haber sido. Así que, un poco de eso se compone el trabajo nuestro de composición.
¿A qué se debe la elección de “Crías de Leopardo” para volver a grabarla?
No hay un porqué. A veces nos parece que una canción puede tener una nueva oportunidad. La veníamos tocando en vivo y nos gustaba cómo estaba sonando, con un nuevo groove de batería, y nos tomamos una licencia. No somos tan esquematizados en el concepto del álbum —que aunque sí lo tiene— podemos meter alguna canción que nos dé ganas de grabar de nuevo. Pasó eso con “El Corazón Sobre Todo” también, que es una canción que fue grabada en dos discos y después también fue grabada en vivo, y terminó siendo un himno de la banda, que casi siempre cerramos los shows con esa canción.
Así que nunca se saben los recorridos de las canciones, siempre les podemos dar otra oportunidad.
Hacer un disco es un proceso que nos mantiene alerta y nos mantiene inspirados. Eso es lo que buscamos como músicos y como banda.
¿Cuál es la búsqueda de Estelares como banda a la hora de trabajar en un nuevo álbum?
Nosotros hacemos música porque es nuestra manera de expresarnos, nuestro lenguaje artístico que hemos elegido, y cada vez que hay que armar una canción es un objetivo lindo. Para nosotros es una propuesta, un objetivo que se vislumbra. Ahí arrancamos un pequeño proceso —digamos “pequeño” porque en 30 años que tenemos quizás nos lleva un año armar un disco— pero es un proceso que nos mantiene alerta y nos mantiene inspirados. Y eso es lo que buscamos como músicos, como artistas y como banda.
Entonces, primero es eso. Y también es necesario volcar lo nuevo que nos anda dando vueltas, dejarlo grabado. Y es un hermoso proceso artístico en el cual buscás primero la forma de la canción. Es un desafío, y es un formato muy lindo el de la canción: muy abierto, podés experimentar, podés jugar con la forma, pero hay que siempre también ser contundente en el mensaje o lograr lo que se quiere expresar. Entonces también es un desafío cómo vas a hacer la canción, cómo la vas a grabar, el audio que va a tener, los arreglos musicales que vamos a tocar… Entonces, es un hermoso desafío. Por eso lo hacemos. Es lo que nos apasiona: que nuestros oyentes puedan ver por dónde andamos en ese momento.
“Los Lobos” es un disco con el sello clásico de la banda. ¿Hubo algún momento en particular de estos 30 años en que reconocieron un estilo propio?
Sí, eso medio que fue así de entrada, porque nosotros inicialmente éramos un cuarteto de dos guitarras, bajo y batería. Éramos bastante anárquicos, fuera de cualquier estilo, difíciles de encasillar. Estaban las melodías vocales de Manuel y sus letras, pero en la música siempre buscamos que tenga una expresión propia más allá de cualquier estilo. Nunca se nos ocurría, viste, tocar un blues o tocar un género determinado. Aunque sí, por ahí, obviamente, nos venían nuestras influencias que traíamos del tango, del rock, de la canción, la canción melódica… Todas esas mezclas que traíamos las tratamos de combinar y que salga algo. Realmente salía algo original, un poco por esta situación que te digo.
Y de a poco fuimos agregándole esta potencia de formato canción. Lo fuimos puliendo y llegamos a este momento que es esa combinación sonora más buscar la contundencia de que la canción tenga esa forma casi perfecta, intentar llegar a la canción perfecta, que es muy difícil, imposible digamos. Eso, sumado a que hemos empezado a trabajar con productores como Juanchi Baleirón, de Los Pericos; Germán Wiedemer, que es el productor de nuestros últimos tres álbumes… Y creo que sí, que encontramos un sonido que es Estelares. Está la poética de Manuel, también… Tenemos algo que cultivamos, que yo creo que nos representa y representa a Estelares.
Con respecto a lo que me decías de ir tras la canción perfecta, en el caso de ustedes tienen unas cuantas que se acercan mucho a ella. ¿A medida que avanzan en su carrera se van poniendo más exigentes en esa búsqueda?
Siempre existe la exigencia. Más que nada, la vara nuestra es reflejarnos en el otro y ver que estamos aprobando o que estamos aportando lo que el otro espera. En mi caso como guitarrista, o Manuel cuando presenta una canción, que también nos quede cómoda a nosotros tocarla. Entonces se da como una química, un intercambio artístico, pero que tiene mucho de comprendernos mucho entre nosotros. Y esa me parece que es la vara que nos rige y nos va como arbitrando, y nos va llevando a hacer lo que hacemos: tratar de que todos estemos representados por el sonido que la canción va tomando.
Después, obviamente, existen cuestiones de audio, de grabación, de un montón de cosas que hacen que todo eso se potencie, y son elementos técnicos que por suerte también fuimos abordando y fueron sumándose a los discos de Estelares.
Yo creo que este último álbum, “Los Lobos”, tiene una seriedad, y lo hemos tomado con mucha dedicación y una maduración propia también del recorrido que tiene Estelares. No podríamos haberlo hecho el primer día o en el primer disco.
Sobre todo se los nota muy certeros, en el sentido de que al escuchar este disco podrían ser un Grandes Éxitos…
Los que escucharon el disco nos han dicho que tiene un potencial importante, veremos… La verdad es lo que nos salió, nuestro repertorio de este momento, eso fue lo que grabamos. Y ha quedado algo, yo creo, muy sustancioso. Las canciones están muy bien explotadas, han quedado muy bien arregladas y representadas. No hubo que mutilar nada ni que ningún instrumento quede afuera. Todos hemos tocado y ha quedado todo en su lugar, y muy bien. Me parece que eso es lo que te decía: una maduración que es propia del paso del tiempo y de la experiencia de ir grabando discos.
Hay que ser agradecidos con la canción, porque si una canción llega al público y el público la disfruta, se toca, porque nosotros disfrutamos también.
Te lo decía principalmente porque, más allá de que ya se conocían los adelantos, al escucharlo es difícil distinguir cuáles son los singles. Cualquier canción podría funcionar. ¿Lo sienten así también?
Sí, nos pasó lo mismo. Cuando nos sentamos con la compañía a ver cuál iba a ser el adelanto, fue difícil elegirlo. Todos tienen algo lindo que dan ganas de elegir. Así que, bienvenido eso. Yo creo que tiene también su cuota de oscuridad y de experimentación. Algunas canciones son más reflexivas. Creo que el disco tiene de todo. Ya te digo: estamos muy contentos y me parece que salió algo muy sentido, muy bien intencionado de nuestra parte, y se ha logrado algo bueno.
El año que viene se cumplen 20 años del lanzamiento de “Sistema Nervioso Central», el disco que los lanzó a la popularidad.
¿Cómo lo ves a la distancia?
Fue un momento bisagra de la banda, porque teníamos ya tres discos y comenzamos a trabajar con Juanchi Baleirón. Él es un excelente productor y, en aquel momento, nos comenzó a producir. Hicimos el disco “Ardimos» (2003) con él, que es el disco anterior a “Sistema Nervioso Central», el cual fue como una transición. Hay canciones hermosas, es un hermoso álbum, y ahí nos fuimos conociendo.
Después, ya en “Sistema Nervioso Central», Juanchi remarcaba que los estribillos había que trabajarlos, y nos pedía —me acuerdo— que estén más acabados, que fueran lo que es un estribillo en una canción. Entonces Manuel comenzó a escribir esos estribillos y realmente tuvieron una potencia, sobre todo radial. Se comenzaron a escuchar en todo el país, se cuadruplicó la frecuencia de shows, los viajes, comenzamos a trabajar un montón, y eso fue como un punto de partida o una refundación de la banda que nos trajo hasta el día de hoy.
Hay veces en los que, cuando una banda despega gracias a algunas canciones, en algún momento toman distancia de ellas y se vuelven reacios a tocarlas. Pensando en temas como “Ella Dijo” o “Un Día Perfecto”, ¿les pasó algo similar con alguna de ellas?
Personalmente, no. Y creo que tampoco a la banda. “Un Día Perfecto” no hay show que no lo toquemos, y “Ella Dijo” puede ser que en algún show no lo toquemos, pero se toca siempre. También hay que ser agradecidos con la canción, porque si una canción llega al público y el público la disfruta, se toca, porque nosotros disfrutamos también. A veces hay más ganas o menos ganas, pero la canción siempre está. Y la verdad que tocarla cada vez es una nueva vez. No es que “ya está”, vos tenés que poner la energía en el escenario y cada músico tiene que tocarla sentida para que vuelva a sonar. Y, en el caso de Manuel, cantarla. Yo siempre digo que las notas de la música occidental son 12, con los sostenidos y bemoles, y son poquitas. Pero cada vez hay que tocarlas de una manera para que vuelvan a tomar vida las canciones. Si uno se aburriera, no tendría que tocar más, me parece. Más allá de que no vas a tocar la misma canción todo el tiempo, pero sí hay que tocarla y hay que revivirla.
Muchas veces nos pasa que tocamos dos veces, o en el mismo día, o en una radio, y después más tarde en otro lugar. Y la tocás y la volvés a tocar, y vuelve a sonar de acuerdo a cómo la estemos ejecutando en ese momento. Es lo que perseguimos también: que las canciones nos acompañen, que nos gusten a nosotros primero —que somos quienes las estamos tocando—, que nos representen. Y es eso: el formato canción tiene que llegar al oyente y conmoverlo. Si no, está pasando algo que no está funcionando.
¿Qué repertorio vamos a escuchar en el show del 15 de agosto en Montevideo Music Box?
Ahora vamos con disco nuevo, así que va a ser una sorpresa también para nosotros mismos salir, porque estamos comenzando a ensayarlo y a tocar las canciones que todavía nunca tocamos, que eso es una novedad. Y después, las canciones que siempre tocamos. Tenemos una serie de canciones que fueron muy populares, y otras que son un poco más experimentales, y casi siempre alguna de esas también se mete en el repertorio de los shows.
