Alvacast: 40 años del nacimiento una leyenda que sigue viva – Parte I

Nacida en 1985, Alvacast fue la banda que marcó un antes y un después en el heavy metal uruguayo. Integrada originalmente por Charly D. López (voz), Gustavo Rea (bajo), Gustavo “Tycho” Artigas (guitarra), Clemente “Bhilo” López (guitarra) y Jorge Villar (batería), la banda debutó en plena ebullición del rock posdictadura, publicando el primer álbum del género en nuestro país —“Al Borde del Abismo” (Orfeo, 1987)— y convirtiéndose en la primera agrupación uruguaya en tocar en el mítico Estadio Obras Sanitarias de Buenos Aires, entre muchos hitos destacables de su carrera.

Tras un intento de internacionalización con versiones en inglés y ediciones limitadas en Estados Unidos, Alvacast decidió emigrar a Canadá a comienzos de los noventa. comenzando a forjar su camino en el circuito de aquél país. Para fines de 1994, la banda se disuelve, ofreciendo dos shows despedida en el año 1999, uno en Montreal y otro en Montevideo. Más tarde, el grupo volvió a reunirse en 2015 para reencontrarse con su público.

Su heavy metal clásico y sus letras comprometidas, han sobrevivido al paso del tiempo y siguen tan vigentes como hace cuarenta años, al punto que el sello argentino Zzooouhh Records reeditará sus álbumes a nivel internacional en el el primer semestre del próximo año.

En esta primera parte de la charla que mantuvimos con Charly (hoy residiendo en Costa Rica) y Gustavo (en Montevideo), repasamos la rica historia de la banda, nos cuentan de los orígenes, la escena de los años ochenta y sus primeras incursiones fuera del país.

Por Liber Aicardi

Alvacast 1985
Foto: Difusión

¿Cómo recuerdan los inicios de la banda en 1985, hace ya 40 años?

Gustavo — Por aquellos años conocí a Jorge (Villar, baterista) en un grupo de rock que teníamos llamado Attica y, una vez que este grupo se disolvió, entre los dos formamos un nuevo grupo, pero no de rock, sino ya de heavy metal. Conocíamos a “Tycho” (Gustavo Artigas, guitarra) y a “Bhilo” (Clement López, guitarra); a Chalky todavía en los primeros meses no lo conocíamos, y ahí empezamos a hacer ruido… Teníamos los mismos gustos musicales; en aquella época era muy difícil encontrarlos en el medio de radios, aunque había ya comenzado el contacto de programas de gente de nuestra generación que pasaba música del Norte, de Argentina, inclusive de Uruguay. Unos meses más tarde “Tycho” conocía del trabajo a Charly, que cantaba en un grupo que hacía temas de AC/DC. Entonces lo fuimos a ver tocar un día al Parque Rodó y nos encantó. Ahí empezó el contacto y, como que cerró la banda, la formación de Alvacast se inició en esa época —si querés, política—. Lo que sí teníamos identificado era hacer heavy metal y no rock, dar un pasito más porque era lo que nos gustaba: Black Sabbath, Judas Priest, indudablemente Iron Maiden, todo ese metal inglés, europeo más que nada, que nos identificaba totalmente. Así empezó.

¿Cómo se da la grabación del primer disco, “Al Borde del Abismo”, que a su vez es oficialmente el primer disco en la historia del heavy metal uruguayo?

Charly — Sí, correcto. Teníamos un representante ya, Claudio Picerno, y él fue al Palacio de la Música (N. de R.: oficinas del sello Orfeo) a tratar de conseguir con (Alfonso) Carbone horas para grabar, y le costó bastante porque nosotros éramos un grupo de metal y, en esa época, el metal era mal visto. Entonces, no encajaba con el rock nacional. Tuvimos la suerte de contar con la ayuda de Renzo Teflón, de Los Tontos, que al final le sugirió a Carbone que nos diera bolilla, digamos. Así logramos tener unas horas para grabar el disco “Al Borde del Abismo”.

¿Qué creen que vieron en Alvacast Alfonso Carbone o el mismo Renzo Teflón, que recién me nombraban para que pudieran grabar el primer disco?

Charly — Yo creo que fueron los ojos del “Coco” Villar (risas).

Gustavo — Sí, los mejores ojos del heavy metal (bromea). Creo que, primero, la confianza en nosotros. Éramos un equipo que íbamos todos hacia adelante, y mirá que cada integrante tenía una vida diferente. Nosotros hacíamos un heavy metal más “rapidón”, por decirlo de alguna manera, pero lo más importante es que siempre estuvimos vinculados con el rock uruguayo: Los Tontos, Los Estómagos, Zero, otros grupos. Para mí era el mismo puño que teníamos que hacer, cada uno con su sentimiento. Y los otros también sintieron lo mismo, aunque capaz que éramos tan chiquitos que no nos dábamos cuenta de lo importante que era el rock: renacer el rock en todas sus manifestaciones. Nosotros éramos de un estilo con, capaz, poco público, pero un público amante de esto, no consumidor del sistema, de la música que se pasaba únicamente por convocatoria de la audiencia. Yo creo que nosotros nacimos disidentes porque supimos pensar lo que podíamos hacer.
Yo recuerdo que ustedes, si bien eran una banda de heavy metal, se los consideraba parte de la movida del rock uruguayo posdictadura…

Charly — Nosotros estábamos, digamos, por un lado en la nuestra, buscando nuestro estilo, buscando nuestra manera de llegar a donde queríamos llegar. Por otro lado, también aceptábamos mezclarnos con otras bandas. De hecho, el primer show de Alvacast, en el 85 o el 86, fue con grupos que eran de otro estilo de música; el único grupo de metal éramos nosotros, y creo que había alguno más, pero no más. Nosotros queríamos tocar, y ahí, en ese primer show, nos dimos cuenta de la potencia y la fuerza que tenía la banda.

La verdad, salíamos de la dictadura. En lo personal, yo venía de una familia donde me sobreprotegían, que no me dejaban salir de noche por miedo a que la policía me llevara preso y desapareciera, como le pasó a muchos. Cuando empecé a salir y a tocar música, para mí fue una explosión: me sentía como liberado de una prisión, estaba como loco. Pero volviendo a lo de Alvacast, nosotros siempre estuvimos bien dispuestos a compartir escenario con grupos de diferentes estilos; no teníamos ese racismo musical que a veces hay, que si no hay heavy metal no tocamos, no. Nosotros éramos parte de un todo, y ahí estábamos.

Gustavo — Éramos una banda independiente, pero no estábamos en guerra con otros estilos. La onda era que, si había un concierto, había que tocar. Con lo que estábamos un poco en guerra era con el sistema político, social, represivo, que seguía habiendo hacia esta generación, de parte del gobierno. Pero de ahí, de ese primer toque, salió un concierto organizado entre todos en el Centro Húngaro, y estuvieron Cross, Moby Dick, Nostradamus y nosotros. Ese, en la calle Garibaldi, fue el primer concierto de cuatro bandas de metal. Fue el primer concierto con bandas de nuestro estilo.
Otra cosa que los caracterizaba era que tenían una visión integral del proyecto: tanto en cultivar una imagen, tener un manager, el arte de las tapas de los discos… En ese sentido estaban un paso adelante del resto de las bandas del género.

Siempre estuvimos bien dispuestos a compartir escenario con grupos de diferentes estilos; no teníamos ese racismo musical que a veces hay, que si no hay heavy metal no tocamos, no. Nosotros éramos parte de un todo.

Charly López

¿Cómo trabajaban en ese aspecto?

Charly — En realidad fue natural. No tratábamos de aparentar que éramos una banda súper linda, no. Yo creo que nos vestíamos como nos vestíamos, teníamos el pelo que teníamos. No es que no le diéramos importancia, pero no poníamos ningún esfuerzo, digamos, en que la banda aparentara algo que no era, ¿no? Por supuesto, nos poníamos buena ropa; llegó un momento que nos empezamos a poner hasta calzas… O sea, nos vestíamos bien, digamos, y aparentábamos, pero no era algo en lo que nos concentráramos demasiado. Nos concentrábamos, sí, en la música. La música tenía que estar lo mejor posible, y cada uno ponía de sí su conocimiento musical, su inspiración. Entonces, lo más importante era la música.

Gustavo — Imaginate, cinco muchachos vestidos de calzas para estar estéticamente bien, pero cantando “Al Borde del Abismo” al sistema, cantándole “Campos de Sangre” al sistema, “Demasiado Cielo para tan Pocos Santos” contra la Iglesia, contra la religión, “Holocausto Nuclear”… Rompimos, sin saber, un esquema. Y eso también nos provocó rencillas, de tildarnos de grupo glam. Pero no escuchaban las letras. Había que encarar, ¿eh? Porque en las calles seguían habiendo razzias, en democracia. Y a nosotros nos gustaba estar bien estéticamente, pero nos hubiera encantado tener una pantalla atrás, un buen sistema de luces… Nosotros soñamos con un espectáculo mejor, como todas las bandas de rock uruguayo.

Ahora que mencionan las letras. Son letras que permanecen vigentes —también en casos como Los Estómagos o Los Traidores— para bien y para mal, porque significa que no hemos avanzado mucho en el aspecto social… ¿Cómo trabajaban las letras?

Charly — Sí, en ese sentido como que teníamos ya una visión de lo que estaba pasando alrededor sin tener YouTube. O sea, en esa época no existía YouTube, no había internet, no había nada de eso. Pero, sin embargo, ya teníamos una idea más o menos de lo que estaba sucediendo en el mundo. Aparte, yo creo que en Uruguay, Argentina y Chile somos expertos ya en caos. Vivimos tantas cosas que ya sabemos por dónde viene la mano. Y cuando pasó lo del COVID, por ejemplo, nosotros ya veíamos cómo venía la cosa. Esto ya lo vivimos, pero lo vivimos de otra manera. Entonces sí, ya éramos disidentes, digamos, desde el inicio.

Gustavo — Grupos de Chile, grupos de Argentina, con los cuales hicimos idas y vueltas —más que nada, pocas idas y muchas vueltas (bromea)—. Y ahí surgieron los contactos con la gente de otros países; eran las mismas realidades. La esencia de Alvacast era ver lo que pasaba en la calle, a pesar de que no estábamos en un cantegril. Entonces, eso posiblemente podría molestar: no era vendible. Hoy en día el metal es vendible, pero hay público más abierto. Hay gente joven que lo siente. Si vos no lo sentís, no lo podés consumir, pero la gran mayoría consume porque todos los medios van hacia ahí. El tema es que la gente no piensa. La gente va y llena estadios, y capaz que no les mueve; les mueve que haya mucha gente. Ir a un concierto de Barón Rojo cuando éramos 400 personas… esas 400 valían por 10.000. No es que en aquel momento fuésemos videntes. Es más, Charly puede hablar más, porque fue un gran compositor de letras, pero siempre escribió sobre la temática que el grupo quería hablar. Con “Holocausto Nuclear”… se nos reían en la cara. “¡Ay, qué drásticos!”, nos decían. Hasta hoy en día, una banda que hable de eso o de lo que está pasando, desgraciadamente, en Medio Oriente… Es como que no hay valentía de parte de la sociedad para aceptar cosas que están pasando en la cara.

Éramos de un estilo con, capaz, poco público, pero un público amante del estilo, no consumidor del sistema y de la música que se pasaba únicamente por convocatoria de la audiencia.

Gustavo Rea

En un momento también ustedes empezaron a salir a Buenos Aires, que en ese momento tampoco era frecuente. ¿Qué recuerdan de esas idas a Argentina?

Charly — Cuando hicimos el lanzamiento de “Al Borde del Abismo” trajimos de invitada una banda de Argentina llamada Mordaz, una banda increíble, la verdad, que era mejor que nosotros en ese sentido: ya tenían guitarras de verdad, tenían equipación, eran una banda de verdad. Nosotros estábamos todavía con instrumentos, digamos, hechos a medida, pero no eran ni Gibson ni Fender ni nada de eso nuestro; era garra charrúa. Después de eso, empezamos también a tener intercambios con otras bandas de Argentina, con Dr. Jekyll, por ejemplo, hasta que llegamos a tener un intercambio con bandas ya más conocidas en Argentina, como Kamikaze, y después llegamos a tener un intercambio con Rata Blanca. Fuimos a tocar a Buenos Aires, a una discoteca que se llamaba Halley, y después tocamos también en el estadio Obras Sanitarias. Eso fue un golazo para nosotros.

Yo, personalmente, estaba tan nervioso en ese show que no me acuerdo de nada. Me acuerdo apenas del final, porque eran unos nervios de estar en la meca del rock de Sudamérica; era como jugar en el Estadio Centenario. Después logramos una serie de intercambios también con bandas de Chile, Panzer y Massacre. Fuimos a tocar a Chile, tocamos un par de shows allá y empezamos a hacer esa movida. La idea nuestra era integrarnos todos: Uruguay, Argentina y Chile, hacer una vanguardia de heavy metal, donde los grupos chilenos y argentinos vinieran a Uruguay y los grupos uruguayos fueran a Argentina y Chile, y crear una movida interesante y de verdad. La idea era integrar el Cono Sur dentro del heavy metal y hacer que los grupos pudiéramos viajar y tocar en otros lugares. Eso fue increíble para nosotros.

Gustavo — La meca de Buenos Aires era Obras Sanitarias, y vos sabías que al público le gustabas o te odiaba… y les gustó. Si mal no recuerdo, fuimos la primera banda uruguaya en tocar ahí.

Alvast 1987
Foto: Rodolfo Fuentes
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