Muchas veces, hay momentos en la carrera de las bandas y solistas donde éstos deciden cortar la secuencia disco-gira-disco-gira para tomar distancia, revisitar su obra y hacer justicia con aquellas canciones que quedaron en el camino con el pasar de los años en favor de la incorporación de nuevas composiciones. También es el caso de aquellos temas que no brillan entre las multitudes, o simplemente no habían encontrado las coordenadas de tiempo y lugar para lucir en vivo. O todo eso junto.
Durante tres noches, los pasados 5, 6 y 7 de agosto, fue el momento para La Vela Puerca en un escenario inédito para la banda como el Auditorio Nacional Adela Reta. Sin ser un espectáculo acústico – aunque tuvo momentos en ese tono – sí tuvo características de intimista tomando en cuenta los shows masivos a los que nos tienen acostumbrados “el enano” Teysera y compañía. Incluso, con algunos decibeles por debajo de los habituales, permitiendo apreciar claramente los arreglos. La Vela no fue el huracán que te pasa por arriba al que nos tiene acostumbrados, pero no por esto el show perdió intensidad. Lo sabíamos, ya, desde el título de la propuesta.
Con una puesta en escena que nos adentraba en un ambiente de bosque otoñal – además de un clima sonoro acorde al ingresar a la sala – a lo largo de treinta temas, La Vela repasó muchos de los temas que no suenan habitualmente en sus recitales de estadio, principalmente aquellos provenientes de los álbumes “El impulso” (2007) y “Piel y hueso” (2011), dos de los trabajos más personales de su discografía y, probablemente, en los que más riesgos asumieron. No dejaron de lado ninguno de sus trabajos, al menos con un mínima presencia, incluso sonó “Los reyes de los buzones”, de su EP digital “Pasaje Salvo”.
El tridente encargado del arranque vino de la mano de “Frágil”, “Su ración” y “Sanar” (todos ellos de “El impulso”), que dieron paso a “Se despierta” y a “Hoy tranquilo” con Pedro Dalton de invitado. El reconocido baterista Martín Ibarburu fue la segunda presencia invitada en “Dice”, “Ves?” y “Caridad”, mientras que Garo Arakelian sumó su voz en una bellísima interpretación de “En el limbo”, siendo éste uno de los tantos grandes momentos del show. Matías Bello (guitarra de Mota) aportó su banjo en “Contradecir” y Manolo Ferreiro – a quien podemos considerar un puerco más – se hizo cargo del washboard en la misma canción, y pandereta y otros elementos de percusión a lo largo del todo el set. También – obviamente el marco lo imponía – hubo arreglos de cuerdas en varios pasajes que elevaron las versiones hasta el último piso de la emblemática sala. Las exquisitas interpretaciones de “Canción para uno”, “La madeja”, “Respira”, “Sólo un paredón”, “Hoy” y “Para no verme más” encaminaron el final. Luego, llegaron los bises con “Mi semilla”, rescataron a uno de sus primeros éxitos “El bandido salto de mata” y el casi cierre llegó con “Soldado de plomo”. Luego de la ovación general y tras el guiño de “hoy José no vino”, esta vez le tocó el turno al clásico “Vuelan palos” en versión guitarra acústica y acordeón, ya con todo el público de pie y coreando el himno “Vamo’, vamo’ la vela de mi corazón”. Un cierre insuperable para estas tres noches, en donde La Vela Puerca mostró su otra cara sin perder la esencia que la llevó a ser una de las bandas referenciales de nuestro país rumbo sus tres décadas de vida.
A continuación, las imágenes del show del 7 de agosto capturadas por la cámara de Paul Hernández.
Durante tres noches, los pasados 5, 6 y 7 de agosto, fue el momento para La Vela Puerca en un escenario inédito para la banda como el Auditorio Nacional Adela Reta. Sin ser un espectáculo acústico – aunque tuvo momentos en ese tono – sí tuvo características de intimista tomando en cuenta los shows masivos a los que nos tienen acostumbrados “el enano” Teysera y compañía. Incluso, con algunos decibeles por debajo de los habituales, permitiendo apreciar claramente los arreglos. La Vela no fue el huracán que te pasa por arriba al que nos tiene acostumbrados, pero no por esto el show perdió intensidad. Lo sabíamos, ya, desde el título de la propuesta.
Con una puesta en escena que nos adentraba en un ambiente de bosque otoñal – además de un clima sonoro acorde al ingresar a la sala – a lo largo de treinta temas, La Vela repasó muchos de los temas que no suenan habitualmente en sus recitales de estadio, principalmente aquellos provenientes de los álbumes “El impulso” (2007) y “Piel y hueso” (2011), dos de los trabajos más personales de su discografía y, probablemente, en los que más riesgos asumieron. No dejaron de lado ninguno de sus trabajos, al menos con un mínima presencia, incluso sonó “Los reyes de los buzones”, de su EP digital “Pasaje Salvo”.
El tridente encargado del arranque vino de la mano de “Frágil”, “Su ración” y “Sanar” (todos ellos de “El impulso”), que dieron paso a “Se despierta” y a “Hoy tranquilo” con Pedro Dalton de invitado. El reconocido baterista Martín Ibarburu fue la segunda presencia invitada en “Dice”, “Ves?” y “Caridad”, mientras que Garo Arakelian sumó su voz en una bellísima interpretación de “En el limbo”, siendo éste uno de los tantos grandes momentos del show. Matías Bello (guitarra de Mota) aportó su banjo en “Contradecir” y Manolo Ferreiro – a quien podemos considerar un puerco más – se hizo cargo del washboard en la misma canción, y pandereta y otros elementos de percusión a lo largo del todo el set. También – obviamente el marco lo imponía – hubo arreglos de cuerdas en varios pasajes que elevaron las versiones hasta el último piso de la emblemática sala. Las exquisitas interpretaciones de “Canción para uno”, “La madeja”, “Respira”, “Sólo un paredón”, “Hoy” y “Para no verme más” encaminaron el final. Luego, llegaron los bises con “Mi semilla”, rescataron a uno de sus primeros éxitos “El bandido salto de mata” y el casi cierre llegó con “Soldado de plomo”. Luego de la ovación general y tras el guiño de “hoy José no vino”, esta vez le tocó el turno al clásico “Vuelan palos” en versión guitarra acústica y acordeón, ya con todo el público de pie y coreando el himno “Vamo’, vamo’ la vela de mi corazón”. Un cierre insuperable para estas tres noches, en donde La Vela Puerca mostró su otra cara sin perder la esencia que la llevó a ser una de las bandas referenciales de nuestro país rumbo sus tres décadas de vida.
A continuación, las imágenes del show del 7 de agosto capturadas por la cámara de Paul Hernández.