The Cult volvió y, esta vez, cumplió

El lunes 25, La Trastienda se llenó de rock, con la presencia de The Cult por segunda vez en nuestro país, luego de 26 años, con entradas agotadas desde mucho tiempo atrás. Ésta vez, la actuación de la banda, poco tuvo que ver con aquél apático y problemático recital que dieron en 1991 en el Centenario. Por el contrario, éste fue un show enérgico (en cuanto a música y conexión) y caliente, donde los ingleses desplegaron, con entrega, buena parte de su arsenal de clásicos.

Quince minutos pasadas las nueve de la noche, y luego de que sonara “Roadhouse Blues” de The Doors a modo de intro, el riff inconfundible de “Wildflower” dio inicio a lo que sería un gran show de rock, en el sentido estricto de la palabra. El sólido setlist, estuvo basado, prácticamente, en sus discos “Love”, “Electric” y “Hidden City”, su muy buen último trabajo de 2016. A lo largo de la hora y media de actuación, sonaron además “Rain”, “Dark Energy”, “Peace Dog”, “Nirvana”, “Phoenix”, “Lil’ Devil”, “Rise” (del álbum “Beyond Good And Evil”), “Sweet Soul Sister” y “Fire Woman” (del exitoso “Sonic Temple”), así como las infaltables “She Sells Sanctuary” y “Love Removal Machine”, canciones que posicionaron a The Cult en la década de los 80´s. Como es habitual en los recitales de bandas clásicas, la respuesta del público disminuye con los temas nuevos. No fue ésta la exepción, cuando promediando el show interpretaron “Birds Of Paradise” y “Deeply Ordered Chaos” de su último álbum, lo que no implica que haya decaído la energía del grupo.

Aunque Ian Astbury ya no alarga las vocales al cantar, ni recorre tanto el escenario, su voz se mostró en buena forma, además de vérselo bien dispuesto para con un público que se entregó desde los primeros acordes que sonaron en La Trastienda. En cuanto al guitarrista, Billy Duffy, su desempeño fue impecable, tanto con sus clásicos solos como con sus contundentes riffs que salían tanto desde sus tradicionales guitarras Gretsch o de su Gibson Les Paul negra, que luce en la emblemática carátula de “Sonic Temple”. El resto de la banda, que ha ido cambiando muchas veces a lo largo del tiempo, cumplió con el objetivo de ser el apoyo necesario para el lucimiento de la dupla histórica.

La nota de color, la puso el propio Billy Duffy, quien al ver a un fan, que sostenía un cartel pidiendo “Electric Ocean” (tema incluído en “Electric”) le dedicó el riff original del tema que grabaron para el disco “Peace” (que la banda desechara para grabarlo nuevamente con el productor Rick Rubin) descolocando al propio Astbury.
Para el final, a todo pogo, reservaron la ya mencionada “Love Removal Machine” como cierre ideal para una noche que muchos sentíamos que The Cult nos debía a los uruguayos. No en vano, al finalizar el show, más allá de la buena actitud que mantuvo la banda a lo largo de la noche, Duffy tomó el micrófono para agradecer no haberlos olvidado a pesar del largo tiempo y concluir “esto es Rock & Roll, a veces es bueno, a veces es malo, pero es real y es honesto”, seguramente aludiendo al sabor amargo que habían dejado en aquella primera visita.

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