La banda argentina Divididos visitó nuestro país por segunda vez en el año, teniendo en cuenta su presentación de en enero pasado en Atlántida, en el marco del festival Canelones Suena Bien. Esta vez, el escenario fue la carpa Sitio —ubicada en el Velódromo Municipal— y ante un público conformado por distintas generaciones de fanáticos.
Desde el arranque, con “Sobrio a las piñas / Quién se tomó todo el vino”, quedó claro que el tridente Mollo / Arnedo / Ciavarella venía a hacer lo que mejor sabe: rock de guitarras al frente, algo que las más de 4000 personas fueron a buscar. Más allá de que no hubiera estado mal adelantar algo del material nuevo que la banda viene trabajando para su próximo álbum —el primero de canciones originales en 15 años—, el público recibió un show a la altura de las expectativas, porque si algo queda claro es que Divididos es de esas bandas que en vivo nunca falla.
“Paisano de Hurlingham”, “Haciendo cosas raras”, “Salgan al sol” —de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll— y “Elefantes en Europa” se encargaron de mantener en alto el clima del inicio. Más adelante, tras una versión a un tempo más bajo de “Sábado”, bajarían la intensidad con “Un alegre en este infierno”, preparando el terreno para uno de los puntos fuertes de la noche: la invitación a Laura Canoura para interpretar, junto a Juan Pablo Chapital en guitarra, Diego Arnedo en bombo legüero y Catriel al bajo, su tema “Puntos cardinales”. Tras la emotiva interpretación, una gigantesca ovación inundó la carpa de Sitio. Chapital se quedó para lucirse en “Sisters” con un gran solo de guitarra, al punto de que el propio Mollo se preguntó: “¿Cómo seguimos después de esto?”. Con “Par mil” llegó la respuesta.
Foto: Paul Hernández
De ahí en más, el clima volvió a encenderse con una seguidilla descomunal que incluyó “Voodoo Child” de Jimi Hendrix, la dupla “Salir a comprar” / “Salir a asustar” y el primero de los covers de Sumo: “Crua Chan”. Luego llegaría la cabalgata endemoniada de “Sucio y desprolijo” de Pappo’s Blues, “Rasputín”, “Paraguay”, “El 38”, “Ala delta” y “Qué tal” en un medley con “La rubia tarada”, de las más coreadas de la noche. El cierre definitivo fue con “Nextweek”, también de Sumo, con una extensa jam de bajo y batería mientras Mollo repartía púas y saludaba a los fans de las primeras filas.
A lo largo de más de dos horas y media, la banda ofreció lo que fuimos a buscar. Un show en el que Mollo, incansable y con la voz intacta, tocó la guitarra con su estilo característico, también con los dientes, con un champión y hasta con una pelota de tenis; Catriel sumó potencia y espectacularidad con su técnica arrolladora; y Arnedo sostuvo esa torre infernal como solo él sabe. De fondo, una gran pantalla, sin efectos estridentes pero con imágenes en tiempo real de cada integrante y con filtros variables, sumó su cuota a la propuesta.
No es un mérito menor la solidez del repertorio: pocos artistas pueden darse el lujo de prescindir de clásicos como “¿Qué ves?”, “Spaghetti del rock”, “El arriero” o “Cielito lindo” y aún así no extrañarlos.
Al despedirse, Ricardo lanzó un deseo-promesa: “Ojalá nos veamos el año que viene”, en sintonía con la buena costumbre que el trío viene manteniendo en los últimos años. Esperemos que la próxima visita traiga también nuevas canciones.
Foto: Paul Hernández
Desde el arranque, con “Sobrio a las piñas / Quién se tomó todo el vino”, quedó claro que el tridente Mollo / Arnedo / Ciavarella venía a hacer lo que mejor sabe: rock de guitarras al frente, algo que las más de 4000 personas fueron a buscar. Más allá de que no hubiera estado mal adelantar algo del material nuevo que la banda viene trabajando para su próximo álbum —el primero de canciones originales en 15 años—, el público recibió un show a la altura de las expectativas, porque si algo queda claro es que Divididos es de esas bandas que en vivo nunca falla.
“Paisano de Hurlingham”, “Haciendo cosas raras”, “Salgan al sol” —de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll— y “Elefantes en Europa” se encargaron de mantener en alto el clima del inicio. Más adelante, tras una versión a un tempo más bajo de “Sábado”, bajarían la intensidad con “Un alegre en este infierno”, preparando el terreno para uno de los puntos fuertes de la noche: la invitación a Laura Canoura para interpretar, junto a Juan Pablo Chapital en guitarra, Diego Arnedo en bombo legüero y Catriel al bajo, su tema “Puntos cardinales”. Tras la emotiva interpretación, una gigantesca ovación inundó la carpa de Sitio. Chapital se quedó para lucirse en “Sisters” con un gran solo de guitarra, al punto de que el propio Mollo se preguntó: “¿Cómo seguimos después de esto?”. Con “Par mil” llegó la respuesta.

De ahí en más, el clima volvió a encenderse con una seguidilla descomunal que incluyó “Voodoo Child” de Jimi Hendrix, la dupla “Salir a comprar” / “Salir a asustar” y el primero de los covers de Sumo: “Crua Chan”. Luego llegaría la cabalgata endemoniada de “Sucio y desprolijo” de Pappo’s Blues, “Rasputín”, “Paraguay”, “El 38”, “Ala delta” y “Qué tal” en un medley con “La rubia tarada”, de las más coreadas de la noche. El cierre definitivo fue con “Nextweek”, también de Sumo, con una extensa jam de bajo y batería mientras Mollo repartía púas y saludaba a los fans de las primeras filas.
A lo largo de más de dos horas y media, la banda ofreció lo que fuimos a buscar. Un show en el que Mollo, incansable y con la voz intacta, tocó la guitarra con su estilo característico, también con los dientes, con un champión y hasta con una pelota de tenis; Catriel sumó potencia y espectacularidad con su técnica arrolladora; y Arnedo sostuvo esa torre infernal como solo él sabe. De fondo, una gran pantalla, sin efectos estridentes pero con imágenes en tiempo real de cada integrante y con filtros variables, sumó su cuota a la propuesta.
No es un mérito menor la solidez del repertorio: pocos artistas pueden darse el lujo de prescindir de clásicos como “¿Qué ves?”, “Spaghetti del rock”, “El arriero” o “Cielito lindo” y aún así no extrañarlos.
Al despedirse, Ricardo lanzó un deseo-promesa: “Ojalá nos veamos el año que viene”, en sintonía con la buena costumbre que el trío viene manteniendo en los últimos años. Esperemos que la próxima visita traiga también nuevas canciones.
