Hereford y La Filarmónica: nuevas dimensiones para un repertorio clásico

La banda Hereford se presentó en el Teatro Solís durante tres noches —6, 7 y 8 de agosto— con entradas agotadas junto a la Orquesta Filarmónica de Montevideo, con un show denominado “Sembrar y esperar”, y dejó una nueva huella en su trayectoria, que este año llega a las tres décadas.

Si bien el acercamiento a este tipo de formatos no es novedad para Diego Martino (guitarra y voz), Guzmán Mendaro (guitarra y coros), Frank Lampariello (bajo y voz) y Rodrigo Trobo (batería) —a principios de los 2000 supieron presentar su show “Electroacústico”, en el cual incluyeron una sección de cuerdas—, esta vez la apuesta era muy superior, no solo por la cantidad de instrumentos que componen la Filarmónica, sino también porque se trataba de mantener el formato de banda de rock con instrumentos eléctricos. Una parada para nada fácil, que el cuarteto supo sortear con oficio y solidez.
A lo largo de poco más de una hora y cuarto de show, repasaron un repertorio relativamente breve pero certero, arreglado para la ocasión por Ignacio Algorta —quien también tocó el piano—, con Martín García timoneando la OFM.

Foto: Paul Hernández


El show tuvo un arranque rockero con “La corona del rey”, “Ya no habrá quien” y “Vivos”, para más adelante dar paso a un estreno que también dio nombre al espectáculo: “Sembrar y esperar”, un adelanto del nuevo álbum en el que Hereford se encuentra trabajando.

De ahí en más llegaron los puntos más altos de la noche, especialmente en la versión a voces y filarmónica —al mejor estilo “Eleanor Rigby”— de “Sé lo que sentís”, que dejó la vara altísima para lo que seguia. Luego, “Perder”, “Lo más simple de las cosas” —coreada por todo el Solís— y “Límite perpetuo” —con un solo descomunal de Mendaro— dejaron todo servido para el falso final con “Cierto”, otra de las más celebradas. Para el bis quedaba la estocada final: “Bienvenida al show”, y no defraudó a un público que en buena parte también fue protagonista junto a una puesta en escena de luces y proyecciones que acompañó generando las atmósferas justas para cada pasaje.

Un concierto que reafirmó el lugar de Hereford como una de las bandas de rock uruguayo más sólidas en vivo, capaz de reinventarse sin perder la esencia que los define. La fusión entre la potencia de la banda y la sensibilidad de la Filarmónica demostró una vez más la versatilidad y madurez artística del grupo, que sigue sembrando y esperando, consciente de que la música es también un camino de desafíos constantes.
Foto: Paul Hernández
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